Del sacerdote Ignacio Amorós: no se puede romper; previene de los celos, invita a dar la vida…
Cada vez son menos las parejas que se casan “por la Iglesia”. La última memoria de actividades de la Conferencia Episcopal Española correspondiente a 2022 cifra en algo más de 35.000 los matrimonios católicos celebrados en todo el año en España.
Diez años antes, en 2012, los matrimonios celebrados fueron casi 63.000 y hace 15 años, las 113.000 bodas celebradas triplicaban las de 2022.
No son pocos quienes hablan de una “caída en picado” a la que cuesta encontrar una explicación clara.
La Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española explicaba el descenso en 2017 en base a “la falta cada vez mayor de capacidad de comprometerse las personas”, lo que a su vez puede deberse a “la falta de fe”, ya sea religiosa o de mera “confianza en el otro”.
También aludía a una tendencia generalizada “que no cree en el amor”, lo que también se explica con cifras: de los 84.512 divorcios y separaciones que tuvieron lugar solo en 2022, más de la mitad tenían hijos, por lo que al menos 42.000 jóvenes -solo en un año- han visto destruido el concepto de amor y seguridad familiar de su hogar.
Por su parte, el director de la Cátedra Amoris Laetitia de la Universidad de Comillas, Fernando Vidal, argumenta que esta disminución podría deberse al “desenganche de los católicos no practicantes respecto a la Iglesia”, así como el hecho de “abandonar los formalismos“: según él, “una proporción alta de los matrimonios por la Iglesia no tenía motivaciones realmente religiosas”, sino más bien sociales o de tradición.
Una reflexión útil para abordar el descenso de matrimonios podría ser, en lugar de por qué la gente no se casa por la Iglesia, plantearse las razones por las que la gente debería hacerlo.
Quizá ser consciente de que no muchas parejas y novios cristianos puedan dar estas razones, y que incluso jóvenes de formación cristiana renuncian a dar el “sí quiero” ante el altar, es lo que ha llevado al sacerdote Ignacio Amorós a responder concretamente a esta pregunta en su libro Tocar a Dios. Los sacramentos de la Iglesia hoy (Nueva Eva).
Licenciado en ADE, doctor en Teología y colaborador de las Misioneras de la Caridad, Rodríguez-Fraile desarrolla en Tocar a Dios una suerte de catequesis sobre los sacramentos, salpicada de arte e imágenes ilustrativas y combinando las explicaciones sencillas y directas con argumentos sesudos fundamentados que ante todo tienen una misión: dar al lector razones para creer, pues como él mismo explica, “a Dios no siempre lo vas a poder sentir, pero siempre lo vas a poder tocar”.
¿Por qué casarse por la Iglesia cuando cada vez menos lo hacen? Ofrece seis razones:
1º Marca una diferencia
Una de las primeras preguntas que se plantea el sacerdote es la diferencia entre un matrimonio cristiano y uno no cristiano.
“Casarse por la Iglesia es un sacramento y todo lo que sucede es diferente, porque cuentas con Dios en tu matrimonio. Los esposos reciben una gracia de Dios para poder vivir esa realidad natural de manera sobrenatural y santificarse. Es de ley natural que dos personas se enamoren. Jesucristo eleva el matrimonio natural a la categoría de sacramento para que los enamorados puedan recibir su ayuda y su gracia específica para amarse cada día mejor y para que el matrimonio sea para siempre“.
2º Mucho más que un acuerdo que se puede romper
Entre otras razones, el sacerdote valora el matrimonio -“unión de un hombre y una mujer abiertos a la vida y con un reconocimiento público”- como “mucho más que un acuerdo que se puede romper por cualquiera de las partes”.
“Es una alianza libre con Dios, indisoluble” y que tiene como fines la transmisión de la vida y el bien de los esposos, lo que no tiene por qué darse en las uniones civiles. En el matrimonio, en resumen, los contrayentes juran hacerse el bien mutuo y procurar los hijos. “Es el amor de dos amigos que se ha vuelto exclusivo y en el que se entrega la intimidad sexual. Un amor total y fiel”.
3º La “ayuda especial”: “Hace que el amor no dependa del sentimiento”
El sacerdote comprende los miedos que pueden surgir antes de “dar el paso”, preguntas como “¿Seré capaz?” o “¿Y si pasa esto o lo otro?”. Pero menciona que, en el matrimonio, “Dios otorga gracias especiales que permite a los esposos perfeccionar y santificar su amor“. Entre ellas, menciona “el vínculo conyugal” que, por encima de lo familiar, lo religioso o de la amistad “es exclusivo y perpetuo”. “Un candado de amor” para que este “no dependa de los sentimientos ni nada circunstancial“. Se refiere al segundo efecto del matrimonio, la gracia, que permite “saber amar más perfectamente al otro para ser fuel, perdonar, tener paciencia… perfecciona el amor”.
4º Antídoto contra los celos, el egoísmo y los juegos de intereses
Comenta que por su propia naturaleza, el matrimonio “sana el desorden de buscarse a sí mismo y del egoísmo”. Al ser “para entregarse por amor”, es más fácil de evitar los “juegos de intereses de yo te doy esto y tú me das lo otro” o “yo no te molesto en esto si tu no me molestas con lo otro”. También previene de los celos, ya que surgen de una “inseguridad y desconfianza” en el cónyuge que la gracia del matrimonio y Dios “ayuda a sanar”.
5º Amar hasta dar la vida
Bastan 5 minutos preguntando a Google para que arroje cientos de respuestas sobre lo que más valoran los contrayentes en las parejas de hecho: “El apoyo incondicional o de corazón a ideas locas de uno”, “respetar el espacio de cada uno”…
Valorando un estudio de la red social Badoo sobre las relaciones de pareja, la psicóloga y sexóloga María Esclapez afirma que “si una relación sale mal, puedes encontrar a más personas con las que construir una relación sana”. Esta y otras profesionales valoran “las diez cualidades de la pareja perfecta“, que son “la honestidad, la lealtad, el sentido del humor, la personalidad divertida, estabilidad, confianza, cuidado, el apoyo, la apariencia física o el dinero”.
Todos esos parámetros pueden ser buenos e incluso necesarios, pero entre ellos no se menciona una condición que para el sacerdote Rodríguez-Fraile también es crucial y diferencial del matrimonio: el objetivo de “amar hasta dar la vida”. “La imagen que mejor refleja el amor en el matrimonio es Cristo crucificado. Ahí vemos a Cristo, el Esposo, entregando su vida por su Esposa, la Iglesia. Eso es lo que vemos en el matrimonio cristiano. Por eso dicen que el amor en el matrimonio tiene forma de cruz, porque se entrega totalmente“.
6º Misión de hacer feliz y santo al otro
Otro rasgo que marca la diferencia entre las parejas de hecho y el matrimonio es que este es “un camino para llegar al Cielo”. Así, un matrimonio cristiano no se basará en el “respeto al espacio de cada uno” o a “las ideas locas”, sino en la “misión de hacer feliz y santo al otro, de ir juntos al Cielo“. En ninguna fórmula como en “el matrimonio por la Iglesia” se encuentra tan arraigado el llamado a los contrayentes de “entregarse, ser generoso, cuidar las formas, sacrificarse y buscar en todo hacer feliz” al otro.