Gracias Don Manuel

Mientras los restos mortales de Don Manuel estaban siendo depositados en el sepulcro, mi mirada se posó en el cruceiro que está al lado y, seguidamente, se alzaron para contemplar el hermoso cielo que nos cobijaba. Allí, y no en la tumba, sentí la presencia del pastor que ahora guía y cuida a su grey desde la Casa del Padre donde, como decía D. Julián en la homilía, participa de la vida que no tiene término disfrutando de la bondad y misericordia de Dios.

¡Qué grande es Dios, Padre Bueno, que nos regala su cielo, la felicidad verdadera y eterna a todos!

Cierto que, como decía el arzobispo, “la muerte de las personas conocidas y queridas nos afectan profundamente”, y por ello “nuestra iglesia particular de Santiago de Compostela hoy se siente humanamente más pobre, no así espiritualmente”.

Espiritualmente ha sido una tarde de celebrar la Vida de la Resurrección que el Señor regala a todos los que creen en él.

Espiritualmente ha sido una tarde de acción de gracias a Manuel por la vida de Dios que compartió con todos los que a su lado peregrinamos un trecho del camino.

Su corazón bonachón, su gesto amable con todos, su cercanía, su sencillez y austeridad, su capacidad de escucha, su alegría y vitalidad, su ternura a la hora de corregir, su servicio y gratuidad, su disponibilidad constante, su aprecio y respeto por todos los compañeros, su caminar al lado de los laicos, su entrega pastoral en especial a los más pobres, su quedarse siempre con lo bueno de las personas y de las cosas, su anteponer el bien de los demás al suyo propio, su saber estar y acompañar en los momentos de dolor, su afán por formarse para servir mejor, su adaptarse a los tiempos para ser Iglesia madre y fiel en medio del mundo que le ha tocado vivir… ha sido un regalazo del cielo.

Gracias Manuel por llevar a Dios en tu vida y mostrarnos el camino hacia Él.

Gracias Dios por la vida de Manuel.

Susana Doval

pastoralsantiago.es