En cierta ocasión, una mujer, oyendo en una iglesia que el predicador hablaba del sacrificio de Abrahán, comentó: Dios no habría pedido ese sacrificio a una madre. Y, sin embargo, lo pidió a la Madre de su Hijo, y Ella, llena de la fe de Abrahán, ofreció generosamente a Dios a su Hijo crucificado, porque creía que la Cruz sería signo de la historia de la salvación y que aparecería en el cielo para concluir victoriosamente esa historia.
CITA
Sermón: Orar es escuchar y obedecer Sermón de febrero de 1614. IX, 28
«Jesús subió con ellos a un monte alto y se transfiguró ante ellos» (Mt 17, 1-2)
“Sin duda, la oración es el medio por el que se llega a la perfección y de él dice San Bernardo que los sobrepasa a todos. Nosotros conoceremos que nuestra oración es buena y que avanzamos en ella si, cuando salimos, tenemos a imitación de nuestro Señor, la cara resplandeciente como el sol y los vestidos blancos como la nieve. Quiero decir, si nuestro rostro reluce con la caridad y nuestro cuerpo con la castidad.
La caridad es la pureza del alma y la castidad es la caridad del cuerpo. Si salís de la oración con la cara triste y enfurruñada, se verá enseguida que no habéis hecho la oración como se debe.”
San Juan de la Cruz decía que desde que, en el Tabor, dijo de Jesús: «¡Escuchadle!», Dios se hizo, en cierto sentido, mudo. Ha dicho todo; no tiene cosas nuevas que revelar. Quien le pide nuevas revelaciones, o respuestas, le ofende, como si no se hubiera explicado claramente todavía. Dios sigue diciendo a todos la misma palabra: «¡Escuchadle a Él!, leed el Evangelio: ahí encontraréis ni más ni menos que lo que buscáis».
Delegación del Clero Compostela