CITA
“Familia que reza unida, permanece unida”
No hay peor soledad que la soledad en compañía.
Marco Tulio Cicerón “¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?”
Tertuliano: «No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblación divina confirma, la bendición consagra, los ángeles lo registran y el Padre lo ratifica. (Tertuliano, Ad uxorem 2,9; cf. FC 13).
«Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una y el espíritu es uno. Rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se enseñan el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compañía mutua; jamás son causa de tristeza el uno para el otro… Cantan juntos los salmos e himnos. En lo único que rivalizan entre sí es ver quién de los dos cantará mejor. Cristo se regocija viendo a una familia así, y les envía su paz. Donde están ellos, allí está también Él presente, y donde está Él el Maligno no puede entrar» (A su esposa 2,8).
San Gregorio de Nacianzo Es hermoso para una mujer reverenciar a Cristo en su marido; es igualmente hermoso para el marido no menospreciar a la Iglesia en su mujer. Sermón 37, 5-7 sobre Mateo 19, 1-12: PG 36, 287-291.
San Agustin, Donde no hay amor de Dios, reina la concupiscencia (Enquiridio,1 17).
¿Que no hace el amor [. . . ]? Ved como trabajan los que aman: no sienten lo que padecen, redoblan sus esfuerzos a tenor de las dificultades (Sermón 96).
San Hilario: “En el sueño de Adán, Cristo engendró a la Iglesia”.
San Basilio Segundas nupcias son un adulterio disfrazado.
San Beda: «Por tanto, lo que Dios ha juntado, haciendo del hombre y la mujer una carne, sólo Dios puede separarlo, y no el hombre».
Santo Tomás, El matrimonio está instituido por Dios para el bien de la prole, no sólo para engendrarla ó esto es posible hacerlo fuera del matrimonio, sino también para conducirla al estado perfecto; y esto porque cualquier cosa trata naturalmente de llevar su efecto a la perfección (Coment. al libro IV de las Sentencias, d. 39, q. l, ad 2).
Imitación de Cristo,No hay orden tan santo ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y adversidades (1,13,2).
Santa Teresa de Jesús Ya toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado ().
Madre Teresa La soledad también es un tipo de hambre. Hambre de calor y afecto. Y este hambre es mucho más difícil de saciar que el hambre de un pedazo de pan.
No hay mayor pobreza que la soledad.
San J. Escriva De Balaguer, Cruz, trabajos, tribulaciones: los tendras mientras vivas. Por ese camino fue Cristo, y no es el discípulo mas que el Maestro (Camino, n. 699).
El matrimonio no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural (Es Cristo que pasa, n. 23).
Los casados están llamados a santificar su matrimonio y a santificarse en esa unión; cometerían por eso un grave error, si edificaran su conducta espiritual a espaldas y al margen de su hogar. (Es Cristo que pasa,23).
El Matrimonio es un sacramento que hace de dos cuerpos una sola carne; como dice con expresión fuerte la teología, son los cuerpos mismos de los contrayentes su materia. El Señor santifica y bendice el amor del marido hacia la mujer y el de la mujer hacia el marido: ha dispuesto no sólo la fusión de sus almas, sino la de sus cuerpos. Ningún cristiano, esté o no llamado a la vida matrimonial, puede desestimarla (Es Cristo que pasa,24).
Cardenal Newman: “No es posible encontrar a dos personas por muy íntimas que sean, por mucho que congenien en sus gustos y apreciaciones, por mucha afinidad de sentimientos espirituales que existan entre las mismas, que no se vean obligadas a renunciar en beneficio mutuo a muchos de sus gustos y deseos si quieren vivir juntas felizmente. El compromiso, en el más amplio sentido de la palabra, es el principio de toda combinación, y cualquiera que insista en gozar plenamente de sus derechos, en manifestar sus opiniones sin tolerar las de su prójimo, y de esta suerte en los distintos aspectos, habrá de resignarse forzosamente a vivir solo, pues le será imposible hacerlo en comunidad”.
Catecismo 1605 “La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: «No es bueno que el hombre esté solo». La mujer, «carne de su carne», es decir, su otra mitad, su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como un «auxilio», representando así a Dios que es nuestro «auxilio». «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne». Que esto significa una unión indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue «en el principio», el plan del Creador: «De manera que ya no son dos sino una sola carne» (Mt 19,6)” ().
Enseñanza del Señor Jesús sobre el matrimonio
1614: En su predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización, dada por Moisés, de repudiar a la propia mujer era una concesión a la dureza del corazón; la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: «Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre» (Mt 19, 6).
1615: Esta insistencia, inequívoca, en la indisolubilidad del vínculo matrimonial pudo causar perplejidad y aparecer como una exigencia irrealizable. Sin embargo, Jesús no impuso a los esposos una carga imposible de llevar y demasiado pesada, más pesada que la Ley de Moisés. Viniendo para restablecer el orden inicial de la creación perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a Cristo, renunciando a sí mismos, tomando sobre sí sus cruces, los esposos podrán «comprender» el sentido original del matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.
1642 “¿De dónde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendición? Los ángeles lo proclaman, el Padre celestial lo ratifica… ¡Qué matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor; nada los separa, ni en el espíritu ni en la carne; al contrario, son verdaderamente dos en una sola carne” (Tertuliano, ux, 2,9; cf FC 13) ().
La fidelidad del amor conyugal
1646: El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. «Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad».
1648: Puede parecer difícil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano. Por ello es tanto más importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios. Los esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio, con frecuencia en condiciones muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial.
La Iglesia admite la separación
1649: Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia admite la separación física de los esposos y el fin de la cohabitación. Los esposos no cesan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva unión. En esta situación difícil, la mejor solución sería, si es posible, la reconciliación. La comunidad cristiana está llamada a ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situación en la fidelidad al vínculo de su matrimonio que permanece indisoluble.
El caso doloroso de los civilmente divorciados y vueltos a casar
1650: Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo («Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio»: Mc 10, 11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la Penitencia no puede ser concedida más que a aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia.
