Diez películas para meditar con el Papa en esta Cuaresma

Siguiendo el mensaje de Cuaresma 2017 del Papa Francisco, el
sacerdote jesuita mexicano Sergio Guzmán ha publicado en la página web
de la agencia católica SIGNIS una recensión de diez películas que pueden
servir para profundizar en el lema del mensaje papal “La Palabra es un
don. El otro es un don”.

Basándose en este documento e intercalándolo con la trama, el padre
Guzmán, quien escribe desde la ciudad de Monterrey (en Nuevo León,
México), recomienda “algunas películas que, como parábolas, pueden
ayudarnos a reflexionar en la propia vida, en cómo estamos viviendo y
cómo podemos volver a Dios y a los otros de todo corazón”.




La Strada de Federico Fellini (Italia, 1954, 104 min.)


Esta película nos habla de un amor hasta el extremo (cfr. Jn 13,1).
Gelsomina (Giulietta Masina) es vendida por su madre al circiense y
brutal Zampanó (Anthony Quinn). Pese a la actitud agresiva y violenta de
Zampanó, la muchacha se siente atraída por este estilo de vida en la
strada (la calle); sobre todo cuando su dueño la incluye como parte del
espectáculo. Aunque varios de los personajes que se encuentra en el
camino le ofrecen que se una a ellos, Gelsomina no se separa de su
amado. El Papa Francisco nos dice en el Menaje de Cuaresma: “Cada vida
que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra
de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre
todo cuando es débil”. Gelsomina, la muchachita de la calle, la payasita
de tierna mirada, es maestra en esto.




El hombre equivocado* de Alfred Hitchcock (EUA, 1956, 105 min.)


La película trata una historia real: la de Christopher Emmanuel
Balestrero, un hombre acusado de un crimen que no cometió. Llama la
atención lo que significan sus nombres: Cristóbal, “el que lleva a
Cristo”; Emmanuel, “Dios con nosotros”. Con una excelente interpretación
de Henry Fonda vemos a este hombre bueno (honrado, felizmente casado,
padre ejemplar), llevado de un lado a otro como Jesús en su pasión (cfr.
Lc 22-23). Ante el tribunal, en unas escenas impactantes y
conmovedoras, podemos exclamar: “Verdaderamente este hombre era justo”
(Lc 23, 47). Una película, como tantas de Hitchcock, que no nos deja
tranquilos… y nos puede llevar a reflexionar en lo que no dice el Papa
Francisco: “La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a
cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo”.



El Evangelio según san Mateo de Pier Paolo Pasolini (Italia, 1964, 130 min.)


Una obra maestra de la cinematografía que presenta con respeto,
emotividad y realismo la vida de Jesús según el Evangelio de san Mateo.
Con pocos recursos, con actores no profesionales, utilizando decorados
mínimos, con una banda sonora que va desde las misas de Bach y Mozart
hasta el blues, Pasolini crea una historia convincente de Jesús. La
película sigue de manera lineal los 28 capítulos de Mateo desde la
Anunciación hasta la Resurrección. Nunca podremos saber con exactitud
cómo era físicamente Jesús de Nazaret; pero el Jesús que nos presenta
Pasolini convence, conmueve y nos puede ayudar a aproximarnos al rostro
lleno de amor, ternura y compasión de Jesús.




Gran Torino de Clint Eastwood (EUA, 2008, 116 min.)


Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un viudo que vive con su perra
Daisy en Highland Park (Míchigan), un barrio recientemente “invadido”
por inmigrantes de procedencia asiática (comunidad hmong). Walt se
muestra siempre frío y malhumorado con sus nuevos vecinos, hasta que
descubre a un joven llamado Thao Vang Lor (Bee Vang) intentando robar su
coche Gran Troino. Ya veremos la transformación del personaje y cómo
toda la película puede ser una parábola cristiana. “La justa relación
con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el
pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a
convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace
esta parábola (del hombre rico y el pobre Lázaro) es la de abrir la
puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea
vecino nuestro o un pobre desconocido”, nos dice el Papa en su mensaje.


Chocolate de Lasse Hallström (Reino Unido, 2000, 121 min.)


La película nos remonta hasta el año 1959 –año en que el Papa Juan
XXIII sueña y anuncia la celebración de un Concilio–, donde en un plano
de vuelo somos llevados hasta una aldea gris y fría de la campiña
francesa. En la iglesia del pueblo, a puertas cerradas, el sacerdote
anuncia el comienzo de la cuaresma y exhorta al ayuno y a la penitencia.
Desde el púlpito el sacerdote pregunta y se pregunta: “¿Dónde
encontraremos la verdad? ¿Dónde se empieza a buscarla?”. Antes de
terminar su sermón… un fuerte viento abre las puertas e irrumpe en toda
la Iglesia. En este tiempo de Cuaresma una mujer y su hija llegan al
pueblo y abren una chocolatería. Comer o no comer, salir o encerrarse,
acoger o rechazar son los dilemas a los que se enfrentarán los
protagonistas de esta historia.


¿Quién sabe cuánto cuesta hacer un ojal? de Ricardo Larraín, (Chile, 2005, 60 min.)


Esta película cuenta la historia de san Alberto Hurtado desde su
niñez y juventud hasta su entrada a la Compañía de Jesús. Todo
transcurre a principios de 1900, cuando el joven Alberto se pregunta por
el sentido de su vida, de su fe como cristiano, de su vocación. En esta
búsqueda pronto nos conectamos con él: cuando va al campo, a la
universidad o con las costureras pobres a las que ayuda; cuando platica
con su madre, cuando sale con los amigos, cuando ora y ayuna. Resuenan
aquí las palabras del Santo Padre: “La Cuaresma es un tiempo propicio
para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que
la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de
todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a
escuchar y a meditar con mayor frecuencia”.




Casino de Martín Scorsese (EUA-Francia, 1995, 184 min.)


Ace Rothstein (Robert de Niro) es un corredor de apuestas,
administrador de un Casino. El mismo nos cuenta su historia: “En medio
del desierto ganamos dinero, es el resultado de todas esas luces
brillantes, los viajes regalados por cortesía, la champaña, las suites
gratis, las mujeres y el alcohol. Todo se dispuso para que nosotros nos
quedemos con su dinero. Esa es la verdad sobre Las Vegas”. Rothstein
sabe que ha tenido buena mano y que según él ha recibido un paraíso en
la tierra. La verdad, como veremos a lo largo de la película, este gran
apostador tendrá las de perder. “El apóstol Pablo dice que «la codicia
es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal
de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. “El dinero
puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico”,
leemos en el Mensaje del Papa.


El ciudadano Kane de Orson Welles (EUA., 1941, 119 min.)


Charles Foster Kane (Orson Welles) es un multimillonario, magnate de
la prensa, que ha estado viviendo solo en su suntuosa finca Xanadu
durante los últimos años de su vida. Muere en la cama pronunciando la
palabra “Rosebud” mientras una bola de nieve cae de sus manos y se hace
añicos. El periodista Jerry Thompson (William Allad) investiga sobre la
vida privada de Kane con el objetivo de descubrir el significado de su
última palabra al morir. Toda la película gira entorno a este enigma.
“Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra
cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor
no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de
ceguera”, nos dice el Papa Francisco en su mensaje. Reflexionemos: ¿Cómo
vivió el ciudadano Kane? ¿Qué lo fue cegando en la vida? ¿Qué añora
antes morir?


Hermano sol, hermana luna de Franco Zeffirelli (Italia, 1972, 130 min.)


Es una película llena de color, belleza y poesía sobre la vida de san
Francisco de Asís (1181-1226). En poco más de dos horas podemos
contemplar a Francisco cuando regresa enfermo y arrastrando los pies
después de una guerra, cuando recuerda su vida llena de lujos, cuando
baja a la tintorería de su padre y se conmueve hasta las lágrimas de la
miseria de los obreros, cuando empieza su conversión y se despoja de su
ropa para vivir en pobreza y con más libertad, cuando se va al campo y
reconstruye una vieja iglesia, cuando inspira a muchos jóvenes a vivir
el Evangelio. Francisco (Hermano sol) y Clara (Hermana luna) son dos
grandes santos que pueden darnos mucha luz, color y esperanza en este
tiempo en que el Papa Francisco nos invita a salir y ver al otro como
don.


Las llaves del Reino de John M. Stahl (EUA, 1944, 137 min.)


Las llaves del Reino es un clásico del género religioso protagonizada
por Gregory Peck que nos presenta con respeto y emotividad la vida de
un sacerdote católico entregado a la misión, humilde, abierto, de buen
humor y gran corazón. La película derrocha ecumenismo, misericordia,
tolerancia, caridad creativa. Al ver la película pensemos en el Papa
Francisco que nos dice: “la Cuaresma es el tiempo propicio para
renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los
sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó
en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a
seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino
de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser
purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los
hermanos necesitados”.

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