10 jóvenes monjas de Iesu Communio hablan de su vocación, sus llamadas, miedos y encuentros con Dios

Son jóvenes, muchas con estudios universitarios y algunas incluso con
carreras profesionales. Pero un día decidieron dejar todo para
entregarse completamente para el Señor como monjas de vida
contemplativa. Son Carla, Irene, Raquel, Carlota, Andrea… chicas que superan por poco los 20 años. Provienen de Madrid, Barcelona, Valencia, de ciudades y pueblos de toda España, y ahora son novicias y postulantes en Iesu Communio, instituto religioso fundado por la Madre Véronica Berzosa, y que con sus más de 200 religiosas en sus dos monasterios representan todo un fenómeno vocacional.


En la localidad valenciana de Godella se encuentra la primera
fundación de Iesu Communio, carisma nacido en el burgalés monasterio de
La Aguilera. Precisamente, para mostrar al mundo la belleza de la
vocación religiosa y la alegría que transmiten estas jóvenes monjas, la
Archidiócesis de Valencia pidió el testimonio de algunas de las religiosas y el instituto ha publicado un bonito vídeo en el que intercala esta llamada de diez chicas jóvenes que todavía no han realizado los votos perpetuos.


Las jóvenes muestran de manera sencilla y amorosa cómo conocieron a
Dios, el momento que cambió sus vidas, la llamada a la vida religiosa,
los miedos y por último la alegría que se transmite cuando se vive en la
voluntad de Dios.
Aunque en el vídeo los testimonios de estas diez
chicas se van intercalando, en ReL hemos agrupado cada uno de ellos para
así mostrar cada historia con un rostro y un nombre.



carla_1La primera de ellas es Carla, una joven madrileña de 24 años. “A los 15 años tras la muerte repentina de mi padre decidí alejarme de la Iglesia y de Jesús,
le eché la culpa de su muerte y del sufrimiento”, afirma. Sin embargo,
años después acabó yendo a la JMJ de Cracovia de 2016 y a la vuelta
hacia Madrid su grupo paró en Lourdes. “Ahí cambió mi vida”, confiesa.


Recuerda la canción que dice que “nadie te ama como yo”. En
ese momento tuvo la “certeza” de que nadie la amaba como Dios, “que Él
siempre había estado ahí, que en todo ese sufrimiento que había pasado
Él estaba, que me conocía y que iba a amar siempre”. Visitando a las que
son hoy sus hermanas a Carla le llamó la atención la mirada que tenían.
“Dije: ‘esa mirada la quiero para mí’. Eran muchas miradas en una sola,
la de Jesús”.


Sin embargo, esta madrileña no fue ajena al “miedo a la vocación”
porque “era una renuncia a poder ser madre. Pero cuando llegué a esta
casa descubrí que esto no era así, que la maternidad que me regalaba
Jesús era inimaginable con lo que yo podía pensar”. Y finalmente, “arrasada por Él decidí seguirlo y feliz hasta hoy”.



mariaMaría tiene 23 años, es también madrileña y tan sólo lleva
ocho meses en Iesu Communio. Esta joven estaba acabando Enfermería
cuando empezó a sentir esta llamada. Pero un domingo en misa en el
Evangelio escuchó como Jesús miraba a Pedro. “Sentí en ese momento que miraba a mí y sentí que sabía toda mi historia y que me quería para Él”.


Un momento crucial se produjo escuchando al Papa que dijo que el
designio de Dios hace a esa persona bailar y cantar al corazón. “Es
verdad que ahí lo reconocí. Fue como: ‘María, ya sabes dónde canta y baila tu corazón’.
Y es el único lugar”, explica. Así fue como dijo sí al Señor y a esta
vida religiosa, que la define “como si te hubiera tocado la lotería,
mucho mejor”.



ireneIrene tiene 25 años y lleva ya año y medio en este monasterio. Antes de ingresar en Iesu Communio cursó una Ingeniería e incluso llegó a trabajar en una empresa.
Desde siempre la Física y la Matemáticas le encantaban, y cree que
“visto ahora siento que el universo, las planetas me hablaban de alguien
pero entonces no lo conocía”.


En su día a día entró –según cuenta- “en un mundo superficial, para así no sufrir”.
Pero Irene asegura que en una Eucaristía, en la consagración, cayó de
rodillas por primera vez y “alguien dentro de mí y que yo ahora creo que
son mis hermanas oró: ‘Hágase’”.


Antes de dar el paso definitivo esta joven trabajaba en una empresa
de pararrayos, justo en el proceso de duda sobre su vocación. ¿Para qué
sirve la vida contemplativa?, se preguntaba. Y la respuesta la encontró
en su trabajo: “El rayo impacta en el pararrayos, y para que no dañe a
nadie se introduce en la tierra. Yo entonces vi cómo Dios me explicaba
la vida contemplativa. El amor de todo un Dios poderoso se quiere derramar para que así llegue la vida a tantos que no lo conocen”.



ioneOtra de las jóvenes que cuenta su experiencia es Ione. Sentía un “vacío muy grande”, con muchas preguntas en su vida y en el mundo a las que no encontraba respuesta.
Y entonces se encontró con Dios, “un amor que no había sentido en mi
vida”, y que estaba por encima de todas las cosas que ella no aceptaba
de sí misma.


Ella también estudió Enfermería y un suceso la tocó profundamente.
Una camilla entró a toda prisa con una mujer que se había intentado
suicidar, estaba inconsciente pero cuando la recuperaba únicamente
gritaba: ‘¡dejad que me muera!’. Y a mí esto me atravesó”.


Un año después fue a la JMJ de Madrid y en la peregrinación pasó por
La Aguilera. “Para mí fue como un golpe, un shock de repente. Pensé: ‘no estoy loca, lo mismo que me pasa a mí le ha pasado a estas mujeres’”,
recuerda. Y en aquel instante sintió un “deseo enorme” de seguir a
Jesús. Y confiesa que “desde ese momento tuve la certeza de que nunca en
mi vida iba a sentirme sola y que tenía un Amor al que recurrir”.



maria1María es una joven valenciana que dice que desde niña siempre había dicho que nunca sería monja. Ahora lo es. Antes de llegar a Iesu Communio
tras ser llamada por Dios afirma que “me he pasado la vida buscando el
amor”. Y así fue como hizo una experiencia en las misiones. A la vuelta
sintió que “Dios me pedía algo diferente pero no sabía lo que quería, y
entonces yo estaba perdida y desorientada”.


Empezó a rezar todos los días con las hermanas pidiendo a Dios que le
dijera qué quería de ella, hasta que un día mientras oraba recibió
contestación: “bienvenida a esta casa, que era mi casa”. Y así fue el proceso de ir “rindiéndose” ante el Señor hasta que por primera vez pudo decir: “Lo que tú quieras”.



andreaAndrea es de Barcelona y tiene 23 años. “Siento que conocía al Señor de oídas pero un día hizo luz en mi corazón. Su vida era una exigencia constante.
Se ponía metas “intentando encontrar la felicidad, el amor”, pero
cuando las alcanzaba “veía que había puesto todo mi ser en una cosa que
de repente me dejaba vacía, no me daba respuesta”.


Como a otras muchas de las hermanas, una peregrinación fue un punto
de inflexión. Y así llegó igualmente a conocer de verdad a las
religiosas de Iesu Communio. “Estaba acostumbrada a las redes sociales,
ver imágenes de vidas aparentemente perfectas, escaparates donde pones
tus sueños, pero al final eran sólo imágenes que no llevaban a nada
real. Pero por primera vez veía a gente feliz, de carne y hueso. Y aquello me fascinó, ya no me podía conformar con la vida que estaba llevando”.



popiPopi lleva en la comunidad tan sólo 10 meses. Esta joven
confiesa que “tenía fe pero para mí era como una especie de carga de la
que tienes que tirar, una serie de normas que tienes que cumplir o una
talla que dar frente a Dios y los demás”.


Poco a poco, Dios fue trabajando en ella y le fue mostrando que la
quería en este monasterio. “¿Cómo voy a tener vocación?”, se preguntaba
también. Y entonces un día Dios habló: “Te quiero así, como estás ahora”. Y este fue el punto definitivo para dar este paso en su vida.



carmenCarmen tiene 20 años. “Empecé a salir de fiesta muchísimo,
buscaba la vida en mis amigas, en los viajes, en mis estudios…”, relata
esta joven. En una peregrinación se sintió por primera vez “amada de
arriba abajo” por el Señor, y su vida fue cambiando. A su alrededor
había gente sufriendo mucho, jóvenes que no encontraban sentido a su
vida, drogas, depresiones… “Esto me cuestionaba todo”, confiesa.


“Me ayudó mucho el testimonio de una monja que era joven y que quería vivir con radicalidad, entregárselo todo a Jesús. Y su lema era ‘todo o nada’. Me cautivó y dije: ‘yo también quiero entregar todo a Jesús”, destaca Carmen.



carlotaCarlota es una barcelonesa de 22 años que asegura que “no
entendía por qué teniéndolo todo sentía que no tenía nada, sino un vacío
enorme”. Buscaba llenarlo ayudando en comedores sociales, dando clases
de refuerzo y comida a gente sin techo. Incluso empezó Enfermería.


No quería ser monja, y sonriendo asegura que como mucho misionera. Su
mejor amigo le propuso que hiciera una experiencia de fin de semana con
unas monjas para así “descartar” la vocación. Pero lo que descartó fue
la vida que había fuera pues allí había encontrado lo que anhelaba, no sin miedo porque en su vida hasta entonces no cabía la posibilidad de ser religiosa.



raquelPor último Raquel es una joven de 23 años que lleva siete meses en Iesu Communio.
Proviene de una familia cristiana pero al final en su vida “el Señor
era una cosa más, sin importancia, porque tocaba y ya está”.


Igualmente, en una peregrinación Dios la “traspasó con una Palabra”. Sentía que la llamaba y ella le amaba pero confiesa que le daba “muchísimo miedo” poder equivocarse.


Sin embargo, Raquel relata que “Dios no ha forzado absolutamente nada, sino que a través de la Iglesia todo ha sido libertad en mi vida.
Esto te sobrecoge y te atrae de una manera que no puedes negarle.
Decirle que no sería como negar lo mejor que me ha pasado en la vida”.


Vea aquí el vídeo testimonial de estas jóvenes de Iesu Communio

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