
La parroquia de Santa María de Iria Flavia acogió este sábado la celebración del Jubileo de la Esperanza, un encuentro que reunió a fieles, sacerdotes y representantes de las distintas parroquias del arciprestazgo Iria-Santiago. La jornada, vivida con un ambiente de alegría, fe y fraternidad, tuvo como acto central la Eucaristía presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Francisco José Prieto Fernández.
Antes de la celebración litúrgica, los feligreses realizaron una peregrinación a pie desde Padrón hasta Iria Flavia, evocando el paso de los antiguos caminantes hacia Santiago y simbolizando el camino de fe que une a las comunidades del arciprestazgo. Durante el trayecto, los peregrinos compartieron oración, cantos y momentos de reflexión, en un gesto de comunión y esperanza que marcó el inicio de la jornada jubilar.

En su homilía, monseñor Prieto Fernández agradeció la acogida en “esta tierra que tanto habla de nuestra historia y de las raíces de la fe”, recordando la tradición que sitúa en Iria Flavia la llegada de los restos del apóstol Santiago. Invitó a los asistentes a redescubrir el sentido del Jubileo convocado por el Papa Francisco y continuado por el Papa León, subrayando que este tiempo especial es una oportunidad “para renovar la fe, la esperanza y el amor en la vida cristiana y comunitaria”.
El arzobispo animó a los fieles a ser “artesanos de la reconciliación”, capaces de poner “alma, corazón y vida” en su compromiso con los demás. “El artesano —dijo— no trabaja en serie; en lo que hace pone su alma. Así debe ser también nuestra fe: hecha de vida y de encuentro, no de rutina ni de prejuicios”.
El arzobispo reflexionó también sobre la necesidad de vivir la esperanza desde el amor concreto al prójimo: “El Señor no nos espera lejos, sino al lado, en el hermano. Dios no es mío ni tuyo, es nuestro”. Y añadió: “Si decimos Padre nuestro, reconocemos que somos hijos amados y hermanos llamados a la unidad”.
Durante la celebración, el arzobispo recordó el reciente mensaje del Papa León, Dilexi te, en continuidad con la enseñanza del Papa Francisco, insistiendo en que “todos somos amados por Dios y llamados a amar especialmente a los más olvidados y necesitados”.
La jornada jubilar culminó con un ambiente de comunión y esperanza compartida. Fieles de distintas comunidades parroquiales, servidores del altar y representantes civiles participaron en una celebración que puso de manifiesto el espíritu de una Iglesia “que camina unida y con alegría”, como destacó monseñor Prieto al final de la Eucaristía.







