Cristina Cons, formadora afectivo-sexual, ofrece 3 estrategias a los catequistas de LifeTeen
Con su juventud desinhibida y alegría desbordante, Cristina Cons se ha convertido en la formadora afectivo-sexual de referencia para los catequistas de LifeTeen, y una oradora muy querida por los adolescentes por su estilo directo, risueño e informal. En ReL ya contamos su historia de conversión aquí.
En el reciente Encuentro Europeo de LifeTeen 2021, que se ha celebrado de forma online con conexión de grupos parroquiales de diversos países del continente, Cristina ha querido señalar 3 claves sobre lo afectivo-sexual en los adolescentes de hoy.
Con su espontaneidad, ante los retos de la pandemia y los confinamientos, y para alentar a los desanimados, dijo: “Me flipa ver como, con lo chungo que está todo, en esta situación, la Iglesia sigue a tope pese a las limitaciones”. No se refería a los obispos o la Curia, sino a los catequistas y adolescentes que perseveran en su formación cristiana para evangelizar en estas circunstancias extrañas.
Después recordó que “los cristianos educamos para amar, y si la persona está herida, destrozada por dentro, difícilmente podrá amar a Dios, o abrirse a Él para que lo sane; nosotros tenemos que enseñar a amar a los adolescentes, porque ya os digo que Netflix no les va a enseñar“.
Además, advirtió a catequistas y pastores que “estos adolescentes no son iguales a como éramos nosotros… y quizá tampoco a como eran ellos hace un año”.
A continuación, estableció 3 claves prácticas para entender la diferencia de esta “generación Z” en lo afectivo sexual.
1. Están bombardeados por la ideología de género: sólo con comunidad resistirán
“Los adolescentes están siendo sobre-expuestos a la ideología de género”, constató esta experta. “La ideología de género busca sobre todo dividir: a las personas, a las familias, a la sociedad. Por ejemplo, dicen: “tú no eres tu cuerpo, tu cuerpo parece de chica, pero eso no significa que seas chica, puedes sentir que eres otra cosa”. También divide a las familias, con el divorcio. ‘Este fin de semana voy con mi madre, el próximo me toca mi padre y mi hermano, que a su vez tiene otra madre…'”
“La ideología de género llegará al adolescente por mil sitios y no lo podremos evitar. ¿Qué hacer entonces?”
“Nosotros podemos responder a esta ideología explicando bien la verdad sobre sexo, familia y afectividad a los adolescentes. Eso es bueno y hay que hacerlo, pero al final eso solo son ideas”, advirtió.
“La verdadera forma de enfrentarnos a una sociedad tan ideologizada es con la creación de comunidad, porque en la comunidad, la ideología de género no es capaz de arraigar. Debemos ofrecerles unidad y comunidad. Eso los grupos de LifeTeen lo hacen bien, con su ambiente agradable, la decoración, la comida, la acogida, saber el nombre y la historia de cada chico, acompañándoles al fútbol o preguntándoles por el examen… No es sólo catequesis, hay una parte social que refuerza los lazos de amistad”, constató.
Como conclusión: “Cuanta más comunidad y más familia haya en la vida de los adolescentes, menos van a calar en ellos los mensajes que les llegan de la ideología de género”.
2. Muchos adolescentes carecen de padre, de referente cercano real de paternidad y masculinidad
Otro problema de esta generación de adolescentes es la ausencia del padre varón. Quizá simplemente abandonó el hogar, o ha habido un divorcio o una separación, o está en casa pero es casi irrelevante, transparente. O siempre está en el trabajo.
“Cuando falta la figura del padre, llega un problema de identidad. El adolescente tiene una necesidad de ser aprobado que le hace buscar desesperadamente amor y aceptación en cualquier sitio. Buscará a otro hombre que ocupe el lugar que el padre dejó vacío”, advierte Cristina.
“Si el padre ha muerto, no es realmente ausencia, porque de alguna forma sigue presente”, explica. Un padre muerto -quizá en la mar, o en un accidente de trabajo- deja detrás un ejemplo, un recuerdo, se habla de él al huérfano, se le alaba, sigue siendo un modelo.
En cambio, “hay ausencia cuando el padre abandona la casa o cuando su figura se relega. Tras el feminismo de los años 60 circuló la idea de que el padre no vale nada, que sobra. Hay padres que se lo creen, se acallan, se hacen muy pequeños y la madre asume todos los roles: eso también es ausencia”, detalla la experta.
“Podemos ver a chicos y chicas buscando relación de pareja con otro hombre por una herida de la ausencia de padre”, añade.
Por eso, hoy, los sacerdotes están más llamados que nunca antes a ser padres espirituales, padres de los catequistas, de los chicos de LifeTeen, padres que no generan dependencias, que capacitan, que saben ser tiernos, firmes y tener autoridad”.
“Si un sacerdote ha tenido una herida por no haber tenido un padre así, que busque sanación y ayuda, pero necesitará ejercer ese papel”, insiste Cristina Cons.
3. En sexo y en heridas afectivas, a los 13 años “llegamos tarde para muchas cosas”
Padre, sacerdotes y catequistas han de ser conscientes de que con 10 o 11 años, muchos chicos y chicas ya han encontrado pornografía y quizá se han enganchado. Otros, con móvil, suben sus cuerpos semidesnudos a su cuenta de Instagram (a la secundaria, no a la que dejan ver a sus catequistas). Muchos adolescentes que llegan a LifeTeen ya se han ‘liado’ con otros, con todas las heridas que implica.
“Nuestra sociedad se carga la infancia y adolescencia y hace que pierdan muy rápido la inocencia. La educación sexual antes de los 10 años aún puede ser preventiva, pero a edades más tardías va a ser reactiva. Vamos a trabajar con muchos chavales heridos y que cargan una mochila, como saben los sacerdotes que escuchan sus confesiones”, advierte Cristina.
Por lo tanto, los grupos cristianos de adolescentes, con sus catequistas van a trabajar la redención, más que la prevención. Eso incluye lo que Juan Pablo II, “en la segunda parte de su teología del Cuerpo, llama ‘la redención del corazón’. Jesús decía: “quien mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón”. Porque el pecado sexual no es una cosa del cuerpo, sino que es del corazón. El pecado empieza en el corazón, después va a la mirada y acaba en el cuerpo“.
¿Cómo redimir, rescatar, a los chavales ya atrapados en redes de sexo, adicción o relaciones dañinas?
“También la salvación de la persona empieza en el corazón, continúa en la mirada y luego en el cuerpo. Jesús ha venido a redimirnos en la carne. Por eso, decimos que la virginidad se puede recuperar y también la pureza se puede“, exhorta Cristina.
“Independientemente de lo que haya hecho el joven -¡o el catequista!- siempre hay esperanza. No importa nuestro pasado, sino hacia dónde queremos caminar y cómo queremos ser. Lo importante es decidir que quieres vivir de forma nueva”, añade, en parte por experiencia propia como saben los que han leído su testimonio.
“Lo primero es suscitar en nuestros adolescentes el deseo de lo bueno. Es importante que hablemos de las cosas buenas constantemente y difundamos testimonios. Son cosas buenas la amistad, el cuerpo, el matrimonio… Me preguntan: Cristina, ¿qué tal la vida de casada? Yo respondo: ¡genial, magnífica, me encanta! Me enfada cuando matrimonios de cristianos responden: “eso es al principio, ya verás que se te pasa”. ¡No! Tenemos que hablar de lo bueno que es el matrimonio, el noviazgo, el cuerpo… Y creerlo de corazón, porque de lo que rebosa el corazón, habla la boca. Hay que hablar de lo bueno que es estar bien, vivir y hacer las cosas bien. Así, el corazón del adolescente, al escuchar, despertará, apuntará a algo grande, y escuchará que Dios le llama”.
“Lo segundo que tenemos que hacer es acompañar al adolescente. No es fácil salir de esos embrollos afectivos y sexuales, porque muchas veces vienen de grandes heridas previas. No se solucionarán simplemente porque el chico decida dejar de acostarse con su novia. Cada joven necesita un acompañamiento personalizado, ha de descubrir quién es y a qué está siendo llamado. Ese acompañamiento lo hacen sacerdotes y catequistas”, anima.
Comunidad, padres espirituales y ejemplos de paternidad, y acompañar a los heridos alimentando su anhelo de amor verdadero y santo: son los tres esfuerzos que van a valer la pena para ayudar a una generación de adolescente especialmente atacada y especialmente dañada.
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