CITA
Todo lo del mundo se acaba; mas la eternidad nunca.
Autor desconocido.
“En todas tus acciones ten presente tu final,
y así jamás cometerás pecado.”
Eclesiástico. 7, 36
« ¡Al fin, todo tiene un Fin, y no tendrá final!»
S.Son
Sócrates, cuando optamos por el mal lo hacemos siempre por su apariencia de bien.
San Efrén: «Lo ocultó para que estemos prevenidos y para que cada uno de nosotros piense que ello puede tener lugar en su propio tiempo».
S. Atanasio, Si alguno vive como si hubiese de morir todos los días, porque es incierta nuestra vida por naturaleza, no pecará, puesto que el temor grande apartará la mayor parte de los malos deseos; y al contrario, el que se prometa una vida larga se llenará de ellos. (en Catena Aurea, vol. VI, p. 83).
San Cirilo de Jerusalén, La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna (catech. ill. 18, 29).
San Ambrosio «Si estás dormido y tu corazón no está en vela, Él se marcha sin haber llamado; pero si tu corazón está en vela, llama y pide que se le abra la puerta» ()
S. Gregorio De Nisa. Cuando el amor llega a eliminar del todo el temor, el mismo temor se convierte en amor. (Homilía 15).
San Juan Crisóstomo Somos actores en escena. Nadie se crea rey ni rico, porque al final del acto nos encontraremos todo pobreza (Hom. sobre Lázaro,2,3).
S. Agustín, El temor de Dios repele el temor del infierno porque hace que el hombre huya del pecado y multiplique sus buenas obras. Tras lo cual llegará a aquel temor que se llama santo y permanece para siempre (Sal 18,10), porque está fundado en el amor. (Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).
«Veo que esto se puede entender de dos maneras. Puede venir sobre la Iglesia como sobre una nube, como ahora no cesa de venir, conforme a lo que dijo: Ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha de la virtud viniendo sobre las nubes del cielo. Pero entonces vendrá con gran poder y majestad porque en los santos aparecerán más su poder y su majestad divinas, porque les aumentó la fortaleza para que no sucumbieran en las persecuciones. Aunque puede entenderse también como que viene en su Cuerpo, en el que está sentado a la derecha del Padre, en el que murió y resucitó» (Epistolae 199,11,41).
« Cuando vino de incógnito, vino a ser juzgado; cuando venga de manifiesto, ha de ser para juzgar».
Todo el mal que hacen los malos se registra – y ellos no lo saben” (serm. 18, 4, 4).
A decir verdad, ni ahora mismo está callado para quien quiera oírle” (In Ps 49, Serm 18).
«¿Quién ignora que es una pena tener que morir necesariamente y, lo que es peor, sin saber cuándo? La pena es cierta e incierta la hora; y, de las cosas humanas, solo de esta pena tenemos certeza absoluta»(Sermón 97,1-2).
Es verdad que encuentras hombres que protestan de los tiempos actuales y dicen que fueron mejores los de nuestros antepasados; pero esos mismos, si se les pudiera situar en los tiempos que añoran, también entonces protestarían. En realidad juzgas que esos tiempos pasados son buenos, porque no son los tuyos.”
Cuanto más ames más subirás (Coment. sobre el Salmo 83,10).
San Gregorio Magno, Cuando venga el juez exigirá a cada uno de nosotros tanto cuanto nos dio (Hom. 9 sobre los Evang. ).
Santo Tomás de Aquino, Es de notar que la bienaventuranza se otorga en proporción a la caridad y no en proporción a cualquier otra virtud (Sobre la caridad,1. c. ,204).
Acudirán a declarar testigos infalibles, a saber, las propias conciencias de los hombres (Sobre el Credo,1. c. , p. 86).
Tomás de Kempis: Ciertamente, el día del juicio no nos preguntarán qué leimos, sino qué hicimos; ni lo bien que hablamos, sino lo honestamente que vivimos. Dime: ¿Dónde están ahora todos aquellos señores y maestros que tú conociste cuando florecían en los estudios? Ya poseen otros sus rentas y, por ventura, de ellos no se tiene memoria; en su vida algo parecian, mas ya no hay de ellos memoria (Imitación de Cristo, I,3,5)
Santa Teresa: «Para siempre, para siempre, para siempre»
No será ir a tierra extraña, sino propia; pues es a la de quien tanto amamos y nos ama (Camino de perfección,40,8).
San Juan de la Cruz A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar a Dios como Dios quiere ser amado y deja tu propia condición (Avisos y sentencias, n. 57).
Y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos, y solo para ti quiero tenellos (CB, 10).
San J.H. Newman «Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia; todo lo demás no tiene valor».
Santa Teresita del Niño Jesús concebía el cielo como un continuar haciendo el bien en la tierra.
Santa Isabel de la Trinidad ¡Oh, Verbo eterno, Palabra de mi Dios!, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme dócil a tus enseñanzas, para aprenderlo todo de Ti ().
San Pío de Pieltrecina “Vuestro futuro está dispuesto por Dios con admirable bondad siempre para bien: sólo os falta resignaros a los que Dios disponga y bendecir su mano que llama, abraza, acaricia y, si algunas veces castiga con dureza, lo hace porque es la mano de un padre”.
San J. Escriva de Balaguer, un hijo de Dios no tiene ni miedo a la vida, ni miedo a la muerte, porque el fundamento de su vida espiritual es el sentido de la filiación divina: Dios es mi Padre, piensa, y es el Autor de todo bien, es toda la Bondad
Un gran Amor te espera en el Cielo: sin traiciones, sin engaños: ¡todo el amor, toda la belleza, toda la grandeza, toda la ciencia…! Y sin empalago: te saciará sin saciar ().
Ojalá no me pierdas de vista ese juicio y esa justicia y. . . a ese Juez (Camino, n. 745).
Santa Teresa de Calcuta “Si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo.”
Concilio Vaticano II: “Ignoramos el momento de la consumación de la tierra y de la humanidad, y no sabemos cómo se transformará el universo. Ciertamente, la figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero se nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y superará todos los deseos de paz que se levantan en los corazones de los hombres” (GS 39, 1).
“No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa mucho al Reino de Dios” (GS 39, 2).
“En la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza, y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de la guerra” (Gaudium et spes, 78).
Catecismo, n. 1 Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada.
El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel
673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén “retenidos” en las manos de Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12).
674 La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por “todo Israel” (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que “una parte está endurecida” (Rm 11, 25) en “la incredulidad” (Rm 11, 20) respecto a Jesús . San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: “Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas” (Hch 3, 19-21). Y san Pablo le hace eco: “si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?” (Rm 11, 5). La entrada de “la plenitud de los judíos” (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de “la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al pueblo de Dios “llegar a la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13) en la cual “Dios será todo en nosotros” (1 Co 15, 28).
La última prueba de la Iglesia
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, “intrínsecamente perverso” (cf. Pío XI, carta enc. Divini Redemptoris, condenando “los errores presentados bajo un falso sentido místico” “de esta especie de falseada redención de los más humildes”; GS 20-21).
677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).
II. «Para juzgar a vivos y muertos»
678 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Jl 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesús dirá en el último día: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).
679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado “todo juicio al Hijo” (Jn 5, 22; cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).
1.034 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, “el fuego eterno”. La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira,
El Juicio final
1038 La resurrección de todos los muertos, “de los justos y de los pecadores” (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será “la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz […] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación” (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá “en su gloria acompañado de todos sus ángeles […] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda […] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.” (Mt 25, 31. 32. 46).
1039 Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena:
«Todo el mal que hacen los malos se registra y ellos no lo saben. El día en que “Dios no se callará” (Sal 50, 3) […] Se volverá hacia los malos: “Yo había colocado sobre la tierra —dirá Él—, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre, pero en la tierra mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros algo, eso habría subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí”» (San Agustín, Sermo 18, 4, 4).
1040 El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar; sólo Él decidirá su advenimiento. Entonces Él pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El Juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte (cf. Ct 8, 6).
1041 El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía “el tiempo favorable, el tiempo de salvación” (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la “bienaventurada esperanza” (Tt 2, 13) de la vuelta del Señor que “vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído” (2 Ts 1, 10).
La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva
1042 Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud. Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado:
La Iglesia […] «sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo […] cuando llegue el tiempo de la restauración universal y cuando, con la humanidad, también el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y que alcanza su meta a través del hombre, quede perfectamente renovado en Cristo» (LG 48).
1043 La sagrada Escritura llama “cielos nuevos y tierra nueva” a esta renovación misteriosa que trasformará la humanidad y el mundo (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1). Esta será la realización definitiva del designio de Dios de “hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” (Ef 1, 10).
1044 En este “universo nuevo” (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. “Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21, 4; cf. 21, 27).
1045 Para el hombre esta consumación será la realización final de la unidad del género humano, querida por Dios desde la creación y de la que la Iglesia peregrina era “como el sacramento” (LG 1). Los que estén unidos a Cristo formarán la comunidad de los rescatados, la Ciudad Santa de Dios (Ap 21, 2), “la Esposa del Cordero” (Ap 21, 9). Ya no será herida por el pecado, las manchas (cf. Ap 21, 27), el amor propio, que destruyen o hieren la comunidad terrena de los hombres. La visión beatífica, en la que Dios se manifestará de modo inagotable a los elegidos, será la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comunión mutua.
1046 En cuanto al cosmos, la Revelación afirma la profunda comunidad de destino del mundo material y del hombre:
«Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios […] en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción […] Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior […] anhelando el rescate de nuestro cuerpo» (Rm 8, 19-23).
1047 Así pues, el universo visible también está destinado a ser transformado, “a fin de que el mundo mismo restaurado a su primitivo estado, ya sin ningún obstáculo esté al servicio de los justos”, participando en su glorificación en Jesucristo resucitado (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 5, 32, 1).
1048 “Ignoramos el momento de la consumación de la tierra y de la humanidad, y no sabemos cómo se transformará el universo. Ciertamente, la figura de este mundo, deformada por el pecado, pasa, pero se nos enseña que Dios ha preparado una nueva morada y una nueva tierra en la que habita la justicia y cuya bienaventuranza llenará y superará todos los deseos de paz que se levantan en los corazones de los hombres”(GS 39).
1049 “No obstante, la espera de una tierra nueva no debe debilitar, sino más bien avivar la preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel cuerpo de la nueva familia humana, que puede ofrecer ya un cierto esbozo del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en la medida en que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa mucho al Reino de Dios” (GS 39).
Pablo VI, “el reino de Dios, iniciado aquí abajo en la Iglesia de Cristo, no es de este mundo, cuya figura pasa, y su crecimiento propio no puede confundirse con el progreso de la civilización, de la ciencia o de la técnica humanas, sino que consiste en conocer cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en esperar cada vez con más fuerza los bienes eternos, en corresponder cada vez más ardientemente al amor de Dios, en dispensar cada vez más abundantemente la gracia y la santidad entre los hombres” Credo del pueblo de Dios, n. 27.
San Juan Pablo II Queda así corregido ese modo demasiado humano de concebir el juicio de Dios, visto sólo como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad, dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad. (30 de septiembre de 1987)
“El hombre…vive cada vez más en el miedo” (Redemptor Hominis III,15).
No debemos olvidar que el skaton, es decir, el acontecimiento final, entendido cristianamente, no es sólo una meta puesta en el futuro, sino también una realidad ya iniciada con la venida histórica de Cristo. (22 de Abril 1998).
Ante esta Luz que es Dios revelado en Cristo, ante tal Verdad, en cierto sentido, las mismas obras juzgan a cada uno. (30 de septiembre de 1987)
Por más complejas y problemáticas que sean las situaciones, no perdáis la confianza. En el corazón del hombre jamás debe morir el germen de la esperanza. (19-11-2000).
Benedicto XVI en cuanto creyentes, en nuestra vida nosotros ya estamos con el Señor; nuestro futuro, la vida eterna, ya ha comenzado. (Catequesis, La parusía, fuente de certeza y de valor para el cristiano, 12 de noviembre de 2008)
Papa Francisco, Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. Yo os quisiera preguntar: ¿cuántos de vosotros pensáis en esto? Habrá un día en que yo me encontraré cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro.– Mensaje de la Jornada Mundial de los Pobres 2015
“Tal vez nosotros podemos sentirnos dueños del momento”. Pero el engaño es creernos dueños del tiempo. El tiempo no es nuestro. El tiempo es de Dios”. Homilía del 26 de noviembre de 2013
Es necesario permanecer vigilantes, vigilar el corazón. (miércoles 14 de diciembre de 2022)
Enzo Bianchi: «la vigilancia es lucidez interior, inteligencia, capacidad de crítica, presencia en la historia, no distracción ni disipación».
Erich Fromm, No tengo ninguna razón para el optimismo, pero mi esperanza aumenta de día en día.
Madeleine Delbrêl «Si vas al fin del mundo, encontrarás la huella de Dios; si vas al fondo de ti mismo, encontrarás a Dios».
CONTO
DE JOVEN YO ERA UN REVOLUCIONARIO
“ El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo.
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo.
Aunque sólo sea a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho.
Ahora, que soy viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente: Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida”.
(Tony de Mello)
Tomado de Inpas
“NO NECESITAMOS PROFETAS DE DESVENTURAS”(Juan XXIII)
Aquella persona anciana, con aquella santa ingenuidad que sólo tienen los viejos y los niños, contaba que escuchó un día a un cura que hablaba con palabras terribles del próximo fin del mundo: el sol se iba a oscurecer, las estrellas a caer, el mar a desbordar etc. “Al salir del templo, dijo, como todo aquello eran tan triste, me fui a una pastelería y me comí un helado”.
Juan XXIII denunció un día a estos predicadores. “Nos llegan de cuando en cuando, voces que ofenden nuestros oídos, cuando algunas personas, inflamadas, es cierto, de celo religioso, carecen de criterio en su juicio y en su manera de ver las cosas. En la situación actual de la sociedad no ven más que ruinas y calamidades. Tienen la costumbre de decir que nuestra época ha empeorado profundamente en relación con los siglos pasados y se conducen como si la historia, que es maestra de la vida, no les hubiera enseñado nada. Nos parece necesario expresar nuestro completo desacuerdo con tales profetas de desgracias, que anuncian incesantemente catástrofes, como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina”.
Y es que el Señor no dijo “Tiemblen, que estoy llegando” sino “Trabajen mientras vuelvo”. “Verán al Hijo del hombre viniendo poderoso y glorioso en medio de la Nube. Por eso ustedes enderécense, levanten sus cabezas porque se acerca su liberación” (Lc 21,28)
Hoy también, equivocadamente inspirados en profecías y apariciones de dudosa autenticidad, muchos cristianos se dejan asustar por el fin del mundo que se anuncia.
Si ni siquiera Jesús sabía cuando legará el fin del mundo: “En cuanto se refiere al día y a la hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles de Dios, ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt 24,36)
Lo que cuenta no es el día del fin del mundo, sino el día de nuestra muerte. Dios nos lo quiso ocultar porque cada día tenemos que vivir como si fuera el último y estar siempre dispuestos a presentarnos a Jesús que nos vendrá al encuentro para llevarnos a la casa del Padre.
Tomado de P. Chinaglia
ANÉCDOTA
‘FUTURO DISTÓPICO’
En el argumento de muchas películas, novelas y videojuegos se nos habla de un ‘futuro distópico’. Una distopía es la representación de una sociedad futura de características muy negativas, en la que el panorama que presentan es desolador: una guerra, o una epidemia o catástrofe natural, o la contaminación, ha aniquilado a la mayor parte de la humanidad, que malvive en condiciones precarias y en medio de peligros que amenazan su supervivencia. En bastantes ocasiones, el argumento parte de nuestra sociedad actual para mostrar las consecuencias destructivas que puede tener nuestro estilo de vida si no podemos remedio cuando todavía estamos a tiempo.
Tomado de ACG
¿A DÓNDE VOY?
Cuentan de Chesterton que era muy despistado y en una ocasión, viajando en tren, el revisor le pidió el billete, empezó a buscarlo por todos los bolsillos y no lo encontraba.
Se iba poniendo cada vez más nervioso.
Entonces el revisor le dijo:
– Tranquilo, no se inquiete, que no le haré pagar otro billete.
– No es pagar lo que me inquieta -repuso Chesterton- lo que me preocupa es que he olvidado a dónde voy.
Tomado de Anecdonet
UCRANIA, GAZA, LÍBANO, VALENCIA…¿ FIN DEL MUNDO?
En el siglo I, sobre todo en las décadas en las que se escribieron los evangelios, ocurrieron cosas parecidas. Un terremoto en Asia Menor que destruyó doce ciudades en una sola noche (año 61). Otro terremoto en Pompeya y Herculano (año 63). Incendio de Roma (año 64). Rebelión de los judíos contra Roma, guerra que durará hasta el año 70 y terminará con el incendio de Jerusalén y de su templo. Nuevo terremoto en Roma (año 68). Guerra civil, con tres emperadores en un solo año: Otón, Vitelio y Vespasiano (año 69). Erupción del Vesubio (año 79)…
…Una omisión incomprensible
El discurso no termina ahí. Añade una exhortación capital: «¡Atención, estad despiertos!». Lo importante no es discutir o calcular, sino mantener una actitud vigilante, esperando contra toda esperanza. Los miles de personas que están ayudando de forma muy sacrificada a las víctimas de Ucrania, Gaza, Líbano, Valencia… nos enseñan cómo debemos responder a las múltiples tragedias de nuestro mundo.
Tomado de J.L.Sicre
SAN LUIS GONZAGA
Todo lo que hacemos si es voluntad de Dios
se convierte en oración.
Se encontraba el joven jesuita jugando al frontón. En medio de aquel esparcimiento un compañero le pregunta: «¿Qué harías si supieras que el Señor te llama para el juicio final?» No respondió el santo que se iría a la capilla a rezar o a confesarse, sino: «Seguiría jugando». Porque él estaba alerta y no necesitaba encontrarse constantemente en oración explícita, pues toda su jornada era guiada por el consejo paulino: «Sea que comáis, sea que bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios» (I Cor 1O, 31).
Tomado de Anecdonet
LA RUINA DEL TEMPLO
Cuando la profanación del Santuario, lugar en que Antíoco Epífanes hizo levantar la estatua de Júpiter Olímpico, los judíos vieron en ella el cumplimiento de la profecía de Daniel (1M 1, 57).
Tomado de Joseph Marie Lagrange, O. P.
EL GÉNERO APOCALÍPTICO
Tuvo su época de florecimiento allá por los años que van del siglo II antes de Cristo al siglo II después de Cristo. Nace en momentos de persecución y de hostilidad; en momentos de crisis y de grandes dificultades nacionales. Los justos, los fieles son perseguidos, atormentados; el mundo malvado se esfuerza por borrarles de la superficie de la tierra. En esos momentos críticos, en los que parece que hasta el cielo enmudece y Dios olvida a los suyos, el autor sagrado emplea un lenguaje especial y con palabras de singular colorido, trata de consolar al fiel perseguido por su adhesión a Dios. Es el momento de revelar (apocalipsis) el plan divino a todos escondido. Algunos, los agraciados, reciben la misión de comunicarlo al pueblo fiel. En el se habla del reino de dios y del reino de las tinieblas; de la oposición encarnizada que el segundo ofrece al primero; de las tribulaciones que hay, con anuencia de dios, que sufrir; del resultado final de la lucha. El reino de Dios triunfa; desbarata, hasta aniquilarlo, al reino del dragón, de la bestia. Los fieles que se han mantenido adheridos a la fe del Señor serán recompensados. La muerte no tiene dominio sobre ellos. Estarán siempre con Dios.
Tomado de José A. Ciordia
EL LIBRO DE DANIEL
Sitúa sus relatos y visiones como sucedidos varios siglos antes, en tiempos del rey Nabucodonosor. Pero los escribe en tiempos del impío rey Antíoco Epífanes, el que más persiguió la fe del pueblo de Israel, en tiempos de los Macabeos, en el siglo II antes de Cristo. Su autor quiere infundir ánimos a sus lectores para que permanezcan fieles a su fe. Presenta al arcángel Miguel -«¿quién como Dios»?- y bajo su guía «se salvará tu pueblo», y los que han sido fieles y han «enseñado la justicia» «brillarán como el fulgor del firmamento, por toda la eternidad». También en el Apocalipsis, el libro más «guerrero» de la Biblia, aparece el arcángel Miguel como líder de los que luchan contra el maligno.
Tomado de José Aldazábal
LAS NUBES
En el lenguaje apocalíptico, las nubes son un signo teofánico: indican que la segunda venida del Hijo del hombre no se llevará a cabo en la debilidad de la carne, sino en el poder divino. Estas palabras del discurso hacen pensar en el futuro último, que concluirá la historia. Con todo, Jesús, en la respuesta que da al sumo sacerdote durante el proceso, repite la profecía escatológica, enunciándola con palabras que aluden a un acontecimiento inminente: «Yo os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de Dios y venir sobre las nubes del cielo» (Mt 26, 64).
Tomado de San Juan Pablo II Catequesis (22-04-1998)
MUSEO DE ARTE CRISTIANO DE NAGASAKI
Desde una colina todo lo que abarca la vista son escombros, vigas aún humeantes, y en danza macabra el armazón de algún alto edificio. Entre los cascotes brillan al reflejo del sol pedazos de porcelana, vajillas rotas de familias destrozadas. Aquel espectáculo inspira a Imai Kenji, arquitecto japonés, discípulo de Gaudí, la idea del plasma en las paredes exteriores del Museo de Arte Cristiano de Nagasaki: que de la destrucción y la muerte nace nueva belleza y nueva vida.
Con aquellos trozos –tazas y platos destrozados por el odio—crea dos mosaicos: blanco azulado y verde, el de la esperanza; rojo vivo y granate, el del amor. Y allí quedan los dos inmensos mosaicos como símbolos, para el pueblo japonés, de que la destrucción y la muerte no son el fin, porque en ellos mismos están los gérmenes de una nueva vida y de un nuevo mundo.
Tomado de José María Maruri, SJ
«SENTARSE BAJO LAS HOJAS DE LA HIGUERA»
Significaba tradicionalmente que había paz y bienestar para todos. Y era a la sombra de la higuera donde se sentaban los rabinos para explicar la palabra de Dios a las gentes. Incluso el hecho de que las higueras de Israel daban dos cosechas de higos, una en primavera y otra al final del verano, hacía de este árbol símbolo de alimentación continua durante todo el verano.
HIGUERA
Árbol bíblico de honda significación para el pueblo de Israel. La aparición de sus frutos era símbolo de bendición y prosperidad. Cuando Moisés mandó exploradores a reconocer la Tierra prometida, la abundancia de higueras cargadas de fruto se convirtió en uno de los símbolos de la nueva Ɵ erra a la que iba a entrar el pueblo de Dios. La exuberancia de las higueras contrastaba con la aridez del desierto.
La higuera proporcionaba uno de los alimentos más importantes, y era comparado con la Palabra de Dios. Los higos, amasados en harina, ofrecían un nutritivo «pan de higo» que se conservaba largo tiempo. Podía ser utilizado como vitualla para los largos viajes.
El evangelio nombra a una ciudad famosa por sus higos: Betfagué. Su nombre significa «Casa de los higos». Textos extrabíblicos cantan las alabanzas de un apreciado licor de higos que se fabricaba en esta población
Tomado de Tiempo Interior
PELÍCULA «MI VIDA SIN MÍ», de Isabel Coixet, (2003):
Su protagonista, Ann tiene 23 años, dos hijas, un marido que pasa más tiempo en paro que trabajando, una madre que odia al mundo, un padre que lleva 10 años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día… Vive en una caravana en el jardín de su madre, en las afueras de Vancouver. Esta existencia gris cambia completamente tras un reconocimiento médico, en el que le anuncian su muerte inminente. Desde ese día, paradójicamente, Ann observa la realidad con pupilas dilatadas, como si lo viera todo por vez primera, o como si todo se fuera a desintegrar en el instante siguiente y descubre el placer de vivir, guiada por un impulso vital: elaborar una lista de cosas que quiere hacer antes de morir. Pero Ann ahora tratará de ver a sus padres, a su marido y a sus hijas fijándose en lo mejor de ellos, y les dejará en herencia palabras esperanzadoras, a través de unas cartas póstumas.
Tomado de Cormaríaferraz
LA MUERTE, EL JUICIO, EL PARAÍSO
El 5 de abril tuve un sueño que me fatigó mucho, de manera que al amanecer me sentía tan cansado como si hubiera trabajado toda la noche, y estaba intranquilo e inquieto.
Soñé que me había muerto y que me presentaba ante el juicio de Dios para darle cuenta de mis palabras, acciones y pensamientos. Luego soñé que llegaba al paraíso y que me encontraba muy feliz allá. Al despertarme se me fue la ilusión de estar gozando ya en el paraíso pero me vino el consuelo de no tener que presentarme todavía a dar cuentas ante el Tribunal de Dios y de tener tiempo para prepararme mejor a una santa muerte. Mi propósito fue hacer en adelante todo lo posible por salvar mi alma y conseguir el Paraíso Eterno.
Estas cosas puede ser que no tengan importancia para los que las oyen, pero para mí sí fueron de mucha importancia porque me hicieron pensar seriamente en lo que me espera al final de la vida.
(1868, Los Sueños de San Juan Bosco Extraídos de la Vida de San Juan Bosco)
Tomado de Anecdonet
EJEMPLOS PREDICABLES
SAN JERÓNIMO Y LA TROMPETA DEL JUICIO
El Doctor y Padre de la Iglesia San Jerónimo, pensaba muy a menudo en el día del Juicio, acerca del cual hizo una vez la siguiente manifestación: “Doquiera que vaya o esté, me parece que estoy ya oyendo el toque de la trompeta y la voz que me llama: ¡Jerónimo, ven a juicio!” Por esto se suele pintar a este santo con la trompeta del Juicio en la mano. El recuerdo continuo del Juicio final hizo que San Jerónimo llevara una vida de gran penitencia. Entre otras cosas, estuvo durante 25 años haciendo vida eremítica en la cueva de Belén, en la cual vino al mundo el Niño Jesús.
Tomado de MSC
CHISTE
MARIPILY Y EL FIN DEL MUNDO
Dice Maripily:
– ¿Quién dijo que el mundo se acababa en el 2012?, son todos tan mentirosos. Encontré una lata de atún que caduca en el 2013.
POEMA
Yo amo a Jesus que nos dijo:
cielo y tierra pasaran.
Cuando cielo y tierra pasen
mi palabra quedara.
¿Cual fue, Jesus, tu palabra?
¿Amor?, ¿perdon?, ¿caridad?
Todas tus palabras fueron
una palabra: Velad.
Como no sabéis la hora
en que os han de despertar,
os despertaran dormidos
si no velais; despertad.
Antonio Machado.
Proverbios y Cantares, XXXIV.
Y cuando llegues a la puerta de tu noche,
al acabar el camino que no tiene retorno,
sepas decir tan sólo: «gracias por haber vivido«.
(Salvador Espriu)
ORACIÓN
NO PASARÁ TU PALABRA
Pasan los días y los años
se enreda la historia, y se llena
de nombres, de rostros, de gestos.
Se suceden los llantos y las risas.
Se arrugan los rostros y las manos.
Se llena de nieve el cabello.
Hay heridas que al fin cicatrizan.
Pasan palabras que se olvidan,
canciones que mueren,
versos que nadie recita más.
Pasa la vida, sólo una.
Pero tu palabra permanece.
Permanece el amor, como fuerza
poderosa. Permanece cada caricia
que humaniza el mundo;
cada acto de perdón,
y cada fiesta sin excluidos.
Permanece la bienaventuranza
como una forma de ser,
y el prójimo, y el abrazo
al hijo ausente que regresa.
Tu palabra no pasa. Nunca
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
AYÚDAME, A VER
El futuro, desde el presente
Tu venida, en tus innumerables llegadas
Tu presencia, en los pequeños detalles
Tu Reino, en los acontecimientos buenos de cada jornada
AYÚDAME, A VER
El cielo, avanzándolo en la tierra
El éxito, aunque aparentemente fracase
El mañana, con la siembra de mi hoy
AYUDAME, A VER
Con optimismo, los avatares tristes del momento
Con esperanza, las dificultades que me rodean
Con fe, lo que mis ojos se resisten a reconocer
Con claridad, lo que se esconde a mi razón
AYÚDAME, A VER
La perfección futura, superándome cada día
Tu venida gloriosa, en infinidad de aterrizajes que Tú haces
El día del mañana, guiado por tu compañía
La Patria del Cielo, sin olvidar que vivo en la tierra
AYÚDAME, A VER
Con interés, lo que acontece en este mundo
Con compromiso, las actuaciones que requieren mi ayuda
Con paz, los instantes de prueba o de cruz
AYÚDAME, SEÑOR:
A colaborar contigo, para que hoy y aquí,
pueda preparar una buena pista de aterrizaje
para el día en que te decidas a venir.
Amén.
Javier Leoz
MEDITACIÓN
DIME CUÁL ES EL SENTIDO DE MI VIDA
Juan Pablo II, en una misa con universitarios en Roma, glosó la oración al Espíritu Santo: “ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor…” Comentando esa oración, les decía: “Fijaos en la grandeza del corazón del hombre: solo Dios es capaz de llenarlo”.
“Solo Dios basta (Santa Teresa). Basta El solo y es el único que basta solo.
Continúa…
Fin del hombre
Cada uno busca algo en su vida, tiene un fin. ¿Cuál es el verdadero fin del hombre? ¿Por qué ese y no otro?.
-”El verdadero fin del hombre es Dios.
Explicación: El fin supremo tiene que ser algo que, una vez alcanzado, nos llene y nunca acabe. Ha de ser pues
a/ infinito: que sacie todas nuestra posibilidades; que no podamos pedir más.
b/ eterno: que perdure siempre, que no concluya jamás.
Ahora bien ¿qué cosa hay en la tierra que sea “infinita y eterna”?. Ninguna.
Pero, ¿existe una “cosa” infinita y eterna, efectivamente?. Sí. ¿Qué es?. Dios.
Consecuencia (Deducción): El fin del hombre, no es estar en la Tierra, ya que en ella no puede alcanzar su saciedad, sino en el Cielo, junto a Dios.
(Respuesta literal de un chaval de quince años en un examen).
Agustín Filgueiras Pita
Tomado de Anecdonet
CANTO
Mis Palabras No PasaránGen Verde
Salmo 16 (15) – Protégeme, Dios mío | Athenas
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela