XXX Domingo del Tiempo Ordinario

CITA

Dime de qué presumes y te diré de qué careces”

«Grande es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás».

Dime espejito quién es más guapo que yo” La cenicienta

« ¡Sólo un perfecto idiota se cree perfecto!»

S.Son

Proverbio chino Un corazón sincero podría lograr que incluso una piedra floreciese ()

San Juan Crisóstomo La humildad: sé humilde y te habrás librado de los lazos del pecado. 2,4-5s, Sobre la penitencia : PG 49, 289-292

«Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso»

S. Agustín, La fe no es propia de los soberbios, sino de los humildes (Sermón 115).

Abran, pues, los ojos; escuchen estas cosas no sé qué charlatanes y óiganlas quienes, presumiendo de sus fuerzas, dicen: «Dios me hizo hombre, pero soy yo quien me hago justo» ¡Oh hombre, peor y más detestable que el fariseo! (Obras Completas, X-2º, Sermones, BAC, Madrid, 1983, Pág. 870-872)

Reconoce lo que eres “Nadie te dice: „Sé un poco menos de lo que eres‟, sino „reconoce lo que eres‟ (San Agustín, Sermón 137,4)

„¡Señor, ten compasión de mí, que soy pecador!‟. He aquí la verdadera oración. (San Agustín, Sermón 115,2)

San Gregorio Magno, no basta con pensar en practicar el bien, sino que hay que vigilar nuestros pensamientos para guardarlos puros en las buenas obras. Porque si son una fuente de vanidades o de orgullo en nuestro corazón, nuestros esfuerzos estarían llenos de vana gloria y no servirían a la gloria del Creador.

«Nosotros que conocemos los gozos eternos de la patria celestial, debemos darnos prisa para acercarnos a ella» (Homiliae in Evangelia 1,3).

San Francisco de Asís « ¿Qué eres tú, Dios mío, y qué soy yo, gusano miserable de la tierra ?»

Juan Taulero,Para avanzar realmente en el camino de la oración verdadera y bien hecha, no hay nada más seguro, más grande y más útil que el precioso Cuerpo Eucarístico de Nuestro Señor Jesucristo… 48, Para el domingo XI después de la Trinidad

Juan Clímaco Que vuestra oración sea totalmente simple; una sola palabra bastó al publicano y al hijo pródigo para alcanzar el perdón de Dios Escala 28: La Oración

Santa Teresa de Jesús: Humildad, que «es andar en verdad; que lo es muy grande no tener nada bueno de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende anda en mentira» (Santa Teresa. VI Moradas 10,8).

San Francisco de Sales, Para recibir la gracia de Dios en nuestros corazones hay que vaciarlos de nuestra propia gloria… Introducción a la Vida Devota 3ª parte, Cáp. 4, 5, 29. Tomo III, 139-146-241

«porque la oración contrita o la contrición orante eleva el alma a Dios, la une a su bondad y obtiene el perdón en virtud del amor divino que le comunica este santo movimiento» (Tratado del amor de Dios 2,20).

Santa Isabel de la Trinidad Déjate amar ()

¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí, para instalarme en Ti ().

Santa Faustina – “Oh Jesús mío, no hay nada mejor para un alma que las humillaciones. En el desprecio está el secreto de la felicidad; cuando el alma llega a conocer que es una nulidad, la miseria personificada y que todo lo que tiene de bueno en sí misma, es exclusivamente don de Dios, cuando el alma ve que todo lo que tiene en sí le ha sido dado gratuitamente y que de sí tiene solamente la miseria, esto la mantiene continuamente humilde delante de la Majestad de Dios y Dios, viendo tal disposición del alma, la persigue con sus gracias. Cuando el alma se hunde en el abismo de su miseria, Dios hace uso de su omnipotencia para enaltecerla. Si hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde.” (Diario593)

San Pío de Pieltrecina Reconoce que tú eres verdaderamente una nada, miserable, débil, plagado de defectos, capaz de cambiar el bien en el mal, de abandonar el bien por el mal, de atribuirte el bien y justificarte en el mal, y, por amor a este mal menospreciar a Aquel que es el bien supremo.

San Josemaría Escriva de Balaguer, Por la senda de la humildad se va a todas partes…, fundamentalmente al Cielo (Surco, n. 282)

Concilio Vaticano II: Todo esto es válido no sólo para los que creen en Cristo, sino para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de un modo invisible. Puesto que Cristo murió por todos… debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a su misterio pascual». (Gaudium et spes 22).

Catecismo, 588 Jesús escandalizó a los fariseos comiendo con los publicanos y los pecadores (cf. Lc 5,30) tan familiarmente como con ellos mismos (cf. Lc 7,36Lc 11,37Lc 14,1). Contra algunos de los «que se tenían por justos y despreciaban a los demás» (Lc 18,9 cf. Jn 7,49Jn 9,34), Jesús afirmó: «No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores» (Lc 5,32). Fue más lejos todavía al proclamar frente a los fariseos que, siendo el pecado una realidad universal (cf. Jn 8,33-36), los que pretenden no tener necesidad de salvación se ciegan con respecto a sí mismos (cf. Jn 9,40-41).

2559 «La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes»(San Juan Damasceno, f. o. 3, 24). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde «lo más profundo» (Ps 130,14) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18,9-14). La humildad es la base de la oración. «Nosotros no sabemos pedir como conviene»(Rm 8,26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (cf San Agustín, serm 56, 6, 9).

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: «Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros, pecadores!» Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13Mc 10,46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.

San Juan Pablo II “Sabemos bien que la fidelidad a la oración o su abandono son la prueba de la vitalidad o de la decadencia de la vida religiosa, del apostolado y de la fidelidad cristiana” (JUAN PABLO II, Alocución).

Benedicto XVI para subir al cielo, la oración debe brotar de un corazón humilde, pobre. (24-10-2010)

Papa Francisco, No es suficiente preguntarnos cuánto rezamos, debemos preguntarnos también cómo rezamos, o mejor, cómo es nuestro corazón: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los sentimientos, y extirpar arrogancia e hipocresía. Audiencia General (01-06-2016)

Es necesario aprender a encontrar el camino hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es ahí que Dios nos encuentra y nos habla. Solamente a partir de ahí podemos nosotros encontrar a los demás y hablar con ellos. El fariseo se ha encaminado hacia el templo, está seguro de sí, pero no se da cuenta de haber perdido el camino de su corazón (Audiencia General del miércoles 1 de junio de 2016)

Lutero: “es mejor el pecador que peca que el pecador que no peca” refiriéndose a la hipocresía. Castellani, Las Parábolas de Cristo

Rainiero Cantalamessa Parece que hay quien paradójicamente ora así: «¡Te doy gracias, oh Dios, porque soy un ateo!».

Rochefoucauld decía que la hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud.

Hans Urs von Balthasar El hombre que tiene como meta última su propia perfección, jamás encontrará a Dios; pero el que tiene la humildad de dejar que la perfección de Dios actúe en su propio vacío -no pasivamente, sino trabajando con los talentos que se le han concedido- será siempre un «justificado» para Dios. Luz de la Palabra

K. Rahner Debemos ser hombres de Dios, y para decirlo más sencillamente, hombres de oración con el suficiente valor para arrojarnos en ese misterio de silencio que se llama Dios sin recibir aparentemente otra respuesta que la fuerza de seguir creyendo, esperando, amando y por tanto orando ()

Pagola, Es tan desconcertante su fe en la misericordia de Dios que no es fácil creer en él. Probablemente los que mejor le pueden entender son quienes no tienen fuerzas para salir de su vida inmoral.

Fabris-R, existe el peligro de una forma de oración, que está vestida de fórmulas religiosas y que, sin embargo, es una oración hasta atea, en la que usamos a Dios para fomentar nuestra vanidad, nuestro narcisismo interior, nuestros méritos ante los hombres. No sólo usamos «el nombre de Dios en vano» cuando juramos en su nombre; también lo hacemos, y de forma más grave, cuando usamos su santo nombre como escaparate para realzar los méritos y las condecoraciones de nuestra vida y para creernos superiores y despreciar a los demás.

Juan Jáuregui Sólo la confianza en Dios y en los demás nos puede abrir creativamente hacia el futuro.

Walter Ciszek, «El hombre humilde, por muchas veces que caiga, arregla las cuentas con Dios y vuelve a empezar, porque su humildad le revela su total dependencia de Él. Se culpa a sí mismo de los desórdenes de su vida, de sus fracasos y sus faltas, y lucha por volver a encontrar el sentido de la entrega a la voluntad de Dios» Caminando por valles oscuros

«Resistirse a la humillación es algo natural. Retrocedemos ante las experiencias humillantes. Entonces nos vendrá bien recordar quiénes somos nosotros realmente y quién es Dios. Si detrás de esa experiencia sólo vemos el daño y lo desagradable del hecho, únicamente puede ser porque hemos perdido de vista la voluntad de Dios y su providencia» Caminando por valles oscuros

HUMILDAD (Tomado de pensamientos.org)

Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande. Rabindranath Tagore

Cuando te veas como eres, ha de parecerte natural que te desprecien. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Cuánto más alto estemos situados, más humildes debemos ser. Marco Tulio Cicerón

Cuanto más callados estamos, mejor escuchamos. Si gritamos

“Cuando más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia más llenos estamos del amor” San Agustín

Cuanto menos es uno, más se encarga Él de todo. Madre Maravillas de Jesús

Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones. D.L. Moody

Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría. Salomón

El cimiento de la oración va fundado en la humildad, y mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. Santa Teresa de Avila

El hombre humilde no tiene complejos, no teme quedar mal; no le importa que noten sus limitaciones. El humilde es por eso un hombre realmente libre. P. Antonio García-Moreno

El humilde reconoce que ha recibido todo de Dios, que no es nada por sí mismo, que es un pobre pecador, pero que, si se abre a la gracia, Dios le glorificará. P.  Mariano Esteban Caro

El humilde renuncia gustoso a todo honor humano, pues no sale de su asombro al ver cómo Dios lo ha elevado tanto a él, tan indigno. P. Bernhard Häring C.Ss.R.

«El pecado predilecto del demonio es el orgullo disfrazado de humilidad» Samuel Taylor Coleridge

El que quiera encontrar el verdadero descanso para su alma que aprenda a ser humilde. Doroteo de Gaza. Instrucciones, nº 1, 8

Ensalza lo humilde, multiplica lo poco, recompensa la injuria con bondad, corta el problema en su brote y siembra lo grande en lo pequeño. Lao Tsé. 

Es muy grande cosa saberse nada delante de Dios, porque así es. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Humildad es recibir la alabanza y pasarla a Dios sin tocarla. Autor desconocido

La humildad es la verdad aún en las obras. P. Bernhard Häring

«La humildad es el gesto de una continua muerte interior para que Cristo viva en nosotros». P. Bernhard Häring

La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla ya la hemos perdido. San Agustín de Hipona 

La humildad es el hilo con el que se encadena la gloria. Proverbio árabe

Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente. Miguel de Unamuno

Ser humilde para con los superiores es un deber; para los iguales, una muestra de cortesía, para los inferiores, una prueba de nobleza. Benjamín Franklin

CONTO

FALSA MONEDA

Había un viejo sufí que se ganaba la vida vendiendo toda clase de baratijas. Parecía como si aquel hombre no tuviera entendimiento, porque la gente le pagaba muchas veces con monedas falsas que él aceptaba sin ninguna protesta.

Cuando le llegó la hora de morir, alzó sus ojos al cielo y dijo: «¡Oh, Señor! He aceptado de la gente muchas monedas falsas, pero ni una vez he juzgado a ninguna de esas personas en mi corazón, sino que daba por supuesto que no sabían lo que hacían. Yo también soy una falsa moneda. No me juzgues, por favor.»

Y se oyó una voz que decía: «¿Cómo es posible juzgar a alguien que no ha juzgado a los demás?»

Muchos pueden actuar amorosamente. Pero es rara la persona que piensa amorosamente.

Tomado de Alejandro Illescas, Los cuentos de mis homilías

ANÉCDOTA

EL TÉRMINO “JUSTIFICADO”

-empleado por el evangelista- es una forma gramatical que técnicamente se denomina “pasivo teologico”: es decir, que por sí solo ya todos entenderían que el publicano fue justificado por Dios, absuelto en el tribunal divino. En cambio, el fariseo no fue absuelto por Dios. María proclamó en su Magnificat que Dios “dispersa a los soberbios de corazón y enaltece a los humildes. ¡No juzguéis y no seréis juzgados! ¡No condenéis y no seréis condenados!

Tomado de José Cristo Rey García Paredes, cmf.

JESUÍTAS FARISEOS

Como dice W. Burghardt, acontece con ellos lo que sucede con los mismos jesuitas. Si consultáis el Diccionario de María Moliner, veréis que ese término no sólo se refiere a los que somos miembros de la orden fundada por san Ignacio de Loyola, sino que el término «jesuítico» en nuestra lengua -¡y también en otras como el inglés!- «se aplica al comportamiento o a los procedimientos en que hay disimulo o hipocresía», aunque añade, ¡menos mal!, que este sentido no está recogido en el Diccionario de la Lengua Española (DIGO YO: este sentido si está en el diccionario de la R.A.E.); y es de desear, por lo menos de mi parte, que no entre este significado dentro de las palabras nuevas que continuamente son admitidas en este Diccionario.

Tomado de Javier Gafo

Dios a la vista Homilías ciclo C. Madris 1994.Pág. 346 ss

EL FARISEO Y EL PUBLICANO.

El año 160 A.C, se formaron en la nación judía grupos para salvar la pureza de la fe y las costumbres judías frente a los enemigos. Entre estos grupos están los fariseos. Su nombre viene del arameo «peryssaya», «los separados», porque su rigurosa observancia de la ley los separaba de la gente común (lo que ellos llamaban el «pueblo maldito»). Algunos de ellos eran sacerdotes, otros rabinos. El pueblo veía en ellos sus guías espirituales y los llamaba maestros. Exigían a la gente un trato especial y honorífico. Ellos tenían poder para decidir lo que estaba prohibido o permitido (atar y desatar).

Otro de los grupos eran los publicanos. Éstos eran los que recogían el impuesto que los judíos debían pagar a sus amos e invasores, los romanos. Estos recaudadores de impuestos eran odiados por el pueblo por ser «colaboradores» de los romanos. En cierto modo eran unos traidores a la patria. Además tenían fama de ser corruptos, pues solían enriquecerse a costa de lo cobrado a sus compatriotas. Formaban con la plebe y con las prostitutas la clase social llamada «pecadores». Jesús es criticado precisamente por los fariseos porque «trata con publicanos y pecadores y come con ellos» (Luc 15,2). Pero Jesús, trasunto del amor de Dios, siente un cariño especial por ellos, por ser «pecadores». Con escándalo de los circunstantes se hospedará en casa de Zaqueo, jefe de publicanos (Luc 19,5), e incluso, con estupor de todos, escogerá para colaborador íntimo a Mateo Leví, publicano y rico, para convertirlo en el apóstol Mateo ( Mateo 9, 9).

Tomado de Servicio Bíblico Latinoamericano 2004

PURAS COMO ÁNGELES, SOBERBIAS COMO DEMONIOS

Comisionado Bossuet por el Papa Clemente XI para examinar el espíritu de las cistercienses jansenistas de Port-Royal, sintetizó en una frase al Papa su dictamen: «Puras como ángeles, soberbias como demonios».

Tomado de J. Marti Ballester

EL OBISPO QUE NECESITAMOS

Cuenta el cardenal Lustiger, arzobispo de París, hablando de su antecesor, Cardenal Veuillot que se decía de él: «cuando pasa el cardenal, parece que va diciendo: «Yo, el obispo». Enfermó de cáncer y ya en fase terminal, madurado por el dolor, termina Lustiger: «ahora, éste es el arzobispo que necesitamos». La anécdota no es exacta, pero ilustra para entender la suficiencia que proporciona la riqueza moral u honorífica.

Tomado de J. Marti Ballester

FARISEO.

La palabra «fariseo» deriva, según la opinión más común, del verbo arameo parash, «separar» y significa «separado» o «separatista». Según esta opinión, los fariseos eran gente que se separaba de la masa del pueblo judío y se distinguía de la gente común por su observación meticulosa de la Ley, llevada hasta los extremos más ridículos.

Pero esta hipótesis no es del todo exacta, pues los fariseos no huían de suyo de la gente, sino todo lo contrario: su meta era hacer asequible y atractiva la práctica de la Torá o Ley de Moisés al mayor número posible de gente. Para conseguir este objetivo habían creado una larga y complicada casuística en torno a la Ley de Moisés con la finalidad de eximir al pueblo de las duras exigencias de ésta, facilitando de este modo su cumplimiento. El procedimiento, llevado a la exageración, había convertido la observancia de la Ley en una «carga insoportable» para el pueblo.

Para quienes acepten esta hipótesis, «fariseo» se deriva de perushí, «persianizante», por la gran afinidad entre las doctrinas fariseas sobre el más allá y la religión persa.

Jesús atacó duramente a los fariseos, porque su enorme influencia sobre la conciencia del pueblo sencillo constituía el obstáculo más serio para la implantación del evangelio, cuya finalidad era liberar al pueblo de la opresión de la Ley, reduciendo todos sus innumerables mandatos a dos: amor a Dios y al prójimo, o mejor todavía, a uno sólo: amar como Jesús nos amó.

RECAUDADOR.

Llamado comúnmente «publicano» (en griego: telônês, derivado de telos: impuesto). Con esta palabra no se alude en los evangelios al jefe de aduanas, sino a un pequeño subalterno judío, cobrador de impuestos. Los publicanos o recaudadores eran despreciados y tenidos por pecadores públicos por su colaboracionismo con el poder romano ocupante y por sus frecuentes abusos en el cobro de impuestos. De ahí que cualquier judío observante se mantuviera alejado de ellos. Jesús, sin embargo, no se atuvo a esa práctica: uno de sus discípulos, Mateo, era recaudador; por lo demás, prostitutas y recaudadores formaban parte de su compañía.

Tomado de Diario Bíblico.

Cicla (Confederación internacional Claretiana de Latinoamérica

LA REGLA DE SAN BENITO

calca su duodécimo grado de humildad en el retrato del publicano de esta parábola: «La cabeza siempre inclinada, los ojos fijos en la tierra…, repitiendo incesantemente en lo interior lo que dice el publicano del evangelio: «Señor, yo soy un pecador, no merezco levantar los ojos al cielo». Inclinado, como aparece en el mosaico de san Apolinar en Rávena, el publicano recuerda al sacerdote al pie del altar, en el -Yo pecador- de la Misa.

Mons. Lucien Cerfaux, Mensaje de las parábolas, Ediciones FAX, Madrid, España, 1969, pág. 141-151

EL RECLINATORIO DEL PÁRROCO VIANNEY.

El párroco de Ars en Francia, Vianney (+1859), que ha sido más tarde elevado a los altares, cierto día recibió la visita de otro párroco de la misma diócesis, llamado Anton, el cual venía para consultarle un caso muy difícil y embrollado que en el confesionario presentósele por aquel entonces. Se trataba de una delicadísima restitución de bienes. Una vez hubo expuesto el visitante los términos de la cuestión, recibió al punto del abate Vianney una respuesta clara, terminante, y, a todas luces, exactísima y justa. El visitante exclamó maravillado: “¿Dónde estudió usted Teología? ¡Y con qué aplicación debía usted entregarse a esta ciencia!“. Oyendo estas palabras, Vianney señaló a su reclinatorio, como queriendo decir, que era la oración incansable, la que resolvía las mayores dificultades teológicas. Y así es en verdad, que la gracia que Dios nos envía, si nos entregamos sin desmayo a la oración, puede aventajar al poder de todos los estudios humanos y de todas las ciencias, al fin creaciones de la inteligencia humana.

(Spirago, Catecismo en ejemplos, Apéndice, Ed. Políglota, 6ª Ed., Barcelona, 1929, pp.245-246)

Tomado de MSC

HUMOR

ELEFANTE Y RATÓN

Un día de sol un elefante se bañaba en un río de la jungla. Un ratón se acercó a la orilla y contemplaba al elefante y le dijo:

Elefante, sal del agua.

-¿Por qué?

– Cuando salgas te lo diré.

El elefante salió del agua y le preguntó:

¿Qué quieres, ratón?

Sólo quería ver si llevabas puesto mi traje de baño.

El domingo pasado, el Señor nos decía que hay que orar siempre sin desanimarse y nos contaba el cuento del juez malvado y la viuda persistente e insistente. Hoy, el Señor quiere denunciar «a los que se creen justos y desprecian a los demás». Hoy, el Señor quiere sacar los colores a unos cuantos de nosotros. Y a través de estos dos personajes del evangelio, el fariseo y el publicano, nos quiere hacer ver cómo es Dios y cómo somos nosotros.

Tomado de Juan Jáuregui

ORACIÓN

ORACIÓN DEL RATÓN

¡Soy tan gris, querido Dios! ¿Te acuerdas de mí?

Siempre acechado – Siempre perseguido.

¿No eres mi creador?

Nunca alguien me hado algo.

¿Por qué me echan en cara que soy un ratón ladrón?

¡Si sólo quiero estar escondido!

¡Dame sólo la ración para el hambre!

¡¡Ah!!

Y líbrame de las garras de ese viejo diablo con ojos verdes.

AMÉN

Carmen Bernós

MEDITACIÓN

FARISEOS

Los fariseos quieren que los demás sean perfectos,

lo exigen.

No saben hablar de otra cosa.

Pero Yo soy menos exigente, dice Dios.

Porque Yo sé bien lo que es la perfección

y no exijo tanto a los hombres.

Precisamente porque Yo soy perfecto

y no hay en Mí más que perfección,

no soy tan difícil como los fariseos.

Soy menos exigente.

Soy el Santo de los santos

y sé lo que es ser santo, lo que cuesta, lo que vale.

Son los fariseos los que quieren la perfección.

Pero para los demás.

Encuentran siempre indignos a los demás,

encuentran indigno a todo el mundo.

Pero Yo, dice Dios, soy menos difícil,

y encuentro que un buen cristiano,

un buen pecador de la común especie

es digno de ser mi hijo

y de reclinar su cabeza sobre mi hombro.

CH. Péguy

Palabras cristianas, p. 47

CANTO

Ten compasión de mí – Ana Catalina – Música Católica

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela