III Domingo de Cuaresma

CITA

DONDE SEA QUE DIOS TE HAYA PLANTADO… ¡FLORECE!

Aristóteles La verdadera felicidad consiste en hacer el bien.

San Ambrosio señala que las causas de la esterilidad son, frecuentemente, la soberbia y la dureza de corazón. Tratado sobre el Evangelio de San Lucas, in loc.

“Es muy propia la comparación de la sinagoga con este árbol, porque así como este árbol abunda en hojas hermosas y engaña la esperanza de su dueño que espera sus frutos, así también en la sinagoga, mientras sus doctores, infecundos por sus obras se gloriaban con sus palabras redundantes como las hojas, la sombra vana de la ley se hacía más oscura”.

SAN GREGORIO NACIANCENO, “Por tanto, no nos apresuremos a cortar, sino dejemos crecer misericordiosamente, no sea que arranquemos la higuera que aún puede dar mucho fruto” Oración 26, en Catena Aurea, vol. VI, p. 135.

Por tanto, no nos apresuremos a herir, sino dejemos crecer por misericordia; no sea que cortemos la higuera que aún puede dar fruto y que aún puede curar el celo de su inteligente cultivador. orat. in sanct lavacr. 26 6-9.

San Agustín, ¡Cuántas veces se habrá repetido esta misma escena! ¡Señor, déjalo todavía un año…!Sermón 254.

San Cesáreo de Arlés, No es en países lejanos donde se encuentra lo que el Señor nos pide; nos envía al interior de nosotros mismos, a nuestro corazón, porque ha colocado en nosotros lo que nos pide. Sermón 37, 1; SC 243.

S. Clemente Romano, Recorramos todas las etapas de la historia y veremos cómo en cualquier época el Señor ha concedido oportunidad de arrepentirse a todos los que han querido convertirse a Él» (Ad Corinthios 7,5).

S. Columbano, «La grandeza del hombre consiste en su semejanza con Dios, con tal de que la conserve. Si el alma hace buen uso de las virtudes plantadas en ella, entonces será de verdad semejante a Dios. Él nos enseñó, por medio de sus preceptos, que debemos ofrecerle frutos de todas las virtudes que sembró en nosotros al crearnos. (…) Amando a Dios es como renovamos en nosotros su imagen. (…) Pero el amor verdadero no se practica sólo de palabra, sino de verdad y con obras» (Instructiones 11,1-2).

San Ambrosio de Milán, “así también en la Sinagoga, mientras los doctores, infecundos en obras, se enorgullecían por sus palabras, semejando una floración exuberante, se extendió la sombra de una ley vana, con lo cual, la esperanza y la expectación de una recolección quimérica destruyó los anhelos del pueblo creyente”. Sobre el Evangelio de San Lucas I, 7, 167-171

Pablo VI, “Convertíos y creed en la Buena Noticia. Estas palabras constituyen, en cierto modo, el compendio de toda vida cristiana”. Constitución apostólica «Paenitemini» : AAS t. 58, 1966, pp. 179-180.

Papa FRANCISCO –«¿De qué cosa deberíamos convertirnos? Considerándolo bien, ¿no somos buena gente?». Cuántas veces hemos pensado esto: «Pero, considerándolo bien, yo soy de los buenos, soy de las buenas —¿no es así? —. ¿No somos de los creyentes, incluso bastante practicantes?». Y así creemos que estamos justificados.

G. CHEVROT, “Dios nos concede quizá un año más para servirle. No pienses en cinco, ni en dos. Fíjate sólo en éste: en uno, en el que hemos comenzado…” El Evangelio al aire libre, Herder, Barcelona 1961, p. 169

B. Pascal «Si tuviera fe —dice el ateo— dejaría el vicio; pero yo le respondo: ¡Tendrías fe si dejaras el vicio!».

Frase película “Salvar al soldado Ryan”. «Cariño, dime que he vivido bien, que he sido una buena persona.»

Pagola: Nos estamos instalando en una cultura que los expertos llaman «cultura de la intrascendencia». Confundimos lo valioso con lo útil, lo bueno con lo que nos apetece, la felicidad con el bienestar. Ya sabemos que eso no es todo, pero tratamos de convencernos de que nos basta.

