S. Juan de Ávila será declarado Doctor universal de la Iglesia el 7 de Octubre

El Papa Benedicto XVI anunció la fecha de la declaración de S. Juan de Ávila como Doctor universal de la Iglesia en la Alocución antes del rezo del Regina Caeli, durante el Domingo de Pentecostés. Será también declarada Doctora de la Iglesia la monja benedictina alemana, Sta. Hildegarda de Bingen

Éstas fueron las palabras con las que el Papa anunció el esperado acontecimiento:
«El Espíritu, que “ha hablado por medio de los profetas”, con los dones de la sabiduría y de la ciencia continúa a inspirar mujeres y hombres que se comprometen  en la busca de la verdad, proponiendo caminos originales de conocimiento y de profundización del misterio de Dios, del hombre y del mundo. En este contexto, me alegra anunciar que el próximo 7 de octubre, al inicio del la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamaré a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen Doctores de la Iglesia universal. Estos dos grandes testigos de la fe vivieron en períodos históricos y entornos culturales muy diferentes. Hildegarda fue monja benedictina en el corazón del Medievo alemán, auténtica maestra de teología y profunda estudiosa de las ciencias naturales y de la música. Juan, sacerdote diocesano en los años del renacimiento español, participó en el trabajo de la renovación cultural y religiosa de la Iglesia y del conglomerado social en los albores de la modernidad. Pero la santidad de la vida y la profundidad de la doctrina les hacen perpetuamente actuales: la gracia del Espíritu Santo, en efecto, los proyectó en aquella experiencia de penetrante comprensión de la revelación divina y de inteligente diálogo con el mundo que constituyen el horizonte permanente de la vida y de la acción de la Iglesia.

Sobre todo a la luz del proyecto de una nueva evangelización, a la cual será dedicada la mencionada Asamblea del Sínodo de los Obispos, y en vísperas del Año de la fe, estas dos figuras de Santos y Doctores se muestran de relevante importancia y actualidad. También en nuestros días, mediante su enseñanza, el Espíritu del Señor resucitado continúa a hacer resonar su voz  y a iluminar el camino que conduce a aquella Verdad que sola puede hacernos libres y dar sentido pleno a nuestra vida».