Celebración diocesana de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado
La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado se ha celebrado este domingo 29 de septiembre. La celebración diocesana, presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, tuvo lugar en la coruñesa parroquia de San Antonio, situada en una barriada con una amplísima presencia de migrantes. Estuvo acompañado por el párroco Ramón Caamaño Pacín, por el Delegado Episcopal para el Desarrollo Humano Integral, Jose Ramón Amor Pan, así como por otros sacerdotes.
El arzobispo invitó a unirse a la Iglesia, a través de la convocatoria del Papa Francisco, “a orar por y con aquellos que definimos como migrantes y refugiados, los que han tenido y habéis tenido que dejar vuestra tierra y vuestra patria, buscando otra tierra y otra patria donde ser acogidos y recibidos”.
En su homilía, mons. Prieto tuvo palabras de recuerdo para los afectados en las últimas horas por el naufragio de un cayuco en la isla de El Hierro, en el que han fallecido nueve personas y medio centenar se encuentran desaparecidas: “una realidad que tiene que golpearnos, porque se trata precisamente de aquellos que buscan, con todo derecho, una oportunidad, una oportunidad de dignidad de justicia para ellos y para su familia, y eso está en el corazón mismo de Dios”.
En este sentido, destacó que es necesario tomar conciencia, con una mirada desde el Evangelio, sobre aquellos que buscan, con todo derecho, una vida más digna y más justa. Y añadió que “todos sin exclusión, en el corazón de Dios, son reconocidos en su dignidad, en esa dignidad que Dios pone en el corazón de todo hombre y mujer”.
El arzobispo invitó a tener esa mirada evangélica, para reconocer esa dignidad que Dios pone en el corazón de hombre de toda persona y de manera muy especial en el migrante y el refugiado, y a caminar juntos: “Es el caminar juntos como familia, es el caminar juntos como comunidad parroquial. Es el saber que cada uno tiene su ritmo (…). Una mirada comprensiva y cercana hacia aquel que viene de lejos (…). Tengamos mirada y escucha atenta”.
“Estáis entre nosotros y sois parte de nosotros, y sois parte de la vida de esta comunidad parroquial de nuestra iglesia diocesana”, afirmó D. Francisco. Quien añadió que “la Iglesia no puede conocer fronteras, ni líneas rojas que separe y dividan. En la Iglesia todos confesamos a un mismo Dios Padre, que mira sus hijos e hijas al corazón y nos invita una fraternidad que nos compromete a un camino de reconciliación, de una paz verdadera y de una justicia según el corazón de Dios”.
El arzobispo agradeció la presencia, en la Diócesis, de todas las personas migrantes: “caminemos juntos con manos extendidas, pies cercanos y mirada abierta, limpia, dispuesto a acoger, proteger, promover e integrar. Cuidarnos según el corazón de Dios”. Reproductor de vídeo