Santo del día

Santos mártires de Sebaste
Cuarenta hombres aguerridos prefirieron la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana

Los 40 mártires de Sebaste (a. 320)  La Legión
XII Fulminata se hizo célebre entre los cristianos del siglo IV por el
martirio de 40 de sus soldados. Junto a la Legión XV Apollinaris tenía a
su cargo la defensa de Asia Menor.  En el año 312 Constantino y Licinio
publicaron un edicto favorable a los cristianos. Majencio había sido
derrotado el 28 de Abril de ese año junto al puente Milvio y quedaba
Constantino como único emperador de Occidente.

En Oriente, vencido Maximiano Daia, es Licinio el único dueño.   
Constantino y Licinio son emperadores asociados. Por ese momento hay
abundantes cristianos enrolados en las filas del ejército por la
tranquilidad que por años los fieles cristianos van disfrutando al
amparo del edicto imperial. En lenguaje de Eusebio, el ambicioso Licinio
se quita la máscara e inicia en Oriente una cruenta persecución contra
los cristianos.


La verdad histórica del martirio, con sus detalles más nimios, no
llega uniformemente a nuestros tiempos. La predicación viva de su
entrega hasta la muerte -propuesta una y otra vez como paradigma a los
fieles- está necesariamente adaptada a la necesidad interior de los
diferentes auditorios; esto hace que se resalten más unos aspectos que
otros, según lo requiera el mayor provecho espiritual, a los distintos
oyentes y probablemente ahí radique la diferencia de las memorias.


San Gregorio de Nisa, apologista acérrimo de los soldados mártires,
sitúa el lugar del martirio en Armenia, cerca de la actual Sivas, en la
ciudad de Sebaste. Fue en el año 320 y en un estanque helado. (San
Efrén, al comentarlo, debió imaginarlo tan grande que lo llamó “lago”).


Dice que de la XII Fulminata, cuarenta hombres aguerridos prefirieron
la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana. Sobre el hielo y
hundiéndose en el rigor del agua fría, los soldados, con sus miembros
yertos, se animan mutuamente orando: “Cuarenta, Señor, bajamos al
estadio; haz que los cuarenta seamos coronados”.


Quieren ser fieles hasta la muerte… pero uno de ellos flaquea y se
escapa; el encargado de su custodia , asombrado por la entereza de los
que mueren y aborreciendo la cobardía del que huye, entra en el frío
congelador y completa el número de los que, enteros, mantienen su ideal
con perseverancia.


Los sepultaron, también juntos, en el Ponto, dato difícil de
interpretar por ser armenios los mártires.    Pronto comenzó el culto a
los soldados y se propagó por Constantinopla, Palestina -donde santa
Melania la Joven construyó un monasterio poniéndolo bajo su protección-,
Roma y de allí a toda la cristiandad.


La antigüedad cristiana vibraba con la celebración del heroísmo de
sus soldados, admiró la valentía, la constancia, el desprendimiento, la
renuncia a una vida larga y privilegiada.


Deseaban las iglesias particulares conseguir alguna de sus reliquias
tanto que san Gaudencio afirma se valoraban más que el oro y san
Gregorio Niseno las apreciaba hasta el punto de colocarlas junto a los
cuerpos de sus padres para que en la resurrección última lo hicieran
junto a sus valientes intercesores.


Oremos


Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires de
Sebaste  la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo:
concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de
aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser
fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.


Artículo originalmente publicado por evangeliodeldia.org

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