
Hace unos días, el miércoles 11 de junio, con ocasión del último retiro antes del verano de los sacerdotes del Arciprestazgo de A Coruña, quisimos tener un sencillo acto de reconocimiento a los sacerdotes que ya han cumplido los 85 años y siguen aportando tanto a nuestras comunidades parroquiales.
Presididos por D. Julián, nuestro Arzobispo Emérito, quisimos dedicarles de una manera cercana algunas palabras que pudieran acompañar el detalle que cada uno de ellos fueron recogiendo, ya sea personalmente o por medio de otros.
Por si nos puede ayudar, aquí os dejamos esas palabras con alguna instantánea de ese momento.
Enmarcamos este acto de reconocimiento con las palabras de tres sacerdotes “sugerentes”.
El primero de ellos, D. José Luis Martín Descalzo:
“Gracias. Con esta palabra podría concluir esta carta, Dios o, «amor mío». Porque eso es todo lo que tengo que decirte: gracias, gracias. Si desde la altura de mis cincuenta y cinco años vuelvo mi vista atrás, ¿qué encuentro sino la interminable cordillera de tu amor? No hay rincón en mi historia en el que no fulgiera tu misericordia sobre mí. No ha existido una hora en que no haya experimentado tu presencia amorosa y paternal acariciando mi alma. (…)
(…) Toda mi vida es testimonio de dos cosas: en mis cincuenta años he sufrido no pocas veces de manos de los hombres. De ellos he recibido arañazos y desagradecimientos, soledad e incomprensiones. Pero de ti nada he recibido sino una interminable siembra de gestos de cariño. Mi última enfermedad es uno de ellos.
Entonces aprendí también que el dolor era parte del juego. No una maldición sino algo que entraba en el sueldo de vivir; algo que, en todo caso, siempre sería insuficiente para quitarnos la alegría. (…)
(…) El obispo nos ungió las palmas de las manos, y yo sentí en aquel momento que mis manos ya eran iguales que las de mi tío y que ya podía yo ir a llenar su puesto en la brecha. Sentí el tremendo misterio de la entrada de Cristo por mis venas. De pronto yo cesaba de ser el niño de siempre, dejaba de ser el cura de juguete que decían mis hermanas, para ser ya de veras el ministro de Cristo, el hombre que con media docena de palabras haría los más prodigiosos milagros. (…) como si en aquel instante me hubieran vaciado por dentro y me hubieran metido un alma distinta, el mismo Ser de Cristo. (…)
(…) Esta alegría no se me daba sólo para mí; que el sacerdocio no era una cosa para mi uso personal; que aquel fuego se me había dado para que yo lo repartiera a los demás. (…)
En segundo, lugar, D. Guerra Campos:
“Reclinando la cabeza en el pecho amante de Jesús
Estaba escuchando en arrobo sus cálidos latidos
Y su calor me iba adormeciendo entre sueños felices
Toma Padre santo…. Toda mi vida y persona, mi mente, mi voluntad, los sentidos de mi cuerpo
Acepta Señor la hostia que ofrece mi indignidad (…)
(…) Que sepa gustar silencios vividos contigo a solas.
Que, así como el agua pierde su natural pobre y frío porque mezclada ya tiene la misma esencia del vino, pierda también yo mi vida para vivir de la tuya
Busque en ti luz que ilumina. Suspire por tus dulzuras;
practique un tal negamiento de mí y de las cosas mías que alcance el consorcio pleno de tu substancia divina”.
Por último, unas frases de D. Baltasar Pardal:
“El tesoro divino que guardamos en el arca de nuestra vocación debemos darlo a los demás, dándonos con todo lo que somos”.
“San Pablo dice que debemos llevar el buen olor de Cristo por todas partes: ¡llenad el mundo de alegría!”.
“Dios se vale de la pequeñez, para hacer cosas grandes”.
Estas palabras de gratitud, entrega y olor de alegría se nos entremezclan en el alma con muchos otros sentimientos cuando recordamos la labor pastoral de unos compañeros nuestros. Estos hermanos, de algún modo asociados ya a Cristo y A Coruña, marcan un sendero por el que otros habrán de transitar. Hoy nos fijamos en algunos de ellos:
- D. Luis Cardeso:
La luna “Baña” A Coruña… A veces el sacerdote no es capaz de soñar con el lugar al que la Providencia le conduce para ejercer su misión pastoral. Os Castros lleva una impronta profunda y serena del ministerio de D. Luis. El Complejo Parroquial de El Carmen ha acogido a muchos vicarios parroquiales. La presencia fraterna de venezolanos allí, en estos momentos, anima a dedicarle estos versos de la mítica canción del cine español:
“Americanos, os recibimos con alegría
Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía
Americanos, vienen a España guapos y sanos
Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía”.
- D. José Cruz:
Mérito que, siendo de Vigo, se haya hecho un coruñés más… El más longevo de los sacerdotes coruñeses conserva un gran amor por una faceta de la vida que alegra el alma. Como diría Juan Pardo:
“Bravo por la música que nos hace mágicos
Bravo por tener la comunicación
Bravo por los súbditos, bravo por sus árbitros
Bravo por los críticos de una canción
Bravo por la música que nos hace mágicos
Bravo por la gente que está en conexión”.
- D. Porfirio Villegas
Un padre salesiano siempre dispuesto a echar una mano en donde haga falta hasta que las fuerzas alcancen. Siempre con un júbilo muy especial. Su paso por Salamanca nos interpela con un canto universitario que, desde una visión joven de la vida, desea conservar enamorado el corazón:
“Gaudeamus igitur
iuvenes dum sumus. (bis)
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem,
nos habebit humus”.
- D. Laureano
Raíces en Medina del Campo. Corazón salesiano. Estuvo en una parroquia que tenía una custodia que se considera pieza de orfebrería única… Ahora vive en una barriada cuyo nombre aparece en la significativa canción de Mecano:
“Quise cortar la flor
Más tierna del rosal
Pensando que de amor
No me podría pinchar
Y mientras me pinchaba
Me enseñó una cosa
Que una rosa es una rosa es una rosa”
- D. José Mª Fuciños
Desde el cabildo coruñés ha vivido mucho tiempo en la pza. de María Pita. Empapado del espíritu de la heroica mujer coruñesa, seguro que las andanzas del corsario Drake le han hecho cobrar fuerzas para una intensa dedicación litúrgica y sacerdotal. Una de Sabina, pues, para él:
“Pero si me dan a elegir entre todas las vidas yo escojo
La del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo
El viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera
Un par de tibias y una calavera
La del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo
El viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera
Un par de tibias y una calavera”.
- D. José Mª Fernández Rumbo
Oriundo de Sésamo, la imaginación viaja a esa famosa cueva de Alí Babá cuya apertura se pronunciaba de un modo mágico: “ábrete, Sésamo”. Las misiones se abrieron para él en una experiencia que marcaría su trayectoria pastoral. Su paso por la “Resurrección del Señor” le sitúa a la “vanguardia” de toda esperanza cristiana.
Le asignamos “la la la; la-la-la; la-la-la..” canción de Barrio Sésamo basada en su original en inglés “Can you tell me How to get to Sesame Street” (no confundir con el “lalalá” de Massiel…).
- D. Andrés Rumbo
Un rostro amable; una reciente capellanía de monjas; unas sabias palabras después de un ejercicio espléndido de escucha atenta a todos… Los caminos de la vida pueden llevar a Soria o a cualquier otro lugar, con tal de saber aprovechar los designios providentes de Dios allí:
“Voy camino Soria
¿Tú hacia dónde vas?
Allí me encuentro en la gloria
Que no sentí jamás
Voy camino Soria
Quiero descansar
Borrando de mi memoria
Traiciones y demás”.
- D. Joaquín Otero
Borraxeiros, A Golada. El barrio coruñés de “Catanga” le adoptó como gran colaborador y sacerdote entregado. Lo que pudo ser un cántico morriñento al salir de la propia tierra (un “iste vaise, e aquel vaise…” dejó paso a una reivindicación por el ascenso a la Primera División en la ciudad que respira deportivismo:
“Y digo Deportivo,
vamos a ganar este partido
Y digo de Primera
el Deportivo es directivo”.
- José Antonio Fidalgo
Grixalba primero. En la barriada de Monelos que acoge a d. José Antonio las gentes de etnia “calé” tienen una referencia muy importante en la parroquia. Con la alegría de sus cantos le brindamos un homenaje al ministerio sacerdotal siempre “alerta” de este pastor:
“Volando voy, volando vengo
Volando voy, volando vengo
Por el camino, yo me entretengo
Por el camino, yo me entretengo”.
- D. Ramón Antelo
Seavia. Un apellido con nombre de “cerería” le ha marcado desde sus primeros pasos. Cerca de los juzgados coruñeses se yergue la parroquia de San Rosendo, que ya forma parte del alma sacerdotal de D. Ramón. Esa figura importante en Galicia nos lleva a recordar el himno de sus gentes, acompasado ya en la vida pastoral local:
“Que din os rumorosos
Na costa verdecente
Ao raio transparente
Do prácido luar
Que din as altas copas
De escuro arume arpado
Co seu ben compasado
Monótono fungar”.
- D. Antonio Quintela
Marcado por la faceta docente en su ministerio pastoral. Natural de “Porta”, nela debeu petar un día por se lle abrían para levar dentro a Xesús. “¿Ois bien al Señor que os presento?” quisiera él preguntar desde una parroquia que atendió siempre. Lo que Dios da, que San Benito lo bendiga.
“Ahi ven o maio
De frores cuberto
Puxéronse a porta
Cantándome os nenos
Os puchos furados
Pra min extendendo
Pedíronme crocas
Dos meus castiñeiros
Pasai rapaciños
Calados e quedos
Que o que é polo de hoxe
Que darvos non teño
Eu son voso probe
O pobo galego
Pra min non hai maio
Pra min sempre é inverno”.
- D. Manuel M. Ribeiro
Paso corto, sencillo, bonachón. De un vivero de vocaciones sacerdotales cual ha sido Sofán. Hombre de paz. En A Gaiteira le profesan cariño y él procura repartirlo. Sin estridencias ni protagonismos innecesarios:
“Éche un andar miudiño
Miudiño, miudiño
Miudiño, miudiño
O que eu traio”.
- Mons. Julián Barrio:
En un primer momento de su llegada hasta nosotros, tal vez se haya encontrado el buen D. Julián con un corazón un poco “inexpugnable”; una timidez o una pequeña distancia inicial que se habría condensado en una melodía “orgullosa”:
“No hay quien pueda,
no hay quien pueda,
con la gente marinera.
Marinera, pescadora,
no hay quien pueda por ahora”.
Una “distancia” que pronto se convirtió en estima por ambas partes. Deseamos con afecto que algo de morriña hacia el clero coruñés haya anidado en el corazón de D. Julián a quien deseamos pueda tararear la conocida melodía:
“Amoriños collín na beiriña do mar,
amoriños collín non os poido olvidar;
non os poido olvidar ai si si, ai ai ai
amoriños collín na beiriña do mar.”