
CITA
« Nuestro Padre nunca te dirá “Entra, que cenas”,
sino « Entra, a tu fiesta»»
« “Ese hijo tuyo”, es hermano mío»
S.Son
Refrán Judío, «Cuando los israelitas tienen necesidad de algarrobas, entonces se vuelven (a Dios).» (STÖGER, A., El Evangelio según San Lucas, en El Nuevo Testamento y su mensaje, BAC, Barcelona, 1969)
Refrán chino La vuelta del hijo pródigo no hay oro con qué pagarla.
Refrán español Honra siempre a tus padres, y verás muchas navidades.
Confucio: “Ámame cuando más malo soy, porque es cuando más te necesito”.
Clemente de Alejandría “Así Dios busca paternalmente a la criatura, la cura de su caída, persigue a la bestia salvaje y recoge al hijo, animándole a volver, a volar hacia el nido” Protréptico, 10.
Tertuliano, «Pienso a ese padre que espera a su hijo pródigo, que lo acoge con alegría cuando la miseria se lo devuelve arrepentido: él mata el ternero cebado… hace una fiesta… ¿Por qué? Su hijo perdido y hallado le es más querido, porque lo ha reencontrado. Pero, ese padre, ¿quién es? Es Dios. Un padre más Padre que Dios no lo hay; uno más tierno, no lo hay. Tu pues, que eres su hijo, sabe que si lo dejas luego de haberte adoptado, aunque regreses desnudo, él te acogerá: se alegrará de verte regresar…»(De Paenitentia, c. 8 [PL 1,1242-43]).
San Atanasio, «Vemos, hermanos míos, cómo vamos pasando de una fiesta a otra. Ahora ha llegado el tiempo en que todo vuelve a comenzar, el anuncio de la Pascua venerable, en la que el Señor fue inmolado. Nosotros nos alimentamos… y deleitamos siempre nuestra alma con la sangre preciosa de Cristo, como de una fuente; y, con todo, siempre estamos sedientos de esa sangre, siempre sentimos un ardiente deseo de recibirla.
«Pero nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas: “El que tenga sed, que venga a Mí y beba”… » (Carta 5,1-2).
San Ambrosio Tú todavía temes por la afrenta que le has causado, pero Él te devuelve tu dignidad perdida; tú tienes miedo al castigo, y El, sin embargo, te besa; tú temes, en fin, el reproche, pero Él te agasaja con un banquete. (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas (1), nn. 212-221, BAC, Madrid, 1966, pp. 457-462)
San Juan Crisóstomo Si no declaras la magnitud de la culpa, no conocerás la grandeza del perdón.
Miserere mei Deus, ¡Dios mío, ten misericordia de mí! ¿Misericordia pides? ¡Pues nada temas! Donde hay misericordia no hay pesquisas judiciales sobre la culpa, ni aparato de tribunales, ni necesidad de alegar razonadas excusas. ¡Grande es la borrasca de mis pecados, Dios mío! Mayor es la bonanza de tu misericordia! (San Alberto Hurtado, Un disparo a la eternidad, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2005, p. 216-217)
S. Agustín, “Me senté en la miseria, me levanté con el deseo de tu pan”
¿Dónde se estará bien sin Cristo o cuándo se podrá estar mal con Él?” Comentario al Evangelio de San Juan, 51, 11.
«Yo era el que estaba alejado de Vos y me veía como el hijo pródigo, privado aun de las bellotas con que alimentaba a los cerdos… ¡Pobre infeliz de mí! ¡Por qué grados fui cayendo hasta dar en el profundo abismo en que me veía! Porque yo, Dios mío, con mucha fatiga y ansia os buscaba…, siendo así que Vos estabais más dentro de mí que lo más interior que hay en mí mismo, y más elevado y superior que lo más elevado y sumo de mi alma» (Confesiones, III, 6, 11).
«Llegué a hacerme a mí mismo una región solitaria y un país desértico, donde reinan la pobreza y la necesidad» (Conf 2, 10).
«Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo… Preséntame un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento… y asentirá en lo que digo… cada uno es atraído por el amor…» (San Agustín Trat. 26, 4-6).
