Asia Bibi nunca pensó renegar: «’O la fe o la libertad’ no fue un dilema: la libertad está en la fe»

Dijo frases dignas de meditación para todo cristiano,
y en un momento dado, evocando la frase y bendición de su padre al ser
detenida, no pudo evitar las lágrimas. Asia Bibi fue entrevistada este
lunes por Stépahnie Dupasquier en la televisión católica francesa KTO (ver abajo el vídeo), y la conversación mostró una mujer sencilla y serena con una gran fuerza de convicción en todo lo que dice.


Viene de pasar diez años en una cárcel paquistaní, dos veces condenada a muerte
por beber un vaso de agua de un lugar prohibido a los cristianos, en
supuesta violación a la denominada “ley de la blasfemia”. Liberada en
mayo del año pasado, vive en Canadá y tras meses de silencio y
recuperación física ha comenzado a ofrecer entrevistas -ésta era la primera en televisión- para promover el ¡Por fin libre!, el libro que recoge su experiencia en la cárcel, escrito por Anne-Isabelle Tollet, la periodista que difundió su historia en todo el mundo.



Asia Bibi tuvo en varios momentos palabras de gratitud hacia todos
los que la han apoyado, en particular a Anne-Isabelle Tollet y a Benedicto XVI y Francisco, que tanto animaron a rezar por ella. Reza y lleva siempre en el bolso, dijo sonriendo, el rosario que le hizo llegar el Papa.
Cuando su marido la visitaba en la cárcel, le transmitía las noticias
que se difundían en todo el mundo sobre ella: “Eso me llenaba de
alegría”, confesó.


“Cuando me condenaron, mi fe se mantuvo sólida, firme, y jamás renuncié a mi fe, a mi religión, que siguió siendo extremadamente sólida. Mi deseo más ardiente, mi deseo más querido es vivir mi fe. Es algo que vivo como una prueba, y ahora como una gracia“,
manifestó al responder una pregunta que se le reitera al preguntarle
por su experiencia: cómo vivió en prisión la fe por la que había sido
condenada.


Explicó que toda su familia es católica “desde hace siglos”
por ambas ramas de sus padres, y de hecho su párroco era tío paterno
suyo. Vivían en el pueblo de sus suegros desde que se casó con Ashiq Masih,
y no habían tenido problemas de convivencia con sus vecinos hasta un
año antes de su arresto, en que empezaron “rivalidades y disputas”, por
lo que considera que aquel vaso de agua que bebió “fue un simple pretexto
para la venganza, muy fácil en Pakistán, incluso entre mahometanos, por
la amplitud de la mencionada ley (mantiene encarceladas a 1547
personas) y por su aplicación, condicionada por la presión de los grupos
fundamentalistas.


[El pasado viernes, un joven cristiano de 22 años falleció tras ser torturado y asesinado por una turba
por bañarse en un pozo de agua de un cacique local y hacerla así
impura. Su familia y amigos desconfían de la labor policial y judicial
para capturar y condenar a los responsables.]


La vida de oración de Asia Bibi en prisión fue muy intensa: “Rezaba
de rodillas. Me posternaba ante Dios. He llegado a llorar rezando, pero cada vez que rezaba tenía una sensación de felicidad. Y ayunaba. Ahora, aunque estamos en Cuaresma, no lo hago por razones de salud”.


Dios la guió en ese periodo a través de sus sueños: “He visto a Jesús.
Vestía de blanco, y fue Él quien me dijo: ‘Asia, reza este versículo’.
En ese momento yo empezaba a leer esos versículos, que quedaron grabados
en mi corazón: ‘Tú eres, Señor, nuestro refugio‘ (cfr Sal
90[89]). Recibí señales en sueños, que me decían: ‘Reza las Sagradas
Escrituras’. Y es verdad que, cuando abría los ojos, me sorprendía, pero
enseguida comprendí que era un mensaje de Dios”.


Asia dispuso de una Biblia en prisión gracias a una guardiana, quien en una ocasión le llevó la comunión: “No puedo expresarle la alegría que sentí al recibir la comunión“, explicó a la entrevistadora.

Uno de los momentos más impactantes de la conversación
(minutos 8:15-9:14) es cuando le preguntan si tuvo en alguna ocasión
dudas o sequedad espiritual: “Una vez sí. Caí enferma, y entonces me
pidieron que me convirtiese. Fue un momento de desesperación que tuve,
pero enseguida me determiné a vivir y morir en la fe“. 


¿Nunca sintió la tentación de renegar de ella para ser libre? “No, jamás”, responde taxativamente: “Creo que la libertad está en la fe. Para mí no había un dilema ‘o la fe o la libertad’. Yo quería las dos”.


Su fe se afianzó durante el cautiverio “porque fue una prueba de paciencia, de resistencia, de tolerancia,
y además el hecho de permanecer aferrada a la fe y decidir que
convertirme al islam no era una opción me reforzó”. Y por esa fe ha
perdonado a todos los que le han hecho mal: denunciantes, jueces, otra
guardiana que la trató como a una bestia: “He perdonado desde el fondo
del corazón y a base de paciencia y de resistencia, porque es uno de los mandamientos de Dios, ‘Perdonaos’. Y así Él nos perdonará nuestros pecados“. Solo “ocasionalmente” tiene alguna pesadilla referida a su cautividad.


Se siente “muy feliz y muy orgullosa” de ver cómo su marido y sus hijos “jamás perdieron el valor“: “El vínculo con mis hijos y con mi marido era tan natural… Mi marido es mi compañero en la vida, y siempre me ha respetado, siempre me ha apoyado, nunca le ha faltado el valor”.


Asia Bibi siente que ha recibido “una nueva vida”: “Y querría darle
un sentido. Hay personas en la misma detención que yo he sufrido y
quiero hacer que puedan acceder a la libertad”. Dice que no todos los
musulmanes de su país son “malos”: “Nada de eso. Yo solo quisiera
pedirles que no juzgasen jamás sin conocer los argumentos de la defensa y
la sentencia. Yo pediría a las personas que acusan de blasfemia que
pregunten qué pasó exactamente, y cuando lo sepan, que perdonen, porque Dios nos invita al perdón“.


Este 2 de marzo, día de la emisión de la entrevista, se cumplían nueve años de la muerte en 2011 de Shahbaz Bhatti, ministro para las Minorías, cristiano, asesinado dos meses después que el musulmán Salman Taseer,
gobernador del Punjab (el estado de Asia Bibi), ambos por oponerse a su
condena a muerte: “Cuando pienso en estas dos personas, siento una pena
increíble. Son dos personas que han abandonado este mundo, pero para mí están en el Reino de Señor y por tanto no han muerto, han recibido una vida. Para mí siguen vivos”.


Asia Bibi bendice la prueba por la que ha pasado porque le ha
enseñado “a tener paciencia” y porque ha visto muchas cosas que
desconocía: “Y sobre todo, tengo la impresión de haber recibido la
gracia de Dios. Son cosas que yo no podía concebir, esta gracia sin medida sobre mí. Me cuesta encontrar palabras para expresarlo. Es esta prueba la que me ha traído la gracia de Dios”.



El momento más emotivo de la entrevista fue cuando contó por qué
siempre tuvo certeza de su liberación, a pesar de la condena y de su
posterior ratificación. Se le quebró la voz y los ojos se le llenaron de
lágrimas (minuto 9:15): “Nunca, nunca dudé de que sería
liberada. Me acuerdo de la oración de mi padre, quien al día siguiente
de mi detención me dijo: ‘Hija mía, te han detenido en nombre de Jesús y en nombre de Jesús serás liberada’.
Y me acuerdo de su rostro lleno de lágrimas. Esas palabras y recibir su
bendición me dieron la seguridad de que un día sería libre. Sus
palabras me conmovieron. Me dijo que un día sería libre y es lo que
pasó. Las oraciones que tus padres hacen por ti terminan cumpliéndose“.


La madre de Asia Bibi murió hace ocho años, estando ella en prisión.
Con su padre, que sigue en Pakistán, pudo hablar dos veces el día en que
salió de la cárcel, pero luego no ha sido posible, aunque tiene
noticias de él a través de su hermano.


La conversación concluye con el deseo de “una larga vida para
nuestros dos Papas” y de que “otro Papa de esta grandeza, de esta
envergadura, dirija nuestra Iglesia, que bendiga y guíe a nuestra
Iglesia y que nuestra Iglesia sea estable y firme. La oración de nuestros mayores es muy importante para que nos acompañen”.


Por último, dirige un mensaje a quienes la escuchen: “El mensaje que puedo dar es que no perdáis el valor, que hay que ser fuerte y estable porque en la vida hay muchas pruebas. Y os animo a no abandonar nunca vuestra fe”.

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