Santo del día

Santa María Magdalena
La primera persona en ver a Cristo resucitado de entre los muertos

Magdalena deriva de Magdala, población situada sobre la orilla
occidental del mar de Galilea, al norte de la ciudad de Tiberíades, o de
una expresión del Talmud que significa “rizar pelo de mujer”, en
referencia a las adúlteras.


“La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad
fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la
debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado
por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la
potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la
muerte”. -Benedicto XVI, 23 Julio, 2006.


Formó parte de los discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la madrugada del día de Pascua.


Tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Redentor resucitado de
entre los muertos (Mc 16, 9). Fue sobre todo durante el siglo XII
cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.


La historia de María Magdalena es una de las más conmovedoras del Evangelio y también de las más enigmáticas.


Se debate si la mujer que relatan varios pasajes del Evangelio es una o tres mujeres:


1- La pecadora que unge los pies del Señor. (Lc., VII, 37-50). 2-
María Magdalena, la posesa liberada por Jesús, que se integró a las
mujeres que le asistían (Lc. VIII; Jn XX, 10-18) hasta la crucifixión y
resurrección. 3- María de Betania, la hermana de Lázaro y Marta. (Lc.,
X, 38-42).


La liturgia romana, siguiendo la tradición de los Padres Latinos
(incluyendo a Gregorio Magno) identifica los tres pasajes del Evangelio
como referentes a la misma mujer: María Magdalena.


La liturgia griega, siguiendo a los Padres griegos, sin embargo, la
reconoce como tres mujeres distintas. La cuestión sigue abierta.


El santoral litúrgico actual celebra a una sola: María Magdalena utilizando las referencias a su encuentro con Jesús resucitado.


La Pecadora que unge los pies del Señor en Galilea


San Lucas hace notar que era una “pecadora pública” pero no especifica que haya sido una prostituta.


Cristo cenaba en la casa de un fariseo donde la pecadora se presentó y
al momento se arrojó al suelo frente al Señor, se echó a llorar y le
enjugó los pies con sus cabellos.


Después le ungió con el perfume que llevaba en un vaso de alabastro. El fariseo interpretó el silencio y la quietud de Cristo como aprobación del pecado y murmuró en su corazón.


Jesús le recriminó por sus pensamientos. Primero le preguntó en forma
de parábola cuál de dos deudores debe mayor agradecimiento a su
acreedor: aquél a quien se perdona una deuda mayor, o al que se perdona
una suma menor. Y descubriendo el sentido de la parábola, le dijo
directamente:


“¿Ves a esta mujer? Al entrar en tu casa, no me diste agua para
lavarme los pies, pero ella me los ha lavado con sus lágrimas y me los
ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; en cambio
ella no ha cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza y ella
me ha ungido los pies. Por ello, te digo que se le han perdonado muchos
pecados, pues ha amado mucho. En cambio, aquél a quien se perdona
menos, ama menos”. Y volviéndose a la mujer, le dijo: “Perdonados te son
tus pecados. Tu fe te ha salvado. Vete en paz”. (Lc. 7)


La discípula de Jesús, liberada de siete demonios


En el capítulo siguiente, san Lucas, habla de los viajes de Cristo
por Galilea, dice que le acompañaban los apóstoles “y algunas mujeres
que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María,
llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lucas 8:2).


Lucas no especifica ni niega que sea la misma pecadora que unge a
Jesús, pero ciertamente se trata de una pecadora y es la misma persona
que en Marcos 16:9 es testigo de la resurrección.


Al pié de la Cruz


En la hora del Calvario, mientras casi todos abandonan a Jesús, allí
estaba María Magdalena. ¡Cuanto se lo agradecerían Jesús y la Virgen
María!


“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena”. Juan 19:25


Entre las que siguieron a Jesús en Galilea ahora siguen a Jesús al Calvario


“Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían
seguido a Jesús desde Galilea para servirle. Entre ellas estaban María
Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos
de Zebedeo”. Mateo 27:55-56


Sentada en el sepulcro


Después que José de Arimatea entierra a Jesús y se fue, María
Magdalena quiso quedarse. “Estaban allí María Magdalena y la otra María,
sentadas frente al sepulcro”. -Mateo 27:61


Es coherente pensar que quien tuvo el amor y la valentía de exponerse
para lavarle al Señor los pies con su cabello fuese capaz de estar con
el en la cruz y después permanecer amorosamente ante su cuerpo yacente.


Da testimonio de Cristo Resucitado


María Magdalena, con la otra María fueron las primeras en ir al
sepulcro el domingo de Resurrección: “Pasado el sábado, al alborear el
primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el
sepulcro” (Mateo 28:1).


Iban con los perfumes para embalsamarlo… Descubrieron así que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor.


Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y
se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete
demonios
“. (Marcos 16:9)


María Magdalena, la pecadora convertida en contemplativa, fue la primera que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado.


Jesús la llamó: “¡María!” Y ella, al volverse, exclamó: “¡Maestro!” Y
Jesús añadió: “No me toques, porque todavía no he subido a mi Padre.
Pero ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios” (Jn 20:17).


El hijo de Dios quiso enseñarnos el alcance de su amor y de su poder
redentor santificando a una pecadora, adentrándola en su infinita
misericordia y enviándola a anunciar la resurrección a los Apóstoles.


María Magdalena es gran ejemplo para todos. No se dejó paralizar ni por sus pecados del pasado ni por las opiniones humanas.


Creyó de todo corazón en las promesas del Señor y alcanzó la meta.
Aquella de quien Jesús dijo que se adelantó para “ungir su cuerpo para
la sepultura”, no puede ahora ungir Su cadáver porque ha Resucitado.


Aquella de quien dijo que “dondequiera que se predique el evangelio
se dirá lo que ha hecho por mí” no podía ahora ser excluida del
Evangelio porque es la primera persona testigo de su principal evento:
la Resurrección del Señor.


A la que mucho amó mucho se le perdonó y mucho continuó amando hasta llegar a participar en la gloria del Señor.


Si quieres descubrir otras historias de santos, haz click aquí 

Aleteia