«El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados; si tú también te acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador son por así decirlo, dos realidades: cuando oyes hablar del hombre es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que El ha hecho… Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas. El comienzo de las obras buenas es la confesión de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la luz ()» (Catecismo1458).
Aún antes de recorrerlos, antes de caminar en ellos, tú ya los previste, y permitiste que los anduviera con dolor de mis caminos, a fin de, para no sufrir, regresar a los tuyos”. (San Agustín, sobre el Salmo 138,5)
Yo me alejé de ti y anduve errante, Dios mío, muy fuera del camino de tu estabilidad en mi adolescencia y llegué a ser para mí región de esterilidad. Confesiones II, 10, 18…, 127.
Conviértanse, y al punto estarás tú allí en sus corazones, en los corazones de los que te confiesan, y se arrojan en ti, y lloran en tu seno a vista de sus caminos difíciles, y tú, fácil, enjugarás sus lágrimas; y llorarán aún más y se gozarán en sus llantos, porque eres tú, Señor, y no ningún hombre, carne y sangre, eres tú, Señor, quien les hiciste, quien les reparas y consuelas. Confesiones V, 2, 2…, 194.
San Pedro Crisólogo ¿De dónde le viene esta esperanza, esta seguridad, esta confianza? Le viene por el hecho mismo que se trata de su padre. 2 y 3: PL 52, 188-189.192
San Gregorio Magno, «He aquí que llamo a todos los que se han manchado, deseo abrazarlos… No perdamos este tiempo de misericordia [la Cuaresma], que se nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara el seno de su clemencia para cuando volvamos a Él. Al pensar cada uno en la deuda que le abruma, sepa que Dios le aguarda, sin despreciarle ni exasperarse. El que no quiso permanecer con Él, que vuelva… Ved cuán grande es el seno de la piedad y considerad que tenéis abierto el regazo de su misericordia» (Homilía sobre los Evangelios 33).
Isaac de Stella, ¿El hombre que entra en sí mismo, no se descubrirá lejos, como el hijo pródigo, en una región distinta, en una tierra extranjera, en la que se sienta y llora con el recuerdo de su padre y de su patria?… Sermón 2 por Todos los Santos n. 13-2
Santo Tomás de Aquino, “a Dios no podemos ofenderlo a menos que actuemos contra nuestro bien”.
Santa Catalina de Siena «El Padre eterno puso, con inefable benignidad, los ojos de su amor en aquella alma y empezó a hablarle de esta manera: ‘¡Hija mía muy querida! Firmísimamente he determinado usar de misericordia para con todo el mundo y proveer a todas las necesidades de los hombres’»
Santa Teresa de Jesús: distinguía con acierto entre la «santa alegría» y la «loca alegría». Esta última es sólo exterior, dura poco y deja un regusto amargo.
Santa Teresita del Niño Jesús “¡Qué dulce alegría la de pensar que el Señor es justo, es decir, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestra naturaleza! ¿Por qué, pues, temer? El buen Dios, infinitamente justo, que se dignó perdonar con tanta misericordia las culpas del hijo pródigo, ¿no será también justo conmigo, que estoy siempre junto a Él?” Historia de un alma, 8.
Santa Faustina Kowalska: “Deseo transformarme en tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo. Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle. Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos. Ayúdame Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos. Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas. Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo. Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí. Jesús mío, transfórmame en Ti porque tú lo puedes todo. Amén” (Diario 163).
San Josemaría Escriva de Balaguer, “la vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición, esa conversión del corazón que supone el deseo de cambiar, la decisión firme de mejorar nuestra vida, y que —por tanto— se manifiesta en obras de sacrificio y de entrega. Volver hacia la casa del Padre, por medio de ese sacramento del perdón en el que, al confesar nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y nos hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de Dios” Es Cristo que pasa, n. 64.
Catecismo, 545 «Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: «No he venido a llamar a justos sino a pecadores»… Les invita a la conversión» ().
1439, Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza» ().
1458«El que confiesa sus pecados actúa ya con Dios. Dios acusa tus pecados; si tú también te acusas, te unes a Dios. El hombre y el pecador son por así decirlo, dos realidades: cuando oyes hablar del hombre es Dios quien lo ha hecho; cuando oyes hablar del pecador, es el hombre mismo quien lo ha hecho. Destruye lo que tú has hecho para que Dios salve lo que El ha hecho… Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas. El comienzo de las obras buenas es la confesión de las obras malas. Haces la verdad y vienes a la luz (S. Agustín)».
1848«… la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón… Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado» ().
2839«Perdona nuestras ofensas… aun revestidos de la vestidura bautismal, no dejamos de pecar, de apartarnos de Dios… Nuestra petición empieza con una «confesión» en la que afirmamos, al mismo tiempo nuestra miseria y su Misericordia» ().
San Juan XXIII, Es más fácil para un padre tener muchos hijos que para un hijo tener buen padre.
San Juan Pablo II No hablan de la severidad de Dios los confesonarios esparcidos por el mundo. 16 de marzo de 1980.
« (…) La parábola toca indirectamente toda clase de rupturas de la alianza de amor, toda pérdida de la gracia, todo pecado» (Juan Pablo II, Dives in misericordia, n. 5).
La reconciliación es principalmente un don del Padre celestial. El hombre —todo hombre— es también este hermano mayor. El egoísmo lo hace ser celoso, le endurece el corazón, lo ciega y lo hace cerrarse a los demás y a Dios. La benignidad y la misericordia del Padre lo irritan y lo enojan; la felicidad por el hermano hallado tiene para él un sabor amargo. También bajo este aspecto él tiene necesidad de convertirse para reconciliarse. Reconciliatio et Paenitentia nn. 5-6
El hombre —todo hombre— es también este hermano mayor. El egoísmo lo hace ser celoso, le endurece el corazón, lo ciega y lo hace cerrarse a los demás y a Dios. La benignidad y la misericordia del Padre lo irritan y lo enojan; la felicidad por el hermano hallado tiene para él un sabor amargo. También bajo este aspecto él tiene necesidad de convertirse para reconciliarse. «Reconciliación y Penitencia, 6»
«Aquel hijo (…) es en cierto sentido el hombre de todos los tiempos, comenzando por aquel que primeramente perdió la herencia de la gracia y de la justicia original. (…) La parábola toca indirectamente toda clase de rupturas de la alianza de amor, toda pérdida de la gracia, todo pecado» (Dives in misericordia, n. 5).
«El padre del hijo pródigo es fiel a su paternidad, fiel al amor que desde siempre sentía por su hijo. Tal fidelidad se expresa en la parábola no sólo con la inmediata prontitud en acogerlo cuando vuelve a casa después de haber malgastado el patrimonio; se expresa aún más plenamente con aquella alegría, con aquel júbilo tan generoso respecto al disipador después de su vuelta» (ibidem, n. 6).
La misericordia se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre. (Dives in misericordia, nn. 5-6)
«En el centro de la conciencia del hijo pródigo, emerge el sentido de la dignidad perdida, de aquella dignidad que brota de la relación del hijo con el padre. Con esta decisión emprende el camino» (ibidem, n. 19).
La Cuaresma es el tiempo de una espera especialmente amorosa de nuestro Padre en relación con cada uno de nosotros, que, aun cuando sea el más pródigo de los hijos, se haga, sin embargo, consciente de la dilapidación perpetrada, llame por su nombre al propio pecado, y finalmente se dirija hacia Dios con plena sinceridad. (Homilía en la parroquia de Santa María de la Merced y San Adrián Mártir, 20 de febrero de 1983)
Benedicto XVI en la parábola, el Padre nos habla a través de Cristo a los que nos hemos quedado en casa, para que también nosotros nos convirtamos verdaderamente y estemos contentos de nuestra fe.» (Jesús de Nazareth I).
Pero el significado de este hermano mayor es aún más amplio. En un cierto sentido, representa al hombre devoto, es decir, a todos los que se han quedado con el Padre sin desobedecer nunca sus mandamientos. En el momento en que el pecador regresa, se despierta la envidia, este veneno escondido hasta entonces en el fondo de su alma. Predicado en el Vaticano, 1983.
Para los Padres, ese «mejor traje» es una alusión al vestido de la gracia, que tenía originalmente el hombre y que después perdió con el pecado. Ahora, este «mejor traje» se le da de nuevo, es el vestido del hijo. (Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, tomo I, Planeta, Santiago de Chile, 2007, p. 243 -253)
Papa Francisco, Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no rompen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos acoge, nos restituye la dignidad de hijos suyos, y nos dice: «¡Ve hacia adelante! ¡Quédate en paz! ¡Levántate, ve hacia adelante!». Ángelus 2016
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de lamisericordia del Padre. Misericordiae Vultus, 17.
¿El peligro cuál es? Es que presumamos de ser justos, y juzguemos a los demás. Juzguemos también a Dios, porque pensamos que debería castigar a los pecadores, condenarles a muerte, en lugar de perdonar. Entonces sí que nos arriesgamos a permanecer fuera de la casa del Padre. Ángelus 2013
“la misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación” (Misericordiae vultus,7).
“En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón” (“Misericordiae vultus”: n. 9).
«Cuando la búsqueda del placer es obsesiva, nos encierra en una sola cosa y nos incapacita para encontrar otro tipo de satisfacciones. La alegría, en cambio, amplía la capacidad de gozar y nos permite encontrar gusto en realidades variadas, aun en las etapas de la vida donde el placer se apaga», Exhortación Amoris Laetitia.
«Un amor misericordioso, que siempre se inclina a comprender, a perdonar, a acompañar, a esperar, y sobre todo a integrar. Vale la pena recordar la enseñanza de san Juan Pablo II, quien afirmaba que la previsibilidad de una nueva caída no prejuzga la autenticidad del propósito». Exhortación Amoris Laetitia.
“La parábola termina dejando el final en suspenso: no sabemos lo que haya decidido hacer el hijo mayor. Y esto es un estímulo para nosotros. Este Evangelio nos enseña que todos necesitamos entrar en la casa del Padre y participar en su alegría, en su fiesta de la misericordia y de la fraternidad. Hermanos y hermanas, ¡abramos nuestro corazón, para ser «misericordiosos como el Padre»!”[ Audiencia, 11 de mayo 2016.].
Charles Péguy: «Todas las parábolas son hermosas, todas las parábolas son grandes. Pero con ésta, millares y millares de hombres han llorado: un hombre tenía dos hijos…».
Cabodevilla «El padre corrió… Mientras el arrepentimiento anda a su lento paso, la misericordia corre, vuela, precipita las etapas, anticipa el perdón, manda delante, como heraldo, la alegría» ().
Gabriel Marcel: “Amar a alguien es decirle tu no morirás jamás”.
Marcos Abollado: «Dicen que tal como haces una cosa lo haces todo. No hay reglas, no hay nada correcto. Piensa en lo que tú quieres en lo profundo de tu ser. Puedes ser tú mismo. Suelta las expectativas de los demás».
Romano Guardini, «La justicia es buena, es el fundamento de la existencia. Pero hay algo por encima de ella, se trata de la bondad de un corazón libre y abierto. La justicia es trasparente, pero un paso más y se hace fría. La bondad, por el contrario, a condición de ser auténtica, cordial, fruto del carácter, calienta y libera. La justicia pone orden, pero la bondad crea…
¡Ay del hombre que sólo quiera vivir en la justicia! ¡Ay del mundo donde sólo reine la justicia! (Le Seigneur I, p. 293-94).
Rainiero Cantalamesa También ocurre hoy. Ciertos grupos ultraortodoxos consideran automáticamente herejes a cuantos no piensan exactamente como ellos.
James Dunn «No es verdad que Jesús abriera las puertas del reino a criminales empedernidos e impenitentes, o negara la existencia de «pecadores». Jesús se opuso a las empalizadas que se levantaban en el cuerpo de Israel, por las cuales algunos israelitas eran tratados como si estuvieran fuera de la alianza y excluidos de la gracia de Dios» ().
Pascal-B hace decir a Dios: «No me buscarías si no me hubieses encontrado ya».
Hans Urs von Balthasar Para nosotros esta parte de la herencia divina es nuestra existencia, nuestra libertad, nuestra razón y nuestra libertad personal: bienes supremos que sólo Dios puede habernos dado. Luz de la Palabra Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C Ediciones Encuentro.MADRID-1994.Pág. 235 s.
