Manuel Lázaro Pulido: “Es preciso realizar libros de Teología que sean ensayos legibles”

Manuel Lázaro Pulido, autor del libro “La crisis, lugar teológico”, es el director del Colegio Diocesano José Luis Cotallo de la diócesis de Coria-Cáceres y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y de la Facultad de Teología de la Universidade Católica Portuguesa en Oporto.

-Destaque las dos ideas clave de tu opúsculo sobre “La crisis, lugar teológico”. ¿Hasta qué punto hay interés por los libros teológicos, espirituales y religiosos?

-La primera idea es que hemos de partir de que Dios es un Misterio del cual sabemos con certeza absoluta que es bueno y ama al hombre y al mundo profundamente. La crisis está presente en el hombre de forma misteriosa pero sabiendo de la bondad de Dios que la permite, la crisis ha de ser ocasión para el crecimiento personal y cristiano. El ejemplo está en la propia kénosis divina y para ejemplificarlo propongo dos relatos que son los de Abraham y los de San Francisco.

Creo que existe un interés por la literatura religiosa como muestra la actividad editorial. Pero la discusión teológica, cargada de conceptos muy elaborados, como por otra parte tiene que ser, sufre una mayor incomprensión, si bien equivalente a la de otra literatura científica de otras áreas del conocimiento. Digamos que a los lectores les cuesta ir más allá de la divulgación. Por eso es preciso realizar libros de Teología que sean ensayos legibles pero que huyan de la superficialidad divulgativa. Esto es difícil, pero es lo que hemos pretendido con este libro.

-¿Qué libros se editaron este curso por la diócesis? ¿Sigue publicándose Cauriensia?

-Cauriensia es actualmente una de las revista científicas de estudios teológicos y religiosos de más prestigio de España, instituciones como la Universidad de Navarra o la Universidad de Salamanca quieran publicar el resultado de sus investigaciones con nosotros. En cuanto a los libros, los últimos volúmenes editados fueron la edición ampliada del Episcopologio Cauriense y el Catecumenado de Iniciación Cristiana para Adultos, de Ramón de la Trinidad Piñero.

-Cite los problemas más acuciantes de los colegios concertados y del diocesano en particular y cuáles las realidades más satisfactorias.

-Uno de los problemas más acuciantes que yo veo es la brecha presupuestaria entre el colegio concertado que no deja de ser una Enseñanza pública querida por los padres y los Centros públicos de enseñanza y en ello resolver la cuestión de cómo afrontar la educación postobligatoria. El Colegio Diocesano es un colegio cargado de ilusión y vitalista con muchas iniciativas que necesitan de una inversión en el acondicionamiento de sus instalaciones que en el curso que viene cumplen los 50 años.

-Actualmente es profesor e investigador en la Facultad de Teología de la Universidade Católica Portuguesa en Oporto e imparte Filosofía y Pedagogía de la ERE en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Sta. M.ª de Guadalupe, ¿Cómo ve uno y otro ambiente académico?

-Ciertamente he de decir que el número de alumnos es diferente, pues nuestra Facultad tiene más de 200 alumnos de Teología y más de 100 en los estudios de Ciencias Religiosas. No obstante, en lo que es el ambiente de los estudios religiosos, el clima es muy parecido en cuanto al interés, el trabajo y la dedicación. Sí es verdad que en otras áreas y ambientes observo diferencias de madurez entre los alumnos universitarios portugueses y los alumnos españoles.

-¿Cómo observa la renovación de la Iglesia, en la hora actual y de nuestra diócesis, embarcados en el Sínodo?

-El papa Francisco está llevando a cabo la fase práctica (pastoral y evangelizadora) de una renovación que es intrínseca a la propia Iglesia. Esta visualización en las formas creo que debe animar a las Iglesias locales. Pienso que el Sínodo es un instrumento muy acertado para responder a los retos evangélicos que nos ha recordado el Santo Padre y encarnarlos en nuestra realidad diocesana: nosotros conocemos mejor que nadie cómo es el polvo del camino de nuestra diócesis y que rostro tiene nuestra periferia.

(Miguel Fresneda – Iglesia en Coria-Cáceres)