Santo del día

San Francisco Caracciolo
Poseía el don de curaciones

Nació en los Abruzos Italia, el 13 de octubre de 1563. A los 21 años
sufrió una enfermedad terrible de la piel, semejante a la lepra, que
todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta
promesa: “Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al
sacerdocio y al apostolado”.


Curado de milagro, decidió cumplir con su promesa y empezó a prepararse para el sacerdocio.


Se fue a Nápoles, ordenado sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles.


En el año 1588 Juan Adorno dispuso fundar una comunidad
religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra al
apostolado.


Envió una carta a un tal Ascanio Caracciolo,
pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiendo su
colaboración. Los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y
se la entregaron a san Francisco Caracciolo.


Al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había
deseado por muchos años y junto con Juan Adorno fundaron la nueva
congregación que recibió el nombre de “Clérigos regulares”
. El papa Sixto V aprobó la nueva congregación, y les fue concedida una casa junto a la Basílica Santa María la Mayor.


Pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de
pertenecer a la comunidad. Los fervorosos religiosos se dedicaban a
predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las
cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para
dedicarse a la oración y a la meditación.


Francisco poseía el don de curaciones. Muchas veces
sólo con  la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. Fundó
casas religiosas en Nápoles, Madrid, Valladolid y Alcalá.


Murió el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de la muerte despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto.


Oración


Señor, tú que por la predicación de san Francisco Caracciolo,
llamaste a nuestros padres a la luz admirable del Evangelio, te pedimos
que, por su intercesión, nosotros crezcamos también en tu gracia y en el
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo.


Artículopublicado originalmente por evangeliodeldia.org

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