El Papa afirma que «vivimos otra guerra mundial, a pedazos» y recuerda a los cristianos perseguidos

Tras visitar la sede del Pontificio Instituto Oriental de Roma, el Papa Francisco
presidió en la Basílica de Santa María La Mayor, una Concelebración
Eucarística por el Centenario de la Congregación para las Iglesias
Orientales, que fue instituida por el Papa Benedicto XV con el Motu
Proprio Dei Providentis del 1 de mayo de 1917.

En su homilía, el Papa comenzó dando gracias al Señor por la fundación
de esta Congregación junto al Pontificio Instituto Oriental, hace
exactamente un siglo. Y recordó que en aquel entonces arreciaba la
Primera Guerra Mundial; mientras hoy – como ya lo dijo en diversas
ocasiones  – “vivimos otra guerra mundial, si bien a pedazos”.
Por esta razón Francisco afirmó: “Y vemos a tantos de nuestros hermanos
y hermanas cristianos de las Iglesias orientales que sufren
persecuciones dramáticas y una diáspora cada vez más inquietante. Esto
hace que surja tantas preguntas, tantos ‘por qué’, que se asemejan a los
de la Primera Lectura del día, tomada del libro de Malaquías (3,13-20
a)”.

Según informa Radio Vaticano,
tras recordar que en aquel episodio el Señor se lamenta con su gente
diciendo que son duros los razonamientos que hacen contra Él, el Santo
Padre agregó:

“Dios no se olvida de sus hijos”

“Cuántas veces también nosotros hacemos esta experiencia, y cuántas
veces la escuchamos en las confidencias y en las confesiones de las
personas que nos abren su corazón. Vemos a los malvados, aquellos que, sin escrúpulos, hacen sus propios intereses,
aplastando a los demás, y parece que a ellos las cosas les van bien:
obtienen lo que quieren y piensan sólo en disfrutar la vida…”.

De todos estos “¿por qué?”, que también aparecen en la Sagrada
Escritura, el Obispo de Roma dijo que a ellos responde la misma Palabra
de Dios en el pasaje del profeta en el que se lee que el Señor los
escuchó. De manera que Dios no se olvida de sus hijos,
puesto que su memoria es para los justos, para quienes sufren, están
oprimidos y se preguntan “¿por qué?”. Y sin embargo, añadió, “no cesan
de confiar en el Señor”.

“Cuántas veces la Virgen María, en su camino, se ha preguntado ‘¿por qué?’; pero en su corazón, en el que meditaba  cada cosa, la gracia de Dios hacía resplandecer la fe y la esperanza”.

El Papa Bergoglio reafirmó que cuando se reza se necesita el coraje de
la fe; es decir, tener confianza en que el Señor nos escucha. Tener el
valor de llamar a su puerta, tal como el mismo Señor lo dice: “el que
quiere recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá”. (v.
10).

“¿Sabemos llamar al corazón de Dios?”

“Pero nuestra oración ¿es verdaderamente así? ¿Nos implica verdaderamente, implica nuestro corazón y nuestra vida? ¿Sabemos llamar al corazón de Dios?”.

“El hombre – dijo el Papa Francisco hacia el final de su reflexión – llama con la oración a la puerta de Dios para pedir la gracia.
Y Él, que es Padre, me da eso y más: el don, el Espíritu Santo”. Y
concluyó su homilía invitando a aprender a llamar al corazón de Dios. Y a
hacerlo con coraje, con una oración valerosa que inspire y alimente
también su servicio en la Iglesia, a fin de que su empeño dé frutos a su
tiempo y lleguen a ser como los árboles, cuyas hojas no se marchitan
(Cfr. Sal 1, 3).

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