Francisco con los pueblos nativos: para la sanación, se necesita a Jesús y el Espíritu Santo

El primer gran acto del Papa en Canadá fue su encuentro con las comunidades indígenas en la reserva de Maskwacis (Alberta), a 100 kilómetros al sur de Edmonton, un lugar de reunión de cuatro tribus cree, de las mayores de Canadá (unos 200.000 miembros, de los que la mitad hablan lengua cree).

En este lugar estuvo una antigua escuela residencial, Ermineskin, que hoy es una escuela gestionada por las comunidades cree según sus costumbres e idioma.

Algunos de los asistentes al acto, de distintas etnias y tribus, acudieron con trajes étnicos. Otros, con la camiseta naranja que es un símbolo de los que sufrieron el sistema de internados, en alusión a una chica india a la que obligaron a quitarse la camiseta naranja que le regaló su abuela para ponerse el uniforme escolar.

El Papa llegó en silla de ruedas y se detuvo a rezar en silencio con cara seria en el cementerio de la comunidad cree de Ermineskin, llena de cruces (la mayoría de los cree, como la mayoría de todos los indígenas, son cristianos).

Francisco reza en el cementerio cree de Ermineskine, a 100 km de Edmonton.

Después, los indígenas acogieron al Papa con una danza de 4 danzantes (por las 4 direcciones de la Tierra y cuatro elementos de la materia) mientras se desplegaba una lista de víctimas conocidas de los internados (realizada a partir de años de trabajo de la Comisión de Verdad y Reconciliación).

El discurso de bienvenida lo proclamó el jefe Wilton Littlechild, quien recordó que como antiguo comisario de la Comisión de Verdad y Reconciliación escuchó 7.000 testimonios de alumnos de las escuelas residenciales.

Littlechild ya visitó Roma y al Papa hace 4 meses. “Nos quedó claro que escuchó atentamente nuestra experiencia, como se nos arrebataba nuestra cultura, nuestra lengua y se denigraba nuestra espiritualidad”, dijo el jefe indígena.

Discurso del Papa: tres peticiones de perdón

Después el Papa Francisco pronunció su discurso en español, deteniéndose a ratos para que un sacerdote tradujera al inglés (había sistemas de traducción automática para otras lenguas).

Tres veces el Papa pidió perdón y fue recibido con aplausos. Recordó que venía “en peregrinación penitencial” y “a implorar el perdón de Dios, sanación y reconciliación”.

Dijo estar “dolido” y venir “a expresar mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes”. Recordó que traía unos mocasines -símbolo de los niños de las escuelas- que recibió de la delegación indígena cuatro meses antes, para devolver en este viaje. “La memoria de esos niños es de verdad dolorosa”. Y más tarde insistió: “Les agradezco por haber compartido conmigo esta memoria sangrante”.

El Papa animó a trabajar juntos, rezar y caminar juntos, para “que los recuerdos del pasado den paso a la sanación y reconciliación”.

Insistió: “El primer paso de esta peregrinación penitencial es el de renovar mi pedido de perdón; pido perdón por la manera en que muchos cristianos colaboraron con la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron al pueblo indígena. También por la forma en que muchos miembros de las congregaciones religiosas cooperaron, también con su indiferencia, en proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada promovida por los Gobiernos de ese tiempo, que culminó en el sistema de escuelas residenciales”. El traductor fue interrumpido dos veces por aplausos.

La mención a los Gobiernos era, como menos, necesaria… y la escuchó el presidente Justin Trudeau que estaba presente en el acto. Fueron las autoridades civiles las que crearon el sistema de internados, lo supervisaron de forma desastrosa y lo infrafinanciaron.

El Papa matizó que en estas escuelas y congregaciones, “aunque la caridad cristiana estuvo presente, las consecuencias globales [del sistema de internados] fueron catastróficas”.

Por eso, dijo, “la Iglesia se arrodilla ante Dios por los pecados de sus hijos. Quiero repetir: humildemente pido perdón por los pecados que muchos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”. Los aplausos se repitieron con la tercera petición de perdón.

El Pontífice aseguró: “Seguiré animando el compromiso de todos los católicos con los pueblos indígenas, lo hice en varias ocasiones y también con una Exhortación Apostólica”.

La necesidad de Cristo para la sanación

Al final de su discurso, puntualizó que el camino de perdón y sanación necesitará de la Gracia de Jesucristo y el Espíritu Santo, ya que “el Señor Jesucristo, de un sepulcro, donde sólo cabía el llanto y la resignación, hizo un lugar de vida nueva”. Y pidió a todos orar por ese proceso de sanación

Tras el discurso, mientras cantaban con tambores, los jefes cree se acercaron al Papa. Wilton Littlechild le puso el penacho de plumas que lo señala como jefe y le regalaron uno de sus tambores. También recibió regalos de unas mujeres que eran supervivientes del sistema de internados.

Por el momento, las redes sociales no están siguiendo de forma masiva el viaje. En la cuenta oficial de Facebook del viaje papal, apenas unas 200 personas seguían en directo este acto, que era especialmente vistoso y emotivo. A la misma hora, en el Facebook de la archidiócesis de Edmonton, la anfitriona, anunciaba que “todavía hay buenos asientos gratis disponibles” para la misa en el Commonwealth Stadium (los asientos buenos son los cercanos al escenario). Se podían reservar en PapalVisit.ca.

El sistema de internados

El sistema de internados para indígenas nació en 1879 y fue especialmente dañino desde que se hizo obligatorio en 1920 hasta la Segunda Guerra Mundial. Fueron un nido de tuberculosis, desnutrición y muerte.

En los años 20 a los niños les golpeó también la terrible gripe que mató quizá al 10% de los alumnos de ese momento (la gripe era especialmente rápida y mortal con niños y adolescentes). La gripe y tuberculosis mataban a blancos e indios, pero los indios tenían menos inmunidad natural. Uno de cada siete niños se contagió de tuberculosis (muchos murieron, pero no una mayoría).

El historiador John S. Milloy detalla la historia de estas residencias en su libro de 1999 “A national crime: the Canadian Government and the Residential School System”. El Gobierno canadiense infrafinanciaba estos centros, mal diseñados y peor construidos, siempre fríos y mal aireados.

El Gobierno pagaba a los internados una cantidad por niño, por lo que las escuelas -gestionadas no solo por entidades católicas, sino también protestantes y anglicanas- intentaban tener el máximo de niños. A menudo había dos niños por cama en dormitorios hacinados.

Durante un siglo pasaron unos 140.000 niños por esos internados. La Comisión de Verdad y Reconciliación del Gobierno y los pueblos nativos, en 2015, tras años de investigación, sólo identificó 3.200 muertes de niños en esos centros. De un tercio, no tienen el nombre; de la mitad, no saben la causa de la muerte.

Que el Gobierno canadiense cometió una dejadez criminal lo reconoció el Primer Ministro Harper en 2008. Durante dos generaciones o más, el Gobierno ignoró los avisos y denuncias de quienes veían lo que pasaban.

Como casi la mitad de esos centros estaban regidos por congregaciones católicas (en concreto 66 de 139), el Papa Benedicto XVI, ya en 2009, recibió una delegación de nativos canadienses y expresó su “dolor por la deplorable conducta de aquellos católicos que causaron un inmenso dolor y sufrimiento a los que acudieron a escuelas residenciales”. Se refería sobre todo a los casos de castigos físicos brutales y desprecio a los alumnos.

Una Comisión de Verdad y Reconciliación en 2015 finalizó un informe de 6 volúmenes con recomendaciones. La Iglesia Católica se comprometió a apoyar más a las comunidades indígenas.

Los pueblos nativos hoy

Según distintos censos, en Canadá hay entre 800.000 y un millón de miembros de las primeras naciones (además, habría que sumar a los inuit -esquimales- y los métis, mestizos, con status propio). Según el Censo de Canadá de 2016, alrededor del 40% vive en una reserva, el 45% en zonas urbanas y el 14% en zonas rurales (fuera de la reserva). Un informe de 2019 editado por la Asamblea de las Primeras Naciones y el Centro Canadiense de Políticas Alternativas indica que el 47% de los más de 254.000 niños de las Primeras Naciones de Canadá viven en la pobreza.

Por la tarde, el Papa se dirigió a un acto en una parroquia católica de Edmonton especialmente dedicada a la pastoral con pueblos nativos (son unos 75.000 en la zona urbana).

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