Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

CITA

« ¡Es tan fácil apartarse de lo esencial.

Y más aún quedarse en lo superficial!»

S.Son

Eusebio de Cesarea «Cada lugar donde se sufría era para nosotros un sitio para celebrar…, ya fuese un campo, un desierto, un barco, una posada, una prisión…». Historia ecclesiastica VII, 22, 4: PG 20, 687

Cada domingo somos vivificados con el santo Cuerpo de su Pascua de salvación, y recibimos en el alma el sello de su preciosa sangre. Tratado sobre la Solemnidad de la Pascua, 7. 9. 10-12: PG 24, 702-706.

Ireneo de Lyon Cuando la copa de vino mezclado con agua y el pan preparado por el hombre reciben la Palabra de Dios, se convierten en la eucaristía de la sangre y del cuerpo de Cristo y con ella se sostiene y se vigoriza la substancia de nuestra carne Libro 5, 2, 2-3: SC 153, 30-38 (Liturgia de las Horas)

san Efrén Sirio: Durante la cena Jesús se inmoló a sí mismo; en la cruz fue inmolado por los demás (cf. Himno sobre la crucifixión 3, 1).

San Cipriano increpaba a una comunidad cristiana de su diócesis: Tú eres afortunada y rica. ¿Te imaginas celebrando la Cena del Señor sin tener en cuenta tu aportación solidaria? Tú suprimes la parte del sacrificio que es del pobre”. Tradicionalmente una tercera parte de la colecta se destinaba a la ayuda de los pobres de la comunidad. Dice, asimismo, tajantemente: “Cuando los ricos no llevan a la Eucaristía lo que los pobres necesitan, no celebran el sacrificio del Señor”.

San Beda «Partió el pan que dio a sus discípulos para manifestar que la fracción de su cuerpo había de ser por su voluntad o su cuidado, y le bendijo porque había llenado la naturaleza humana, que había tomado para padecer, de una virtud divina con su Padre y el Espíritu Santo. Bendijo y partió el pan, porque se dignó librar de la muerte la humanidad que había asumido, a fin de hacer ver que en Él existía el poder de la inmortalidad divina, y que resucitaría rápidamente a esta humanidad».

Juan Crisóstomo Cristo, vida de quien comulga

“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez.”

San Agustín, “Nadie come esta carne sin anteriormente adorarlo.”

Coman, por ende, quienes le comen, y beban los que le beben; tengan hambre y sed; coman la vida, beban la vida. Comer esto es rehacerse; pero en tal modo te rehaces, que no se deshace aquello con que te rehaces. Y beber aquello, ¿qué cosa es sino vivir? Cómete la vida, bébete la vida; tú tendrás vida sin mengua de la Vida (Obras de San Agustín, Tomo X, BAC, 2ª Ed., Madrid, 1965, Pág. 594-598)

«Es vuestro misterio el que se celebra en el altar del Señor, dado que vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros; vosotros recibís vuestro propio misterio y respondéis: ¡Amén! a cuanto sois y, al responder, lo aceptáis. Se os dice: ¡Cuerpo de Cristo! , vosotros respondéis: ¡Amén! Sé un miembro del cuerpo de Cristo a fin de que tu Amén pueda ser verdadero (Ser. 272; PL 38, 12-46).

Santo Tomás de Aquino, dice que el amor derrite el corazón. El que está derretido ya no está contenido dentro de sus propios límites, muy al contrario de lo que ocurre en ese estado que corresponde a la ‘dureza de corazón’.

«La Eucaristía es el centro de toda la vida cristiana, nada es más grato ni más honroso para Dios que este augustísimo misterio en lo que tiene de sacrificio».

«La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, no se conoce por los sentidos, dice Santo Tomás, sino sólo por la fe, que se apoya en la autoridad de Dios.

Es alimento que fortalece y quita los pecados

San Francisco de Asís. «Que tema la humanidad, que tiemble el universo entero, y el cielo exulte, cuando en el altar, en las manos del sacerdote, está el Cristo Hijo de Dios vivo… ¡Oh admirable elevación y designación asombrosa! ¡Oh humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, que el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, tanto se humille como para esconderse bajo poca apariencia de pan!».

San Juan María Vianney solía decir a sus parroquianos: «Venid a la Comunión… Es verdad que no sois dignos, pero la necesitáis» (Bernad Nodet, Le curé d’Ars. Sa pensée – Son coeur, ed. Xavier Mappus, París 1995, p. 119).

San Juan de la Cruz, en el verso 11 de su Cántico Espiritual -en esas bellas canciones de amor entre el alma y Dios- dice: “el mal de amor no se cura sino con la presencia y la figura”.

San Juan de Ávila: «Cuando tú alzas los ojos y ves en el altar, que es la mesa, el cuerpo sacratísimo de Jesucristo, ¿qué has de hacer? ¡Cuánto darle gracias! ¡Cuánto esfuerzo has de tomar contra todos los vicios! ¡Qué fuego había de arder en tus entrañas! Y aunque tuvieses un pie en los infiernos, has de cobrar fuerzas; y aunque vinieses helado y muerto de frío, te has de abrasar en amor. Porque este santo sacramento está figurado por el carbón encendido que tomó el ángel del altar y lo puso en los labios de Isaías, con e1 cual fue limpio. Cuando está el fuego presente, huye el frío, y cuando el buen cristiano está presente al cuerpo y sangre de Jesucristo, habían de saltar centellas de amor de su corazón, por frío que estuviese. Caro ignita, caro Christi: carne encendida es la carne de Cristo. ¿No lo dijeron los discípulos cuando iban al castillo de Emaús? (Lc. 24,32): Nonne ardens erat cor nostrum? ¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino? ¿No nos ardía el corazón con fuego de amor cuando le oíamos la explicación de las Escrituras?

San Alberto Hurtado El hombre quiere la felicidad y la felicidad es la posesión de Dios. En la Eucaristía, Dios se nos da, sin reserva, sin medida; y al desaparecer los accidentes eucarísticos nos deja en el alma a la Trinidad Santa, premio prometido sólo a los que coman su Cuerpo y beban su Sangre (cf. Jn 6,48ss).

Hacer de la Misa el centro de mi vida. Prepararme a ella con mi vida interior, mis sacrificios, que serán hostia de ofrecimiento; continuarla durante el día dejándome partir y dándome… en unión con Cristo.

¡Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada! (San Alberto Hurtado S.I., La Búsqueda de Dios , Ed. Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2005, Pág. 213-216)

Concilio Vaticano II: “la fuente y cima de toda la vida cristiana” (Lumen gentium 11).

Catecismo 1211 «Sacramento de los sacramentos – todos los otros sacramentos son ordenados a el como su fin.» ()

1380, “Es admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por nuestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado ‘hasta el fin’ (Jn 13, 1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros, y se queda bajo los signos que expresan y comunican ese amor”.

1384: El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros» (Jn 6, 53).

1385: Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del Pan y beba del Cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» (1 Cor 11, 27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386: Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme».

1387: Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (Código de Derecho Canónico, can. 919*). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.

* §1. Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas.

§3. Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior.

1388: Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas disposiciones (Código de Derecho Canónico, can. 916**), comulguen cuando participan en la Misa: «Se recomienda especialmente la participación más perfecta en la Misa, recibiendo los fieles, después de la Comunión del sacerdote, del mismo Sacrificio, el Cuerpo del Señor».

** Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes.

1389: La Iglesia obliga a los fieles a participar los Domingos y días de fiesta en la divina liturgia y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual, preparados por el sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los Domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.

San Pio X «La recta intención consiste en que quien se acerca a la Sagrada Mesa no lo haga por rutina, por vanidad o por respetos humanos, sino para cumplir la voluntad de Dios, unirse más estrechamente con Él por la caridad, y remediar las propias flaquezas y defectos con esa divina medicina» (Dz 3379-3383).

San Pablo VI, La Iglesia Católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la Misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión (Mysterium fidei).

San Juan Pablo II ¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros? Aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era el mismo cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la Cruz (Encíclica Ecclesia de Eucharistia n. 56).

“La Iglesia vive de la Eucaristía”. (Ecclesia de Eucharistia).

“La Eucaristía nos conduce a vivir como hermanos. Quienes comparten frecuentemente el pan eucarístico deben comprometerse en construir juntos, a través de las obras, la civilización del amor… No se puede recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos”.

Benedecto XVI En la fiesta del Corpus Christi reanudamos esta procesión (de Jueves Santo al monte de los olivos), pero con la alegría de la Resurrección. El Señor ha resucitado y va delante de nosotros ().

Llevamos a Cristo por los calles de nuestra ciudad. Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida diaria, a su bondad. Que nuestras calles sean calles de Jesús. Que nuestras casas sean casas para él y con él. Que nuestra vida de cada día esté impregnada de su presencia. Con este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los enfermos, la soledad de los jóvenes y los ancianos, las tentaciones, los miedos, toda nuestra vida. La procesión quiere ser una gran bendición pública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo ().

No podemos comulgar con el Señor, si no comulgamos entre nosotros (Homilía, 29 de mayo 2005).

Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa (Homilía, 21 de agosto 2005).

Quien ha recibido la comunión lleva ahora en sí de un modo particular al Señor resucitado (Ángelus, 9 de septiembre2006).

Papa Francisco, La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino que es fuerza para los débiles, para los pecadores. Es el perdón, es el viático que nos ayuda a dar pasos, a caminar. En la fiesta del Corpus Christi tenemos la alegría no sólo de celebrar este misterio, sino también de alabarlo y cantarlo por las calles de nuestra ciudad. Que la procesión exprese nuestro reconocimiento por todo el camino que Dios nos hizo recorrer a través del desierto de nuestras pobrezas, para hacernos salir de la condición servir, alimentándonos con su Amor mediante el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.

Cardenal F. X. Nguyen Van Thuan Ofrezco la misa junto con el Señor: cuando reparto la comunión me doy a mí mismo junto al Señor para hacerme alimento para todos. Esto quiere decir que estoy siempre al servicio de los demás.

Todos los días, al recitar y escuchar las palabras de la consagración, confirmo con todo mi corazón y con toda mi alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía (cf. 1 Cor. 11, 23-25).

Jesús empezó una revolución en la cruz. Vuestra revolución debe empezar en la mesa eucarística, y de allí debe seguir adelante. Así podréis renovar la humanidad. (Cardenal F. X. Nguyen Van Thuan, Cinco panes y dos peces , Ed. Ciudad Nueva, 2ª Ed. Buenos Aires, 2001, Pág. 40-45)

A. Cañizares, Cardenal de Valencia: «El esplendor del Corpus no puede ser otro que la caridad y la solidaridad para con los pobres» (RD 5.6.21).

Cardenal Lercaro tenía en el frontis del altar de su capilla privada un interrogante interpelador: Si compartimos el pan del cielo, ¿cómo no vamos a compartir el pan de la tierra?.

