Rouco: la ruptura unilateral «no es conciliable con la conciencia católica rectamente formada»

“El independentismo rigurosamente, es
decir, como una forma de romper, en este caso, la unidad de España o de
cualquier país unilateralmente, no es conciliable con la conciencia católica rectamente formada“, afirma el cardenal Antonio María Rouco Varela en una entrevista concedida este domingo al diario El Mundo.

El arzobispo emérito de Madrid coincide así con las declaraciones en las últimas semanas del cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, de que no se puede ser secesionista y buen católico, o del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, en el sentido de que “ser separatista no es pecado, defender la secesión con mentiras y corrupción sí lo es“.

El cardenal Rouco precisa que “el mantenimiento del orden constitucional
garantiza el bien común, y guardar el bien común es un deber moral para
los ciudadanos, para todos los que forman parte de una comunidad
política”.

“Con respecto a España”, añade, “hay incluso razones adicionales, podríamos decir, que tienen que ver con los rasgos más hondamente característicos de su historia,
que refuerzan moralmente este juicio. En cualquier hipótesis, mi
respuesta vale para cualquier Estado. No puede ser que una parte de los
ciudadanos, de una parte de un Estado legítimamente constituido, quieran romper unilateralmente la unidad de la comunidad política. No lo deben de hacer, si viven cristianamente“,
esto es, “si viven su vida desde el punto de vista moral y desde el
punto de vista espiritual y religioso, en clave de conciencia cristiana,
de conciencia católica”.

“Si España”, precisa, “es el nombre de la realidad histórica concreta o,
lo que es lo mismo, de la comunidad política en la que vives, debes de
cuidar su unidad en la justicia, en la solidaridad, en el amor y en la
paz. Y no puedes decir que te vas, que rompes unilateralmente con ella
porque estás rompiendo un bien muy decisivo para ti y para los demás“.

No existe, por tanto, un “derecho a decidir” desligado de cualquier otra
consideración: “No hay derecho a decidir de una manera absoluta ni
respecto a uno mismo, ni mucho menos, respecto a los demás. El hombre no
es la medida de lo bueno y de lo malo; y, consecuentemente, si se
impone esa conciencia de que yo lo puedo todo, de que yo puedo decidir
de mi vida haciendo lo que me parece sin tener en cuenta mi dignidad personal y a mi prójimo, olvidando el bien común, no es de extrañar que se pueda llegar a posturas independentistas”.

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