Los 5 principios para ser un buen comunicador

¿Quieres “soltarte” cuando hablas en publico, y que tu mensaje llegue
de verdad a los demás? Pues necesitas trabajar estos principios desde
ya mismo:


1. Naturalidad 


Quién es natural, auténtico, tal como es siempre a la hora de hablar
en público, tendrá una gran soltura y desenvolvimiento como si se
tratara de su grupo más íntimo, aunque hable a miles de personas. No hay que ser quién no se es, ni imitar a nadie. Hay que ser uno mismo, y eso tan simple, es lo más difícil de lograr frente a los demás por los obstáculos ya mencionados. Ser uno mismo sin ocultar los propios defectos, incluso aprender a reírse de sí mismo, da mucha confianza al público.


Cuando una persona, sea un desconocido o una autoridad mundial
reconocida la que me habla, si es natural, si no finge nada, si no hay
nada forzado, nos generará simpatía naturalmente. Nunca cae bien un
pedante o alguien que habla artificialmente, sea quien sea.

En Radio se puede impostar la voz, si es una impostación natural,
como la que podemos hacer al hablar enfáticamente, pero no alcanzamos el
corazón del que nos escucha cuando se nota que la afectación de la voz
es un artificio. La naturalidad es conocida por los expertos en
comunicación como “Regla de Oro”, porque “nada impide tanto el ser
natural, como el afán de parecerlo”.


2. Autoridad 


La autoridad al hablar viene por el conocimiento del tema o por la
experiencia. Quién habla, sabe de lo que está hablando, porque lo vivió,
o porque estudió el tema. Si no se sabe de lo que habla, la autoridad
ante los demás se debilita, y peor aún, ante uno mismo.


La inseguridad al hablar en público es recurrente en quién
habla sin autoridad. Habla con más autoridad quien humildemente reconoce
lo que no sabe, que quien “hace como que sabe” lo que en realidad no
conoce
. La autoridad también nace de la credibilidad y de la
honradez, muy relacionadas con la calidad del conocimiento y la humidad
para comunicarlo.


3. Pasión


El vehemente deseo de comunicar brota del interior. Es tener grandes
deseos de comunicar lo que voy decir. La pasión por el tema del que se
habla siempre despierta el interés en el auditorio, y esta pasión surge
del involucramiento personal con el tema. El involucramiento puede ser
meramente intelectual o emocional, dependiendo la temática y las
circunstancias. Quién está aburrido con su exposición, es aburrimiento
asegurado para sus oyentes.


El disfrute de la exposición por parte del orador, invita a sus oyentes a disfrutar lo que escuchan. Por eso es
importante no confundir brevedad con rapidez. Si por querer ser breve,
me apuro, nadie me escuchará, porque ni yo mismo estoy escuchando lo que
digo por la ansiedad de terminar.
Todos querrán que termine de una vez.


En cambio, si opto por la brevedad, tal vez tenga que dejar de lado
muchas cosas que quisiera decir, pero diré las más importantes,
apasionadamente y disfrutando de las pausas y silencios necesarios, del
peso de las palabras y las imágenes que evocamos, sumergiendo al oyente
en forma gratificante dentro de nuestro discurso.


4. Simpatía


Otros principios importantes son también la simpatía y la amabilidad,
ya que quien no está atento a los demás, y solo está ocupado de su
conferencia, puso él mismo una distancia, un muro infranqueable entre el
público y él mismo. El público puede tolerar cualquier defecto del
orador, menos dos: la antipatía y el aburrimiento.


La familiaridad y la identificación del público con el orador generan confianza y mayor interés.


5. Usar imágenes


En una cultura audiovisual con dificultades para seguir cualquier discurso abstracto, es importante recurrir a imágenes mientras hablamos.
Evocar imágenes sirve para que puedan retener mejor las ideas y
experimentar mientras escuchan, ya que asociarán las ideas a sus propias
experiencias cotidianas. ¿Pero qué significa recurrir a una imagen?


Esto no significa caer en algo muy aburrido e infantilizante, como es
hacer comparaciones abstractas o contar cuentos. Hoy se piensa en forma
cada vez más concreta y muchas veces el público siente que pierde el
tiempo mientras le cuentan “un cuentito” para explicar la idea.
Pensarán: “mejor explica la idea y déjate de cuentitos para niños”. Es
mucho mejor ejemplificar con anécdotas que con fábulas.


La anécdota siempre impacta más en el oyente porque es testimonial y
puedo imaginarme en ella. La anécdota habla por sí sola, no es una
historia extraña que luego hay que explicar.


En el caso de quien habla por Radio, el oyente necesita imaginar lo
que estoy diciendo. Por ejemplo: Si estamos hablando de recientes
inundaciones. Nadie imaginará mucho si digo “se inundaron extensiones de
10.000 hectáreas”, que si digo: “Se inundaron extensiones equivalentes a
10.000 campos de fútbol”.


Otras cosas a tener en cuenta


El silencio hace “respirar” a la mente. Es necesario
la pausa, bien utilizada. El silencio comunica y sirve para destacar lo
que diré a continuación.


El manejo del humor también es importante, sin caer
en la superficialidad y pretender divertir todo el tiempo, pero una
cuota de humor distiende a la audiencia y al orador, especialmente si el
tema es difícil o tensiona. Deslizar comentarios de complicidad con
humor son los que generan empatía. Nunca se ha de usar el humor para
ironizar, subestimar o burlarse del oyente.


El cuerpo en la comunicación: En el caso de la Radio
todo se capta a través de la voz, de allí que quién escucha capta mucho
mejor los tonos, la pronunciación, los énfasis, las palabras, que si
nos viera por Televisión, donde lo que ocupa la atención es lo que se
ve: la mirada, la sonrisa, los gestos de las manos, etc. En una
predicación o conferencia, las posiciones corporales, el caminar o la
manera de mirar a los demás. comunican mucho más de lo que solemos
imaginar.


El secreto de toda buena comunicación es la mirada puesta en los demás y no en uno mismo, por ello la empatía
es hoy el gran secreto para llegar al corazón de los demás, hablar su
lenguaje, interpretar sus verdaderas preguntas, y hacerme cercano. Y por
encima de todo, amar es el secreto: no es una cuestión de meras
estrategias comunicativas, sino del verdadero amor a los demás, que
siempre se dan cuenta si los amamos o si no nos importan,
y la comunicación es más efectiva cuando el amor es real y evidente.

Miguel Pastorino

Aleteia