CONTO
NO CAMBIES
Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido, egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que me mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día me dijo:
“No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte”.
Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: “No cambies. No cambies. No cambies….Te quiero”. Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo y mejor que nunca. Y, ¡oh maravilla!, cambié.
Tomado de P. Diego Millán
Cuenta un catequista que trabajaba en una fábrica que un día un joven llamado Agustín estuvo a punto de ser despedido por llegar borracho al trabajo.
Al día siguiente Agustín entró en la fábrica con miedo pero sobrio.
Al llegar el catequista le saludó diciendo: ahí viene el hijo pródigo. Agustín se enfadó y le preguntó: «¿Qué me has llamado?»
Ni Agustín ni sus compañeros sabían qué era eso del hijo pródigo. Los reunió y les contó la historia.
Cuando terminó, Agustín dijo: «eso no es justo. Ese hijo no debería haber sido admitido en casa.» Los compañeros le dijeron: tú eres el hijo pródigo, ¿quieres que te despidamos?
Supongo que no, dijo encogiéndose de hombros.
¿Te acabas de inventar esa historia?, preguntó Agustín. Yo nunca he oído hablar de Dios. Yo sólo he oído decir que Dios castiga con el infierno a los haraganes.
No, no me he inventado la historia. Nos la cuenta Jesús para hablarnos de su Padre, de Dios.
Agustín estaba radiante de alegría cuando el círculo se dispersó y volvió a su trabajo.
Mira al que tienes al lado y pregúntale: ¿Conocías esa historia de Jesús?
¿Has tenido alguna vez complejo de hijo pródigo?
Alguna vez te han dicho: Mira, ahí viene el hijo pródigo.
Esta es una historia que siempre sabe bien porque siempre somos, aun los buenos o los que se creen buenos, hijos pródigos.
Tomado de P. Félix Jiménez
LA GOLONDRINA Y EL HIJO PRÓDIGO
Un hijo pródigo, habiendo derrochado su patrimonio, sólo le quedaba un manto. De repente vio a una golondrina que se había adelantado a la estación. Creyendo que ya llegaba la primavera, y que por lo tanto no necesitaría más del manto, fue también a venderlo. Pero regresó el mal tiempo y el aire se puso más frío. Entonces, mientras se paseaba, halló a la golondrina muerta de frío. -¡Desgraciada! -le dijo -nos has dañado a los dos al mismo tiempo.
Toma nota de si es la hora correcta antes de ejecutar una decisión. Una acción a destiempo puede ser desastroza.
Tomado de Anecdonet
ANÉCDOTA
JOSUÉ 5, 9-12
No es el ritual de la celebración de la Pascua lo que interesa al autor, sino el hecho de la entrada en la tierra prometida y de comer su fruto. Imposible no pensar en el banquete preparado al hijo pródigo que va a comer el fruto de la casa de su padre. Es el final del duro período de marcha por el desierto; es un nuevo estilo de vida que comienza. Deja caer el maná; era una ayuda pero también una prueba, ya que muchos murieron por comer, sin aceptar su propia condición, de mano de Dios y entre murmuraciones. De hecho, el verdadero alimento será el que dé Jesús. Porque en Cristo es donde hemos sido reconciliados.
Tomado de Adrien Nocent
Celebrar a Jesucristo, Tomo III (Cuaresma), Sal Terrae, Santander 1980, pp. 166s.
EN LOS LLANOS DE JERICÓ
tuvo lugar la celebración de la Pascua por vez primera en la tierra de Canaán. La Pascua es una de las fiestas más importantes para los judíos porque se recuerda la liberación del pueblo de Israel del yugo egipcio, el abandono de la esclavitud y la salida al desierto en busca de la Tierra Prometida.
Tomado de Anécdotas y catequesis
LOS PADRES CONTRA EL PADRE
“Conozco a un sacerdote que sirvió durante muchos años como capellán en una enorme prisión estatal. Cuenta cómo, durante su primer año allí, cuando llegó el Día de la Madre a principios de mayo, se vio abrumado por las peticiones de los presos de tarjetas del Día de la Madre para enviar a casa.
Repartió cajas y cajas de tarjetas, pero parecía que nunca tenía suficientes para satisfacer toda la demanda.
Así que el sacerdote se dijo a sí mismo: «La próxima vez, no le iban a pillar desprevenido». Así que, al mes siguiente, cuando llegó el Día del Padre, había acumulado un montón de tarjetas, pero se sorprendió al ver lo que sucedió después: casi ninguno de los hombres las pidió.
Esta vez se quedó con cajas y cajas de tarjetas sin usar.
Cuando le preguntó a uno de los otros capellanes por qué nadie quería las tarjetas, el hombre dijo: «¡Bienvenidos a la prisión! La mayoría de estos hombres nunca conocieron a sus padres, y muchos de los que sí los conocen preferirían olvidarlos».
Tomado de P. Félix Jiménez
FARISEO,
Término que significa justamente “separado”, consideraba como “malditos” a los que no conocían la Ley y por tanto no la ponían en práctica (ver Jn 7, 49). Comenta G. Ricciotti en su erudita obra “Vida de Jesucristo” que «todos cuantos judíos no pertenecían a la “coalición” farisaica eran llamados por los fariseos “el pueblo de la tierra” (am ha’ares). El término era despectivo, pero aún más despectivo era el comportamiento que observaban los fariseos hacia esos connacionales suyos». Prosigue diciendo que «un verdadero fariseo no debía tener contacto con el “pueblo de la tierra”, sino mostrarse fariseo, esto es, “separado” respecto a aquella gente. Por eso sentenciaba un rabino: participar en una asamblea del pueblo de la tierra produce la muerte». El fariseo tenía prohibido, entre otras cosas, dar hospitalidad o recibirla de alguno que perteneciese al “pueblo de la tierra”. Se entiende entonces el criterio que provocaba la murmuración contra Jesús: según los principios fariseos, ningún “rabbí” o maestro que conocía y practicaba la Ley, podía acoger a los publicanos y pecadores, y menos aún participar con ellos en sus banquetes.
Tomado de Dies Domini
CERDO
Tengamos en cuenta que el cerdo en la época de Jesús era —y aún lo es hoy en día para lo judíos ortodoxos— el animal “impuro” por antonomasia. Por ello enseñaban los fariseos y escribas que no había que tocarlos y menos aún comer su carne. Y era considerado tan impuro que para ellos un porquero valía menos que un puerco. No hay duda que el Señor escoge esta comparación a propósito por lo especialmente chocante que resultaría a los fariseos y escribas que lo escuchaban. Para un judío no había trabajo más denigrante que ése, y no había miseria peor que la de querer incluso alimentarse de la comida misma de los puercos. Es como si el Señor dijera: miren a qué punto se deshumaniza todo aquel que arrebatado por un ilusorio ideal de libertad reniega de su condición de hijo de Dios, reniega de su identidad más profunda de ser criatura de Dios, reniega de sí mismo.
Tomado de Dies Domini
CANAÁN. GUILGAL
Prometida, esperada, muchos murieron sin verla, y Moisés la vio desde el monte Nebo, cumbre del Pisgá, frente a Jericó, pero murió sin entrar en ella: «Por culpa vuestra el Señor se irritó contra mí y juró que no pasaría el Jordán, ni entraría en las espléndida tierra, que te da en herencia. Yo voy a morir en este país y no pasaré el Jordán» Dt 4,1). ¡Con qué amargura diría estas palabras el gran luchador! Se ha terminado el caminar por el desierto, y se ha llegado a la tierra del descanso. Ya está aquí la tierra prometida. Los nómadas se van a convertir en ciudadanos.
En GUILGAL, a tres kilómetros entre el Jordán y Jericó, alrededor de las doce piedras del Jordán, que habían pisado los sacerdotes portadores del arca, cuando el agua del Jordán se detuvo, Josué circuncidó a todos, pues los que habían nacido en el desierto estaban sin circuncidar y los cincuncisos habían quedado en el desierto. Y en la estepa de Jericó celebraron la Pacua. Al día siguiente comieron de los frutos de la tierra, y dejó de caer el maná.
Tomado de J. MARTI BALLESTER
LA INDULGENCIA.
