Mercedarias

«No pongamos temas que abren heridas»: Omella, en la misa de la Merced, a los políticos (sin Torra)

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La Virgen de la Merced salvó a Barcelona de una terrible plaga de langostas hace 330 años y el Consejo de Ciento de la Ciudad prometió a la Virgen celebrar su fiesta cada año. Luego, en 1868, el Papa confirmaba que la Virgen -y ya no Santa Eulalia- sería patrona de la ciudad.

Pero desde que Ada Colau es alcaldesa nunca ha acudido a la misa de la Merced: se queda fuera y luego saluda a los asistentes. Y este año quien también se ha negado a acudir -sin dar ninguna explicación- es Quim Torra, el president de la Generalitat. Parece que los representantes de Barcelona y Cataluña no necesitan mucho de la intercesión de la Virgen, pese a la desastrosa situación de la ciudad por la pandemia, el desempleo, la pobreza, el crimen y la incertidumbre política.

El cardenal Omella -que además de ser arzobispo de Barcelona preside a los obispos de toda España- celebró este jueves la misa de la Merced, con muchos mensajes para los políticos.

Advirtió que “el demonio de la división anda merodeando por todas partes” y animó a trabajar por la unidad. “No pongamos temas que abren heridas, que dividen, cuando hay temas mas urgentes que reclaman nuestra atención, que demandan una solución que podemos dar todos unidos y que sólo podemos dar todos unidos”, insistió.

Algunos podían pensar que se refería al nacionalismo, y otros a medidas sobre “memoria histórica” y revanchismo de la Guerra Civil española, tales como el intento de sacar a los benedictinos del Valle de los Caídos.

También pidió a los políticos que desechen “toda ideología excluyente” (¿se refería al nacionalismo, al racismo, al comunismo?) y que “trabajen por el bien de todos, no de unos pocos”.

En el sermón, el arzobispo le ha pedido a la Virgen de la Mercè “la fuerza necesaria” para que “el demonio de la división, de la crítica, del recelo y de la sospecha, no haga mella en nosotros”. Y ha tenido una mención especial para la clase gobernante: “Dales acierto en sus decisiones, para que promuevan la justicia, la paz y la libertad, la convivencia pacífica y fraterna”. “Que en sus actuaciones tengan en cuenta, de manera especial, a los más pobres y necesitados. Que trabajen por el bien de todos y no de unos pocos. Que desechen toda ideología excluyente. Que sientan siempre tu protección y tu consuelo maternal”, ha pedido en su oración.

Asistentes y ausencias

Acompañaron al cardenal los obispos vecinos, de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat, junto con los obispos auxiliares de estas diócesis. La cantidad de fieles en la Basílica de la Mercè estaba limitada según las medidas que reducen el aforo por el coronavirus.

No acudieron a la misa ni la alcaldesa ni el President de la Generalitat ni ningún representante de la izquierda populista de Barcelona en Comú. La ‘consellera’ de Presidència y portavoz del Govern, Meritxell Budó había anunciado su asistencia pero al final no pudo acudir por tener que ir a un funeral.

Acudieron el primer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni (PSC); el quinto teniente de alcalde, Albert Batlle (Units per Avançar) y concejales de otros grupos municipales. También asistieron el inspector general del ejército, Fernando Aznar, la comisaria de los Mossos d’Esquadra, Cristina Manresa y el jefe de la Guardia Urbana, Pedro Velázquez

802 años de las apariciones de la Virgen

En 1218 la Virgen de la Merced se apareció en un sueño al Rey Jaime I de Aragón, a San Pedro Nolasco y a San Ramón de Peñafort, experiencia que les llevó a fundar la Orden de la Merced, que hoy ayuda a miles de personas. Desde Barcelona, los mercedarios y sus hábitos con las barras de Cataluña y Aragón se extendieron por todo el mundo. Hoy cuentan con 500 sacerdotes y 700 hermanos que sirven a los pobres y cautivos en muy diversos países.

La Merced es, además, patrona de los presos y cautivos de todo el mundo y patrona de muchos sitios de América y Filipinas, como Tucumán (Argentina), Valparaíso (Chile) o Quito y Guayaquil (Ecuador).

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