El Papa Francisco, en su saludo con motivo del rezo del Ángelus de este domingo 12 de mayo, el Papa se ha referido a la Ascensión (hay países que aún la celebran en jueves, pero en muchos otros se ha trasladado al domingo).
“Nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo como en una cordada”, dijo, comparando la Iglesia con los que escalan montañas atados unos a otros, apoyándose, y con los más fuertes tirando de los cansados.
Así, para subir al Cielo con Cristo y como Cristo, el cristiano ha de estar unido a otros hermanos, alejarse de mezquindades, apoyar al rezagado “y no quedarnos anclados en las cosas pasajeras”, el dinero, los placeres, los éxitos, sino practicar las obras de amor… que incluyen, dijo, “expulsar demonios”.
Jesús, al ascender, no se aleja, sino que nos precede
“El regreso de Jesús al Padre se nos presenta no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo de precedernos hacia la meta”, afirma el Papa.
Francisco quiso dar más detalles con el ejemplo de los escaladores: “Es como cuando en la montaña se sube hacia la cima: se camina, con fatiga, y finalmente, en un recodo del sendero, el horizonte se abre y se ve el panorama. Entonces todo el cuerpo vuelve a encontrar la fuerza para afrontar la última subida. Todo el cuerpo – brazos, piernas y todos los músculos – se tensa para llegar a la cumbre. Y nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo como en una cordada”.
“Subimos con alegría junto a Él, la cabeza, sabiendo que el paso de uno es un paso para todos y que nadie debe perderse ni quedar atrás porque somos un cuerpo solo. Paso a paso, peldaño a peldaño, Jesús nos muestra el camino”.
Los pasos y peldaños: expulsar demonios, sanar enfermos, enfrentar serpientes
El Evangelio del día explica que los discípulos, al anunciar el Evangelio, podrán “bautizar, expulsar a los demonios, enfrentar a las serpientes, sanar a los enfermos” (Mc 16,16-18). Para Francisco, este significa que el cristiano realiza obras de amor, da esperanza, evita el mal y la mezquindad, apoya al sufriente.
“Cuanto más hacemos esto, más nos dejamos transformar por su Espíritu, más seguimos su ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca, las palabras y los gestos se convierten en buenos, la mente y el corazón se agrandan y respiran”, añadió, siguiendo con los ejemplos de escaladores.
Y lanzó una pregunta: “Mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el Paraíso?”
Al concluir su reflexión, el Santo Padre se encomienda a María, para que ella, que ya llegó a la meta, “nos ayude a caminar juntos con alegría hacia la gloria del Cielo”.
Pide intercambio de prisioneros en Ucrania
Francisco sabe que la Pascua ortodoxa no ha traído ni treguas ni apaciguamiento en la guerra entre rusos y ucranianos, y de hecho hace tiempo que los intercambios de prisioneros escasean: el último conocido fue el 8 de febrero. Mientras tanto, se recrudecen los combates en Járkov y otras zonas: Rusia intenta avanzar antes de que Ucrania reciba material de guerra desbloqueado por el Congreso de EEUU.
Al término del Regina Caeli, el Papa exhortó a un intercambio de prisioneros entre Moscú y Kiev, incluso con la ayuda de la Santa Sede. “Mientras celebramos la Ascensión del Señor resucitado, que nos libera y nos quiere libres, renuevo mi llamamiento en favor de un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania, asegurando la disponibilidad de la Santa Sede para favorecer todos los esfuerzos en este sentido, especialmente, por aquellos gravemente heridos y enfermos.Y sigamos rezando por la paz en Ucrania, en Palestina, en Israel, en Myanmar. Recemos por la paz”.