Santo del día

Santa Margarita de Escocia
Nieta de santos, se casó por amor y fue una esposa cristiana ejemplar

De estirpe regia y de santos. Por parte de padre emparenta con la
realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los santos son,
por parte de padre, san Eduardo Confesor que era su bisabuelo y, por
parte de madre, san Esteban, rey de Hungría.


Nació del matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con
fecha difícil de determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al
ser llamado por la nobleza inglesa para ello, resulta que el normando
Guillermo el Conquistador invade sus tierras, se corona rey e impone el
juramento de fidelidad; al poco tiempo murió Eduardo de muerte natural.

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Pero esta situación fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina de Escocia por casarse con el rey.


Su madre había previsto y dispuesto que la familia regresara al
continente al quedarse viuda tras la muerte de su esposo y, bien sea por
necesidad de puerto a causa de tempestades, bien por la confianza en la
buena acogida de la casa real escocesa, el caso es que atracaron en Escocia y allí se enamoró el rey Malcon III de Margarita y se casó con ella.


Es una mujer ejemplar en la corte, y con la gente paño de lágrimas.
Se la conoce delicada en el cumplimiento de sus obligaciones de esposa;
esmerada en la educación de los hijos, les dedica todo el tiempo que
cada uno necesita; sabe estar en el sitio que como a reina le
corresponde en el trato con la nobleza y asume responsabilidades
cristianas que le llenan el día.



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Señalan sus hagiógrafos las continuas preocupaciones por los más necesitados:
visita y consuela enfermos llegando a limpiar sus heridas y a besar sus
llagas; ayuda habitualmente a familias pobres y numerosas; socorre a
los indigentes con bienes propios y de palacio hasta vender sus joyas.


Lee a diario los Libros Santos, los medita y lo que es mejor ¡se
esfuerza por cumplir las enseñanzas de Jesús! De ellos saca las luces y
las fuerzas.


De hecho, su libro de rezos, un precioso códice decorado con primor
—milagrosamente recuperado sin sufrir daño del lecho del río en que
cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford (Inglaterra).


También se ocupó de restaurar iglesias y levantar templos, destacando la edificación de la abadía de Dunferline.


Puso también empeño en eliminar del reino los abusos que se cometían
en materia religiosa y se esforzó en poner fin a las abundantes
supersticiones.


Para ello, convocó concilios con la intención de que los obispos
determinaran el modo práctico de exponer todo y sólo lo que manda la
Iglesia y las enseñanzas de los Padres.


“Gracias, Dios mío, porque me das paciencia para soportar tantas
desgracias juntas”. Esta fue su frase cuando le comunicaron la muerte de
su esposo y de su hijo Eduardo en una acción bélica.


Fue cuando marcharon a recuperar el castillo de Aluwick, en Northumberland, del que se había apoderado el usurpador Guillermo.


Ella soportaba en aquellos momentos la larga y penosísima enfermedad que le llevó a la muerte el año 1093, en Edimburgo.


Es la reina Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa
Inocencio IV en el año 1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por
desconocerse el lugar donde reposan.


Por la manía que tenían los antiguos de desarmar los esqueletos de
los santos, su cráneo —que perteneció a María Estuardo— se perdió con la
Revolución francesa, porque lo tenían los jesuitas en Douai y, desde
luego, no salieron muy bien parados sus bienes.


El cuerpo tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió Gelliers,
arzobispo de Edimburgo, a Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a
España por empeño de Felipe II quien mandó tallar un sepulcro en El
Escorial para los restos de Margarita y de su esposo.


Artículo publicado originalmente por Santopedia

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