Familias Invencibles

VII Domingo del Tiempo Ordinario

Familias Invencibles

CITA

“Dos no riñen, si uno no quiere”

1Jn 3, 14 “nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte”.

S. Agustín “Se puede ser muy cruel al perdonar, cuando se perdona desde arriba desde la dignidad del ofendido. Hay que perdonar sabiendo que también nosotros necesitamos de perdón”

Isaac el Sirio, Considera a todos los hombres iguales a la hora de servirlos y amarlos. Así los podrás llevar a todos hacia el bien. ¿Qué es la pureza? En pocas palabras: es la misericordia del corazón para con el universo entero. Y ¿qué es la misericordia del corazón? Es la llama que le inflama de amor hacia toda la creación, hacia los hombres, los pájaros, los animales, los demonios, hacia todo lo creado. Discurso ascético, 81.

San Máximo el Confesor No ha alcanzado todavía el amor perfecto el que se ve aún afectado por los caracteres de los hombres, el cual, por ejemplo, ama a uno y aborrece al otro, o bien tan pronto ama como detesta al mismo hombre y por las mismas razones.

santo Tomás de Aquino: Hay que entender la Sagrada Escritura a la luz del ejemplo de Cristo y de otros santos. Cristo no presentó la otra mejilla al ser abofeteado en casa de Anás ni tampoco san Pablo cuando, según nos cuentan los Hechos de los Apóstoles, fue azotado en Filipos. Por eso, no hay que entender que Cristo haya mandado a la letra ofrecer la otra mejilla al que te hiere en una; sino que esto debe entenderse en cuanto a la disposición interior; es decir, que si es necesario debemos estar dispuestos a que no se turbe nuestro ánimo contra el que nos hiere, y a estar preparados para soportar algo semejante e incluso más. Así hizo el Señor cuando entregó su cuerpo a la muerte (Comentarios sobre San Juan, 18, 37).

S. Cesáreo de Arlés, «Todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla. (…) Oh hombre, ¿cómo te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo» (Sermones 25,1).

S. Cipriano, «El Señor añade una condición necesaria e ineludible, que es, a la vez, un mandato y una promesa, esto es, que pidamos el perdón de nuestras ofensas en la medida en que nosotros perdonamos a los que nos ofenden, para que sepamos que es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa. Por ello, dice también en otro lugar: La medida que uséis, la usarán con vosotros. Y aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que había conseguido de su amo» (De Dominica oratione 23).

«Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de todo el pueblo fiel» (De dominica Oratione, 23)

San Francisco —Ningún hermano que ha pecado debe ver tus ojos e irse sin tener la certeza de haber sido perdonado.

San Juan Pablo II, En este caso no se trata sólo de cumplir un mandamiento o una exigencia de naturaleza ética, sino también de satisfacer una condición de capital importancia, a fin de que Dios pueda revelarse en su misericordia hacia el hombre: …los misericordiosos… alcanzarán misericordia. Carta encíclica «Dives in Misericordia», § 3.

Juan Taulero, Nuestro Señor toca con un dedo el vaso y enseguida se desborda de dones muy por encima de su capacidad […] Todo se esparce, se pierde en Dios y se hace uno con Él. Dios se ama a sí mismo en estos hombres, opera todas sus obras en ellos […] Así es como la medida de los corazones desbordantes se difunde por toda la Iglesia. Sermón 39

Santa Teresa del Niño Jesús, La verdad es que en el Carmelo una no encuentra enemigos, pero sí que hay simpatías. Se siente atracción por una hermana, mientras que ante otra darías un gran rodeo para evitar encontrarte con ella, y así, sin darse cuenta, se convierte en motivo de persecución. Pues bien, Jesús me dice que a esa hermana hay que amarla, que hay que rezar por ella, aun cuando su conducta me indujese a pensar que ella no me ama: “Pues si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Y no basta con amar, hay que demostrarlo. Manuscrito autobiográfico C, 15v° – 16r°

Santa Teresa de Calcuta, “He encontrado la paradoja”, dice la Madre Teresa, que si amas hasta que duela no puede haber dolor, solo más amor”.

santa Teresa de Lisieux «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades»

san Josemaría, “Lejos de nuestra conducta, por tanto, el recuerdo de las ofensas que nos hayan hecho, de las humillaciones que hayamos padecido -por injustas, inciviles y toscas que hayan sido-, porque es impropio de un hijo de Dios tener preparado un registro, para presentar una lista de agravio” (Amigos de Dios, n. 309).

“La virtud de la magnanimidad, muy relacionada con la fortaleza, consiste en la disposición del ánimo hacia las cosas grandes, y la llama Santo Tomás “ornato de todas las virtudes”. Esta disposición de acometer grandes cosas por Dios y por los demás acompaña siempre a una vida santa”.

Helder Cámara: «Para liberarte de ti mismo, lanza un puente más allá del abismo que tu egoísmo ha creado. Intenta ver más allá de ti mismo. Intenta escuchar a algún otro, y, sobre todo, prueba a esforzarte por amar en vez de amarte a ti solo».

BENEDICTO XVI – El amor a los enemigos constituye el núcleo de la “revolución cristiana”, revolución que no se basa en estrategias de poder económico, político o mediático. La revolución del amor, un amor que en definitiva no se apoya en los recursos humanos, sino que es don de Dios que se obtiene confiando únicamente y sin reservas en su bondad misericordiosa. Esta es la novedad del Evangelio, que cambia el mundo sin hacer ruido. Este es el heroísmo de los “pequeños”, que creen en el amor de Dios y lo difunden incluso a costa de su vida. Ángelus 2007

Papa Francisco, Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado (Bula Misericordiae Vultus, n. 2).

No podemos seguir a Jesús por el camino de la caridad si no nos queremos antes entre nosotros, si no nos esforzarnos en colaborar, en comprendernos recíprocamente y en perdonarnos, reconociendo cada uno sus propias limitaciones y sus propios errores. Debemos hacer las obras de misericordia, pero con misericordia. Con el corazón ahí. Las obras de caridad, con caridad, con ternura y siempre con humildad

Para ser misericordiosos es necesario, por lo tanto, invocar al Señor —«porque es una gracia»— y «tener estas dos actitudes: reconocer los propios pecados avergonzándose» y olvidar los pecados y las ofensas de los demás. Homilía del 17 de marzo de 2014

Fratelli tutti”, esto “no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás, o dejar que un criminal continúe haciendo daño. Quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama. Si un delincuente me ha hecho daño a mí o a un ser querido, nadie me prohíbe que exija justicia y que me preocupe para que esa persona —o cualquier otra— no vuelva a dañarme ni haga el mismo daño a otros”. (241)

“renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganza que tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos”. (251)

Catecismo 2647. La oración de intercesión consiste en una petición en favor de otro. No conoce fronteras y se extiende hasta los enemigos.

«observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios».

Concilio Vat.II, Quienes sienten y obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión intima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo.

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aun, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está~ desviad. por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa.

Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de les demás.

La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto del amor se extiende a todos los enemigos. El mandamiento de la Nueva Ley: Habéis oido que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amada vuestros enemigos, haced el bien los que os odian y orad por los que os persiguen y calumnian. (Mt 5,43-44). Vat.II GS n. 28

Newman: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida. Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea irradiación de la tuya (…). Que cada alma, con la que me encuentre, pueda sentir tu presencia en mí. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí».

Cultivo una rosa blanca

en junio como enero

para el amigo sincero

que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo,

cardo ni ortiga cultivo;

cultivo la rosa blanca.

José Martí (Versos sencillos)

ORACIÓN

Follereau Oración ante la miseria del mundo

Señor: enséñame a no contentarme con amar a los míos, enséñame a pensar en todos les demás; a amar a aquellos que nadie ama.

Señor: haz que sienta el sufrimiento de los demás. Dame la gracia de comprender que, en cada minuto de mi vida, tan feliz y protegida por ti, hay millones de seres que son hermanos míos, y que mueren de frío. y de miseria sin haberlo merecido.

Ten piedad de les pobres del mundo. Perdónanos por haberlos olvidado. No permitas que pretenda ser feliz para mí solo. Dame la angustia de la miseria del mundo

Que mi oración y mi trabajo de hoy ayuden a que la angustia y la miseria disminuyan, y para que mi corazón se abra a la caridad verdadera. Amén.

CONTO

Un ex-convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido

con él tan penosa experiencia.

«¿Has olvidado ya a los nazis?», le preguntó a su amigo.

«Sí.»

«Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma.»

«Entonces», le dijo apaciblemente su amigo, «aún siguen teniéndote prisionero.»

…(nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos).

Tomado de A. Mello, La oración de la rana 2

LOS TRES HIJOS DEL REY

Érase un rey que tenía tres hijos. Poseía además muchas riquezas. Sobre todo un brillante de valor extraordinario, admirado en el mundo entero. ¿Para quién sería aquel brillante al repartir la herencia?

Su padre les sometió a una prueba. Sería para el que realizase la mayor hazaña en el día señalado… Al llegar la noche, cada uno relató los acontecimientos de la jornada.

El mayor había dado muerte a un dragón que sembraba el pánico por todo el reino. El segundo venció a diez hombres bien armados con una pequeña daga. El tercero dijo:

– «Salí esta mañana y encontré a mi mayor enemigo durmiendo al borde de un acantilado… y le dejé seguir durmiendo».

Entonces el rey se levantó del trono, abrazó a su hijo menor y le entregó el brillante.

SACO DE PATATAS

Un maestro dijo un día a sus alumnos: mañana van a traer a la escuela una funda de plástico transparente y un saco de patatas. Al día siguiente todos trajeron lo mandado por el maestro.

Éste les dijo: por cada persona que te niegues a perdonar elige una patata, escribe el nombre de la persona y la fecha de la ofensa y colócala en la bolsa de plástico.

Algunas bolsas eran bien pesadas y estaban bien llenas.

Luego les dijo: tienen que llevar la bolsa a todos los sitios que vayan y por la noche la colocan junto a su cama.

La molestia e incomodidad de cargar cada día con la bolsa de patatas con sus nombres y fechas les hizo sentir el peso espiritual que llevaban dentro. La condición de las patatas con el tiempo empeoró y olían a muerto.

Tomado de P. Félix Jiménez

ANÉCDOTA

Un testimonio valioso es el de Kim Phuc, que fue embajadora de la UNESCO para la cultura de la paz. Cuando tenía nueve años una fotografía suya dio la vuelta al mundo.

La instantánea en la que sale desnuda, huyendo del horror por una carretera, en Vietnam, con su cuerpo abrasado por el fortísimo napalm, fue todo un símbolo y ganadora del Pulitzer. El napalm no ha podido destruir mi futuro, no ha podido matar mi amor. No podía olvidar, porque todos los días veía las quemaduras. Le preguntaba a Dios: ¿Dónde estás? ¿Existes realmente? En Navidad de aquel año me convertí al cristianismo. Hallé la paz en mi corazón. Gracias a esa fe, que encontré con 19 años, hoy puedo hablar de perdón y de amor. Esa imagen me dio oportunidad de compartir el amor y el perdón con gentes de todo el mundo. Ésa era mi misión. Puedo ayudar con mi mensaje.

Tomado de Anécdotas y Catequesis

LA ÚNICA MANERA PARA NO TENER ENEMIGOS  

El presidente de los EE.UU. Abraham Lincoln, era famoso por la extrema cortesía que dispensaba a sus adversarios políticos. La conducta del presidente no siempre era compartida por sus propios ministros. Uno de ellos, un día, le dijo fastidiado: ¿Por qué los tratas como si fueran tus amigos? ¡Merecerían más bien que los eliminaras! “Es lo que hago” respondió Lincoln. “¿Acaso no elimino a un enemigo cada vez que lo convierto en amigo?

Tomado de Rainiero Cantalamesa

El papa Juan XXIII, en su larga agonía, a quien le sugería que rezara y perdonara a sus enemigos, le dijo: “Pero, yo no tengo enemigos”.

En las historias de los Padres del desierto se lee que un día, un anciano monje, habiendo sabido que había pecado un joven hermano, lo juzgó severamente, diciendo en público: «¡Qué mal tan grande ha hecho al monasterio!» A la noche siguiente un ángel le mostró el alma del hermano, que había pecado, y le dijo: «He aquí, aquel a quien tú has juzgado; mientras tanto, ha muerto.

¿Dónde quieres que lo mande al paraíso o al infierno?» El santo anciano permaneció tan atormentado que pasó el resto de su vida con gemidos y lágrimas suplicando a Dios que le perdonara de su pecado. Había entendido una cosa: cuando juzgamos, nosotros, en la práctica, nos atribuimos la responsabilidad de decidir sobre el destino eterno de nuestro semejante. Ejercitamos, por cuanto nos corresponde a nosotros, un derecho de vida y de muerte. Sustituimos a Dios. Pero, ¿quiénes somos nosotros para juzgar a nuestro hermano?

Tomado de Rainiero Cantalamesa

EL ESPÍRITU DE PERDÓN

Luis XII, rey de Francia, tenía muchos enemigos antes de ascender al trono. Cuando fue hecho rey mandó que se formara una lista de sus perseguidores y marcó en frente de cada nombre una gran cruz negra. Cuando se supo esto huyeron sus enemigos porque creyeron que aquello era una señal de que deseaba castigarlos; pero el rey sabiendo de sus temores, mandó que los llamaran asegurándoles el perdón, y dijo que había puesto una cruz junto a cada nombre para acordarse de la cruz de Cristo y esforzarse en seguir el ejemplo de Aquel que oró por sus asesinos exclamando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

PELIGROSO ERROR DE UN EQUIPO DE MÉDICOS.

Una doctora me contaba, hace días, una historia emocionante. Su oficio es magnífico: se dedica al análisis preventivo de varias enfermedades de los recién nacidos, enfermedades que, detectadas en los primeros días de la vida, logran salvar mucho niños de la muerte y ahorrar muchos dolores tardíos. Y sucedió, en una jornada en la que los médicos estaban sobrecargados de trabajo, que alguien en su laboratorio, se equivocó al poner las etiquetas en las muestras de los análisis. Sucedió así que se aplicaron curas innecesarias a un niño que estaba bien y, lo que es peor, se dio por sano a un niño claramente predispuesto a varias enfermedades.

Meses más tarde, lo que se había dado por imposible, se declaró en este niño declarado sano, por lo que las curas tardías fueron mucho más dolorosas y peligrosas. Y todo esto a causa de aquel error en el cruce de etiquetas. Los médicos de aquel laboratorio sufrieron, por este error tanto o casi tanto como los padres. Pero, gracias a las curas, el pequeño pudo salvarse.

Un año más tarde, aquellos padres fueron a visitar a la doctora. ¿Para quejarse de aquel error que puso en peligro la vida de su hijo? No; para que la doctora viera lo bien que el niño estaba y para que no siguiera sufriendo al recordar aquel error que se había cometido..

La doctora, que me contaba la historia, se emocionaba al hacerlo y me decía que, mientras tantos hubieran guardado rencor, aquellos padres habían descubierto que la posibilidad del error es parte de la condición humana, que también un médico tiene derecho al cansancio y que sus fallos deben ser comprendidos como los de los demás hombres.

Tomado de P. Chinaglia

CANTO

Si Realmente Queremos Amar LUIS ALFREDO

Amad a Vuestros Enemigos IXCIS

NO JUZGUES POR HERMANA GLENDA

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela