«Cuatro pandemias para una eutanasia», dura carta del arzobispo de Oviedo contra el Gobierno

El Arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes, se mostró este domingo muy contundente en su carta dominical recordando que durante la semana que concluía la eutanasia daba un paso de gigante en el Congreso de los Diputados. Y el prelado no olvida que todo este proceso se está realizando en plena pandemia y con un estado de alarma en marcha.

“Son cuatro las pandemias que porfían por doquier. Cuatro por lo menos. Pero el cómputo no es fácil de hacer con precisión, de tantas otras que surgen concatenadas como consecuencia de una u otra de entre las primeras señaladas. No será fácil ir adquiriendo las cuatro vacunas correspondientes para estas cuatro pandemias”, comienza su escrito Sanz Montes.

Citando estas cuatro pandemias, el arzobispo comienza por la “pandemia sanitaria”, que “se ha expandido por todo el mundo sin respetar fronteras ni controles de aduanas, sin reparo de lenguas ni culturas, pero incidiendo como siempre en los más pobres sin que nadie esté seguro ante su despiadado mordiente que contagia y que mata a mansalva”.

Una segunda pandemia es la “política”. Sanz Montes se muestra muy duro en este punto y habla de “mandatarios que tienen en un puño a su país, con algunas medidas dudosas e intermitentes, que no responden tantas veces a su eficacia sanitaria sino al cálculo oportunista de los controles demagógicos que se aliñan con mentiras repetidas, con tramposos paternalismos que cercenan la libertad, censuran la protesta legítima impidiéndola, mientras se ensaya un confinamiento de diseño para ir introduciendo leyes liberticidas que manipulan ideológicamente la educación, e imponen cauces matachines para una eutanasia sin debate y sin escucha de la sociedad civil a la que se niega la palabra”.

La tercera es la “pandemia laboral” ante el crecimiento del desempleo. “Esto origina no sólo la vulnerabilidad social de un pueblo confinado ideológicamente, sino la tristeza desesperada de tantas familias que ven caer lo que con tanto esfuerzo y generosidad habían ido construyendo a través del tiempo. Una sociedad empobrecida y sin trabajo es una sociedad manipulable desde un subsidio que la hace dependiente”, agrega.

Otra pandemia es la “personal”, que con todas las demás en curso “suscita miedo, tristeza y desesperanza en tanta gente. He visto ese rictus en rostros cercanos, en personas inocentes que sufren en su propia piel lo que no pueden ocultar en la mirada de sus ojos cuando se asoman a este horizonte devastador”.

Y en medio de estas pandemias se ha colado de manera exprés la ley de eutanasia. El arzobispo de Oviedo recalca que es una ley “sin demanda social real, que evita tener que afrontar el compromiso por lo que realmente pide la gente: ser sostenida en su debilidad terminal con los cuidados paliativos que no le imponga la muerte”.

“Los médicos y enfermeras así lo están diciendo en su inmensa mayoría, así lo reclaman las familias y hasta los mismos ancianos o enfermos graves. No que se obligue a “ofertar” la muerte eutanásica como suicidio asistido y subvencionado en todos los centros de salud; no que se puentee al médico o enfermera que por motivos de conciencia no acepte ser cómplice de lo que más contradice su profesión, mandando en ese caso, desde un macabro banquillo, a un matarife suplente. Es jugar a ser dios, controlando la vida antes de nacer, al término de su periplo, y cuando, vulnerada, sobrevive entre acosos y derribos. Es poner a disposición del egoísmo la voracidad ante una herencia que se anticipa impunemente”, concluye.

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