Rainiero Cantalamessa Quién, en la comunión, pretende ser todo fervor por Cristo, después de que en casa acaba de ofender o herir a un prójimo sin pedirle disculpas, o sin estar decidido a pedírselas, se parece a alguien que se pone en puntas de pie para besar en la frente a un amigo y no se da cuenta de que le está pisando los pies con sus zapatos reforzados: «Tú adoras a Cristo en la Cabeza -escribe san Agustín – y lo insultas en los miembros de su cuerpo Él ama su cuerpo; si tu te has separado de su cuerpo, él, la cabeza, no. Desde lo alto, te grita: Tú me honras inútilmente” (La Palabra y la Vida-Ciclo B , Ed. Claretiana, Bs. As., 1994,  pp. 139-144)

José Antonio Pagola El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos

Narsai el Leproso “Este instante da la vida a quien está presente y comparte los dones con aquel que le acoge”

“¡Feliz aquel que cree y recibe estos dones, porque si ha muerto vivirá, y si está vivo no morirá por haber pecado!”

EUCARISTÍA-Pensamientos

A través de esta comunión en el Cuerpo de Cristo, Dios te ofrece donde enraizar tu vida entera. Hno Roger de Taizé, carta de Madrás, 1986

Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. -Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Al contemplar con frecuencia el contenido de este sacramento, descubrimos maravillados que la Eucaristía es el aporte más importante y
necesario, más propio y específico, que la Iglesia hace a la sociedad. Mons. Antonio Marino

Antes, pues, que se realice la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre él descienden las palabras de Jesucristo, que dice: «Esto es mi cuerpo», el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo. San Agustín

Celebrar la Eucaristía es actualizar nuestra Fe en Dios, que se hizo presencia en Jesucristo y principio de transformación del mundo a la luz del Reino de Dios. Mons. José María Arancedo 

¿cómo sigo yo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirle quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don a Él y a los demás. SS. Francisco

Comulgar con el Cuerpo y la Sangre del Señor, acogiendo el don gratuito de su presencia salvadora, debe ser un revulsivo inigualable para confesar su nombre, no sólo de palabra, sino también con obras. P. Luis Carlos Aparicio Mesones. S.M

Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan, Amor. San Josemaría Escrivá de Balaguer

“Cuando el sacerdote ofrece a Jesús en el altar y lo lleva a algún lado, todas las personas deberían doblar las rodillas y rendir al Señor, al Dios vivo y verdadero, alabanza, gloria y devoción”. San Francisco

Cuando te acercas al Sagrario piensa que El!… te espera desde hace veinte siglos. San Josemaría Escrivá de Balaguer

¡Cuántos años comulgando a diario! —Otro sería santo —me has dicho—, y yo ¡siempre igual! —Hijo —te he respondido—, sigue con la diaria Comunión, y piensa: ¿qué sería yo, si no hubiera comulgado? San Josemaría Escrivá de Balaguer

Dios viene a nosotros , para saciar nuestra sed, a través de la Eucaristía y del hermano pobre, el que no tiene ropa, el sin techo o el enfermo. Sor Nirmala

El amor de la Trinidad a los hombres hace que, de la presencia de Cristo en la Eucaristía, nazcan para la Iglesia y para la humanidad todas las gracias. San José Escrivá de Balaguer

El misterio de la Iglesia no se constituye en su plenitud sin la Eucaristía, y la Eucaristía no se realiza ni se entiende si no es en la Iglesia y por la Iglesia. Mons. Antonio Marino

El pan que ofrecemos en la eucaristía es poca cosa -materialmente hablando-, sin embargo, ofrecido en el altar para todos, será la presencia real del Señor. P. Aderico Dolzani, ssp

El Pan eucarístico, fármaco de inmortalidad, antídoto contra la muerte. San Ignacio de Antioquía

El pan eucarístico, representa la suprema generosidad de Jesús al darse a sí mismo, al convertirse en alimento que nos fortalece y en fuente inagotable de vida eterna. P. Luis Carlos Aparicio Mesones. S.M

El pan y el vino consagrados separadamente nos recuerdan la separación sangrienta que tuvo lugar en el Calvario. Pío XII

El remedio de nuestra necesidad cotidiana. San Ambrosio

El Sacrificio eucarístico es « fuente y cima de toda la vida cristiana ». Concilio Vaticano II

El verdadero alimento -Eucaristía- que nos lleva a organizar nuestra vida para que vivamos santamente. Nos lleva a que podamos luchar para que vivamos como cristianos +Mons. Rubén Oscar Frassia

En cada Eucaristía, hemos de ofrecernos como primicias, en pertenencia y permanencia en el amor de Cristo. Alicia Beatriz Angélica Araujo

En la Eucaristía, «Cristo nos recibe a cada uno de nosotros» Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

En la santísima Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a los hombres, vivificada y vivificante por el Espíritu Santo. Concilio Vaticano II

En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Jn 6, 53

Entre las prácticas de la religión, la Eucaristía es lo que el Sol entre los astros. San Francisco de Sales

Es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, remedio para vivir en Jesucristo para siempre. San Ignacio de Antioquía

Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo que nació de María Virgen; el mismo que padeció, que fue inmolado en la Cruz; el mismo de cuyo costado traspasado manó agua y sangre San Josemaría Escrivá de Balaguer

«Eucaristía es el sacramento de la comunión; nos lleva del anonimato a la comunión, a la comunidad». SS. Francisco

Esto que hay en el cáliz es aquello que manó del costado, y de ello participamos. San Juan Crisóstomo

La Eucaristía, sacramento del amor de Dios, nos invita a devolver amor, al mismo Dios, a quienes formamos su mismo Cuerpo, la Iglesia, y a la carne ungida de los pobres. Padre Angel Moreno de Buenafuente

Eucaristía y Caridad… Dos realidades que se juntan el día del Corpus… Y que debiera de realizarse cada vez que celebramos la Eucaristía… Padre Juan Jáuregui Castelo

Fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un sólo cuerpo y un sólo espíritu. Misal Romano

“Haced esto en memoria mía” y “Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva” (I Corintios 11,26-27).

He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Mt 28, 20

Hemos de levantarnos de la Sagrada Mesa con fuerzas de león para lanzarnos a toda clase de empresas heroicas. Autor desconocido

Hijos míos, nada es demasiado a la hora de prepararnos para la santa comunión. San Padre Pío de de Pietrelcina

Jesús en el Sacramento es esta fuente abierta a todos, donde siempre que queramos podemos lavar nuestras almas de todas las manchas de los pecados que cada día cometemos. San Alfonso Ma. De Ligorio

La Comunión es uno de los gestos más auténticos de la fe cristiana. Alfonso Llano Escobar, S.J.

La dinámica eucarística es de suma riqueza: es presencia personal de Jesucristo resucitado. H. Aureliano Brambila

La Eucaristía da la fuerza y nos empuja a ser testigos de fe, de esperanza y de amor arraigados en Jesucristo, el Hijo del Dios vivo. P. Josep M. Soler, abad de Montserrat

La Eucaristía debe ser el centro de nuestra vida. cfr. F, 61San Francisco de Asís

La Eucaristía, ¡Es un alimento que nos robustece para ser buenos testigos ante el mundo y en la Iglesia ! +Mons. Rubén Oscar Frassia

La Eucaristía es la medicina y el alimento que robustece el alma. Y es la fuerza de nuestra apostolicidad en la Iglesia. +Mons. Rubén Oscar Frassia

La Eucaristía es el centro de la vida cristiana porque Jesús se entrega como oblación solemne y actualiza su pasión, muerte y resurrección. Pedro Guillén Goñi, C.M.

La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento, la fe en Él. SS. Francisco

La Eucaristía es el verdadero alimento. Verdadero alimento que nos da fuerzas. Verdadero alimento que nos da amor. +Mons. Rubén Oscar Frassia

La Eucaristía, es lo mejor que Dios nos da, es lo mejor que nosotros podemos recibir y es lo mejor a lo que nos podemos comprometer. +Mons. Rubén Oscar Frassia 

“La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf Mt 25,40)” (CCE 1397).  

La Eucaristia, ¡Es un alimento que nos robustece para ser buenos testigos ante el mundo y en la Iglesia ! +Mons. Rubén Oscar Frassia

La Eucaristía, sacramento del amor de Dios, nos invita a devolver amor, al mismo Dios, a quienes formamos su mismo Cuerpo, la Iglesia, y a la carne ungida de los pobres. Padre Angel Moreno de Buenafuente

La Eucaristía, el auténtico pesebre donde adorar a Jesús. Padre Raniero Cantalamessa OFMCap

La Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo. Concilio vaticano II

«La Eucaristía es sacrificio», memorial del sacrificio de Jesucristo en la cruz. Cardenal Joseph Ratzinger

La Eucaristía, es lo mejor que Dios nos da, es lo mejor que nosotros podemos recibir y es lo mejor a lo que nos podemos comprometer. +Mons. Rubén Oscar Frassia

La eucaristía es trigo de los elegidos. Autor desconocido

La eucaristía es un banquete en el que comemos con Cristo, comemos a Cristo, y somos comidos por Cristo. San Agustín de Hipona

La Eucaristía es un don demasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

La Eucaristía es un sacramento fraternizador “Los que comen de un mismo pan forman un mismo cuerpo”. Padre Juan Jáuregui Castelo

La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

La Eucaristía posee la triple dimensión de presencia, banquete y sacrificio. H. Aureliano Brambila

La Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

La Eucaristía sabe a Vida Eterna y sabe a María, porque la carne que se nos da en la Eucaristía es carne tomada de María. Madre Teresa de Maria de Jesús Ortega

La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía

La presencia de Jesús viva en la Hostia Santa es la garantía, la raíz y la consumación de su presencia en el mundo. San Josemaría Escrivá de Balaguer

La vida del cristiano, y por ende, del religioso, ha de estar fuertemente marcada por la Eucaristía. H. Aureliano Brambila

Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Jn 6, 57

Si la transustanciación es un cambio sobrenatural, tan admirable, del pan en el cuerpo de Cristo, no será menos asombrosa la transformación que la Eucaristía cause en quien la recibe debidamente dispuesto. Padre Antonio Orozco

María es mujer « eucarística » con toda su vida. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

Mi Corazón desea unir constantemente a sí todos los corazones por medio de la eucaristía, como Él mismo está unido a Mi Padre por el Amor, en la unidad y caridad perfecta. Mensaje de Jesús a Dina Bélanger

Mi Corazón eucarístico se complace mucho en hacer confidencias a las almas pero encuentro pocas almas puras que lo comprendan. Mensaje de Jesús a Dina Bélanger

Hijos míos, nada es demasiado a la hora de prepararnos para la santa comunión. San Padre Pío de de Pietrelcina

“Nadie se alimenta de esta carne antes de haberla adorado… Pecamos si no la adoramos. San Agustín

No en vano ha sido llamada la eucaristía pan de los ángeles y vino que engendra vírgenes. Los jóvenes sobre todo necesitan de este divino remedio para contrarrestar el ardor de sus pasiones juveniles. Antonio Royo Marín

«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios», dijo el Señor. —¡Pan y palabra!: Hostia y oración.      Si no, no vivirás vida sobrenatural. San Josemaría Escrivá de Balaguer

¿No te alegra si has descubierto en tu camino habitual por las calles de la urbe ¡otro Sagrario!? San Josemaría Escrivá de Balaguer

Nosotros ofrecemos siempre el mismo Cordero, y no uno hoy y otro mañana, sino siempre el mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre uno sólo […]. También nosotros ofrecemos ahora aquella víctima, que se ofreció entonces y que jamás se consumirá. San Juan Crisóstomo

Parroquia, comunidad de almas eucarísticas peregrinantes cuya patria es el cielo, cuyo centro de vida es el Sagrario y cuyo alimento es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Autor desconocido

Prodigio admirable! Comer al Señor el pobre, siervo y humilde. Santo Tomás de Aquino

Por ser el sacramento que hace presente el misterio pascual de Cristo, centro de nuestra fe, la Eucaristía está íntimamente vinculada con la misión de la Iglesia. Mons. Antonio Marino

¡Que alegría, que momento incomparable! Este momento en que Jesús cerca de mi lecho de dolor, espera que mi corazón sea purificado para darse a mí en su Sacramento de Amor, prenda suprema de vida eterna. Me parece que mi pobre y pequeñito ser desaparece, ya que no soy yo misma…, es tanta la calma y la paz divina que inunda mi corazón. Marta Robín

Qué fuente de gracias es la Comunión espiritual! -Practícala frecuentemente y tendrás presencia de Dios y más unión con El en las obras. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Que vuestras conversaciones, vuestros procederes y hasta vuestros gestos de cada hora y de cada día sean apostolados de Jesús que por la mañana entró dentro de estas almas. Autor desconocido

“Quien me come, vivirá por mí” Jn 6, 57.

Quien comiere este pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor […], porque quien le come y bebe indignamente se traga y bebe su propia condenación. Cor 11, 27-29

Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad. Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

Quiero almas eucarísticas, o sea, almas de adoración en la tierra. Del Libro Misterio del Amor Viviente

Quisiera que el amor de mi eucaristía sea tan grande, que las almas de adoración proyecten alrededor de su casa mi Luz Inmaculada, para que esta Luz alcance a las almas, … a muchas almas. Del Libro Misterio del Amor Viviente

La caridad de la Iglesia brota del sacramento eucarístico. P. Hernán Quijano

La Iglesia presenta a la Eucaristía como el “Sacramento de nuestra fe”, fundamento de toda nuestra vida cristiana P. Luis Carlos Aparicio Mesones. S.M

La Eucaristía como punto de partida es camino de esperanza. Mons. Oscar Vicente Ojea

La Eucaristía sabe a Vida Eterna y sabe a María, porque la carne que se nos da en la Eucaristía es carne tomada de María. M. Teresa de Ma. De Jesús Ortega

“La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia .” SS. Juan Pablo II

“Les aseguro que si no comen la carne del hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día…”Jn,6,52

“Los exhorto… a presentar sus cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios. Éste es el culto razonable” (Rm 12, 1).

“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” Jn 6, 55.

«No estás solo en la lucha por tu santificación y perfección. Cristo está a tu lado, su gracia te acompaña, la Eucaristía te robustece, su amor no te olvida» Regnum Christi

Se quedó para ti. -No es reverencia dejar de comulgar, si estás bien dispuesto. -Irreverencia es sólo recibirlo indignamente. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Si hoy Cristo está en ti, Él resucita para ti cada día. San Ambrosio

Sin la Eucaristía la Iglesia no puede vivir. Sin el misterio de Cristo, la Iglesia no tiene sentido. Sin la victoria del resucitado, no tendría sentido la Iglesia. Mons. Ruben Oscar Frassia

« Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados » (cf. Mc 14, 24; Lc 22, 20; 1 Co 11, 25)

« Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros » (cf. Mt 26, 26; Lc 22, 19; 1 Co 11, 24).

¿Veis cuántos desprecios y cuántos sacrilegios se cometen por los hijos de los hombres contra la humanidad sacrosanta de su Hijo en el sacramento del Amor? San Padre Pío de de Pietrelcina

Una Iglesia eucarística es, por ello, una Iglesia que vive la caridad. Mons. José María Arancedo

“Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan” 1Cor 10,17

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi misma carne para la vida del mundo. Jn 6, 51-52

CONTO

Un anciano muy pobre se dedicaba a sembrar árboles de mango. Un día se encontró con un joven que le dijo:

¿Cómo es que a su edad se dedica a plantar mangos? ¡Tenga por seguro que no vivirá lo suficiente para consumir sus frutos!

El anciano respondió apaciblemente: Toda mi vida he comido mangos de árboles plantados por otros. ¡Que los míos rindan frutos para quienes me sobrevivan!

Continuando con su explicación el sembrador sentenció: Habitamos en un universo en el que

todo y todos tienen algo que ofrecer: lo árboles dan, los ríos dan, la tierra, el sol, la luna y las estrellas dan. ¿De dónde, pues, esa ansiedad por tomar, recibir, amasar, juntar, acumular sin dar nada a cambio?

Todos podemos dar algo, por pobres que seamos. Podemos ofrecer pensamientos agradables, dulces palabras, sonrisas radiantes, conmovedoras canciones, una mano firme y tantas otras cosas que alivien a un corazón herido. Yo he decidido dar mangos, para que otros, que vengan después que yo, los disfruten.

Y tú jovencito, preguntó el anciano, ¿has pensado en lo que quieres dar?”

(Autor desconocido)

ANÉCDOTA

PRESENCIA REAL

Hasta el siglo XI en que aparece Berengario de Tours, nadie había negado la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Después ha habido herejes que la niegan. En el siglo XX se difundieron de nuevo las herejías que afirman que la Eucaristía es sólo un simbolismo, pero que no está realmente presente el Señor. Por eso, san Josemaría Escrivá, en su predicación recalcó la doctrina de la Iglesia sobre la Eucaristía. Un año, en día de esta fiesta dijo: En esta fiesta del Corpus Christi, debemos desagraviar al Señor como desagravian los hombres. Hemos de decirle, de un modo varonil y recio, pero lleno de amor, que le agradecemos esta fe que nos ha dado. Repetidle una vez y otra que creemos en su Presencia real en la Hostia Santa, donde sabemos que se encuentra oculto bajo las especies sacramentales: con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma, con su Divinidad. Y demos gracias también a la Trinidad Beatísima, que ha querido que el Hijo de Dios se encarnara en el seno purísimo de Santa María, nuestra Madre.

Tomado de Anécdotas y catequesis

LA FIESTA DE LA EUCARISTÍA.

El Corpus Christi comenzó a celebrarse en Lieja en 1247. El motivo fue una visión de santa Juliana de Mont‑Cornillón. En 1208, esta santa tuvo una visión misteriosa en la que se le apareció la luna llena, faltando en su disco un trozo. La luna representaba la Iglesia de su tiempo, y el pedazo que faltaba indicaba la ausencia de una solemnidad en el año litúrgico: Dios quería dar a entender que debía celebrarse anualmente una fiesta para honrar con gran solemnidad a la Sagrada Eucaristía. Así surgió la fiesta que celebramos hoy en honor del Santísimo Sacramento.

Después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, en el Misal promulgado por Pablo VI en 1970, se denomina Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, nombre que da una visión más completa del Sacramento, y además incluye la desaparecida fiesta de la Preciosísima Sangre, que se celebraba el 1 de julio.

Tomado de Anécdotas y catequesis

FIESTA DEL CORPUS CHRISTI,

Precedentes. Ya en los s. VII y VIII el enfoque que los cristianos daban a la Eucaristía era algo distinto del de las épocas anteriores, y la diferencia aumentó con las controversias eucarísticas del s. IX, hasta el punto de ver en las especies eucarísticas, omitiendo todo simbolismo, la sola presencia real de Cristo. Simultáneamente, la conclusión teológica de la presencia de Cristo todo en cada una de las especies, junto con la tendencia a ver en cada rito y momento de la Misa una repetición detallada de la historia de la Pasión más que participación en el manjar sacrificial del cuerpo y la sangre de Cristo, van preparando el movimiento eucarístico que se origina. Berengario de Tours (m. 1088; v.) negó la presencia eucarística, pero su influencia fue minoritaria, debido a que su planteamiento fue racional. Son los movimientos cátaro (v.), albigense (v.) y valdense (v.), con su interpretación de la pobreza evangélica y su negación de la Eucaristía, los que por reacción influyen en el desarrollo de la devoción a la presencia real eucarística. Por parte católica se proliferan entonces abundantes milagros eucarísticos, de muchos de los cuales no se puede tener seguridad histórica. Con todo ello se fomenta inmensamente la devoción típica de estos tiempos de ver la hostia consagrada. Hubo algunos excesos, pero la prudencia de la Iglesia supo aprovechar de todo ello lo que verdaderamente había de enriquecer la auténtica piedad cristiana (V. EUCARISTÍA).

La fiesta del Corpus Christi. La fiesta se introdujo en el s. XIII y tuvo decisiva participación en ello la religiosa juliana de Rétine (v. JULIANA DE CORNILLON, BEATA), que tuvo una revelación privada según la cual el Señor deseaba la introducción de esta fiesta. Una comisión encargada por el obispo de Lieja aprobó esta visión y en 1246 se ordena su celebración en la diócesis. El papa Urbano IV, con la bula Transiturus de 11 ag. 1264, ordena la fiesta universal del Santísimo Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Clemente V (m. 1314) y el conc. de Vienne confirmaron la fiesta; ahí comenzó su rápida propagación y un inmenso movimiento de piedad popular en todo el Occidente.

El centro de la fiesta había de ser, según describía Urbano IV, un culto popular en himnos y alegría (no nombra ni la Misa ni la procesión). Por eso, lo primero que se estableció fue el oficio de lecciones, antífonas, himnos y responsorios. Se conservan restos de un primer oficio, pero el que ha predominado, con ligeros retoques en la reforma tridentina, se atribuye fundadamente a S. Tomás de Aquino. Consta que el santo, a petición de Urbano IV, compuso alrededor de 1264, dos oficios, uno, provisional e incompleto, encabezado por la antífona Sapientia aedificavit y otro, completo, encabezado por la antífona Sacerdos in aeternum. Estos oficios se basaron en alguna parte en el primitivo y no es extraño que no se los coloque entre las obras del Santo; sin embargo, su presencia es bien patente en la admirable síntesis bíblicoteológica de su composición, especialmente en las oraciones y en la antífona del Magníficat O Saerum Conviviurn. Las melodías no fueron originales, pues se conserva un manuscrito de 1309 que da las melodías previas a las que los nuevos textos se adaptaron. El oficio y la Misa son de una extraordinaria riqueza, especialmente por la admirable compenetración del Antiguo y Nuevo Testamentos.

El sentido de esta fiesta parece en un primer momento una repetición del gran misterio pascual celebrado el jueves Santo. Sin embargo, allí se considera el aspecto sacrificial y aquí la presencia real. Su colocación en el tiempo de Pentecostés resalta por encima de todo la profunda realidad de la presencia de la Eucaristía en la vida de la Iglesia a partir de la presencia efectiva que en la Iglesia y en la Eucaristía tiene el Espíritu Santo, como lo vivió la Teología primera y la Iglesia oriental.

La procesión del Corpus Christi. Esta procesión no es la primera en la historia de la piedad eucarística, pues ya en el s. XI, en el norte de Europa se llevaba en la procesión del Domingo de Ramos la Eucaristía, y también con una gran piedad popular se venían haciendolas procesiones al lugar de la reserva el Jueves y Viernes Santo. Si bien Urbano IV no hablaba de la procesión con la Eucaristía, sus mismas frases la estaban describiendo y por eso casi contemporáneamente a la institución de la fiesta se dan testimonios de la procesión: en la diócesis de Colonia en 1279, Cataluña en 1314, Inglaterra en 1325 y Roma en 1350. La Eucaristía se llevó en un principio cubierta dentro de cálices, vasos o custodias cerrados o velados, pero pronto se pasó a los más diversos e ingeniosos sistemas de ostensorios (v. CUSTODIA; VASOS SAGRADOS).

Inicialmente la procesión, como se describe en el ritual romano en 1614, era sencilla y terminaba con la bendición final única. Pero, al menos fuera de Roma, pronto se unió a esta procesión eucarística otra anterior, de uso en Alemania especialmente, de bendición de los campos. Esta procesión, por no ser acto litúrgico, quedó a la libertad de las diócesis y fuera de la legislación de Roma. De este modo la procesión con el cuerpo del Señor pasa a ser una procesión con cuatro paradas en diversos altares para bendecir los campos en la dirección de los cuatro puntos cardinales y recitando los comienzos de los cuatro evangelistas. La bendición final tendría ya menos significado, aunque el uso y tradición de las distintas naciones y ciudades es diverso. El conc. de Trento vio en la procesión una manifestación y oración de acción de gracias frente a la derrota de las herejías contemporáneas que negaban la Eucaristía (Denz.Sch. 144316}4).

Esta procesión ha de estar íntimamente unida a la Eucaristía (v.) como sacrificio, en la que se consagrará la hostia que se lleva en la procesión (Ritual Romano tit. 10, can. 5, n. 2). Así los fieles no disociarán la presencia real de Cristo en la sagrada forma de su misma presencia por la Misa en la que se ha confeccionado el sacramento. Incluso si dentro de ella se diera la comunión a los enfermos, como suele hacerse en ese día, se completaría el sentido total del culto eucarístico. Esto es lo que la Iglesia ha propuesto en la Instrucción de la Sagrada Congr. de Ritos de 25 mayo 1967, Eucharisticum Mysterium, n. 59, bien recomendando que la forma que se expone a la adoración sea consagrada en el sacrificio Santerior (n. 60) a la misma procesión, bien considerándola como la procesión por excelencia, con sus cantos de acción de gracias y populares. Es una manifestación solemnísima de la Iglesia local en torno a su centro: la Eucaristía; por eso en el mismo lugar o población no debe haber más que una y en ella se han de agrupar las parroquias y religiosos, salvo los de estricta clausura (CIC 1292,1). Los ordinarios han de cuidar de que efectivamente en los tiempos actuales y circunstancias locales su organización y oportunidad sean tales que se realice con dignidad y sin menoscabo de la reverencia a tan augusto misterio.

A. González Fuente. Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

Tomado de Mercabá

CATEQUESIS EUCARÍSTICA.

El Cura de Ars se había propuesto que los hombres de su parroquia recibieran, al menos, cuatro veces al año la Eucaristía. Empresa no fácil para los tiempos que corrían. En algún momento el santo llegó a confesar: “he promovido siempre la confesión cuatro veces al año de los hombres. Los que me escuchen alcanzarán la vida eterna”. Es sorprendente que el santo cura, siendo tan exigente con sus feligreses, pensara que los hombres que recibieran cuatro veces al año la comunión estaban en camino de salvación. En verdad, la comunión es el alimento de nuestra vida espiritual y cristiana.

P. Octavio Ortiz

Tomado de Mercabá

PRESENCIA REAL SIEMPRE INDISCUTIDA EN LA IGLESIA.

Fue en el s. IX cuando Berengario de Tours se permitió ponerla en duda, aunque sin gran éxito, hasta la aparición de las herejías albigense, cátara y valdense. La reacción de la cristiandad fue general. Fue la diócesis de Lieja (1246) la primera que instituyó esta festividad como respuesta de fe, fiesta que Urbano IV extenderá a toda la Iglesia de Occidente, lo que posteriormente será ratificado por Clemente V y el concilio de Vienne.

Celebrada en un principio con diferentes rituales, Urbano IV encarga al gran doctor dominico Sto. Tomás de Aquino la confección de un Oficio Divino que será universal y que llega a nuestros días; Oficio que elaboró genialmente, como síntesis maravillosa, por su riqueza bíblico-teológica en admirable conjunción del Antiguo y Nuevo Testamentos.

En dicho Oficio se recogen los temas de la Alianza y Reino de Dios, de la expiación universal del Siervo de Yavé, del memorial de su Pasión y de la Pascua triunfante del Resucitado, de la presencia real de Cristo en medio del Nuevo Pueblo de Dios como centro de su culto y fuente de vida y cohesión de todos sus miembros y como pregustación de la felicitad eterna.

Los autores espirituales, como fray Luis de Granada, hablan del tesoro que el esposo deja a su esposa, de las llaves que tiene la Iglesia, la comunidad cristiana, para sacar de él la fuerza de su amor y de su soberano misterio. Con la liturgia de esta fiesta, lo sabemos, han crecido devociones y manifestaciones que expresan la importancia que el mismo Vaticano II otorga a la Eucaristía.

Miguel de Burgos, OP

Tomado de Mercabá

EL PAPA PABLO VI

Presidiendo en Bolsena el Congreso Eucarístico Internacional, en su exhortación de Clausura, reproducido por la TVI, dijo que la Eucaristía era “un maravilloso e inacabable misterio”. En la misma sede del Milagro, tuvo la oportunidad de proclamar lo que aconteció en el siglo XIII. Dudaba Pedro de Praga, sacerdote alemán, sobre la presencia real de Cristo en la Hostia consagrada. Cuando aquel día celebró la Misa y pronunció las palabras de la Consagración, manó sangre de la Hostia consagrada. La sangre caliente salpicó sus manos, el altar y los corporales. Quiso esconder la sangre, pero no pudo. El Papa Urbano IV residía en Orvieto, escuchó al sacerdote y ordenó investigar el caso prodigioso. Cerciorado el Papa, hizo trasladar la Hostia y el corporal con las gotas de sangre y los depositó en la Catedral de Orvieto. Encargó a Tomás de Aquino escribir la Misa y el Oficio del Corpus, introdujo la Misa y el Oficio en el misal y en breviario e instituyó la fiesta de Corpus Christi. En agosto de 1964, el Papa Pablo VI celebró la Misa en el altar de la Catedral de Orvieto.

José Martí Ballester

Tomado de Mercabá

«SIN LA EUCARISTÍA NO PODEMOS VIVIR»:

Ésta fue en el año 304 la respuesta de los mártires de Cartago al procónsul que les exigía abandonar la Eucaristía.

Antonio Díaz Tortajada

Tomado de Mercabá

CHISTE

Oye Iñaqui, ¿sabías que Jesucristo es vasco?

  • No, ¿por qué?

Porque es Dios y hombre “alavés”

POEMA

CORPUS CHRISTI. Soneto.

Todo fue así: tu voz, tu dulce aliento

sobre un trozo de pan que bendijiste,

que en humildad partiste y repartiste

haciendo despedida y testamento.

“Así mi cuerpo os doy por alimento…”

¡Qué prodigio de amor! Porque quisiste

diste tu carne al pan y te nos diste

Dios, en el trigo para sacramento.

Y te quedaste aquí, patena viva;

virgen alondra que le nace al alba

de vuelo siempre y sin cesar cautiva.

Hostia de nieve, nube, nardo, fuente;

gota de luna que ilumina y salva.

Y todo ocurrió así sencillamente.

José Luis Martín Descalzo (1930-1991).

Tomado de Vicente Martínez

«MI CUERPO ES COMIDA»

Mis manos, esas manos y Tus manos

hacemos este Gesto, compartida

la mesa y el destino, como hermanos.

Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

Unidos en el pan los muchos granos,

iremos aprendiendo a ser la unida

Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.

Comiéndote sabremos ser comida,

El vino de sus venas nos provoca.

El pan que ellos no tienen nos convoca

a ser Contigo el pan de cada día.

Llamados por la luz de Tu memoria,

marchamos hacia el Reino haciendo Historia,

fraterna y subversiva Eucaristía.

(Pedro Casaldáliga)

Tomado de Mercabá

«Te adoro devotamente, oculta divinidad

Que bajo estas sagradas especies

te ocultas verdaderamente…

La vista, el tacto, el gusto,

son aquí falaces,

sólo con el oído se llega a tener fe segura;

Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios;

nada más verdadero que esta palabra de verdad».

(Santo Tomás)

Tomado de Mercabá

ORACIÓN

“La comunión aparta del mal y reafirma en el bien;

si ahora que comulgo o celebro tus misterios

con tanta frecuencia soy negligente y desanimado

¿qué pasaría si no recibiera este tónico

y no acudiera a tan gran ayuda?

¡Qué maravillosa es tu piadosa decisión

con respecto a nosotros

que Tú Señor Dios, Creador y Vivificador

de todos los espíritus

condesciendas en venir a estos pobrecitos

y satisfacer nuestra hambre

con toda tu Divinidad y Humanidad!

Kempis

Tomado de Mercabá

MEDITACIÓN

– Recibir el Cuerpo de Cristo es aceptar su invitación y comprometernos a construir comunidad, a fortalecer lazos, a amar a los que Jesús elige sentar conmigo a su mesa

– Recibir el Cuerpo de Cristo es integrarse en el grupo de discípulos, aceptar ser Cuerpo vivo de Cristo y vida entregada en el amor cada día, sellando la Alianza que Jesús me ofrece con su sangre

– Recibir el Cuerpo de Cristo es estar dispuesto a «hacer» todo lo que el Señor nos ha dicho en la Liturgia de la Palabra, lo que encontramos en las Escrituras

– Recibir el Cuerpo de Cristo supone a menudo reconocer que hemos «fallado» en nuestra entrega a Dios a través de los hermanos, y necesitamos renovar nuestra Alianza y acoger la vida, el Espíritu, el Amor el perdón que Cristo nos ofreció durante toda su vida culminada en la muerte de Cruz

– Recibir el Cuerpo de Cristo es aceptar que Dios se pone en mis manos (de ahí la costumbre y el sentido de recibir la comunión en la mano, que durante los primeros 10 siglos fue ¡el único modo de comulgar!), y depende de mí, para que lo lleve conmigo, y le reparta y me reparta con él a cualquier hermano que tenga hambre.

– Recibir el Cuerpo de Cristo no es un «premio» a los que son «buenos», a los que creen merecerlo… sino la ayuda que Cristo ofrece a sus discípulos débiles, pecadores, miedosos, traidores…porque bien sabe que «sin mí no podéis hacer nada».

Y muchas más… Por hoy ya valen.

Que de verdad SEAMOS juntos el Cuerpo de Cristo, porque Cristo sigue teniendo tanto que hacer… con ayuda de los que somos miembros de su Cuerpo…

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

CANTO

El cuerpo de Cristo HERMANA GLENDA

Corpus Christi – Jésed

Delegación para el Clero de Santiago de Compostela