Miércoles de Ceniza

CITA

san Bernardo: “Ayunen los ojos de toda mirada curiosa… Ayunen los oídos, no atendiendo a las palabras vanas y a cuanto no sea necesario para la salud del alma… Ayune la lengua de la difamación y la murmuración, de las palabras vanas, inútiles… Ayune la mano de estar ociosa y de todas las obras que no sean mandadas; pero ayune mucho más el alma misma de los vicios y pecados, y de imponer la propia voluntad y juicio. Pues sin este ayuno, todos los demás son reprobados por Dios”.

San Benito: “Aunque de suyo la vida del monje debería ser en todo tiempo una observancia cuaresmal, no obstante, ya que son pocos los que tienen esa virtud, recomendamos que durante los días de cuaresma todos juntos lleven una vida íntegra en toda pureza y que en estos días santos borren las negligencias del resto del año. Lo cual cumpliremos dignamente si reprimimos todos los vicios y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia. Por eso durante estos días impongámonos alguna cosa más a la tarea normal de nuestra servidumbre: oraciones especiales, abstinencia en la comida y en la bebida, de suerte que cada uno, según su propia voluntad, ofrezca a Dios, con gozo del Espíritu Santo, algo por encima de la norma que se haya impuesto; es decir, que prive a su cuerpo algo de la comida, de la bebida, del sueño, de las conversaciones y bromas y espere la santa Pascua con el gozo de un anhelo espiritual”. en el capítulo 49 de su Regla, sobre la observancia de la Cuaresma

San Juan Crisóstomo “como el Señor todo lo hacía para nuestra enseñanza, quiso también ser conducido al desierto y trabar allí combate con el demonio, a fin de que los bautizados, si después del bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por eso, como si no fuera de esperar” Homilías sobre San Mateo, 13, 1

S. Ambrosio, «Es conveniente recordar cómo el primer Adán fue expulsado del paraíso al desierto, para que adviertas cómo el segundo Adán viene del desierto al paraíso. Ves cómo sus daños se reparan siguiendo sus encadenamientos y cómo los beneficios divinos se renuevan tomando sus propias trazas» (Expositio Evangelii secundum Lucam, ad loc.)

S. Agustín, «El Maestro quiso ser tentado en todas las cosas en las cuales lo somos nosotros, como quiso morir porque nosotros morimos; como quiso resucitar, porque también habíamos de resucitar» (Enarrationes in Psalmos 90,2,1).

“El demonio es un perro atado, sólo muerde al que se le acerca”.

San Ignacio, “el diablo tienta a la mayoría de los hombres, en primer lugar con el ansia de poseer, con la solicitud terrena” E.E. nº 142…, 239

San Francisco de Sales El tiempo de buscar a Dios es esta vida. El tiempo de encontrar a Dios es la muerte. El tiempo de poseer a Dios es la eternidad.

San Antonio de Padua, “Hijo mío, si te pones al servicio del Señor, prepara tu alma para la tentación.”

“Cuando el hombre espiritual se siente agobiado por la tentación, por alguna terrible sugestión diabólica, levántese pronto para la lucha y eleve su mente a las cosas celestiales.”

Santo Cura de Ars: “Si preguntáis a ese parroquiano de la taberna si el demonio le tienta, os responderá que no, que nada le inquieta. Interrogad a esa joven vanidosa cuáles son sus luchas, y os contestará riendo que no sostiene ninguna, ignorando totalmente en qué consiste ser tentado. Ésta es la tentación más espantosa de todas: no ser tentado”.

San Pio de Pietrelcina “No dejes que las innumerables tentaciones que se te presentan te atemoricen, porque el Espíritu Santo advierte al alma devota que está tratando de avanzar en los caminos del Señor para que se prepare a enfrentar las tentaciones. Sin embargo, no te desanimes, porque la tentación es un signo seguro e infalible de la salud del alma. Piensa que ni los santos fueron privados de esta prueba y esto te dará el coraje para soportarlas.”

“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio tanto más cerca del alma está Dios.”

Madre Teresa de Calcuta “Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo.”

San Juan Pablo II Con este ayuno cuaresmal la Iglesia, en cierto modo, está llamada a seguir a su Maestro y Señor si quiere predicar eficazmente su Evangelio.

Benedicto XVI: el núcleo de toda tentación: apartar a Dios que, ante todo lo que parece más urgente en nuestra vida, pasa a ser algo secundario, o incluso superfluo y molesto. Poner orden en nuestro mundo por nosotros solos, sin Dios, contando únicamente con nuestras propias capacidades, reconocer como verdaderas sólo las realidades políticas y materiales, y dejar a Dios de lado como algo ilusorio, ésta es la tentación que nos amenaza de muchas maneras. (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 1ª Parte, Cap. II).

«Si eres Hijo de Dios…»: ¡qué desafío! ¿No se deberá decir lo mismo a la Iglesia? Si quieres ser la Iglesia de Dios, preocúpate ante todo del pan para el mundo, lo demás viene después. Resulta difícil responder a este reto, precisamente porque el grito de los hambrientos nos interpela y nos debe calar muy hondo en los oídos y en el alma. (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 1ª Parte, Cap. II).

“Las tentaciones de Jesús son un descendimiento a las pruebas que amenazan al hombre, porque solamente así el hombre que ha caído, puede levantarse”.

“La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de Él”.

“(Tentaciones)no fueron un incidente aislado, sino la consecuencia de que Jesús eligió seguir la misión que le había confiado el Padre” (Benedicto XVI, 21 de febrero 2010)

“El mandamiento fundamental de Israel es también el mandamiento fundamental de los cristianos: se debe adorar solamente a Dios” (J. Ratzinger- Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2007, p. 68).

papa Francisco: Jesús sabe bien que con Satanás no se puede dialogar, porque es muy astuto. Por ello, Jesús, en lugar de dialogar como había hecho Eva, elige refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de esta Palabra. Acordémonos de esto: en el momento de la tentación, de nuestras tentaciones, nada de diálogo con Satanás, sino siempre defendidos por la Palabra de Dios. Y esto nos salvará.

«nunca hay que acercarse» al diablo, «no dialogar», con él ni interactuar ni tener ningún tipo de contacto. El demonio es «un condenado, es un derrotado, es un encadenado que está por morir», pero «es capaz de hacer masacres». Se disfraza de ángel de luz, pero es «un ángel de sombra, un ángel de muerte». Santa Marta, 20 octubre 2019

S. Canals, Él “permite la tentación y se sirve de ella providencialmente para purificarte, para hacerte santo, para desligarte mejor de las cosas de la tierra, para llevarte a donde Él quiere y por donde Él quiere, para hacerte feliz en una vida que no sea cómoda, y para darte madurez, comprensión y eficacia en tu trabajo apostólico con las almas, y… sobre todo para hacerte humilde, muy humilde” Ascética Meditada, 14ª ed., Madrid 1980, p. 127

Kierkegaard hace notar que la agudeza sobrehumana de la tentación de Cristo está en esto: él tiene hambre, tiene la posibilidad de hacer un milagro para procurarse la comida, pero debe contenerse antes de emplear su poder, porque no es así como el Padre celestial quiere que se maneje (Kierkegaard, Diario X4 A 181).

H. ThielickeBajo la impresión de la Segunda Guerra mundial, este pensador escribió: «En estos tiempos nos hemos puesto, tal vez demasiado, en contacto con potencias demoníacos, hemos probado y visto, más de lo necesario, a hombres y grupos enteros seducidos y guiados por potencias misteriosas y abismales, hemos observado muchas veces un espíritu extraño en las personas que las transformaba hasta lo más profundo de su ser; cómo las impulsó a la crueldad, a la embriaguez de poder y a estallidos de locura de los que antes nunca habrían sido capaces; una mano invisible derramaba un cáliz invisible de frenesí y lo pasaba de puebla en pueblo hasta hacer enloquecer a las naciones. Yo digo que hemos visto demasiadas, nos hemos asustado demasiado, como para poder seguir preguntándonos, sin vergüenza, si existe el diablo»

Dostoievski: “Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente, en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuese posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del Espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, para anotarlas en los libros, y a este fin se congregase a todos los sabios de la tierra… ¿piensas tú que toda la sabiduría de la tierra reunida podría discurrir algo semejante en fuerza y hondura a esas tres preguntas que, efectivamente, formuló entonces el poderoso e inteligente Espíritu en el desierto?… Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas las tres imágenes en que se funden todas las insolubles antítesis históricas de la humana naturaleza en toda la tierra” (Los hermanos Karamazov, en Obras completas, III, Aguilar, Madrid, 1964, 208)

Martín Descalzo, “siempre hay algo de demoniaco en el materialismo, que hoy domina el mundo”

Abdullah Ansari, “Si tú puedes caminar sobre el agua, no eres mejor que la paja. Si puedes volar por el aire, no eres mejor que una mosca. Pero si puedes resistir la tentación, puedes conquistar el universo.”

Charles Baudelaire “El mayor truco del diablo es hacernos creer que no existe”.

PROVERVIO

Ponte de rodillas y dale gracias a Dios de que estás de pie. (Proverbio irlandés)

“Hágase el milagro, aunque lo haga el diablo” (Refrán)

CHISTE

YO EN CUARESMA NO FUMO

Un sacerdote católico que trabajaba en una parroquia rural estaba caminando por un callejón una tarde de camino a su casa. Un joven bajó por el callejón detrás de él y le puso un cuchillo en la espalda y le dijo: “Dame tu dinero.” El sacerdote abrió su saco y buscó la cartera en un bolsillo interior, dejando al descubierto su cuello clerical. El joven dijo: “Oh, lo siento, padre, no vi su cuello. No quiero su dinero.”

El sacerdote temblando sacó un cigarro del bolsillo de su camisa y se lo ofreció al joven, diciéndole: “Toma un cigarro.” El joven respondió: “Oh, no, no puedo hacer eso, yo en Cuaresma no fumo.”

LA TENTACION DE LOS 4 CURAS

Una vez cuatro sacerdotes se reunían. Decidieron contarle uno al otro su mayor tentación.

El primer sacerdote dijo, “Me da pena decirlo, pero mi mayor tentación es la envidia. Me fastidian los “logros pastorales” de mis compañeros.

“Mi tentación es peor,” dijo el segundo sacerdote, “Los juegos. Un sábado en vez de preparar mi homilía fui al casino.”

“La mía es aún peor,” dijo el tercer sacerdote. “Es la bebida – hasta una vez use el vino sacramental.”

El cuarto sacerdote estaba callado. “Hermanos, no me gusta decirlo,” les dijo, “pero mi tentación es la peor de todas. Es el chisme – y si sus ustedes me perdonan unos minutos me gustaría hacer unas llamadas telefónicas.”

CONTO

AUTOESTIMA

Hay una reveladora historia acerca de un monje que vivía en el desierto egipcio y al que las tentaciones atormentaron de tal modo que ya no pudo soportarlo. De manera que decidió abandonar el desierto y marcharse a otra parte.

Cuando empezó a calzarse las sandalias para llevar a efecto su decisión, vio, cerca de donde se encontraba a otro monje que también estaba poniéndose las sandalias.

“¿Quién eres tú?”, preguntó al desconocido.

“Soy tu yo”, fue la respuesta. “Si es por mi causa por lo que vas a abandonar este lugar, debo hacerte saber que, vayas adonde vayas, yo iré contigo”.

Un paciente, desesperado, le dijo al psiquiatra: «Vaya adonde vaya, tengo que ir conmigo mismo… ¡y eso lo fastidia todo.!”.

Tanto aquello de lo que huyes como aquello por lo que suspiras está dentro de ti.»

La oración de la rana, Anthony de Mello

Todas las noches un fraile hacía su examen de conciencia antes de acostarse, evaluaba su día, pedía perdón a Dios por los pecados cometidos y se prometía a si mismo: Eso no lo haré mañana. Tenía que recordar que eso mismo había dicho la noche anterior y se decía: Ayer no dije la verdad, hoy, sí que lo digo de verdad.

El buen fraile decía: Como la mujer que ha experimentado los dolores de parto y jura que no dormirá más con su marido, pronto olvida el juramento y vuelve, así también nosotros prometemos no pecar más y seguimos pecando y Tú, Dios mío, sigues perdonando.

P. Félix Jiménez

TESTIMONIO

El Señor no se cansa de llamar a la puerta del hombre en contextos sociales y culturales que parecen tragados por la secularización, como le ha sucedido al ruso ortodoxo Pavel Florenskij. Después de una educación completamente agnóstica, hasta el punto de sentir verdadera hostilidad hacia las enseñanzas religiosas impartidas en la escuela, el científico Florenskij termina exclamando: ¡No, no se puede vivir sin Dios!”, y cambia completamente su vida, para convertirse en sacerdote.

Pienso también en la figura Etty Hillesum, una joven holandesa de origen hebreo que murió en Auschwitz. Inicialmente lejana de Dios, lo descubre mirando profundamente dentro de sí misma y escribe: “Un pozo muy profundo está dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces consigo alcanzarlo, más a menudo piedra y arena lo cubre: por tanto, Dios está sepultado. Es necesario desenterrarlo de nuevo”. En su vida dispersa e inquieta, encuentra a Dios precisamente en medio de la tragedia del siglo XX, la Shoah. Esta joven frágil e insatisfecha, transfigurada por la fe, se transforma en una mujer llena de amor y de paz interior, capaz de afirmar: “Vivo constantemente en intimad con Dios”.

Dorothy Day. En su autobiografía, confiesa abiertamente haber caído en la tentación de resolver todo con la política, adhiriéndose a la propuesta marxista. “Quería ir con los manifestantes, ir a la cárcel, escribir, influir en los otros y dejar mi sueño al mundo. ¡Cuánta ambición y cuanta búsqueda de mí misma había en todo esto!”.

“Es cierto que yo sentía más a menudo la necesidad de ir a la iglesia, a ponerme de rodillas, a inclinar la cabeza en oración. Un instinto ciego, se podría decir, porque no era consciente de orar. Pero iba, me metía en la atmósfera de oración…”.

Citado por Benedicto XVI en Catequesis del 13 de febrero de 2013

ANÉCDOTA

En una de las tentaciones que tuvo santa Catalina de Siena, esta gran santa empezó a luchar acudiendo al Señor para vencer la tentación. Pero la tentación no cedía, sino que cada vez era más fuerte. La santa se esforzaba más en luchar y en insistir al Señor para que no la dejara sola en aquellos momentos. La tentación arreciaba y el Señor parecía no oír a la santa. Al final salió victoriosa santa Catalina. Después, en una de las conversaciones que la santa tenía con el Señor, le preguntó que dónde se había metido cuando le estaba llamando, ya que no había recibido ninguna respuesta. El Señor le respondió: Estaba dentro de ti viendo como luchabas.

San Antonio Abad una noche se recluyó en un sepulcro en el desierto y todas las miserias humanas, todas las ambiciones, todas las lujurias personificadas en seres fantásticos, luchaban dentro de él para apartarlo de su camino en el seguimiento de Jesús. La lucha fue tan terrible que quedó medio muerto. ¿Dónde estabas, Señor? – dijo Antonio. Yo estaba contigo – respondió el Señor.

P. Jorge Loring, S.J Sobre la existencia del demonio le oí decir por Televisión Española al P. Salvador Muñoz Iglesias, Catedrático de Sagrada Escritura en Madrid, en el programa EL PULSO DE LA FE: «El que no crea en el demonio sólo tiene dos opciones. Decir que Cristo nos engañó o que se equivocó. Si no podemos aceptar ninguna de estas dos opciones tenemos que aceptar la existencia del demonio, por el modo de hablar de Cristo».

DIÓGENES A ALEJANDRO: “¿POR QUÉ NO TE DECIDES HOY?

Alejandro el grande, había hablado largo y tendido con el filósofo Diógenes y se convenció de su sabiduría. Al marcharse le dijo: ruego a los dioses que en la vida que me toque en mi próxima reencarnación no sea yo Alejandro sino Diógenes.

Y Diógenes le contestó: ¿”A qué esperar, para ello, a tu próxima reencarnación? Puedes serlo desde ahora si así lo deseas”.

Existe un diablo que se llama “mañana” y siempre nos aconseja dejar para mañana lo que tendríamos que hacer hoy. Es el diablo de le pereza que nos tienta a evitar el compromiso y a quedarnos a la ventana para ver qué pasa en el mundo. “Vamos a ver qué pasa” decimos muy a menudo. S. Agustín, antes de su conversión, sentía que tenía que dejar de convivir con aquella mujer con la que estaba unido de hecho sin compromiso ninguno. Pedía a Dios el don de cortar con aquella relación y su oración era esta: “Dame o Dios el don de la castidad”. Pero horrorizado por si Dios escuchase esta oración y le diese la gracia de ser casto, proseguía diciendo “pero no hoy, mañana”.

TOMADO DE P. CHINAGLIA

P. Germán, “Un día al levantarse de la mesa se presentó el demonio en la forma sucia y fea que tenía de costumbre y lleno de cólera la amenazó diciéndole que de todos modos la vencería. La púdica doncella palideció; alzó los ojos y las manos al Cielo y sin más reflexionar corrió desalada al jardín de la casa, en el que había un estanque bastante profundo de agua helada; hace la señal de la cruz y se arroja en él, quedando, como es fácil suponer, aterida de frío. Seguro que se hubiera ahogado si una mano invisible no la hubiera ayudado, sacándola del agua y haciéndole reaccionar de baño tan peligroso. También por este lado emuló Gema el generoso ardimiento de los más famosos atletas de la hagiografía cristiana, conquistándose el glorioso título de heroína de penitencia.” (director espiritual de Santa Gema Galgani)

Walt Disney,

El día que yo cambié”:

“Decidí no esperar las oportunidades sino salir a buscarlas.

Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.

Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.

Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.

Y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día comencé a ser fuerte, feliz de verdad, gracioso.

Aquel día dejé de temer por cada vez que perdía.

Y sentí que para vencer no es necesario ganar.

Vi que dar lo mejor de mí me hacía feliz, así no fuera el primero, así no me coronaran o me aplaudieran.

Sentí nuevamente que el único rival soy yo mismo.

Me dejó de importar quien ganara o perdiera.

Ahora me importa simplemente sentirme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.

Pero también vi que a veces se cae, y que el único camino es levantarse y seguir.

Descubrí que el amor es más que un simple estado de

enamoramiento, “el amor es una filosofía de vida”.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente; aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas…Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.

Desde aquel día ya no duermo solo para descansar, ahora también duermo para soñar…”

LA CUCAÑA

Todavía en algunas ferias pueblerinas se conserva una diversión que era nuestra ilusión en la infancia. Un palo liso, altísimo, impregnado de una sustancia viscosa y resbaladiza. Se llama la cucaña.

Todos las tienen que haber visto sin duda. En la parte superior y desmarañado a los atrevidos cuelga el premio. Comienza el espectáculo. En ridículas contorsiones de brazos y piernas procura el muchacho avanzar hacia arriba agarrándose fuertemente del palo. Todo inútil. De pronto, con la rapidez de un rayo, resbala hacia el suelo entre las carcajadas de los asistentes. Hay uno más fuerte o más hábil que sube y sube hasta tocar el premio, y cuando está más seguro de poseerlo resbala también y cae a tierra vencido. Todos ríen. ¿Tiene derecho el caído a quejarse de estas risas? ¿Puede decirles que la caída era inevitable dado lo resbaladizo del palo? Ellos le dirán: -¡No tendrías que haber subido! Nosotros vimos a tiempo el peligro y no caímos.

Así, mis hermanos, hay muchos que se disculpan de sus caídas echando la culpa al palo. ¡Era imposible resistir la tentación! ¡Era grande el peligro! ¡Era inevitable la culpa! Pero yo les digo como a los chicos de la cucaña que resbalan y caen: -¡No tienes que haber subido! ¿Quién te mandó ponerte en el peligro? ¿Quién te mandó acercarte al objeto de tu pasión? ¿Quién te mandó ir con aquella persona, a aquel lugar, en aquellas circunstancias? ¿Y te quejas de tu caída? ¡No tienes que haber subido!

(ROMERO, F., Recursos Oratorios. II. Editorial Sal Terrae, Santander, 1959, p. 277)

UN JABÓN MARAVILLOSO

Un predicador inglés, Mac Nabb, hablando en Hyde Park, se había referido a la Iglesia. Al terminar, uno pide la palabra y dice: Bonito lo que ha dicho. Pero yo conozco algunos sacerdotes católicos que no han estado con los pobres y se han hecho ricos. Conozco también maridos católicos que han traicionado a su mujer. No me gusta esta Iglesia formada por pecadores.

El padre le dijo: Tiene algo de razón. Pero ¿puedo hacer una objeción?

Veamos.

Perdone, pero si no me equivoco, lleva usted el cuello de la camisa un poco sucio.

Sí, lo reconozco.

Pero ¿está sucio porque no ha empleado jabón o porque ha utilizado el jabón y no ha servido para nada?

No, no he usado jabón.

Pues bien, la Iglesia Católica tiene un jabón excelente: Evangelio, sacramentos, oración; Evangelio leído y vivido; sacramentos celebrados del modo debido; y oración bien hecha, serían un jabón maravilloso capaz de hacernos santos a todos. No somos todos santos por no haber utilizado bastante este jabón.

Tomado de ttps://anecdotasycatequesis.wordpress.com

Papa Francisco ha utilizado este ejemplo en varias ocasiones, referido a los catequistas, pero válido para todos los bautizados: “El corazón del catequista vive siempre este movimiento de «sístole y diástole»: unión con Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me uno a Jesús y salgo al encuentro con los otros. Si falta uno de estos dos movimientos, ya no late, no puede vivir”.

“cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros. Ese dinamismo del amor es como el movimiento del corazón: «sístole y diástole»; se concentra para encontrarse con el Señor e inmediatamente se abre, saliendo de sí por amor, para dar testimonio de Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús”. (Simposio Internacional sobre Catequética – 12-julio-2017) (Congreso Internacional sobre Catequesis – 27 septiembre-2013)

LA TRAMPA DE CONEJOS

En las heladas regiones de la América del Norte un indio hacía un caminito por entre la nieve, y además hacía otra cosa con unas ramas de abeto.

–¿Qué estás haciendo? –le preguntó un amigo que acertó a pasar por ese lugar.

–Una trampa para conejos –respondió el indio.

–Pero, ¿dónde está la trampa?

–Ah, –respondió el indio sonriente. –La trampa no la pondré sino hasta dentro de dos semanas. Primero arreglo el caminito de modo que los conejos se acostumbren a él. Por ejemplo, hoy por la noche vendrán y tendrán temor de pasar por el caminito; pero mañana se acercarán más, y poco tiempo después uno de ellos lo cruzará, después caminará por él. Pocas noches después se familiarizarán con el camino y lo usarán frecuentemente sin ningún temor. Entonces pondré la trampa en medio, entre las ramas… después comeré conejo todos los días.

–Ya veo –contestó el amigo pasajero–, estas usando la misma táctica que Satanás usa con los cristianos: Primero los atrae a algo que da la impresión de que “no es malo ni bueno”, y cuando adquieren confianza él los atrapa y los destruye.

Tomado de Ilustraciones selectas

LA RAIZ DE TODOS LOS MALES

Una vez un niño visitaba a su abuelita y en el cuarto de estar vio una botella muy linda de cuello ancho con una moneda dentro. La abuelita le dijo que no jugara en aquel cuarto porque tenía allí muchos recuerdos y cosas de valor y no quería que se rompieran. El niño obediente se fue al jardín a jugar. Sin embargo, aunque estaba afuera, él siguió pensando en la botella y en la moneda que estaba dentro. Cuanto más pensaba en ello, más lo deseaba. No pudiendo resistir la tentación volvió al cuarto, aunque sabía que aquello era desobedecer a su abuelita. El niño metió la mano y al tocar la moneda con sus dedos tuvo gran placer. Agarró la moneda y quiso sacar la mano, pero no pudo. Se asustó y llamó a su abuelita. Esta también se asustó, pues no quería perjudicar al niño pero tampoco deseaba perder la botella. Probaron con todo pero nada pudieron hacer para sacar la mano del niño de dentro de la botella. Por fin, decidieron llamar a un vecino, hombre inteligente y sabio que casi siempre tenía solución para todo. El hombre pronto se dio cuenta de cuál era el problema. Le pidió al niño que abriera la mano y soltara la moneda. El niño llorando, confesó su desobediencia y explicó cómo había vuelto al cuarto para hacerse de la moneda, que ahora tenía encerrada en su mano.

El vecino le dijo: “En cuanto sueltes la moneda podrás sacar la mano.” Y así sucedió, al abrir la mano ésta se hizo más pequeña y pudo sacarla.

El niño no había querido abrir la mano antes por esa mezcla de temor, vergüenza y de ambición por poseer las cosas que a veces nos dominan a los seres humanos. El niño pensó que él tenía la moneda, pero no se dio cuenta de que la moneda lo tenía a él.

Tomado de Ilustraciones selectas

CANTO

Tentaciones BROTES DE OLIVO

No Nos Dejes Caer IXCIS

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela