La Iglesia en España está organizada en 70 diócesis, que son muy distintas en tamaño, riqueza, población e historia. El pasado lunes 18 de mayo, al presentarse las cifras económicas eclesiales respecto a la declaración del IRPF de 2019, la Conferencia Episcopal Española por primera vez ofrecía una clasificación de las diócesis en 5 categorías, según su “tamaño económico” (que no es su tamaño en población):
– muy pequeñas
– pequeñas
– medianas
– grandes
– muy grandes
Las económicamente “pequeñas o muy pequeñas” (es decir, las pobres) necesitan siempre más apoyo económico del resto,
sobre todo a través de lo que se reparte por la crucecita que
libremente marcan los contribuyentes para “fines de la Iglesia” en la
declaración de la renta.
Las “muy pequeñas” (es decir, las más pobres) son sólo cuatro:
– Ciudad Rodrigo (38.000 habitantes) y Segovia (150.000 habitantes) en Castilla,
– Guádix (100.000 habitantes) en Andalucía
– y Jaca (50.000) en Aragón.
Las pequeñas (pobres) son 14:
– en Extremadura, Coria-Cáceres (240.000 habitantes)
– en Andalucía, Huelva (500.000), Jerez (540.000) y Almería (700.000),
– en Baleares, Ibiza (150.000) y Menorca (90.000),
– en Aragón, Tarazona (74.000) y Teruel (91.000),
– en Cataluña, Lérida (230.000), Urgel (213.000), Tortosa (275.000), Sant Feliu (1 millón de habitantes) y Solsona (140.000)
– y Sigüenza-Guadalajara (250.000), en Castillla-La Mancha
Por el contrario, las diócesis económicamente muy grandes (es decir, ricas), son sólo 7:
– Madrid, Pamplona, Valencia, Toledo, Ciudad Real, Córdoba y Sevilla
Obsérvese que Barcelona, una ciudad rica y poblada, no es una
diócesis muy rica; mientras que Ciudad Real (zona rural con 500.000
habitantes) sí lo es. Factores históricos, pero también de fe (práctica religiosa, costumbres…), pueden afectar el nivel económico de la diócesis.
Las diócesis grandes gastan 4 veces más en sueldos de seglares
En las 4 diócesis económicamente muy pequeñas, los fieles sólo aportan un 16% de sus recursos, mientras que un 51% de su economía depende de la “crucecita” del IRPF que se recauda en toda España.
En cambio, en las diócesis “grandes” (que son 21) los fieles aportan un 28% de los ingresos con sus colectas y donativos, mientras que sólo un 17% de su economía depende de la asignación tributaria del IRPF.
Los gastos también son distintos: las 4 diócesis más pobres se gastan un tercio de sus ingresos en conservar edificios y mantener la estructura, y otro tercio en pagar al clero. No dedican casi nada a pagar empleados seglares (un 6%).
En cambio, las diócesis “grandes” dedican cuatro veces más (un 26%) a pagar a empleados seglares y apenas un 15% a pagar al clero.
El 80% se va en gestión/sostenimiento (un 70% en las ricas)
El informe señala que en casi todas las diócesis lo que se dedica a
“actividades pastorales y asistenciales” (es decir, evangelización y
caridad) oscila entre el 10 y 20%. Sólo las 7 diócesis ricas pueden
dedicarle un 30%. El resto (70 a 80%) se gasta en “mantenimiento” (sueldos, edificios, gastos fijos, etc…).
Sin embargo, hay que tener en cuenta que aquí se está hablando del
dinero de “las diócesis” que no es lo mismo que el dinero “de la
Iglesia”.
Por ejemplo, el dinero diocesano mantiene una parroquia, sus
edificios y sus clérigos. En los locales de esa misma parroquia a lo
mejor hay una ONG de ayuda a misioneros, una cofradía que hace tareas
devocionales y solidarias, un equipo de Cáritas y otro equipo de Manos
Unidas… todas esas entidades hacen actividades de asistencia y
evangelización, recaudando donativos y movilizando voluntarios, pero no
figuran como “gasto pastoral-asistencial” en estas cuentas, porque no son cifras “de la diocesis”.
Fernando Giménez Barriocanal, el “gerente” de la Conferencia
Episcopal, explica las cifras de la Declaración de la Renta de 2019 y
cómo la Iglesia gasta lo recaudado
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