Solidarios: Hermanas de los Ancianos Desamparados de la Residencia de San Marcos, Santiago

En la Residencia de las Hermanas de los Ancianos
Desamparados, en San Marcos, en Santiago, no se ha registrado ningún
caso de COVID 19 entre los residentes. “Lo estamos llevando bastante
bien”, dice la superiora de la comunidad religiosa, la madre Carmen, una
mujer previsora que antes de que las autoridades decretasen el
confinamiento decidió “cerrar” el asilo a visitas para preservar de
posibles contagios a los ancianos allí alojados. “Puede pasar cualquier
cosa, desde luego”, asegura la superiora, “pero de momento, gracias a
Dios, no hemos tenido ningún caso y lo llevamos bastante bien, aunque
preocupadas por todo lo que está pasando”.


La comunidad religiosa, que agrupa a 22 hermanas, atiende en la
residencia de San Marcos a un total de 196 residentes, “mayores y alguno
de ellos centenario”, explica la madre Carmen. Cuentan con un grupo de
trabajadores de 70 personas, que afortunadamente disponen de los
instrumentos de seguridad necesarios para garantizar la salud de toda la
comunidad.


“Nos han ayudado mucho desde fuera. Nos han desinfectado las
instalaciones; la Xunta de Galicia nos ha hecho llegar mascarillas,
batas, guantes, desinfectantes”, explica la superiora. “Eso y la
previsión que tuvimos de cerrar antes de la alerta, avisando a las
familias que solo habría contacto telefónico con los residentes, nos ha
dado cierta tranquilidad. Es verdad que hemos tenido algún caso de algún
catarro, pero solo eso, porque se hizo la prueba y dio negativo en
coronavirus”, añade.


Y, por si acaso, dentro de las instalaciones también se adoptan
medidas de seguridad: “Si antes comían cuatro en una mesa, ahora lo
hacen dos; si antes teníamos un comedor, ahora habilitamos otro; en las
salas, además, hacemos que los residentes tengan más distancia entre
ellos”


La residencia cuenta con médico y personal de enfermería. Además, 
junto a su capellán, el obispo emérito de Tui-Vigo, monseñor José
Diéguez Reboredo, quien también reside en sus instalaciones, han vivido
la liturgia propia de Semana Santa, “eso sí, sin gente”, recalca la
superiora.

pastoralsantiago.es