1651: Respecto a los cristianos que viven en esta situación y que con frecuencia conservan la fe y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben dar prueba de una atenta solicitud, a fin de que aquéllos no se consideren como separados de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto bautizados:
«Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar sus hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios» (S.S. Juan Pablo II).
2201 “El matrimonio está establecido sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales” ().
2.364 «El matrimonio constituye una ‘íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias’. Esta comunidad ‘se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable’ (Concilio Vaticano II). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble. ‘Lo que Dios unió, no lo separe el hombre’ (Mc 10,9)»
Conc. Vaticano II, El ser humano no fue creado para la soledad; en su misma naturaleza espiritual lleva arraigada una vocación relacional. En virtud de esta vocación, crece en la medida en que entra en relación con los demás, encontrándose plenamente «en la entrega sincera de sí mismo» (Gaudium et spes, 24).
«Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima comunidad conyugal de vida y amor está establecida sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable. Así, del acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina. Este vínculo sagrado, en atención al bien, tanto de los esposos y de la prole, como de la sociedad, no depende de la decisión humana. Pues el mismo Dios es el autor del matrimonio, al que ha dotado con bienes y fines varios» (Gaudium et spes, n. 48).
Pío XI, El matrimonio no fue instituido ni establecido por obra de los hombres, sino por obra de Dios; que fue protegido, confirmado y elevado no con leyes de los hombres, sino del Autor mismo de la naturaleza, Dios, y del Restaurador de la misma naturaleza, Cristo Señor; leyes, por tanto, que no pueden estar sujetas al arbitrio de los hombres, ni siquiera al acuerdo contrario de los mismos cónyuges (Encíclica Casti connubii)
Juan XXIII, La familia, fundada sobre el matrimonio contraído libremente, uno e indisoluble, es y ha de ser considerada como el núcleo primario y natural de la sociedad (Enc. Pacem in terris,11-IV-1963).
S. Juan Pablo II, «La comunión conyugal hunde sus raíces en el complemento natural que existe entre el hombre y la mujer y se alimenta mediante la voluntad personal de los esposos de compartir todo su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son; por eso, tal comunión es el fruto y el signo de una exigencia profundamente humana» (Familiaris consortio, n. 19).
«dar testimonio del inestimable valor de la indisolubilidad y fidelidad matrimonial es uno de los deberes más preciosos y urgentes de las parejas cristianas de nuestro tiempo. » (Familiaris consortio, n. 20).
No eres su amo, escribe San Ambrosio (Hexaemeron 5,7,19), sino su marido; no te ha sido dada como esclava, sino como esposa. (…) Devuélvele sus atenciones hacia ti y sé para con ella agradecido por su amor”» (Familiaris consortio, n. 25).
«El sacramento del matrimonio constituye a los cónyuges y padres cristianos en testigos de Cristo «hasta los últimos confines de la tierra», como auténticos «misioneros» del amor y de la vida» (Familiaris consortio, cf. n. 54).
El futuro de la humanidad pasa por el futuro de la familia.
“Están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total” (FC 19).
La familia está “al servicio de la Iglesia y de la sociedad en su ser y en su obrar, en cuanto comunidad íntima de vida y de amor” (Familiaris Consortio 50).
Creed en vuestra vocación, en esa hermosa vocación al matrimonio y a la paternidad que Dios os ha dado. (Hom. Limerick, l-X-1979).
Benedicto XVI «El desarrollo del amor hacia sus más altas cotas y su más íntima pureza conlleva el que ahora aspire a lo definitivo, y esto en un doble sentido: en cuanto implica exclusividad -sólo esta persona-, y en el sentido del “para siempre”. El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor tiende a la eternidad [Deus caritas est,n. 6].
El matrimonio, como la Biblia lo presenta, no existe fuera de la relación con Dios. La vida conyugal entre el hombre y la mujer, y por lo tanto de la familia que de ella se genera, está inscrita en la comunión con Dios y, a la luz del Nuevo Testamento, se transforma en imagen del Amor trinitario y sacramento de la unión de Cristo con la Iglesia. (04-10-2009)
Hay una evidente correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio. (04-10-2009)
Papa Francisco, «Las familias alcanzan poco a poco, con la gracia del Espíritu Santo, su santidad a través de la vida matrimonial, participando también en el misterio de la cruz de Cristo, que transforma las dificultades y sufrimientos en una ofrenda de amor». Amoris Laetitia:
«La experiencia muestra que, con una ayuda adecuada y con la acción de reconciliación de la gracia, un gran porcentaje de crisis matrimoniales se superan de manera satisfactoria».
R. Schnackenburg: Jesús quiso inculcar a los casados la máxima responsabilidad moral y que no disolviesen su matrimonio; la Iglesia primitiva, por su parte, tomó muy en serio esta llamada obligatoria. (…)El Nuevo Testamento y su Mensaje, Herder, Barcelona (1980).
Saint-Exupèry «Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección».
Alessandro Pronzato ¿Quién no ha dicho alguna vez “así no se puede seguir”, “en estas condiciones es imposible continuar”? Y nos paramos. Dios, en cambio, precisamente entonces da el paso decisivo con relación al hombre. Con la encarnación Jesús no viene a traernos a domicilio el “libelo de repudio”, sino el “gozoso anuncio” de su amor incurable por el hombre. El pan del domingo ciclo b Edit. Sigueme salamanca 1987.pág. 233 ss
Lacordaire: “¿Qué ser hay bastante infame, cuando ama, para calcular el momento en que no amará?”.
Fromm El amor se manifiesta en un deseo de la felicidad del otro, en sentirse bien si el otro está bien aun cuando esto suponga sacrificio propio. Porque amar es básicamente dar, no recibir. La esfera más importante del dar es el dar de sí mismo y cuando se da así, no se puede dejar de recibir; de hacer de la otra persona un dador, y compartir ambos la alegría de lo que han creado ().
Zenaida Bacardí de Argamasilla El divorcio es distancia. Ella solita es capaz de cerrar los canales que nutren el amor y secar las ilusiones y la ternura que nos sostienen la vida.
El divorcio está resquebrajando la familia, que es el cimiento de la sociedad.
El divorcio llega porque el matrimonio empieza a vivir en mundos distintos, a mirar en posiciones opuestas y a volar por donde no pueden encontrarse.
George Eliot En toda separación hay una imagen de la muerte.
Leo Nikolaevich Tolstoi El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Autor desconocido La Oración es el secreto más básico y crítico para tener éxito en el matrimonio.
Thomas Fuller Ten los ojos bien abiertos antes del matrimonio, y medio cerrados después.
André Maurois Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta.
CONTO
UNA LEYENDA DE LOS INDIOS SIOUX
Cuenta que unos novios querían que su amor fuera eterno y le pidieron consejo al brujo sabio del poblado para permanecer siempre unidos. Buscaban un arma para que su amor fuera siempre igual de hondo, apasionado y verdadero. Y él les pidió que cada uno por su lado buscara un ave. Él un águila. Ella un halcón. Volvieron a su presencia con sus presas. Él les dijo:
«Atad sus patas con un cordel suave pero firme. Con mucho amor, con mucha ternura, pero un lazo firme».
Así lo hicieron y lanzaron las aves al cielo esperando que volaran en armonía. Pero el halcón y el águila, acostumbrados a volar en soledad, no podían alzar el vuelo. Con furia se revolvían la una contra la otra tratando de separarse. No lograban alzar el vuelo tirando en direcciones opuestas.
Entonces el sabio les dijo: «Vayan juntos pero no atados como el halcón y el águila». Unidos siempre, juntos siempre, pero no atados, aunque el cordel que una esté lleno de amor.
Tomado de P. Carlos Padilla
TIENES QUE DIVORCIARTE Y CASARTE CON OTRA MUJER
“Una vez, cuenta el Carlos Vallés, asusté a un joven marido que me pedía consejo sobre su matrimonio en peligro. Este me había hablado de su esposa con tantos detalles negativos que parecía imposible que pudiera seguir viviendo con ella. Yo le di entonces mi consejo. “Tiene que divorciarte de tu mujer”. Aquel joven marido quedó asombrado que un sacerdote le diera este consejo, y casi se cayó de espalda cuando el padre insistió diciéndole: “¡Sí, tienes que divorciarte y casarte con otra mujer!
“Pero ¿cómo padre me dice esto? No entiendo.” replicó. Y yo le expliqué sonriendo. “Sí, tienes que divorciarte de la mujer ideal de tus sueños, y casarte con la mujer de carne y hueso que tienes en tu casa”.
Amar de veras implica querer al otro como es, con todos los defectos que tiene y no como tendría que ser o cómo nos gustaría que fuese. Dios no nos ama porque somos dignos de amor sino que somos dignos de amor porque Dios nos ama. Y Dios nos ama como somos, así, en concreto, con los ojos abiertos sobre nuestras virtudes. y nuestros defectos.
El amor de los novios es ciego en cuanto a los defectos del otro, pero también vidente en cuanto a las cualidades que sólo el enamorado es capaz de ver. Cuando, con el pasar de los años, las cualidades, que tanto los encantaban, disminuyen o desaparecen y quedan al descubierto los defectos, que antes estaban escondidos, entonces parece que el amor ya no existe y los esposos llegan a pensar que el amor se ha ido. En realidad, amor únicamente fundado sobre las cualidades, no es verdadero amor. Se aman las cualidades físicas o psicológicas o morales pero no se ama a la persona que es el sujeto profundo de las cualidades. Si el amor desaparece, es que probablemente, nunca existió. Pero si el amor llega a ser un amor personal, un amor a la persona única e irrepetible, entonces no va a desaparecer por el hecho de que desaparecen las cualidades. La persona es siempre la misma aunque cambia a lo largo del tiempo.
Tomado de P. Chinaglia
MAMÁ NO TIENE NOVIO
De visita en casa de mis tíos, me divierte ver a mi prima grande prepararse cuando espera a su novio; toda contenta se peina, perfuma y pinta los labios, se viste muy guapa y corre de un lado a otro de la casa, arreglando todo con detalle para que su “mi amor” no encuentre defecto alguno en el entorno. Entonces llega el novio oliendo a mucha loción y cuando se miran…¡uff!, parece que flotan en el aire. Se abrazan con ternura y ella le ofrece algo de tomar junto con las galletas que le preparó durante la tarde. Además, él celebra todo lo que ella le prepara para cenar con esmero. Luego se sientan a platicar tontería y media por horas, después de lograr que los niños desaparezcamos de la sala; se escuchan el uno al otro sin perder detalle ni soltarse sus manos, hasta que al susodicho no le queda mas remedio que despedirse cuando mi tío empieza a rondar con la almohada bajo el brazo. Al día siguiente le pregunto a mi mamá quién es su novio, y me dice muy sonriente que su novio es mi papá. – “No, mami, en serio…” pero ella insiste. ¿Cómo va a ser mi papá tu novio?. ¡El nunca llega con un ramo de flores, ni chocolates; sí le da un regalo a mamá en su cumpleaños y navidad, pero nunca he visto que el novio de mi prima se presente con una licuadora o dinero para que se compre algo. Además mamá no pone cara de Blanca Nieves cuando papá llega del trabajo, ni él sonríe como príncipe azul cuando la mira. Mamá no corre a arreglarse el peinado, ni a pintarse los labios cuando suena el timbre de la puerta y apenas voltea a verlo para decir “hola” porque está revisando las tareas. El saludo de mi papá, en vez de “hola mi vida” es “Hola ¡qué día!” y de inmediato se pone en la peores fachas para estar cómodo. En lugar de
“¿qué se te antoja de cenar?”; Mi mamá le pregunta temerosa “Qué, ¿quieres cenar?” y cuando creo que papá le va a decir “Que bonita te ves hoy”, le pregunta “¿no viste donde quedó el control de la televisión?”. Los novios se dicen cosas románticas como “¡cuánto te amo!”, en vez de “¿fuiste al banco?”. Mi prima y su novio no pueden dejar de mirarse. Cuando mamá pasa delante de papá, él inclina la cabeza para no perder detalle de lo que hay en la tele. A veces, papá le da un abrazo sorpresa a mamá, pero ella tiene que zafarse porque siempre está a las carreras. Además, mis papás solo se dan la mano cuando en Misa el padre dice “daos fraternalmente la paz”. Yo creo que ella me dice que son novios para que no me entere de que “cortaron” cuando se casaron. La verdad es que mi mamá no tiene novio y mi papá no tiene novia. Qué aburrido… ¡SOLO SON ESPOSOS!
Tomado de P, Diego Millán
ANÉCDOTA
«CARNE»
En sentido bíblico no se refiere sólo al cuerpo, sino a la persona entera bajo el aspecto corporal. Por tanto, «ser una sola carne» indica que los matrimonios han de vivir una unión total: unión de cuerpos y voluntades, de mente y corazón, de vida y de afectos, de proyectos y actuaciones… Jesús insiste: «ya no son dos». La unión es tan grande que forman como una sola persona. Por eso el divorcio es un desgarrón de uno mismo y necesariamente es fuente de sufrimiento. Pero, por lo dicho, se ve también que un matrimonio vive como divorciado, aunque no haya llegado al divorcio de hecho, si no existe una profunda unión de mente y corazón entre los esposos.
Tomado de Julio Alonso Ampuero: Año Litúrgico
HOMBRE
El término hebreo empleado es ish: hombre; «ish» da a la que ha salido de él el nombre de «mujer», es decir, ishah, femenino de ish.
Tomado de Adrien Nocent : El Año Litúrgico: Celebrar a Jesucristo. Tomo VII. Sal Terrae, Santander (1982), pp. 58ss.
COSTILLA
Nadie sabe a ciencia cierta el alcance de los términos sopor, costilla en el lenguaje figurado del autor. La literatura extrabíblica no aporta luz alguna definitiva ¿Qué simbolizan esos términos y esas acciones? El hombre duerme profundamente en el momento de ser creada la mujer. ¿Querrá decir el autor con ello el desconocimiento del modo y momento en que fue creada la mujer? Algunos lo creen así. El hombre ignora ese momento por completo. La figura de la costilla, en cambio, puede decirnos algo más. No perdamos de vista la institución del matrimonio, que es adonde va a parar toda la narración.
La costilla señala:
a) pertenencia e igualdad. Los dos seres son de la misma naturaleza: carne de mi carne y hueso de mis huesos. Se pertenecen el uno al otro. La costilla es parte del cuerpo y no hay cuerpo sin costillas.
B) Unidad íntima, como la forman el cuerpo y la costilla. Unidad, en la imagen, fisiológica. El matrimonio se concibe como el retorno, con esa referencia natural fisiológica, a la unidad primera. Han de formar una unidad y unión tal que se conciba como la existencia de dos en un sólo ser: una misma cosa.
c) La costilla se encuentra a la altura del corazón. No en la cabeza -no superior al hombre-; no en los pies -inferior a él-; sino a la altura del corazón, sede de la vida afectiva e intelectiva del hombre. De ahí ha sido tomada la mujer, y ahí debe volver: a formar un sólo corazón. Ese es su puesto: el tú adecuado del hombre, la ayuda requerida, la compañera inseparable, la corresponsable segura en la realización del plan de Dios.
Tomado de José A. Ciordia: Apuntes hechos públicos por sus alumnos.
HENRY FORD
En el cincuenta aniversario de su boda le preguntaron a Henry Ford por el secreto de su feliz matrimonio. Y éste contestó: “El mismo que el de la industria del automóvil, limitarte a un modelo”.
Tomado de P. Félix Jiménez
EL PAPA JUAN PABLO I
Hablando de la grandeza del matrimonio a un grupo de recién casados, les contaba una pequeña anécdota ocurrida en Francia. En el siglo pasado, un profesor insigne que enseñaba en la Sorbona, Federico Ozanam, era un hombre de prestigio y un buen católico.
Lacordaire, su amigo, solía decir del profesor de la Sorbona: “¡Este hombre es tan bueno y tan estupendo que se ordenará como sacerdote, incluso llegará a ser un buen obispo!”. Pero Ozanam contrajo matrimonio. Entonces, Lacordaire, algo molesto, exclamó: “¡Pobre Ozanam! ¡También él ha caído en la trampa!”. Estas palabras llegaron hasta el Papa Pío IX, quien dijo con buen humor a Lacordaire cuando éste le visitó unos años más tarde: “Yo siempre he oído decir que Jesús instituyó siete sacramentos: ahora viene usted, me revuelve las cartas en la mesa, y me dice que ha instituido seis sacramentos y una trampa. No, Padre, el matrimonio no es una trampa, ¡es un gran sacramento!”
JUAN PABLO I, Alocución 13-IX-1978.
EL DIVORCIO EN EL JUDAÍSMO
Estaba generalmente admitido. La discusión quedaba abierta en los motivos que le podían autorizar. La iniciativa, salvo rarísimas excepciones, pertenecía siempre al marido. La gama de razones era bastante amplia. Iba desde los casos más fútiles (la mujer que dejaba quemar la comida), para pasar a través de los que se consideraban como atentados a la moral del tiempo (la mujer que salía sin el tradicional velo calado sobre la cara, o que se entretenía en la calle a hablar con todos o que se ponía a hilar en la vía pública), para llegar al caso más grave, el adulterio. Solamente para esta última situación no había prácticamente dudas acerca de la posibilidad e incluso el deber del divorcio.
Para los demás casos, las posiciones eran muy distintas. El texto fundamental era una disposición sancionada por el Deuteronomio (24, 1-4). Especialmente la expresión -«…porque descubre en ella algo vergonzoso» – daba origen a la controversia. Se enfrentaban dos escuelas que tenían por jefes a dos rabinos prestigiosos, Shammai (casi rigorista, y esta línea severa tutelaba, sobre todo, la dignidad de la mujer contra el arbitrio del marido) y Hillel (que adoptaba una actitud más permisiva, que de hecho desembocaba en la facilonería y legitimaba toda clase de pretextos, incluso los caprichos del marido).
La única restricción para un divorcio rápido era establecida por… el dinero. En efecto, el hombre, además de conceder el libelo de repudio, estaba obligado a dar a la mujer una suma establecida en el contrato matrimonial.
En el caso de que no tuviera esta posibilidad financiera, para… resarcirlo del inconveniente de tener que soportar una mujer desagradable, se le consentía llevar a casa otra mujer. Así se verificaban no pocos casos de poligamia. Jesús no se deja envolver en una casuística tediosa. En relación a aquella «concesión» de Moisés, Jesús precisa que aquella permisión que ellos interpretaban como una conquista, como un signo de benevolencia divina para ellos, en realidad sería un inquietante testimonio contra ellos, porque se mostraban incapaces de vivir el amor en la relación hombre-mujer como lo vive Dios en alianza estrecha con su pueblo.
Tomado de Alessandro Pronzato
El pan del Domingo: Ciclo B. Síguemen, Salamanca (1987), pp. 233ss
LA TRISTE REALIDAD DEL DIVORCIO
Cualquier judío sabe que Dios crea al hombre y a la mujer para que se compenetren y complementen. Pero también sabe que los problemas matrimoniales comienzan con Adán y Eva. El matrimonio, incluso en una época en la que la unión íntima y la convivencia amistosa no eran los valores primordiales, se presta a graves conflictos.
Por eso, desde antiguo se admite, como en otros pueblos orientales, la posibilidad del divorcio. Más aún, la tradición rabínica piensa que el divorcio es un privilegio exclusivo de Israel. El Targum Palestinense (Qid. 1,58c, 16ss) pone en boca de Dios las siguientes palabras: «En Israel he dado yo separación, pero no he dado separación en las naciones»; tan sólo en Israel «ha unido Dios su nombre al divorcio».
La ley del divorcio se encuentra en el Deuteronomio, capítulo 24,1ss donde se estipula lo siguiente: «Si uno se casa con una mujer y luego no le gusta, porque descubre en ella algo vergonzoso, le escribe el acta de divorcio, se la entrega y la echa de casa…»
Un detalle que llama la atención en esta ley es su tremendo machismo: sólo el varón puede repudiar y expulsar de la casa. En la perspectiva de la época tiene su lógica, ya que la mujer se parece bastante a un objeto que se compra (como un televisor o un frigorífico), y que se puede devolver si no termina convenciendo. Sin embargo, aunque la sensibilidad de hace veinte siglos fuera distinta de la nuestra (tanto entre los hombres como entre las mujeres), es indudable que unas personas podían ser más sensibles que otras al destino de la mujer. Este detalle es muy interesante para comprender la postura de Jesús. En cualquier caso, la ley es conocida y admitida por todos los grupos religiosos judíos. Por eso resulta desconcertante, a primera vista, la pregunta de los fariseos a Jesús.
Tomado de José Luis Sicre
¿Cada año hay más o menos divorcios en España?
En 2020 hubo 77.200 divorcios, un 15,8% menos que en el año anterior. La custodia compartida fue otorgada en el 41,4% de los casos de divorcio y separación de parejas con hijos.
Fuente de la información: https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176798&menu=ultiDatos&idp=1254735573206
Tomado de Anecdonet
GHOSTING, O CÓMO DESPEDIRSE SIN DECIR ADIÓS
Camuflado bajo este término anglosajón que puede resultar inofensivo o bobalicón está un hecho que puede ser muy cruel. Hoy se usa la palabra ghosting para representar el hecho de romper una relación simplemente desapareciendo. Dejas de atender sus llamadas, no contestas a sus mensajes, le bloqueas… en definitiva, desapareces de su vida sin decir nada y sin dar oportunidad a dar explicaciones, o a pedirlas si eres la parte afectada. Quien rompe se convierte en un fantasma.
Al margen del hecho que ha podido ocasionar una ruptura, o de quién es culpable y quién víctima, este tipo de situaciones no deberían darse sin un diálogo de por medio. Bien es cierto que hay circunstancias que lo dificultan o simplemente lo impiden. Aun así, un trance de este tipo no debería solventarse sin una conversación. Pero mantener esta conversación es a veces sumamente difícil. O incómodo. O indeseable. Y preferimos desaparecer.
El ghosting es un síntoma más de esta sociedad que vivimos. Una en que nos ponemos a nosotros los primeros de la lista; en que tratamos de evitar el sufrimiento o las situaciones incómodas; en que buscamos la vía fácil o el camino rápido, evitando así toda circunstancia o persona que nos impida lograr lo que buscamos.
Construir una relación, sea del tipo que sea, debe hacerse con lentitud, con curiosidad, mucha paciencia y poniendo mucho cuidado. Solo con diálogo conseguiremos abonar el terreno donde crezca el cariño, el respeto y el amor. Un amor con vocación de permanencia y durabilidad, porque nadie empieza ninguna relación de verdad con la finalidad de acabarla. Pero si esta acaba, ese fin hay que ponerlo a la altura de la relación que se quiso construir. Y ahí tampoco debe faltar el diálogo, uno en que, con sinceridad y honestidad, se dé la oportunidad de explicar, de dar razones, de preguntar y de desahogar. En definitiva, de cerrar la historia. Y cerrar una historia adecuadamente ayuda a cerrar una herida de una manera sana.
El ghosting no ayuda a que eso ocurra, y es que lo que no se dice no termina desapareciendo, como algunos pueden creer. Esas palabras que nunca dijimos se quedan a vivir dentro de uno por siempre, en forma de pequeños cristalitos rotos que se clavan, que hacen pequeñas heridas, que tintinean dentro recordándote una y otra vez lo que quisiste decir o explicar, aunque el adiós ya fuera inevitable.
Saber despedirse, saber romper una relación, puede ser un acto de respeto y cariño hacia la otra persona, hacia la historia que se tuvo con ella y también hacia uno mismo. Aunque la ruptura no evite el dolor que produce el amor o la amistad perdida. Al menos, se deja espacio para las últimas palabras, para el vaciado de uno mismo, para el adiós consensuado y para el final. Y esa herida que queda, ese dolor inevitable que nos provoca el hecho de que «no pudo ser», estará más preparado para empezar a remitir.
Tomado de Pastoral Sj
DICHO
El matrimonio cristiano son las dos orillas de un río, y el puente, Dios. Mientras subsista el puente, siempre estarán unidas las orillas.
CHISTE
No seáis como aquella pareja de ancianos que se casaron y la mujer se quejaba con su marido de que hacía mucho que no le decía que la amaba. Él le respondió: “Ya te lo dije una vez y si cambio de opinión te lo diré”.
Tomado de P. Félix Jiménez
POEMA
Sin el amor que encanta
la soledad del ermitaño espanta.
Pero es más espantosa todavía
la soledad de dos en compañía
Ramón de Campoamor
ORACIÓN
QUE SEA AMOR
Señor Jesús, ayúdanos a comprender tu palabra. Y a cimentar las relaciones sobre el amor. No sobre una ley vacía, ni sobre la conveniencia o el apetito fugaz. No sobre el voluntarismo o la obligación. No sobre el miedo o la culpa. Sobre el amor que aprendemos de ti. Que sea un amor comprometido, dispuesto a implicarse y complicarse la vida en el abrazo y el encuentro. Que sea un amor fiel y luchador, dispuesto a celebrar los días buenos y a pelear por salir adelante los días complicados. Que sea un amor fecundo, que no nos encierre en nosotros mismos, sino que nos ayude a abrirnos a los otros. Cada persona tendremos que encontrar el espacio en el que hacer realidad este amor que es reflejo de tu propio amor. En la familia, en la amistad, en la pareja, en el matrimonio, en la consagración y los votos, en la compasión… Quizás tendremos aciertos y errores, heridas y cicatrices. Sea lo que sea, ayúdanos a cada uno en nuestra historia. Ayúdame, Señor, en mi historia, en mi vida, para que mi proyecto, sea el que sea, sea parte de tu Reino y tu evangelio. Amén.
Tomado de Pastoral sj
LIBRO
LA HERIDA SE ILUMINA
Acompañamiento eclesial a personas divorciadas
La herida duele, escuece, sangra. Con suficientes cuidados, la herida cicatriza, aunque deja marcas que recuerdan el daño sufrido. Sin embargo: ¿es posible que la herida se ilumine? Se trata de una cuestión lancinante, sobre todo cuando nos asomamos a una herida tan profundamente existencial como el divorcio de una persona creyente que recibió el sacramento del matrimonio con el deseo de vivirlo en plenitud.
A partir de su propia experiencia de divorcio, releída con hondura y contrastada con el itinerario de otras personas que han atravesado situaciones semejantes, Elena Rodríguez-Avial ofrece en este libro una respuesta positiva, esperanzadora y desafiante. «La herida se ilumina. Acompañamiento eclesial a personas divorciadas» afirma que el divorcio es un duelo que toca la raíz espiritual de los creyentes que pasan por este proceso, pero que puede transformarse en fuente de crecimiento humano y espiritual si se cuenta con buenas herramientas. Ahí radican tanto la esperanza como el reto: el trauma provocado por el divorcio puede transformarse en fuente de luz pero para ello la comunidad creyente necesita desarrollar recursos de acompañamiento eclesial que por ahora resultan muy escasos.
Sería muy necesario que la Iglesia se implicase en esta pastoral de acompañamiento a personas divorciadas, pero no solo desde una simple intencionalidad, sino con preparación, camino y formación previa. (…) A través de las entrevistas a este grupo de personas divorciadas y a varios acompañantes y coordinadores de proyectos eclesiales de acompañamiento a personas divorciadas, hay algunas ideas comunes acerca de cómo encaminar esta pastoral. En sus palabras aportan algunas claves para aquellos miembros de la Iglesia que quieran iniciar este camino en sus parroquias, en sus comunidades o también en sus colegios, donde hoy los profesores y orientadores no saben cómo proceder ante estas situaciones a las que se enfrentan los menores que están a su cargo en las aulas.
¿Por qué leer?
Porque el divorcio entre creyentes es una realidad de máxima actualidad en la Iglesia y requiere respuestas audaces y creativas. Y porque nos encontramos ante una obra testimonial con perspectiva pastoral, que ofrecerá sin duda mucha luz tanto a personas divorciadas como a aquellas les acompañan.
Por Margarita Saldaña
Tomado de Pastoral Sj
PELÍCULA
HISTORIA DE UN MATRIMONIO
Sinopsis
Realmente esta es la historia de un divorcio. Solo que a través de él tenemos atisbos de la vida compartida por Nicole y Charlie. Ella es actriz, él director de teatro. La ruptura y sobre todo el intento de fijar las condiciones del divorcio les van llevando a un conflicto que solo puede generar más heridas, por mucho que intenten proteger a su hijo Henry.
¿Por qué ver “Historia de un matrimonio”?
Porque es una historia contada con delicadeza, humor, desgarro y sentimiento sin caer en el sentimentalismo. Una historia real como la vida misma que, desgraciadamente, para muchas personas es la vida misma.
Por las interpretaciones. Scarlett Johansson (Nicole) y Adam Driver (Charlie) están soberbios. A través de ambos vamos percibiendo dolor, inseguridad, decepción, cariño, frustración, ira… Hay algunas escenas de una carga emocional que son difíciles de superar. También Laura Dern, como la abogada Nora Fanshaw, borda su papel.
Porque el guion es perfecto. También la dirección es magnífica. Noah Baumbach se adentra una y otra vez en el mundo de la familia –entre otras, The Squid and the Whale (2005) o Margot at the Wedding (2007)–, pero esta es sin duda su película más completa hasta la fecha.
Porque con una producción minimalista que casi podría ser teatral en ocasiones, sin embargo te hace sumergirte en ese doloroso y constante viaje entre Nueva York y Los Ángeles que Charlie hace una y otra vez.
Por la banda sonora de Randy Newman, que se aleja de sus habituales composiciones para el cine de animación y aquí acompaña sin invadir y respeta los sentimientos sin provocarlos artificialmente.
Para pensar
A través del proceso de divorcio llegamos a comprender cómo fue el matrimonio. Y a través de los reproches que va vertiendo cada uno de los dos miembros de la pareja sobre lo que no funcionó, podemos hacernos idea precisamente de eso, ¿qué llevó a que el amor se convirtiera en distancia, ahogo, y al final, ruptura?
Esta historia es también una reflexión sobre el conflicto. ¿Cómo afrontarlo? ¿Cómo hablar de ello? «Vamos a hablarlo solos», se dicen en un momento. Y la escalada de reproches se convierte en un momento de una violencia verbal pocas veces vista en el cine, un momento que impresiona porque te da la sensación de estar siendo testigo de una intimidad que no te pertenece, una discusión terrible donde se llega a decir lo que no se piensa. ¿Qué nos dice esto sobre la comunicación?
A lo largo de la historia vamos comprendiendo la cantidad de vivencias sobre las que Nicole y Charlie no hablaron mientras estaban casados. La cantidad de silencios, de frustraciones ocultas, de heridas invisibles. De nuevo, la comunicación se convierte en piedra de toque.
Los abogados representan aquí la parte más inhumana. Profesionales dedicados a vencer. Para ellos ganar se convierte en el derecho a imponer condiciones, incluso por encima de lo que pueda ser mejor para los hijos. Pero, a veces, no hay más remedio que ponerse en sus manos porque por otro camino no somos capaces de encontrar solución para los conflictos. ¿Cómo afrontar los conflictos personales sin convertirlos en guerra sin cuartel?
Y he aquí un punto de análisis para personas religiosas. En un momento dado, Nora (la abogada) hace un comentario cargado de cinismo y desprecio sobre la influencia del cristianismo en la cultura Occidental, haciendo una lectura totalmente distante de la figura de María (como ejemplo de sumisión femenina frente al rol masculino que representaría Dios). Aparte de resultar provocador, es interesante pensar en el peligro contemporáneo de sacar fuera de contexto las creencias y relatos religiosos para vincularlos con dinámicas sociales forzando a veces interpretaciones y discursos.
Tomado de Pastoral Sj
MEDITACIÓN
EXAMINA CÓMO VA TU MATRIMONIO
¿Estáis en MARCHA hacia adelante o estáis estancados?
¿Vivís vuestro matrimonio como un MISTERIO o como algo que sabéis de memoria?
¿Admiráis juntos las maravillas de la MATERNIDAD-PATERNIDAD o ya se acabó …?
¿Vivís el matrimonio como una ALIANZA, un pacto que exige una fidelidad mutua? ¿Habéis hecho del AMOR la clave y la exigencia fundamental de vuestra vida? ¿Creéis que cuanto más AVANZÁIS con más ALEGRÍA vivís?
¿Os preocupáis de ser TESTIGOS de algo sagrado o de alguien que os supera?
¿TRABAJÁIS con ganas, con entusiasmo y lo contagiáis a vuestros hijos?
¿Dónde está vuestro TESORO? ¿En tener cada vez más o en ser mejores?
¿Hacia dónde va el RUMBO que habéis marcado a vuestra vida, a vuestro hogar?
¿Qué escala de valores tienen para vosotros los del REINO de DIOS?
¿Crecéis en sentido de RESPONSABILIDAD o vais cediendo terreno?
¿Tratáis de descubrir y llevar a plenitud la IDEA DE DIOS en vuestro vivir?
¿Sois una IMAGEN válida y entusiasmante para los vuestros o dejáis bastante que desear?
¿Qué supone para vosotros y vuestros hijos la IGLESIA: una Institución, una oficina de seguros, una estación de servicio, un museo?
¿Descubristeis ya el MENSAJE o bien os molestáis en ir descifrándolo?
¿Sois conscientes de lo que os exige y compromete vuestra MISIÓN como esposos y padres?
¿Vivís con esperanza, camináis hacia la MORADA, la CASA del PADRE?
¿Estáis bien ORIENTADOS, os preocupáis de formar una conciencia recta?
¿Vivís la ORACIÓN personal, como matrimonio y como hogar cristiano?
¿Descubrís juntos la voluntad, el proyecto de Dios?, ¿Cómo estáis en OBEDIENCIA?
¿Qué NOTICIAS os preocupan más: las sensacionales, dramáticas, alentadoras …. ?
¿Creéis que podéis hacer NACER cosas nuevas, o estáis esterilizados?
¿Os portáis NOBLEMENTE o hay doble vida, falsas compensaciones, inautenticidad, doblez?
¿Os profesáis un amor ÍNTEGRO, indiviso, total, o bien está roto, dividido?
¿Hay cosas que se han ROTO en vuestro matrimonio y las dejáis como imposibles?
¿De verdad es un amor ILUSIONADO, creciente, gratificante, que vale la pena?
¿A medida que camináis hacia el atardecer, el OCASO, pensáis que ha valido la pena vuestra unión?
¿Os gusta OFRECER vuestra vida, vuestro amor a Dios y a los hermanos?
¿Hasta qué punto es ORO lo que atesoráis o bien es simplemente oropel, falsas apariencias?
HOGAR Y FAMILIA
La paz y la guerra comienzan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, Empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro, precisamos que toda familia viva feliz
Algunos padres están llenos de amor y de ternura hacia sus hijos. Recuerdo el ejemplo de una madre que tenía doce hijos. La más pequeña de todos, que era niña, estaba afecta de una profunda minusvalía. Me resulta difícil describir su aspecto, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Cuando se me ocurrió brindarme a acoger a la niña en uno de nuestros hogares, donde teníamos otros en condiciones parecidas, la madre prorrumpió en sollozos: –¡Por Dios, Madre Teresa, no me diga eso! Esta criatura es el mayor regalo que Dios ha hecho a mi familia. Todo nuestro amor se centra en ella. Si se la lleva, nuestras vidas carecerán de sentido.
No deberíamos vivir en las nubes, en un nivel de superficialidad. Deberíamos empeñarnos en comprender mejor a nuestros hermanos y hermanas. Para comprender mejor a aquellos con quienes convivimos, es necesario que antes nos comprendamos a nosotros mismos. Jesús, nuestro modelo en todo, lo es también en la obediencia. Yo estoy convencida de que siempre pedía permiso para todo a María y a José.
En Jesús, María y José, los integrantes de la Sagrada Familia de Nazaret, se nos brinda un magnífico ejemplo para la imitación. ¿Qué fue lo que hicieron? José era un humilde carpintero ocupado en mantener a Jesús y María, proveyéndoles de alimento y vestido: de todo lo que necesitaban para subsistir. María, la madre, tenía también una humilde tarea: la de ama de casa con un hijo y un marido de los que ocuparse. A medida que el hijo fue creciendo, María se sentía preocupada porque tuviera una vida normal, porque se sintiera a gusto en casa, con ella y con José. Era aquél un hogar donde reinaban la ternura, la comprensión y el respeto mutuo. Como he dicho: un magnífico ejemplo para nuestra imitación.
Hoy todo el mundo da la impresión de andar acelerado. Nadie parece tener tiempo para los demás: los hijos para sus padres, los padres para sus hijos, los esposos el uno para el otro. La paz mundial empieza a quebrarse en el interior de los propios hogares.
De vez en cuando deberíamos plantearnos algunos interrogantes para saber orientar mejor nuestras acciones. Deberíamos plantearnos interrogantes como éste: ¿Conozco a los pobres? ¿Conozco, en primer lugar, a los pobres de mi familia, de mi hogar, a los que viven más cerca de mí: personas que son pobres, pero acaso no por falta de pan? Existen otras formas de pobreza, precisamente más dolorosa en cuanto más íntima. Acaso mi esposa o mi marido carezcan, o carezcan mis hijos, mis padres, no de ropa ni de alimento. Es posible que carezcan de cariño, porque yo se lo niego.
¿Dónde empieza el amor? En nuestros propios hogares. ¿Cuándo empieza? Cuando oramos juntos. La familia que reza unida permanece unida.
Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para que la felicidad llene el corazón del que amamos.
A veces, cuando tropiezo con padres egoístas, me digo: “Es posible que estos padres estén preocupados por los que pasan hambre en África, en la India o en otros países del Tercer Mundo. Es posible que sueñen con que el hambre desaparezca. Sin embargo, viven descuidados de sus propios hijos, de que hay pobreza y hambre de naturaleza diferente en sus propias familias. Es más: son ellos quienes causan tal hambre y tal pobreza”.
Empieza diciendo una palabra amable a tu hijo, a tu marido, a tu mujer. Empieza ayudando a alguien que lo necesite en tu comunidad, en tu puesto de trabajo o en tu escuela… El mundo está saturado de sufrimientos por falta de paz. Y en el mundo falta paz porque falta en los hogares. Hay muchos – ¡demasiados!– hogares divididos.
El amor empieza al dedicarnos a aquellos a quienes tenemos a nuestro lado: los miembros de nuestra propia familia. Preguntémonos si somos conscientes de que acaso nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos, o nuestros padres viven aislados de los demás, de que no se sienten queridos, incluso viviendo con nosotros. ¿Nos damos cuenta de esto? ¿Dónde están hoy los ancianos? Están en asilos (¡si es que los hay!). ¿Por qué? Porque no se los quiere, porque molestan, porque…
La mujer ha sido creada para amar y ser amada. La mujer es el centro de la familia. Si hoy existen problemas graves, es porque la mujer ha abandonado su lugar en el seno de la familia. Cuando el hijo regresa a casa, su madre no está allí para acogerlo.
¿Cómo podremos amar a Jesús en el prójimo si no empezamos por amarlo en las personas que tenemos a nuestro lado, en nuestro propio hogar?
No es necesario desplazarse hasta los suburbios para tropezar con la carencia de amor y encontrar pobreza. En toda familia y, vecindario existe alguien que sufre. Hacedme caso: si no prestáis un sacrificio gratuito a quienes están a vuestro lado, tampoco se lo podréis ofrecer a los pobres.
La palabra “amor” es tan mal entendida como mal empleada. Una persona puede decir a otra que la quiere, pero intentando sacar de ella todo lo que pueda, incluso cosas que no debería. En tales casos no se trata en absoluto de verdadero amor. El amor verdadero puede llegar a hacer sufrir. Por ejemplo, es doloroso tener que dejar a alguien a quien se quiere. A veces puede incluso tenerse que dar la vida por alguien a quien se ama. Quien contrae matrimonio tiene que renunciar a todo lo que se opone al amor a la otra parte. La madre que da a luz a un hijo sufre mucho. Lo mismo sucede con nosotras en la vida religiosa: para pertenecer por completo a Dios tenemos que renunciar a todo: solo así podemos amarlo verdaderamente.
Si queremos verdaderamente la paz, debemos adoptar una resolución firme: no consentir que un solo niño viva privado de amor.
Me temo que no existe conciencia de lo importante que es la familia. Si se instalase el amor en el interior de la familia, el mundo cambiaría para bien.
Los jóvenes de hoy, como los de cualquier tiempo, son generosos y buenos. Pero no debemos engañarlos estimulándoles a consumir diversiones. La única manera de que sean felices es ofrecerles la ocasión de hacer el bien.
El amor comienza por el hogar. Si la familia vive en el amor, sus miembros esparcen amor en su entorno.
Señor, enséñame a no hablar como un bronce que retumba o una campanilla aguda, sino con amor. Hazme capaz de comprender y dame la fe que mueve montañas, pero con el amor. Enséñame aquel amor que es siempre paciente y siempre gentil: nunca celoso, presumido, egoísta y quisquilloso. El amor que encuentra alegría en la verdad, siempre dispuesto a perdonar, a creer, a esperar, a soportar. En fin, cuando todas las cosas finitas se disuelvan y todo sea claro, haz que yo haya sido el débil pero constante reflejo de tu amor perfecto.
(Madre Teresa de Calcuta, Orar, Editorial Planeta, 91-101)
CANTO
Cuando Dos Se Aman IXCIS
Contigo me la juego – Álvaro Fraile
Verónica Sanfilippo – Quédate Señor
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela