El arzobispo de Santiago llama a vivir el Corpus como un compromiso de amor encarnado que se traduce en fraternidad, justicia y servicio al prójimo
«El amor que se hace pan»: El arzobispo de Santiago llama a vivir la Eucaristía como compromiso con los más necesitados en el Día del Corpus

El arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, presidió este domingo, 22 de junio, las celebraciones del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, la fiesta del Corpus Christi, en A Coruña y en Santiago de Compostela.
En la ciudad herculina, el arzobispo celebró la Eucaristía en la Iglesia de San Jorge a las 11:30hs. A continuación, se desarrolló la tradicional procesión con el Santísimo hasta la Colegiata y posterior bendición.
Ya por la tarde, a las 19:30 h, en Santiago, don Francisco presidió la celebración de la Eucaristía en la Catedral de Santiago de Compostela, realzada por los cantos de la Escolanía de la Catedral.
El prelado compostelano recordó que el Corpus es mucho más que una conmemoración ritual. Es, dijo, “memoria viva de Cristo crucificado y resucitado”, pero también un “desafío de coherencia” para quien participa de la Eucaristía: “La Eucaristía nos compromete (…). Tenemos que unir en una coherencia que la gracia sostiene altar, sagrario y vida”.
Acompañado por el arzobispo emérito mons. Julián Barrio, por el obispo de Socorro y San Gil (Colombia) mons. Luis Augusto Campos, el vicario de Pastoral Javier Porro Martínez, miembros del cabildo catedralicio, sacerdotes y una gran asamblea de fieles, monseñor Francisco Prieto afirmó en que la comunión con Cristo no puede separarse de la comunión con los más frágiles: “Comulgamos a Cristo para comulgar con el hermano. Recibimos a Cristo para recibir y acoger al hermano”.
El Corpus: un amor que se entrega y se muestra
Con el eco del Evangelio de san Lucas resonando todavía en el templo, el arzobispo señaló que aquel mandato de Jesús a sus discípulos —“Dadles vosotros de comer”— sigue siendo una interpelación actual, urgente y transformadora. “¿Qué pide el amor si no ser amado? ¿Y qué pide el amor si no ser no escondido, sino mostrado?”, preguntó al inicio de su homilía, subrayando que la fe cristiana no puede quedarse encerrada en el templo, sino que debe recorrer las calles, ser visible y tocar la vida concreta de las personas.
En este sentido, explicó, el Corpus no es solo adoración, sino también misión. “Hoy saldremos después de la celebración de la Eucaristía por las calles de nuestra ciudad de Santiago, mostrando ese amor que se da y que se entrega, ese amor que nos pide también ser correspondido (…). Un amor que se hace pan compartido para la vida del mundo”.
Eucaristía: mesa de fraternidad, escuela de amor
En un mundo “donde se conjugan de una manera tensa luces y sombras”, marcado por conflictos, guerras, migraciones forzadas, violencia estructural y pobreza, el arzobispo hizo una llamada a no vivir con indiferencia ni miedo. Frente a la tentación del egoísmo, propuso una espiritualidad eucarística encarnada, centrada en el otro: “La Eucaristía es escuela donde aprendemos a amar al prójimo, porque aprendemos en el amor sin medida”.
Para monseñor Prieto, celebrar la Eucaristía implica comprometerse activamente con el dolor del mundo, responder a los desafíos de una sociedad que clama justicia y solidaridad. “Si comulgamos con Cristo, comulgamos con ese proyecto que es el Reino de Dios. Si decimos creer en la vida eterna, creemos ya anticipando en esta vida ese compromiso por la justicia definitiva que Dios nos ofrece”.
La liturgia del Corpus, según el arzobispo, debe llevar a los cristianos a una actitud profundamente samaritana: “En el camino y en el peregrinar de la vida se pondrá entre nosotros siempre esa opción: o nos detenemos con rostro y cercanía samaritana, o pasamos de largo con rostro indiferente”.
Cáritas: rostro visible del amor de la Iglesia
La celebración del Corpus se vive también, tradicionalmente, como el Día de la Caridad, una jornada que subraya el compromiso social de la Iglesia y la labor silenciosa de tantos hombres y mujeres al servicio de los más vulnerables. En este contexto, el arzobispo dedicó un momento especial de su homilía para expresar su gratitud a todos los que hacen posible la acción caritativa de Cáritas en la Archidiócesis.
“Gracias a quienes estáis ahí —afirmó—, los que formáis parte de esos equipos de trabajo, profesionales, voluntarios, partiendo y repartiendo, escuchando, acogiendo, acompañando, sosteniendo… siendo ese rostro samaritano”. Y añadió: “Cáritas es comunidad que se acerca a los heridos y olvidados, encarnando la caridad que nace de la Eucaristía”.
El prelado puso ejemplos concretos de los retos actuales: guerras lejanas pero no por ello ajenas, conflictos sociales cercanos, niños maltratados, mujeres olvidadas, migrantes que buscan una oportunidad con dignidad y justicia. “¿Cómo estamos construyendo nuestro mundo?”, preguntó. Y añadió: “La Eucaristía es hacer nuestro aquel que es pan para que nuestra vida se haga pan compartido”.
Un Corpus jubilar: esperanza y reconciliación
Este año, además, la solemnidad del Corpus se celebra en el contexto del Año Jubilar extraordinario convocado bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, lo que dio al mensaje del arzobispo un tono aún más esperanzado: “Miremos al mundo desde la Eucaristía con esperanza (…). Porque en la cruz fuimos reconciliados y en la Eucaristía se renueva esa reconciliación”.
Esa esperanza, aseguró, no nace de una evasión, sino de una certeza: “El Señor no nos deja solos. Nos nutre, nos alimenta y nos sostiene”. Y pidió a los fieles que su participación en la Misa no sea un paréntesis, sino un impulso para vivir con el corazón cercano y la mirada abierta.
Procesión del Corpus: fe que camina
Tras la Eucaristía, y como es tradición, el Santísimo Sacramento fue llevado en procesión por las calles del casco histórico de Compostela. El recorrido incluyó A Quintana, Conga, rúa Nova, Toural, rúa do Vilar y Praterías.
Al concluir la solemne procesión eucarística, y tras impartir la bendición desde la Praza das Platerías, monseñor Francisco Prieto Fernández, agradeció la participación de todos los fieles y recordó el sentido profundo del Corpus Christi: “De la mesa del altar a la mesa de la vida, de las naves de nuestra catedral y de nuestras iglesias a los soportales y las calles de nuestra ciudad. Es así como el amor de la Eucaristía, ese amor de Cristo entregado, ha querido y quiere habitar en el corazón de todos y de cada uno de vosotros”.
El arzobispo también se refirió a los anhelos, temores y realidades cotidianas que acompañan a cada persona: “Hay ilusiones y esperanzas. También hay miedos y tranquilidades en cada uno de vosotros, en vuestras familias, en nuestra situación en la que estamos viviendo cada uno de nosotros cada día”. Invitó a los presentes a vivir con un “corazón eucarístico” la complejidad del mundo actual, destacando que “la Eucaristía es memoria de ese amor tan grande que necesita ser proclamado, mostrado, amado y acogido”.