CHISTE

– Buenas, estoy buscando trabajo como cortador de árboles.

– Alguna experiencia?

– Si claro, llevo los últimos 30 años cortando árboles en el Sahara.

– Pero si ahí no hay árboles!

– Para que vea, ¿soy o no soy bueno?

PROVERBIO/REFRAN

“Por San Blas, higuera plantarás, e higos comerás.”

“Haz el bien y no mires a quien”

la historia de Ahicar, data del siglo V a. C:

«Hijo mío, eres como un árbol que no da fruto, aunque está junto al agua. Por ello me voy a ver obligado a cortarte» El hijo responde a su padre: «Trasplántame, y si entonces tampoco doy fruto, córtame». Pero el padre le dice: «Cuando estabas junto al agua no diste fruto, ¿cómo vas a dar fruto cuando estés en otro lugar?»

ORACIÓN

Teilhard de Chardín: EN BUSCA DE DIOS

“¡Te necesito, Señor!,

porque sin Ti mi vida se seca.

Quiero encontrarte en la oración,

En tu presencia inconfundible,

durante esos momentos en los que el silencio

se sitúa de frente a mí, ante Ti.

¡Quiero buscarte!

Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza

que Tú has creado;

en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,

y en la profundidad de un bosque

que protege con sus hojas los latidos escondidos

de todos sus inquilinos.

¡Necesito sentirte alrededor!

Quiero encontrarte en tus sacramentos,

En el reencuentro con tu perdón,

en la escucha de tu palabra,

en el misterio de tu cotidiana entrega radical.

¡Necesito sentirte dentro!

Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,

en la convivencia con mis hermanos;

en la necesidad del pobre

y en el amor de mis amigos;

en la sonrisa de un niño

y en el ruido de la muchedumbre.

¡Tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,

en las capacidades que me has dado,

en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,

en mi trabajo y mi descanso

y, un día, en la debilidad de mi vida,

cuando me acerque a las puertas del encuentro

cara a cara contigo”.

CONTO

LAS COSAS NO SON SIEMPRE COMO PARECEN

Érase una vez dos ángeles que viajaban por Soria. Llamaron a la puerta de una familia rica y ésta los alojó en el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo el ángel más viejo vio un pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le preguntó porqué lo hacía y le contestó: las cosas no son siempre como parecen.

Al día siguiente viajaron a un pueblecito y una familia pobre les ofreció de cenar y les dieron la mejor cama para pasar la noche.

A la mañana siguiente los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única vaca había muerto.

El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has permitido semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y por esta familia que nos ha dado todo no has hecho nada. Las cosas no son siempre como parecen, le contestó el ángel más viejo.

Cuando nos hospedamos en Soria vi que había oro en el agujero y lo tapé para que esa familia egoísta y avariciosa nunca lo encontrara.

Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa.

Como ves las cosas no son siempre como parecen.

Cuando a Jesús le preguntaron por esos dieciocho muertos también pudo contestar las cosas no son siempre como parecen.

Todo lo que sucede podemos convertirlo en gracia de Dios, en acontecimiento positivo si lo vemos desde el lado de Dios.

Tomado de P. Félix Jiménez

ANÉCDOTA

Era un día frío de enero de 1982; un avión con 79 pasajeros, incluida la tripulación de cabina, se estrelló contra un puente de Washington y se hundía en las heladas aguas del río Potomac. Momentos después llegó un helicóptero de salvamento y les lanzó desde el aire un cable salvavidas. Sólo había cinco supervivientes agarrados a la cola del avión, que se estaba hundiendo. El primero en coger el cable fue Arnold Williams, de 45 años, empleado de la banca, y se lo dio a su esposa. El helicóptero la llevó. Cuando volvió el helicóptero, Arnold volvió a agarrar el cable y se lo cedió a otro pasajero, que también se salvó. Por tercera y cuarta vez, este hombre alcanzó el cable para entregárselo a otras personas que se salvaron. Cuando el helicóptero volvió por quinta vez Arnold había desaparecido bajo las aguas heladas del río Potomac. Recibió una condecoración póstuma por este gesto y en su memoria el Puente de la calle 14 se rebautizó “Arland D. Williams Jr. Memorial Bridge”.

Tomado (y reelaborado) de Lorenzo Castiñeira, “Enseñar con parábolas”

Abigail le llevó a David doscientos panes de higos secos. De esta forma conquistó el corazón y el paladar del rey y llegó a ser su esposa. (1Sam 25, 18)

Napoleón tenía una norma que seguía al pie de la letra, si uno de sus soldados desertaba y era acogido, al día siguiente a la hora del desayuno era ejecutado delante de todos.

Un día un joven de 17 años que había visto morir a muchos huyó y fue capturado. Era hijo del cocinero de Napoleón. La madre del muchacho imploró la misericordia de Napoleón.

Este le dijo: “Mujer, su hijo no merece misericordia”. Tiene razón le dijo la madre. No la merece. Si la mereciera ya no sería misericordia. Esta hermosa respuesta hizo cambiar a Napoleón y fue misericordioso.

Recordad esa pequeña historia de santa Teresa del Niño Jesús, cuando rezaba por el hombre condenado a muerte, un criminal, que no quería recibir el consuelo de la Iglesia, rechazaba al sacerdote, no lo quería: quería morir así. Y ella, en el convento, rezaba. Y cuando ese hombre estaba allí, precisamente en el momento de ser asesinado, se dirige al sacerdote, toma el Crucifijo y lo besa. ¡La paciencia de Dios!.

“Hay, en la vida de San Pacomio, un ejemplo de esta prontitud en obedecer, que os la voy a contar: Entre los religiosos de San Pacomio había uno llamado Jonás, hombre de gran virtud y santidad, encargado del jardín, y tenía en él una higuera llena de hermosos higos. Pero la higuera servía de tentación a los religiosos; cada vez que pasaban cerca la miraban. Pasando un día San Pacomio por allí, levantó los ojos y vio al diablo subido al árbol y mirando los higos de arriba abajo, como los miraban los religiosos de abajo a arriba.

El gran santo llamó enseguida a Jonás ordenándole que no dejara de cortar enseguida la higuera, pues quería educar a sus religiosos en la mortificación de los sentidos, con el mismo cuidado que lo hacía con la mortificación interior de las pasiones e inclinaciones.

A esto, el pobre Jonás, respondió: Padre mío, tenemos que soportar un poco a esos jóvenes; ¿qué quiere? son buenas personas y algo tienen que tener para recrearse; no es que yo quiera conservar el árbol. Y lo decía con toda verdad pues en setenta y cinco años que en religión llevaba de jardinero, jamás había probado una fruta, pero era comprensivo respecto a los Hermanos. San Pacomio le dijo dulcemente: Bien, Hermano, no habéis querido obedecer con sencillez y prontitud. ¿Os apostáis a que el árbol será más obediente? Y así sucedió: al día siguiente el árbol estaba seco y nunca más volvió a dar fruto”.

Tomado de San Francisco de Sales

Flavio Josefo no informa de este hecho (asesinato de los galileos), aunque sí de una matanza ordenada para reprimir una revuelta contra el uso del tesoro del templo para construir un acueducto (Guerra de los Judíos, libro II, 175-177). Tampoco tenemos información sobre el derrumbe de la torre de Siloé.

POEMA

Un poeta español ha puesto esta parábola en un hermoso soneto que no tengo a mano, ni mis amigos tampoco; por lo cual trataré de reconstruirlo, es decir, de rehacerlo:

Dijo el Señor con ira: “Y esta higuera

Es tiempo de higos y no lleva fruto.

Desde años ha no rinde su tributo

Ponle ya l ‘hacha en la raíz, ¡y afuera!

Dijo mi Ángel: “Señor, por tan siquiera

El cuidado pasado irresoluto

Deja que cave más este árbol bruto

Y ponga abono a ver. Te ruego, espera”.

Calló el Señor y un estremecimiento

Por las higueras y las viñas ricas

Cubrió al árbol estéril un momento

Y el Jardinero apercibió sus picas

Y se hizo un aire de silencio atento

Y yo escuché el fatídico memento:

“Alma, ay de ti si hoy más no fructificas”.

Castellani, Las parábolas de Cristo, Jauja Mendoza 1994, 252-58

CANTO

Conviértete, NICO MONTERO

ORACIÓN POR LA VERDADERA PAZ DE LOS PUEBLOS

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela

Foto: Miguel Castaño