Papa Francisco: ¡No le tengas miedo a la muerte, la vida no termina!

La herencia más bella que podemos dejar a los demás es la fe: es lo que ha dicho el Papa en la Misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta. En la homilía, invitó a no tener miedo a la muerte, porque el sendero de la vida continúa.

El pensamiento de la muerte ilumina la vida

La primera Lectura del día habla de la muerte del Rey David: “En todas las vidas hay un fin”, destaca el Papa, este “es un pensamiento que no nos gusta tanto”, “se cubre siempre” pero “es la realidad de todos los días”. Pensar en “el último paso” es “una luz que ilumina la vida”, “es una realidad que debemos tener siempre ante nosotros”.

“En una de las audiencias del miércoles entre los enfermos había una religiosa anciana, pero con una cara de paz, una mirada luminosa: ‘¿Cuántos años tiene usted, hermana?’. Y ella con una sonrisa: ’83, pero ya estoy terminando mi recorrido por esta vida, para comenzar el otro con el Señor, porque tengo un cáncer de páncreas’. Y así, con esta paz, aquella mujer vivió con intensidad su vida consagrada. No tenía miedo de la muerte: ‘Estoy terminando mi camino de vida, para comenzar el otro’. Es una paso. Estas cosas nos ayudan”.

La fe, la herencia más bella

David reinó en Israel 40 años: Pero también “cuarenta años pasan”, observa el Papa Francisco. Antes de morir, David exhorta a su hijo Salomón para que siga la Ley del Señor. Él, en vida, había pecado mucho, pero había aprendido a pedir perdón y la Iglesia lo llama el “Santo Rey David. Pecador, pero Santo”. Ahora, a punto de morir, deja al hijo “la herencia más bella y más grande que un hombre o una mujer pueda dejarle a sus hijos: le deja la fe”.

“Cuando se hace testamento la gente dice: ‘A este le dejo esto, al otro, aquello…” . Sí, está bien, pero la herencia más bella, la más grande que un hombre o una mujer pueda dejar a sus hijos es la fe. Y David recuerda las promesas de Dios, recuerda su propia fe en estas promesas y se las recuerda a su hijo. Dejar la fe en herencia. Cuando en la ceremonia del Bautismo damos, a los padres, la vela encendida, les estamos diciendo; ‘Consérvala, hazla crecer en tu hijo y en tu hija y déjasela como herencia’. Dejar la fe como herencia, esto es lo que nos enseña David, y muere así, sencillamente, como todos los hombres. Pero sabe bien que aconsejar a su hijo y cuál es la mejor herencia que le deja: no el reino, sino la fe”.

Dios es fiel, es Padre y no decepciona nunca

Nos hará bien, plantearnos una pregunta, concluye el Papa, “¿cuál es la herencia que yo dejo con mi vida?”: “¿Dejo la herencia de un hombre, una mujer de fe? ¿A los míos les dejo esta herencia? Pidamos al Señor dos cosas: no tener miedo de este último paso, como a hermanita de la audiencia del miércoles, ‘estoy terminando mi camino, comienzo otro’. No tener miedo. Y la segunda, que todos podamos dejar, con nuestra vida, como mejor herencia la fe, la fe en este Dios fiel, este Dios que está a nuestro lado siempre, este Dios que es Padre y que no decepciona nunca”.

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