En la noche de Sábado Santo durante la Vigilia Pascual se celebra la Resurrección de Cristo y su triunfo sobre la muerte. El Papa Francisco presidió esta solemne celebración en una basílica de San Pedro abarrotada
y durante su homilía recordó que en este día “descubrimos que nuestro
camino no es en vano y que no termina delante de una piedra funeraria”.
“Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas:
la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad”, indicó el Santo Padre,
señalando que “la historia humana no termina ante una piedra sepulcral,
porque hoy descubre la ‘piedra viva’” que es Jesús resucitado”.
Tal y como recoge Vatican News,
el Papa pidió a los que le escuchaban que se preguntasen cuál es la
piedra que tiene que remover cada uno, asegurando que esta noche cada
uno de “está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón”, porque es Él “quien viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones”.
Francisco explicó que, a menudo, la esperanza se ve obstaculizada por “la piedra de la desconfianza”:
“Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de
los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la
muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y
burlonas, portadoras de un nocivo desaliento”.
Pero también habló de otro concepto: “el sepulcro de la esperanza”;
un monumento que en ocasiones se construye dentro de cada uno debido a
la insatisfacción. “Quejándonos de la vida hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma”, alertó el Papa.
Esto provoca que se vaya abriendo una especie de psicología del
sepulcro en la que “todo termina allí, sin esperanza de salir con vida”.
Y aquí entra en juego la pregunta hiriente de la Pascua – dijo el Papa –
“¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?”, y a la cual
respondió firmemente: “El Señor no vive en la resignación.
Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo
encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos” y exclamó “¡No
enterréis la esperanza!”.
La piedra del pecado
Francisco también explicó que junto a la piedra de la desconfianza
está “la piedra del pecado” que “sella el corazón”. Afirmó que “el pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte”. Además, el pecado es –puntualizó– “buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan”.
Recordando a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y se
quedaron asombradas ante la piedra removida y con las caras mirando al
suelo, el Papa aseguró que al igual que a ellas, también a muchos les
sucede lo mismo y “preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos”.
Y esto lo hacemos – dijo Francisco – “porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor”.
Ante esto, el Papa afirmó que “el Señor nos llama a alzarnos, a
levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que
estamos hechos para el Cielo, no para la tierra”.
La mirada de Jesús nos infunde esperanza
Francisco también exhortó, por un lado, a mirar la vida como Dios la mira: “En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar”.
Por otro lado, el Papa invitó a no quedarse mirando el suelo con
miedo, sino a mirar “a Jesús resucitado” porque su mirada “nos infunde
esperanza” y nos dice “que siempre somos amados y que, a pesar de todos
los desastres que podemos hacer, su amor no cambia”. Además, el Papa ha
señalado que podemos cumplir la Pascua con Él, es decir, el paso: “de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza”.
Si no hay un amor vivo con el Señor, se corre el riesgo de tener “una fe de museo, no la fe de pascua”.
Y en ese sentido, explicó que Jesús “no es un personaje del pasado”
sino “una persona que vive hoy” y que “no se le conoce en los libros de
historia” sino que “se le encuentra en la vida”.
“A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas,
que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude”, agregó
el Papa concluyendo su homilía. Ante esto, Francisco aseguró que
la Pascua enseña que el creyente está llamado a caminar al encuentro
del que Vive y a darle un lugar central en la vida y pide dejar
que el Resucitado transforme cada vida, pues en muchas ocasiones uno se
da cuenta tras el encuentro con Cristo “volvemos entre los muertos,
vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos,
remordimientos, heridas e insatisfacciones”.
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