León XIV: «Una tierra sin fe estaría poblada de hijos que viven sin Padre, criaturas sin salvación»

“Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?” La pregunta con la que concluyó el Evangelio del día fue la que dio inicio a la homilía del Papa León XIV en la misa en la que fueron canonizados siete beatos: el obispo armenio mártir Ignacio Maloyán (1869-1915), el laico catequista mártir Peter To Rot (1912-1945), Sor Vincenza María Poloni (1802-1855), Madre Carmen Rendiles (1903-1977), Sor María Troncatti (1883-1969), el doctor José Gregorio Hernández (1864-1919) y el laico Bartolo Longo (1841-1926).

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El interrogante citado «nos revela lo más precioso a los ojos de Dios», dijo el Papa: «La fe, es decir, el vínculo de amor entre Dios y el hombre», del que son ejemplo los nuevos santos, «siete testigos que con la gracia de Dios han mantenido encendida la lámpara de la fe, más aún, han sido ellos mismos lámparas capaces de difundir la luz de Cristo«.

La devoción del doctor José Gregorio Hernández al Sagrado Corazón

El espanto de una tierra sin fe

El pontífice explicó que los bienes materiales, culturales, científicos o artísticos tienen menos valor que la fe, por sin ella «pierden sentido»: «La relación con Dios es de máxima importancia porque Él ha creado de la nada todas las cosas, en el principio de los tiempos, y salva de la nada todo aquello que en el tiempo termina. Una tierra sin fe estaría poblada de hijos que viven sin Padre, es decir, de criaturas sin salvación«.

Si la fe desapareciese del mundo, aparentemente nada cambiaría, «pero nuestro corazón carecería de esperanza; la libertad de todos sería derrotada por la muerte; nuestro deseo de vida precipitaría en la nada»: «Sin fe en Dios, no podemos esperar en la salvación», sentenció el Papa Robert Prevost, porque la salvación «es el don de la vida eterna que recibimos del Padre, mediante el Hijo, con la fuerza del Espíritu Santo».

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Las tentaciones de la oración

De ahí la permanente invitación de Cristo a rezar: «No nos cansemos de orar«, insistió León XIV, pues «así como la respiración sostiene la vida del cuerpo, la oración sostiene la vida del alma«.

La fe se expresa en oración y la oración vive de la fe, dijo, por eso es preciso que superemos en nuesta oración «dos tentaciones ponen a prueba nuestra fe«:

  • «pensar que Dios no escucha el llanto de los oprimidos ni tiene piedad del dolor inocente»;
  • «la pretensión de que Dios deba actuar como queremos nosotros«, convirtiendo la oración «en una orden con la cual enseñamos a Dios cómo ser justo y eficaz».

Es Jesús quien «nos libra de ambas tentaciones» al enseñarnos a rezar con el «hágase tu voluntad» que resuena en la Pasión y en el Padrenuestro con el que nos instruye a orar.

Peter To Rot, el primer mártir laico de Papúa Nueva Guinea

Dios quiere hacernos como es Él

«Dios está ahí donde el inocente sufre… Él ve el mal y lo redime, cargándolo sobre sí… No hay llanto que Dios no consuele, no hay lágrima que esté lejos de su corazón. El Señor nos escucha, nos abraza como somos, para hacernos como es Él«, remató el Papa.

Es el caso de los siete santos canonizados este domingo: «No son héroes, o paladines de un ideal cualquiera, sino hombres y mujeres auténticos. Estos fieles amigos de Cristo son mártires por su fe, como el obispo Ignacio Choukrallah Maloyan y el catequista Pedro To Rot; son evangelizadores y misioneros como sor María Troncatti; son carismáticas fundadoras, como sor Vicenta María Poloni y sor Carmen Rendiles Martínez; son bienhechores de la humanidad con sus corazones encendidos de devoción, como Bartolo Longo y José Gregorio Hernández Cisneros», resumió.

Bartolo Longo, el santo que fue espiritista y satánico de joven y luego gran apóstol del Rosario

«Que su intercesión«, por tanto, «nos asista en las pruebas y su ejemplo nos inspire en la común vocación a la santidad. Mientras peregrinamos hacia esa meta, no nos cansemos de orar… La fe en la tierra sostiene la esperanza en el cielo».

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