Conmemoración de todos los Fieles Difuntos

CITA

«Más moscas se atraen con una gota de miel

que con un barril de hiel»

Condena el pecado, pero no al pecador”

«Si no das la talla, ponte “a tiro”»

S.Son

San Ireneo de Lyon “Porque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios” (haer. 4,20,7).

San Atanasio, «No conocer cuándo será el fin ni cuándo será el día del fin es útil a los hombres. Si lo conocieran, despreciarían el tiempo intermedio, aguardando los días próximos a la consumación. En efecto, sólo entonces alegarían motivos para pensar en ellos mismos. Por esto guardó silencio sobre la consumación de la muerte de cada uno para que los hombres no se enorgullecieran con tal conocimiento y no comenzaran a pasar la mayor parte del tiempo irreflexivamente. Ambas cosas, la consumación de todo y el final de cada uno, nos lo ocultó el Verbo (pues en la consumación de todo se halla la consumación de cada uno y en la de cada uno se contiene la del todo) para que siendo incierto y siempre esperado, cada día avancemos como llamados, tendiendo hacia lo que está delante de nosotros y olvidando lo que está detrás (Flp 3, 13)» (Contra Arianos 3,49).

San Ambrosio el Señor vio a Zaqueo en la rama, como el fruto entre las hojas, fruto maduro para la conversión. “Zaqueo en el sicómoro es esa figura del fruto nuevo del nuevo tiempo”.

«Que aprendan los ricos que no consiste el mal en tener riquezas, sino en no usar bien de ellas; porque así como las

“Ninguno puede ver a Jesús si se queda en la tierra”

Aprendan los ricos que no consiste el crimen en las riquezas, sino en no saber usar de ellas; porque así como las riquezas son impedimentos para los malos, son también un medio de virtud para los buenos. (Tomado de Catena Aurea, Lucas XIX , 1-10)

“¿Por qué será que las Escrituras, que no acostumbran indicar la estatura de nadie, dicen que Zaqueo „era de pequeña estatura‟? Ved, si por ventura, él nos sería pequeño en malicia o pequeño en la fe: él todavía no había prometido nada cuando decidió subir al sicómoro; todavía no había visto a Cristo y, por eso, era pequeño. (…) (San Ambrosio de Milán, en Comentarios sobre Lucas 8,48.87.88.90)

Si el Señor «elige a un jefe de publicanos, ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?» (S. Ambrosio, Expositio Evangelii secundum Lucam, ad loc.).

San Jerónimo «Él entregó su riqueza e inmediatamente la sustituyó con la riqueza del reino de los cielos» (Homilía sobre el Salmo 83, 3).

S. Agustín, «Me da miedo el Señor que pasa…»

Es palabra humana y digna de todo crédito que Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores. A salvar a los pecadores, sean grandes o pequeño (Sermones (3º) (t. XXIII), Sermón 174, 3-6, BAC Madrid 1983, 700-704)

«Quien pretende enseñar la palabra de Dios debe hacer cuanto esté de su parte para que se le escuche inteligentemente con gusto y docilidad. Pero no dude de que si logra algo, y en la medida en que lo logra, es más por la piedad de sus oraciones que por sus dotes oratorias. » (Sobre la doctrina cristiana 4,15-32).

« El Señor que había recibido a Zaqueo en su corazón, se dignó ser recibido por él… Y «llegó la salvación a aquella casa»» (Sermón 174,3).

San Máximo de Turín: «Para los necios, las riquezas son un alimento para la deshonestidad; sin embargo, para los sabios son una ayuda para la virtud; a estos se les ofrece una oportunidad para la salvación; a aquellos se les provoca un tropiezo que los arruina» (Sermones, 95).

San Gregorio Magno, « No perdamos este tiempo de misericordia que se nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos brinda. Su benignidad llama a los extraviados y nos prepara, cuando volvamos a Él, el seno de su clemencia. » (Homiliae in Evangelia 33).

Santo Tomás de Aquino, “Aperta manu clave amoris creaturae prodierunt” (“Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas”) (sent. 2, prol.)

Juan Taulero, Dios invita al hombre a bajar, es decir, lo llama a una renuncia completa, a un desapego de la naturaleza. «¡Porque hoy me tengo que alojar en tu casa!» ¡Que lleguemos a este hoy eterno! Sermón 68

Santa Catalina de Siena “Debemos hacer lo mismo si somos bajos, cuando tenemos el corazón estrecho y poca caridad: hay que subir sobre el árbol de la santa cruz, y allí veremos, tocaremos a Dios. Carta 119. Al prior de los religiosos olivetenses

Santo Tomás Moro Con la misma rapidez, espontaneidad, y alegría; la misma alegría espiritual, con la que le recibió este hombre en su casa, que nuestro Señor, nos conceda la gracia de recibir su Santísimo Cuerpo y Sangre, su Alma y su Divinidad todopoderosa tanto, en nuestro cuerpo, como en nuestra alma, Tratados: Hoy podemos recibir a Cristo en la Eucaristía

Santa Teresa de Jesús: «Donde entra mucho el sol, dice santa Teresa, el alma ve su miseria… toda se ve muy turbia».

