Los santos del Papa Francisco

Uno de los récords del Papa Francisco es el número de santos. En tres años ha canonizado a 839. La cifra tiene truco porque 813 son del grupo de mártires de Otranto que canonizó en 2013 en la misma ceremonia.

Este año el número seguirá creciendo, porque el Papa ya ha anunciado que hará cinco nuevos santos.

La más famosa es la Madre Teresa de Calcuta, que será canonizada en Roma el próximo 4 de septiembre.

Poco más de un mes después, el 16 de octubre, Francisco canonizará al niño cristero José Sánchez del Río y al popular Cura Brochero de Argentina.

Además, el 5 de junio canonizará al sacerdote polaco Estanislao de Jesús y María y a la monja sueca María Isabel Hesselblad, que dedicó su vida al ecumenismo y a los más pobres.


El santo más popular que hasta ahora ha canonizado es Juan Pablo II.

Aunque una de las ceremonias más esperadas fue esta, en la que por primera vez en la historia se canonizó junta a una pareja de santos, los padres de Santa Teresa de Lisieux. Por eso, la fecha de su fiesta es el día de su boda. Louis Martin y Marie Zélie Guérin, padres de Santa Teresita de Lisieux. Octubre de 2015

A lo largo de estos tres años el Papa ha celebrado 7 grandes ceremonias de canonización. Además ha canonizado automáticamente a cinco grandes misioneros de la Historia de la Iglesia que de hecho ya eran considerados como santos. Entre ellos está José de Anchieta, evangelizador de Brasil; o Pedro Fabro, uno de los primeros jesuitas.

La Iglesia católica cuenta con unos 10.000 santos y beatos. Y aunque la cifra sea abultada, el camino para reconocer la santidad de una persona no es fácil ni la Iglesia se lo toma a la ligera.

El proceso de beatificación o canonización dura años e incluso décadas. Para que se inicie tienen que darse una serie de condiciones.

Así lo explica el Padre Francesco Russo, responsable de la oficina de las causas del Opus Dei: “Lo importante es que ya en vida exista esta fama de santidad y que continúe después de la muerte. También que después del fallecimiento las personas se dirijan a su intercesión para obtener los favores y las gracias del Señor”.

Con esos testimonios, se solicita al obispo que comience el proceso en la diócesis donde ha fallecido el candidato. Él se encarga de presentar la petición a la Congregación para las Causas de los Santos.

“Una vez que se presenta esta petición, la Congregación responde. Si da una respuesta positiva, se comienza la causa en la diócesis llamando a los testimonios más significativos, a quienes le han conocido de cerca. Se recogen testimonios tanto a favor como en contra, porque eventualmente hay personas que tienen algo que decir contra la fama de santidad de la persona”, continúa explicando Francesco Russo.

Esta es la llamada “fase diocesana” que, desde el principio, cuenta con una figura clave en cualquier proceso, el postulador.

José Luis Gutiérrez es uno de ellos: “El postulador es la persona, laico o sacerdote, que sigue el desarrollo de la causa, la difusión de la devoción del Siervo de Dios. Sigue todo el desarrollo de la fase diocesana. Es quien presenta la lista de los textos a favor o en contra que puede usar en el proceso”.

Una vez que la Congregación para las Causas de los Santos comprueba que son correctos los datos que envía la diócesis, comienza la llamada “fase romana”.

“Cuando llega a Roma, y como las causas en curso son muchas, si ya hay un milagro que se ha estudiado y que se presenta como milagro, a esta causa la Congregación les da una prioridad”, explica Francesco Russo.

Cuando la causa llega a Roma la Congregación pide que el postulador viva en la ciudad. Debe demostrar que ha habido un milagro por intercesión del candidato a los altares.

Suelen ser curaciones de enfermedades. El Vaticano investiga entonces que ser completa, científicamente inexplicable y permanente. Una comisión médica, compuesta por hasta 50 médicos, estudia que cumpla estas características.

Después, los obispos y cardenales de la Congregación deben dar un veredicto positivo sobre el milagro; luego el prefecto elabora un decreto que será confirmado por el Papa. Cuando el Papa lo aprueba, ya se puede fijar fecha para la beatificación.

Es entonces cuando llega este esperado momento…

El siguiente paso será la canonización que requiere de otro milagro, realizado después de la beatificación y obviamente atribuible a la intercesión del nuevo beato.

Aleteia