En primer lugar, no es ‘algo que se gana’, sino que es un don de Dios, como nos dice el Papa Francisco en la Bula de convocatoria del Jubileo: «La indulgencia permite descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios. No sin razón en la antigüedad el término “misericordia” era intercambiable con el de “indulgencia”, precisamente porque pretende expresar la plenitud del perdón de Dios que no conoce límites». Y hoy en el Evangelio hemos escuchado la mejor expresión de esa misericordia y perdón de Dios sin límites: la parábola del padre misericordioso, en la que sus personajes, por medio de lo que hacen y dicen, nos enseñan qué es verdaderamente la indulgencia.
Tomado de ACG
CHISTE
EL HIJO PRÓDIGO V 2.0
«El sabio habla de las ideas, el inteligente de los hechos, el vulgar de lo que come». (Proverbio mongol)
El hijo pródigo
He aquí una versión moderna de la parábola del hijo pródigo.
Un chico le pide a su padre que le preste cierta cantidad de dinero y, al recibirlo, se marcha de casa. Cuando lo gasta todo, va a una iglesia, se confiesa de lo que ha hecho y pide ayuda.
El sacerdote le aconseja que vuelva al hogar. Y añade: Seguro que tu padre sacrificará un becerro cebado para festejar tu regreso.
El chico le hace caso y regresa a su casa. Un par de semanas después, durante una visita casual a la parroquia de donde era feligrés el «hijo pródigo», el sacerdote vio que éste salía de la iglesia y se acercó a él:
¡Bueno! le preguntó con gran interés , ¿mató tu padre el becerro cebado?
No respondió evasivo el pródigo, por poco me mata a mí.
Tomado de Anecdonet
POEMA
Y CUANDO AL FIN VOLVAMOS A ABRAZARNOS
Y cuando al fin volvamos a abrazarnos
propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.
Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.
Pero tú y yo tenemos almas, mentes.
El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.
Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.
Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.
(Gonzalo Sánchez-Terán)
NUESTRO ÚNICO DEBER CON DIOS (Lc 15,1-32)
“Nuestra única obligación
hacia Dios,
es amarlo,
a toda hora,
locamente,
de ser fraternos
con todos sus hijos
y de alabarlo
por el amor
que nos hace felices”.
Franck Widro
Cuán hermoso es tornando a tus huellas
de nuevo por ellas
seguro correr.
No es tan dulce tras noche sombría
la lumbre del día
que empieza a nacer.
(San Alberto Hurtado, Un disparo a la eternidad, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2005, p. 216-217)
ORACIÓN
Ser reflejo de Cristo
Señor Jesús,
Lléname de tu Espíritu y Vida.
Tómame por entero para que mi vida
no sea sino un reflejo de la tuya.
Habítame e irradia tu presencia al trasluz de la mía
para que cuantos se encuentren contigo
mirándome, no te vean sino a ti.
Permanece en mi interior
para que yo también pueda, como tú,
irradiar tu presencia hasta el punto
de llegar a ser luz para los demás.
Una luz, eso sí, que brotará únicamente de ti.
Insisto: que seas tú, Señor, quien por mi medio,
ilumines la vida de los otros.
De este modo mi vida se convertirá
en una alabanza de tu gloria.
Una alabanza para tus elegidos,
reflejándote a ti en cuantos me rodeen
mediante la plenitud luminosa del amor
con que llenas mi corazón.
Cardenal Newman
Tomado de Alforjas de Pastoral
MEDITACIÓN
ABANDONAR EL HOGAR
Solo abandonas tu hogar
cuando tu hogar no te permite quedarte.
Nadie deja su hogar
a menos que su hogar le persiga,
fuego bajo los pies,
sangre hirviendo en el vientre.
Tienes que entender que nadie sube a sus hijos a una patera,
a menos que el agua sea más segura que la tierra.
Nadie abrasa las palmas de sus manos bajo los trenes, bajo los vagones,
nadie pasa días y noches enteras en el estómago de un camión,
alimentándose de hojas de periódico, a menos que
los kilómetros recorridos signifiquen algo más que un simple viaje.
Tomado de Pastoral sj
CANTO
Volver a casa – Música Católica Padre Fernando
VIDEO
Parábola de El Hijo Pródigo – Valivan
Francisco explica la parábola del hijo pródigo
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela