Escribe el Papa una carta a los romanos, para hablarles de la devoción a Santa María , bajo la advocación e imagen de Salus Populi Romani y recuerda que durante siglos todo el pueblo romano acudía a presentar suplicas e invocaciones, especialmente en época de peste, calamidades naturales o la guerra, porque dice el Papa que María posee “el don de la concordia y la paz“.
Al hilo de esta devoción y, de los 80 años del fin de la segunda guerra mundial, dice el Papa que bien se puede meditar en torno al tremendo flagelo de las guerras, citando expresamente a la martirizada Ucrania, Palestina e Israel, Sudan, Myanmar, “donde aún suenan las armas y más sangre humana continua siendo derramada. Son dramas que afectan a innumerables victimas inocentes, que gritan de terror y sufrimiento y claman a la conciencia de todos; ¡no se puede y no se debe ceder a la lógica de las armas!” Y recuerda el Papa que, ya San Pablo VI. en el año 1965, se preguntó, si algún día llegará el mundo a cambiar su mentalidad “particularista y beligerante que hasta ahora ha tejido tantas partes de su historia.” Para el Papa la respuesta a la beligerancia no puede ser otra que favorecer la paz en Europa y en el mundo entero y dice que “la paz es un don de Dios, que debe encontrar, también en esta época, corazones dispuestos a acogerlo y trabajar para ser artífices de reconciliación y testimonio de esperanza“.
Define el Papa al constructor de paz como aquel que la posea en si mismo, y con coraje y mansedumbre, se empeña en crear lazos, y establecer relaciones personales, y eliminar tensiones en la familia, trabajo, escuela, amistades. Porque quien actúa así practica la bienaventuranza evangélica de trabajar por la paz y podrá ser llamado hijo de Dios (Mt 5,9).
Esta forma de vivir, como constructor de paz, la sigue desarrollando el Papa en el saludo, que dirigió a ACLI (Asociación Cristiana de trabajadores italianos ), diciendo que el constructor de la paz, es hacedor de paz y es la voz de la cultura de la paz, porque el constructor de paz establece un “espacio en el que afirmar que la guerra nunca es “inevitable” mientras que la paz siempre es posible; y esto es cierto tanto en las relaciones entre los estados como en la vida de las familias, comunidades o espacios de trabajo” …. porque para el Papa, el constructor de paz dispone de “la habilidad de interceder, es decir, permanecer entre las dos partes contendientes, poniendo una mano en el hombro de cada uno de ellos y aceptando el riesgo de lo que esto implica.” dado que “Los que construyen la paz saben como tener una posición clara, pero al mismo tiempo se esfuerzan por construir puentes, escuchar y entender a las diferentes partes implicadas, promoviendo el dialogo y la reconciliación. Interceder por la paz es algo que va más allá del compromiso meramente político, porque requiere ponerse a si mismo en el punto de mira…interceder por la paz, es un valor más necesario que nunca”
Además de construir la paz, e invitar a ello, el Papa está preparando para el mes de septiembre de este año “un documento (sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús) que recoja las valiosas reflexiones de los textos magisteriales anteriores y de una larga historia que se remonta a las Sagradas Escrituras, para volver a proponer hoy, a toda la Iglesia, este culto lleno de belleza espiritual” y pide que se le acompañe “con la oración durante este tiempo de preparación“.
En muchas familias todavía se dispone, o está entronizado el Sagrado Corazón, heredado, en no pocos casos, de nuestros mayores, por lo que es un gran momento para dedicar renovada atención a la imagen y orar ante ella.
María Puy Fraga