San Juan de la Cruz «Quedéme y olvidéme – el rostro recliné sobre el Amado; cesó todo y dejéme, / dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado».

San Francisco de Sales, ¿Queréis la salvación? Haced como Zaqueo; empezad ahora mismo, y así no será demasiado tarde. Sermón X, 311

Santa Teresita del Niño Jesús Lo que Jesús desea es que lo recibamos en nuestros corazones. Estos, qué duda cabe, están ya vacíos de criaturas, pero yo siento que lamentablemente el mío no está totalmente vacío de mí misma, y por eso Jesús me manda bajar… Carta 137

Santa Isabel de la Trinidad Apresúrate a descender, pero ¿dónde?. En lo más profundo de mí misma, después de haberme negado a mí misma (Mt 16,24), separado de mí misma, despojado de mí misma, en una palabra, sin yo misma. Último retiro, 42-44

Santa Faustina “Todo comienza en tu misericordia y en tu misericordia termina” (M. Winowska, Icono del Amor misericordioso. El mensaje de sor Faustina, Roma 1981)

San Josemaría Escriva de Balaguer, Asusta el daño que podemos producir, si nos dejamos arrastrar por el miedo o la vergüenza de mostrarnos como cristianos en la vida ordinaria ().

«Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor» (Camino, n. 392).

Catecismo 1459 Muchos pecados causan daño al prójimo. Es preciso hacer lo posible para repararlo (por ejemplo, restituir las cosas robadas, restablecer la reputación del que ha sido calumniado, compensar las heridas). La simple justicia exige esto. Pero además el pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó (cf Cc. de Trento: DS 1712). Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud espiritual. Por tanto, debe hacer algo más para reparar sus pecados: debe “satisfacer” de manera apropiada o “expiar” sus pecados. Esta satisfacción se llama también “penitencia”.

1691 «Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate de que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del reino de Dios» (S. León Magno) ().

2412 En virtud de la justicia conmutativa, la reparación de la injusticia cometida exige la restitución del bien robado a su propietario:

Jesús bendijo a Zaqueo por su resolución: «Si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo» (Lc 19,8). Los que, de manera directa o indirecta, se han apoderado de un bien ajeno, están obligados a restituirlo o a devolver el equivalente en naturaleza o en especie si la cosa ha desaparecido, así como los frutos y beneficios que su propietario hubiera obtenido legítimamente de ese bien. Están igualmente obligados a restituir, en proporción a su responsabilidad y al beneficio obtenido, todos los que han participado de alguna manera en el robo, o que se han aprovechado de él a sabiendas; por ejemplo, quienes lo hayan ordenado o ayudado o encubierto.

… como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

San Juan Pablo II En el caso de Zaqueo vemos cómo Cristo disipa las tinieblas de la conciencia humana. A su luz se ensanchan los horizontes de la existencia: la persona comienza a darse cuenta de los demás hombres y de sus necesidades. Nace el sentido de la relación con los demás, la conciencia de la dimensión social del hombre y, en consecuencia, el sentido de la justicia. ese «hoy» es muy importante. Constituye una especie de estímulo. En la vida hay asuntos tan importantes y urgentes que no pueden dejarse para el día de mañana. Deben afrontarse ya «hoy».

La confesión, antes que un camino del hombre hacia Dios, es un visita de Dios a la casa del hombre. Homilía (08-06-1999)

Jesucristo ha enseñado que el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que está llamado a “usar misericordia” con los demás. (Encíclica Dives in misericordia, n. 14).

Benedicto XVI Sintió el deseo de ir más allá (08-05-2011)

Una vez más el Evangelio nos dice que el amor, partiendo del corazón de Dios y actuando a través del corazón del hombre, es la fuerza que renueva el mundo… Ángelus (04-11-2007)

“No bastan las manifestaciones de buenos sentimientos. Hacen falta gestos concretos que penetren en los espíritus y sacudan las conciencias, impulsando a cada uno a la conversión interior”. Benedicto XVI pronunció essto al inicio de su Pontificado

Papa Francisco, Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Homilía (31-07-2016) XXXI Jornada Mundial de la Juventud. Campus Misericordiae – Cracovia.

¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio. (Homilía en la Misa de Clasura de la JMJ Cracovia 2016)

Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso.. (Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2015).

Robert Sarah, «Antes de acusar a los demás conviene mirarse a uno mismo. Tenemos una capacidad infinita de arrojar la piedra a la cara del vecino. Haríamos mejor en asumir nuestras propias faltas». Cardenal la fuerza del silencio, 66

Fray Bartolomé de las Casas: «Del más chiquito y del más olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva».

Alessandro Pronzato «Tener fe significa creer en uno que cree en nosotros». «Tenemos que bajarnos, como Zaqueo, del árbol de las resignaciones, de los remordimientos y de los miedos, responder a una voz que nos llama por nuestro nombre, para reprocharnos no nuestros yerros sino nuestras posibilidades todavía intactas».

Lope-de-Vega: «Cuántas veces el ángel me decía: / «Alma, asómate ahora a la ventana». / Y cuántas, hermosura soberana: / «Mañana le abriremos», respondía, para lo mismo responder mañana».

CONTO

SÓLO EL AMOR NOS CAMBIA

Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo no dejaba de recordarme lo neurótico que yo era. Y me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado. Pero un día me dijo:

“No cambies. Sigue siendo tal cual eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte”.

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: “No cambies. No cambies…Te quiero…” Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡oh maravilla!, cambié.

Tomado de P. Diego Millán

ANÉCDOTA

SICÓMORO

No es cosa difícil conocer qué clase de árbol sea el sicómoro. Plinio le llama “higuera de Egipto” y lo describe con estas palabras: “Se llama higuera egipcia, y es árbol semejante a la morera por la forma de las hojas, por sus proporciones y aspecto. Lleva el fruto no en las ramas, sino en el mismo tronco. El higo que produce es muy dulce, sin granos por dentro. Es árbol muy fecundo, pero sόlο llega a sazón rapándolo con uñas de hierro, y no de otro modo”.

El sicómoro es esta misma higuera de Egipto, como consta no sólo por Dioscórides, autor notable en estas materias, sino también por San Agustín, el cual dice que se llamaba así como higuera loca o silvestre, rara en tierras de África, pero muy frecuente entonces en Palestina.

(P. Juan de Maldonado, Comentarios a San Marcos y San Lucas, BAC, Madrid, 1954, p. 750-758)

HUMOR

La cartera es el órgano más sensible del hombre, y de la mujer.

POEMA

«¿No has escuchado sus pasos silenciosos? El viene, viene siempre… A cualquier hora y en cualquier lugar. El viene, viene siempre…»

Rabindranath Tagore ha expresado poéticamente estos momentos de gracia, que quizás en más de una ocasión habremos experimentado, también, en nuestra vida

ORACIÓN

LA MUERTE NO ES EL FINAL DE AGUSTÍN DE HIPONA

«La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.

Yo soy yo, vosotros sois vosotros.

Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo.
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.

No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.

Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.

Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?

Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudiérais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudiérais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudiérais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.

AMÉN»

  Agustín de Hipona (Cuarta carta, en la que escribe a su hermano Sapidas, que a pesar de que ha muerto todavía está allí…)

MEDITACIÓN

HUMILDAD/DON:

Un don, no una conquista. Puede que reconozcas el orgullo y que, por lo tanto, necesites humildad. Y pondrás todas tus fuerzas para conseguirlo. Pero la humildad es una virtud escurridiza; cuanto más crees haberla conseguido, más se te escapa. Si empiezas a decir: «Yo soy humilde», empiezas a dejar de serlo.

La humildad siempre es un don, nunca una conquista. La humildad es la prueba de contraste de la verdadera santidad, es el perfume que deja Dios a su paso. Es la rúbrica de toda acción y presencia de Dios. El santo no se lo cree, y no por ceguera o falsa humildad, sino por una luz extraordinaria que le hace ver al mismo tiempo su propia verdad tan limitada y la verdad de Dios tan santa. Ve la distancia, y se da cuenta que lo que tiene es nada en comparación de lo que le falta; y exclama: «Sólo Dios es bueno».

Dejarse hacer ¿Qué hacer? Más que hacer, el hombre que quiere ser santo, debe dejarse hacer. La santidad no es conquista, sino regalo; no se consigue a base de puños, sino dejando hacer al dedo de Dios, o poniéndose en sus manos. Una dádiva divina Entonces no es cuestión de presentar al Señor nuestra casa muy adornada y nuestras manos llenas de buenas obras, sino una casa abierta, limpia, acogedora y unas manos vacías, pero de verdad. Entonces nos llegará la dádiva divina.

Caritas Una Carga Ligera

Cuaresma Y Pascua 19887.Págs. 105-108

CANTO

Verónica Sanfilippo / Abriré mi hogar – Música Católica

Felices interpretado por Pablo Coloma

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela