Flores

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

Flores

CITA

« ¡Cuando la vida te entierra o te entierres en vida, cuando la losa sea tan pesada que no puede ser movida, recuerda, EL estuvo allí y conoce la salida, tu salida a la VIDA!»

S.Son

San Cirilo De Jerusalén, La meta que se nos ha señalado no consiste en algo de poca monta, sino que nos esforzamos por la posesión de la vida eterna. Por esto, en la profesión de fe, se nos enseña que, después de aquel artículo: La resurrección de los muertos, de la que ya hemos disertado, creamos en la vida del mundo futuro, por la cual luchamos los cristianos (Catequesis,18).

San Agustín La fe de los cristianos es la Resurrección de Cristo; esto es lo que tenemos por cosa grande: el creer que resucitó ().

Prometió la salvación eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compañía de los argeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la contemplación de su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la resurrección, la ausencia total del miedo a la muerte (Coment. sobre el Salmo 109).

«Vive bien; vive de forma que, cuando mueras, no mueras».

San Ireneo de Lyon Nuestros cuerpos, tras su disolución en la sepultura, resucitarán a su tiempo por el poder del Verbo de Dios para la gloria del Padre, que revestirá de inmortalidad nuestra carne corruptible, pues la omnipotencia de Dios se manifiesta perfecta en lo que es débil y caduco ().

San Juan Damasceno «Que se regocijen los cielos, que la tierra se llene de alegría, que el universo celebre la fiesta, el universo entero, el visible y el invisible, porque Cristo, la alegría eterna ha resucitado» ().

San Máximo De Turín, La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día en que resucitó el Señor (Sermón 53).

San Gregorio Magno «Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer que no se apartaba del sepulcro. Ella fue la única en verlo, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas» ()

San Francisco de Sales El tiempo de buscar a Dios es esta vida. El tiempo de encontrar a Dios es la muerte. El tiempo de poseer a Dios es la eternidad. ()

Martín Lutero Nuestro Señor ha escrito la promesa de la resurrección, no en los libros, sino en todas las hojas de la primavera ()

San Josemaría Escrivá Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos (Es Cristo que pasa,102).

Concilio Vaticano II: Los cristianos, peregrinando hacia la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye la importancia de la obligación que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la construcción de un mundo más humano (Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 57).

La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días [. . . ]. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios que los hizo renacer con viva esperanza por la resurrección de Cristo de entre los muertos (1P 1,3) (Sacrosanctam Concilian,106).

Catecismo, nº 639 «El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya san Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: ‘Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce’. El Apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco»

Al tercer día resucitó de entre los muertos

638: “Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús” (Hch 13,32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz.

El sepulcro vacío: “vio y creyó”

640: “El sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres, después de Pedro. “El discípulo que Jesús amaba” (Jn 20,2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir “las vendas en el suelo” (Jn 20,6) “vio y creyó” (Jn 20,8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro”.

La Resurrección de Cristo, “signo” de que es quien dice ser

651: «Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe» (1Cor 15,14). La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había prometido.

652: La Resurrección de Cristo es cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento y del mismo Jesús durante su vida terrenal. La expresión «según las Escrituras» indica que la Resurrección de Cristo cumplió estas predicciones.

653: La verdad de la divinidad de Jesús es confirmada por su Resurrección. Él había dicho: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy» (Jn 8,28). La Resurrección del Crucificado demostró que verdaderamente, él era «Yo Soy», el Hijo de Dios y Dios mismo. San Pablo pudo decir a los judíos: «La Promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido en nosotros… al resucitar a Jesús, como está escrito en el salmo primero: “Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy”» (Hech 13,32-33). La Resurrección de Cristo está estrechamente unida al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios: es su plenitud según el designio eterno de Dios.

Sentido y alcance salvífico de la Resurrección

654: Hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… así también nosotros vivamos una nueva vida» (Rom 6,4). Consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia. Realiza la adopción filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jesús mismo llama a sus discípulos después de su Resurrección: «Id, avisad a mis hermanos» (Mt 28,10; Jn 20,17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiación adoptiva confiere una participación real en la vida del Hijo único, la que ha revelado plenamente en su Resurrección.

655: Por último, la Resurrección de Cristo -y el propio Cristo resucitado- es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Cor 15,20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En El los cristianos «saborean los prodigios del mundo futuro» (Heb 6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Cor 5,15).

El Domingo, día del Señor

1166: «La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del Señor” o Domingo» (SC 106). El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el «primer día de la semana», memorial del primer día de la creación, y el «octavo día» en que Cristo, tras su «reposo» del gran Sabbat, inaugura el Día «que hace el Señor», el «día que no conoce ocaso» (Liturgia bizantina). El «banquete del Señor» es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los invita a su banquete (Ver Jn 21,12; Lc 24,30):

El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación (S. Jerónimo, pasch).

1167: El Domingo es el día por excelencia de la asamblea litúrgica, en que los fieles «deben reunirse para, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la Pasión, la Resurrección y la Gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los hizo renacer a la esperanza viva por la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (SC 106):

Cuando meditamos, oh Cristo, las maravillas que fueron realizadas en este día del Domingo de tu santa Resurrección, decimos: Bendito es el día del Domingo, porque en él tuvo comienzo la Creación… la salvación del mundo… la renovación del género humano… en él el cielo y la tierra se regocijaron y el universo entero quedó lleno de luz. Bendito es el día del Domingo, porque en él fueron abiertas las puertas del paraíso para que Adán y todos los desterrados entraran en él sin temor (Fanqîth, Oficio siriaco de Antioquía, vol 6, 1.ª parte del verano, p. 193 b).

Pablo VI: La plenitud de la alegría surge de la victoria del crucificado… y esclarece las tinieblas de las almas

San Juan Pablo II También el cristiano, en la época y en el lugar en que vive, es un testigo de Cristo resucitado: ve con los mismos ojos de Pedro y de los Apóstoles; está convencido de la resurrección gloriosa de Cristo crucificado y por ello cree totalmente en Él, camino, verdad, vida y luz del mundo, y lo anuncia con serenidad y valentía. El “testimonio pascual” se convierte, de este modo, en la característica específica del cristiano. (29-03-1989).

Benedecto XVI Su comunión existencial con Dios era concretamente una comunión existencial con el amor de Dios, y este amor es la verdadera potencia contra la muerte, es más fuerte que la muerte” (Homilía, 15 de abril de 2006).

«Jesús no ha vuelto a una vida humana normal de este mundo, como Lázaro y los otros muertos que Jesús resucitó. Él ha entrado en una vida distinta, nueva; en la inmensidad de Dios»

Papa Francisco: si un día la tristeza te hace una invitación, dile que ya tienes un compromiso con la alegría y que le serás fiel toda la vida.

No privemos al mundo del gozoso anuncio de la Resurrección ().

Ya en esta vida nosotros participamos de la resurrección de Cristo. Si es verdad que Jesús nos resucitará al final de los tiempos, es también verdad que, en un aspecto, ya estamos resucitados con Él. ¡La Vida Eterna comienza ya en este momento! Comienza durante toda la vida hacia aquel momento de la resurrección final ¡Ya estamos resucitados!

Porque Jesús resucitó, nosotros resucitaremos; nosotros tenemos la esperanza en la resurrección porque Él nos abrió la puerta a esta resurrección. Y esta transformación, esta transfiguración de nuestro cuerpo se prepara en esta vida por la relación con Jesús, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Nosotros, que en esta vida hemos sido alimentados con su Cuerpo y con su Sangre, resucitaremos como Él, con Él y por medio de Él ().

Nietzsche, ¡cristianos!: ¿qué han hecho de la alegría que les anunciaron hace dos mil años…tendrían que cantarme mejores cánticos para que yo aprendiera a creer en su Salvador; sería necesario que tuvieran un aire más alegre, de resucitados.

Enzo Bianchi «Sabemos que el anuncio pascual, es específico del cristianismo, la deuda de esperanza que los cristianos tenemos para con todos los hombres. También conocemos nuestras hondas resistencias a creer este anuncio inaudito; y, aún más, lo que nos cuesta creer en la resurrección de Jesucristo como prenda de nuestra resurrección» ().

Romano Guardini, “La fe cristiana se mantiene o se pierde según se crea o no en la resurrección del Señor. La resurrección no es un fenómeno marginal de esta fe; ni siquiera un desenlace mitológico que la fe haya tomado de la historia y del que más tarde haya podido deshacerse sin daño para su contenido: es su corazón” (“Il Signore”, Parte sexta, resurrección y transfiguración).

Benito Pérez Galdós: ”Asusta pensar que acaso las admiraciones más sinceras que tenemos son las que de las personas que no nos han comprendido”.

RESURRECCIÓN Fdz, Carvajal

2449 La razon de que los discípulos tardaran en creer en la Resurrección del Señor, no fue tanto por su flaqueza como por nuestra futura firmeza en la fe; pues la misma Resurrección demostrada con muchos argumentos a los que dudaban, ¿qué otra. cosa significa sino que nuestra fe-se fortalece por su duda? (SAN GREGORIO MAGNo,Hom. 16sobre los Evang. ).

2450 Después de la tristeza del sábado resplandece un día feliz, el primero entre todos, iluminado con la primera de las iuces, ya que en él se realiza el triunfo de Cristo resucitado (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos,16).

2451 Yo, por mi parte, sé muy bien y en ello pongo mi fe que, después de la Resurrección, el Señor permaneció en su carne. Y así, cuando se presentó a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme, palpadme y comprended que no soy un espir¿tu incorpóreo. Y al punto le tocaron y creyeron, quedando persuadidos de su carne y de su espiritu [. . . ]. Es más, después de su Resurrección comió y bebió con ellos, como hombre de carne que era, si bien espiritualmente estaba hecho una cosa con su Padre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los de Esmirna, lll,1-3).

2452 Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. En los que vieron claramente los vestigios de los clavos; y, según San Juan, también les enseñó el costado que había sido abierto con la lanza, para que, viendo las cicatrices de las heridas, pudiesen curar las heridas de sus dudas.

no quiso curar estas señales: en primer lugar, para confirmar en sus discípulos la fe de la resurrección; en segundo lugar para poder presentarlas a su Padre cuando intercediese por nosotros, manifestándole la clase de muerte que por nosotros había sufrido; en tercer lugar, para demostrar siempre a los redimidos con su muerte el gran amor que con ellos empleó, presentándoles las señales de su pasión; finalmente, para probar el día del juicio la justicia con que serán condenados los impíos (SAN BEDA, en CatenaAurea, vol. Vl, p. 548).

2453 Y habiendo comido delante de ellos, tomó las sobras y se los dio. Para demostrarles la veracidad de su resurrección, no sólo quiso que le tocasen sus discípulos, sino que se dignó comer con ellos, para que viesen que había resucitado de una manera real, y no de un modo imaginario. Comió para manifestar que podía, y no poráneacesidad: la tierra sedienta absorbe el agua de un modo distinto a como la abr sorbe el sol ardiente; la primera poráneacesidad, el segundo, por potencia (SAN BEDA en Catena Aurea, vol. Vl, p. 550).

2454 Con razón los Romanos Pontífices han llamado a Maria Corredentora: de tal modo, juntamente con su Hijo paciertey muriente, padeció y casi murió; y de tal modo, por lasalvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependia, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo. (Benedicto XV). Asi entendemos mejor aquel momento de la Pasión de Nuestro Señor, que nunca nos cansaremos de meditar: stabot autem iuxta cruce”. Jesu matar eius (Jn 19,25), estaba junto a la cruz de Jesús su Madre (J. ESCRIVA DE BALAGUER Amigos de Dios,287).

2455 Cristo ha muerto por ti. Tú. . . ¿qué debes hacer por Cristo? (J. ESCRIVA DE BALAGUER Camino, n. 299). Pascua del Señor, Pascua; lo digo por tercera vez en honor 2456 de la Trinidad: Pascua. Es, para nosotros, la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades, que es superior a todas las demás, no sólo a las fiestas humanas y terrenales, sino también a las fiestas del mismo Cristo que se celebran en su honor, igual que el sol supera a las estrellas (SAN GKEGORIO NACIANCENO, Oración 45,2).

2457 Yentrando, no hallaron el cuerpo del Señor. No habiendo encontrado el cuerpo de Jesús, porque había resucitado, i eran agitadas por diversas ideas; y como amaban tanto al Señor y se hallaban tan apenadas por su desaparición, merecieron la presencia de un ángel (SAN CIR1LO, en Catena Aurea, vo l. Vl, p. 524).

2458 Y les dijo: Paz a vosotros; soy yo, no temáis. Avergüénce- nos el prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos de jó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: la paz de Dios; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: El es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Quizás el deseo de dominio, o de ambición, o de envidia, o de aborrecimiento del prójimo, o de alguna otra cosa, que vemos en quienes desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une [. . . ]. La transmite a los ángeles [. . . ] y se extiende también a todas las criaturas que verdaderamente la desean (SAN GREGORIO NACIANCENO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 545).

CONTO

¿MATAR EL TIEMPO?

Hace unos años me levanté una mañana con una gana de dedicar el día a hacer una encuesta: ¿Vivimos una sola vez? Esta era la pregunta que había preparado para sondear la creencia de la gente sobre el tema de la reencarnación.

Mi primera víctima vestía un traje oscuro, corbata exótica y gafas. Por el maletín presumí que sería un personaje importante. Me crucé con él y le caí con la pregunta: “¡Oiga! perdone la molestia, ¿usted ha vivido una vida antes de esta?” “Nunca …esta es la primera vida que vivo”- me contestó sin demorar un segundo y asombrado. Mientras se alejaba, no dejaba de mirarme con cara perpleja. Seguramente me tachó de loco. Yo también habría pensado igual.

Me pasé toda la mañana preguntando a unos y a otros. Recogí impresiones de todo tipo, pero siempre del mimo sentido: Nadie, nadie de veras había vivido otra vida. “Pero ¿de qué me estás hablando, hombre?” Llegué a la conclusión de que nadie había tenido una vida anterior. Todos estrenaban su primera vida.

Sin embargo me asombré yo, este verano, cuando cayó entre mis manos un folleto con este título: “Sugerencias para matar el tiempo” Y me pregunté: ¿Tenemos que matar el tiempo? ¿Se puede matar el tiempo cuando tenemos una sola vida? ¿Vale tan poco la vida para que tengamos que matarla? Al que mata el tiempo habría que dedicarle en su tumba un epitafio como éste: “Aquí descansa aquel individuo que, al morirse, dejó vacíos unos pantalones”

La Sagrada Escritura nos dice claramente que se muere una sola vez. “Los hombres mueren una sola vez, y después viene para ellos el juicio.” (He 9,27)

Tomado de Pedro Chinaglia

EL GUSANO Y LA MARIPOSA

Había una vez un gusano que iba por el campo. Era de color blanco con puntitos verdes en la espalda. Nadie lo quería porque decían que era muy feo y repugnante. El pobre gusano se arrastraba muy triste por el suelo. Cuando llegaba a una planta, todos los insectos que había en ella se burlaban de él. No encontraba a nadie que le hiciera compañía, o quisiera jugar con él. La única distracción que tenía era subirse a lo alto de un árbol y ver volar a las mariposas. Daría cualquier cosa por volar como ellas. Se pasaba allí horas y horas observándolas. Pero cuando bajaba al suelo, volvía a encontrarse con las mismas burlas e insultos de siempre. Cansado de todo esto, decidió subirse a lo más alto de un árbol para que nadie pudiera encontrarlo. Nunca más volvería a bajar al suelo.

Un día, una mariposa se puso a descansar en la rama donde estaba él. Éste se acercó hacia ella y comenzaron a hablar. Al final, se hicieron muy amigos. Y desde entonces, pasaban largos ratos hablando y estando juntos.

Después de un tiempo, el gusano le hizo esta pregunta: – ¿Por qué has querido ser mi amiga si nadie me quiere por lo feo y repugnante que soy? Y la mariposa le respondió: – Lo que importa para ser amigos, no es cómo eres por fuera, sino lo buena persona que eres por dentro.

El gusano estaba muy contento porque había encontrado un amigo de verdad. Estaba tan feliz que, una noche, mientras estaba durmiendo en lo alto de su árbol, su cuerpo comenzó a transformarse. A la mañana siguiente, se había convertido en una mariposa bellísima, como nunca se había visto. Cuando su amiga mariposa vino a verle, y vio lo que le había ocurrido, se alegró mucho y le dijo: – Ahora has sacado hacia fuera la belleza y lo buena persona que antes eras por dentro.

Y las dos mariposas se pusieron a volar juntas. Desde ese momento, cada vez que veían a un gusano triste en lo alto de alguna rama, bajaban y se ponían junto a él. Y se volvía a repetir la misma historia.

Tomado de P, Diego Millán

ANÉCDOTA

DOMINGO

Los cuatro evangelistas sitúan el hallazgo de la tumba vacía en las primeras horas de lo que para los judíos era “el primer día de la semana”, día que desde los tiempos apostólicos vino a llamarse en latín “Dies Domini” y que traducido significa “Día del Señor”. Es la raíz de la palabra “Domingo”, el primero y a la vez el “octavo” día de la semana, porque es considerado un “nuevo día”. El Domingo es el Día del Señor porque es el Día de su triunfo, el Día grandioso en que el Señor Jesús resucitó rompiendo las ataduras de la muerte, Día en el que Él hizo todo nuevo, Día por tanto consagrado al Señor.

Tomado de Dies Domini

EL DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR

1166: «La Iglesia, desde la tradición apostólica que tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del Señor” o Domingo» (SC 106). El día de la Resurrección de Cristo es a la vez el «primer día de la semana», memorial del primer día de la creación, y el «octavo día» en que Cristo, tras su «reposo» del gran Sabbat, inaugura el Día «que hace el Señor», el «día que no conoce ocaso» (Liturgia bizantina). El «banquete del Señor» es su centro, porque es aquí donde toda la comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los invita a su banquete (Ver Jn 21,12; Lc 24,30):

El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecido la luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la salvación (S. Jerónimo, pasch).

1167: El Domingo es el día por excelencia de la asamblea litúrgica, en que los fieles «deben reunirse para, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la Pasión, la Resurrección y la Gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que los hizo renacer a la esperanza viva por la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos» (SC 106):

Cuando meditamos, oh Cristo, las maravillas que fueron realizadas en este día del Domingo de tu santa Resurrección, decimos: Bendito es el día del Domingo, porque en él tuvo comienzo la Creación… la salvación del mundo… la renovación del género humano… en él el cielo y la tierra se regocijaron y el universo entero quedó lleno de luz. Bendito es el día del Domingo, porque en él fueron abiertas las puertas del paraíso para que Adán y todos los desterrados entraran en él sin temor (Fanqîth, Oficio siriaco de Antioquía, vol 6, 1.ª parte del verano, p. 193 b).

Tomado de Catecismo

GILBERTO CHESTERTON,

Autor inglés que escribió cuentos magníficos, pero también era famoso por hacer cosas excéntricas. Era un hombre grande – en altura y anchura. Siendo tan gordo, llevaba un abrigo en el cual podía esconder muchas cosas, incluyendo una pistola larga. Cuando alguien se quejaba, “mi vida no tiene valor. Estoy cansado de ella. Me gustaría morir no más,”

Chesterton sacaría la pistola y le diría:

“Está bien. Déjame ayudarte.”

Después de recuperarse del choque, el hombre se daría cuenta, “Pues, quizás tengo unos motivos para seguir viviendo.”

Tomado de Padre Felipe Bloom

NUEVA IDENTIDAD

El escritor francés, Henri Barbusse (1874-1935) cuenta algo que sucedió en las trincheras durante la primera guerra mundial. Un hombre herido y al punto de morir, le dijo a su compañero, “Domingo, sé que has vivido una vida mala. Los policias te buscan por todas partes. Pero no hay nada en contra mía. Mi nombre es limpio. Entonces toma mi cartera, mis papeles, mi nombre, mi vida – dame tus papeles para que yo llevara tus crimenes al sepulcro conmigo.”

Tomado de Padre Felipe Bloom

¿QUÉ SABEMOS DE LA TUMBA DE JESÚS?

Existen en los alrededores de Jerusalén tumbas del TIempo de Jesús.

Las de los personajes ricos y pudientes, que eran excavadas sobre roca viva, han perdurado hasta nuestros días. Los pobres eran inhumados en TIerra. Las tumbas halladas poseen los nombres de las personas enterradas en ellas. Todas ellas han sido estudiadas con profusión. El Santo Sepulcro que se venera actualmente responde a la descripción del evangelio. Sobre él se construyó una basílica en tiempos del emperador Constantino, pasado el año 313 d.C., que ha llegado hasta nuestros días.

Tomado de Tiempo Interior

Una instrucción que se publicó en 1964, ínter Oecumenici, para la recta aplicación de la reforma litúrgica, daba una feliz definición de lo que es una liturgia bien celebrada, sobre todo de la liturgia pascual: «ut Mysterium Paschale vivendo exprimatur», que el misterio pascual lo expresemos con nuestra vida, con nuestra alegría, nuestra entrega por los demás, nuestra energía para el bien, nuestra valentía en la lucha contra el mal y contra toda injusticia, nuestra esperanza y novedad de vida.

José Aldazábal Domingos Ciclo B

¿POR QUÉ CASI SIEMPRE HACE MAL TIEMPO EN SEMANA SANTA?

La respuesta, probablemente más poética que científica, la leí en Josep Pla, en Las horas, libro que no me cansaré nunca de recomendaros.

Como sabéis, la Semana Santa, o mejor dicho el día de Pascua de Resurrección, es una fiesta móvil, cada año cae en diferente fecha. ¿Cómo se fija? Desde el Concilio de Nicea (hace casi 1.700 años), así: la Pascua de Resurrección es siempre el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera…

Y en ese equinocio y en esa luna llena que siempre antecede a la Pascua está, según Pla, el origen del tiempo desapacible de estas fechas. Escribe Pla:

“De niño, no podía explicarme el melancólico y triste aspecto que tienen los días y sobre todo las noches de Semana Santa. Son los días más tétricos del año. Aunque de día haga sol y buen tiempo, sus horas transcurren como tocadas por una sombra opaca vagamente teñida de violáceo o de verde fosforescente. Pero recuerde lo que decíamos hace un momento. En primer lugar, la Semana Santa está, de cerca o de lejos, íntimamente ligada con el equinoccio de primavera, que es el tiempo indefectible de marejadas y de accidentes meteorológicos dramáticos. Y después, estando la Pascua situada después del plenilunio, los días inmediatamente anteriores a la festividad son días de luna vieja, es decir, de luna menguante (…) que es la fase triste, esmortecida y cadavérica de la luna”.

No sé si tiene mucha base científica, pero sonar suena bien.

Josep Pla, en Las horas

Fuente: 20 Minutos. Anecdonet

CHISTE

MODERE SU VELOCIDAD

Durante la Semana Santa la Dirección General de Tráfico puso el siguiente cartel en la autopista:

– Modere su velocidad, lo del domingo de resurrección ¡no está demostrado!

POEMA

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que una fontana fluía

dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,

agua, vienes a mí,

manantial de nueva vida

de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que una colmena tenía

dentro de mi corazón;

y las doradas abejas

iban fabricando en él,

con las amarguras viejas,

blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía,

soñé, ¡bendita ilusión!,

que un ardiente sol lucía

dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba

calores de rojo hogar,

y era sol porque alumbraba

y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que era Dios lo que tenía

dentro de mi corazón.

Antonio Machado

RESURRECCIÓN: PORQUE EL AMOR NO MUERE

Estos versos de la llamada “poesía romántica” de Prilutzky me hablan hoy de resurrección. Imagino a unos discípulos asustados, sin terminar de creer que la muerte se lo haya llevado todo; aún recuerdan vívidamente la voz del Maestro, del Amigo, sus gestos, su ternura, su mirada. Él ya no está, pero está en todos y en todo. ¿Acaso la muerte puede acabar con lo que amamos?

Imagino estos versos detrás del diálogo con María Magdalena en el sepulcro, imagino que a esto se referían los discípulos de Emaús cuando decían que les ardía el corazón… Yo no sé si sus amigos “verían” a Jesús tal y como lo habían conocido, de lo que sí estoy convencida es que en algún momento se dieron cuenta de que querían a ese hombre más que a nada en el mundo, y que este amor daba sentido a sus vidas.

(María G. Barral)

Dile que no me tema, amor, y dile

que estoy a su lado como el aire,

como un cristal de niebla o como el viento

que se aquieta la tarde.

Dile que no me huya, amor, y dile

que no me vuelva a herir, que no me aparte,

que soy el brillo húmedo en sus ojos

y el latido en su sangre.

Dile que no me aleje, amor, y dile

que yo soy el umbral de su morada,

el agua de su sed

y aquel único pan para su hambre (…)

Dile que no recuerde y dile

que no respire, amor, sin respirarme.

Julia Prilutzky

ORACIÓN

ORACIÓN DEL SIGLO XVI

«Cristo no tiene manos, sólo tiene nuestras manos para hacer hoy su trabajo; Cristo no tiene pies, tiene nuestros pies para dirigirse hoy a los hombres; Cristo no tiene labios, tiene nuestros labios para anunciar hoy el Evangelio. Nosotros somos la única Biblia que aún todos los hombres pueden leer. Nosotros somos la última llamada de Dios, escrita con palabras y con obras».

Bruno Forte

MEDITACIÓN

Cuando se da una esperanza total que prevalece sobre todas las demás esperanzas particulares, que abarca con su suavidad y con su silenciosa promesa todos los crecimientos y todas las caídas, 

cuando se acepta y se lleva libremente una responsabilidad donde no se tienen claras perspectivas de éxito y de utilidad,

cuando un hombre conoce y acepta su libertad última, que ninguna fuerza terrena le puede arrebatar,

cuando se acepta con serenidad la caída en las tinieblas de la muerte con el conocimiento de una promesa que no entendemos,

cuando se da como buena la suma de todas las cuentas de la vida que uno mismo no puede calcular, pero que Otro ha dado por buenas, aunque no se puedan probar,

cuando la experiencia fragmentada del amor, la belleza y la alegría se viven sencillamente y se aceptan como promesa del amor, la belleza y la alegría, sin dar lugar a un escepticismo cínico como consuelo barato del último desconsuelo,

cuando el vivir diario, amargo, decepcionante y aniquilador se vive con serenidad y perseverancia hasta el final, aceptado por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar, 

cuando se corre el riesgo de orar en medio de tinieblas silenciosas sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibimos una respuesta que se pueda razonar o disputar,

cuando uno se entrega sin condiciones y esta capitulación se vive como una victoria,

cuando el caer se convierte en un verdadero estar de pie,

cuando se experimenta la desesperación y misteriosamente se siente uno consolado sin consuelo fácil,

cuando el hombre confía sus conocimientos y preguntas al misterio silencioso y salvador, más amado que todos nuestros conocimientos particulares convertidos en señores demasiado pequeños para nosotros,

cuando ensayamos diariamente nuestra muerte e intentamos vivir como desearíamos morir: tranquilos y en paz,

cuando… podríamos continuar durante largo tiempo.

Allí está Dios y su gracia liberadora, allí conocemos a quien nosotros, cristianos, llamamos el Resucitado,

allí se hace una experiencia que no se puede ignorar en la vida, aunque a veces esté reprimida, porque se ofrece a nuestra libertad con el dilema de si queremos aceptarla o si, por el contrario, queremos defendernos de ella en un infierno de libertad al que nos condenamos nosotros mismos.

Esta es la mística de cada día, el buscar a Dios en todas las cosas. Aquí está la sobria embriaguez del Resucitado de la que hablan los Padres de la Iglesia y la liturgia antigua y a la que nos está permitido rehusar o despreciar por su sobriedad.

Experiencia del Espíritu, de Karl Rahner

CANTO

Vive Jesús – Verónica Sanfilippo / Pascua – Musica Católica

Verónica Sanfilippo – La muerte no podrá contra el Amor

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela