Naeem Shoshandi, sacerdote iraquí, testimonio vivo de la más absoluta fe en Dios

“Hazme un instrumento de tu paz”

Albacete e Irak están hoy más unidas que nunca. La fe en Cristo ha traído a tierras manchegas a Naeem Shoshandi,
sacerdote iraquí que se ha visto forzado a abandonar su hogar ante el
avance del odio y la violencia del autodenominado Estado Islámico.
Seguir a Cristo implica siempre el valor de ir a contra corriente, pero
Naeem no se ha dado por vencido y día a día hace frente al miedo,
esparciendo las semillas del amor y la reconciliación allá por dónde va.
Es posible mantener la fe en Dios pese a ver en poco tiempo, reducida a
escombros toda una vida, y Naeem es testimonio vivo de la más absoluta
fe en Dios, en los momentos más difíciles que el ser humano pueda
contemplar.


¿Cómo nació tu vocación?


Mi familia ha tenido siempre un fuerte
vínculo con la Iglesia, desde niño ayudaba a los sacerdotes de mi
parroquia en las celebraciones, y en casa se respiraba el amor de
Cristo. Quise ingresar desde muy joven en el seminario, pero una serie
de circunstancias me llevaron a retrasar este momento.


Éramos cinco hermanos, dos chicos y tres
chicas, pero la crueldad del ISIS se llevó por delante a mi único
hermano varón, convirtiéndome en hijo único. La muerte de mi hermano
supuso un duro golpe y se abrían ante mí nuevos caminos, además del
sacerdocio.


Estas nuevas rutas de viaje supusieron
en un principio un verdadero hándicap. En Irak está admitido por la
Iglesia contraer matrimonio y posteriormente ordenarte sacerdote, pero
no el proceso contrario. El obispo de mi ciudad fue quien me animó a
finalizar mis estudios de sociología en la universidad antes de tomar un
nuevo rumbo en mi vida.


Terminados los tres años de estudios
universitarios tenía ante mí dos opciones: casarme, o ingresar en el
seminario. Al poco tiempo de la pérdida de mi hermano a manos del ISIS,
mi padre falleció víctima de un cáncer. Éstas fueron señales para
continuar y perseverar en mi idea de ordenarme sacerdote.


Era una decisión complicada por lo que
pedí a mis amigos y a los sacerdotes que conocía que rezasen por mí,
para que Dios me orientase hacia uno u otro camino. Todos rezaron por
mí, Dios me guio y soy afortunado por haber escogido el camino de
Cristo.


¿Cómo viviste la entrada del ISIS en Karakos?


Son recuerdos muy difíciles, duros y
dolorosos. Cada vez que vienen a mi mente estos recuerdos me producen
una sensación de abatimiento. Fue horroroso contemplar el odio, la
violencia y la sinrazón humana.


El ISIS tomó Mosul en junio de 2014,
localidad situada a 30 km de Karakos, mi ciudad. El día 6 de agosto fue
el día de la maldad y la crueldad, fue el día que el ejército del DAESH
invadió mi ciudad. Las noticias que llegan a occidente contando los
horrores, calamidades y barbaridades que estos individuos hacen, es la
décima parte de lo que en realidad ocurre.


Los bombardeos eran constantes. Una de
estas bombas cayó en la casa de mis vecinos y tuvimos que rescatar de
entre los escombros los cuerpos sin vida de varias jóvenes y niños que
había quedado sepultados por el odio del DAESH. Probablemente este sea
el peor día de mi vida.


Celebramos misa como pudimos y
finalmente nos vimos forzados a abandonar Karakos ante el avance de la
violencia del DAESH. Antes de marcharnos intentamos evacuar a la gente
que aún se resistía a abandonar sus hogares. Miles de personas salieron
de casa con lo puesto. Dejamos todo atrás, toda una vida.


Nos refugiamos en Erbil que es la
capital del Kurdistán Ira quí y sede del gobierno regional kurdo. Los
primeros días dormimos en la calle, a la intemperie. Pedimos ayuda y no
tardaron en llegar unas tiendas de campaña, que pronto convertimos en
nuestro nuevo hogar.


Las noticias que llegaban de Karakos
eran desoladoras. Se había convertido en una tierra completamente
arrasada por el odio, de la que ya no quedaba nada, solo vestigios de lo
que un día fue mi hogar.


¿Tienes miedo de volver a Irak?


No, no tengo miedo. De hecho no estoy
aquí por temor, sino porque así me lo ha pedido mi obispo. Tenía que
haber venido el año pasado pero el viaje se aplazó hasta este año, y
aquí continúo con mis estudios y mi formación. Muchos de los cristianos
que conocí en este campamento de Erbil lograron marchar a Alemania y a
Francia. El obispo me animó muchísimo para iniciar este viaje. Me dijo
que rezaría por mí para que el Señor me dé fuerza y continúe anunciando
el mensaje de Cristo.


En Karakos vivían alrededor de 45.000
católicos. En esta ciudad iraquí se levantaba la que fue la iglesia más
grande de todo oriente medio. Probablemente de esta iglesia no quede
nada, probablemente el DAESH haya hecho desaparecer las nueve iglesias y
los dos conventos que resistían fuertes el paso del tiempo en Karakos.
Probablemente solo queden vestigios y escombros de la fe de aquellas
personas que un 6 de agosto de 2014 tuvieron que huir despavoridas del
horror.


Naeem se siente afortunado y
agradece todo el cariño que se le está demostrando, y solo pide una
cosa; que recemos, por él y por los miles de personas perseguidas. Pide
que recemos hasta que Dios nos oiga y traiga la paz a Irak, a España y a
todo el mundo.

Agencia SIC