Recientemente fueron publicados en español los Coloquios de Marcelo Van, el joven religioso vietnamita muerto en un campo de concentración comunista y cuya causa de beatificación está en marcha. Álvaro Cárdenas, sacerdote de la diócesis de Getafe (Madrid) y organizador de las vigilias Asalto al Cielo, ha destacado algunos de sus diálogos con la Santísima Virgen en el portal mariano Cari Filii:
El benedictino Olivier de Roulhac es el actual postulador de la
causa de beatificación de Marcelo Van, que comenzó el cardenal
François-Xavier Nguyen Van Thuan. En la foto, sostiene una reliquia del
redentorista muerto como confesor de la Fe.
Acaba de salir a la luz, hace unas semanas, la preciosa obra que recoge los Coloquios o diálogos interiores que mantuvo el joven vietnamita Marcelo Van con sus interlocutores del cielo. Estos diálogos interiores comenzaron siendo un muchacho de apenas catorce años.
En ellos Marcelo Van, “el pequeño secretario de Jesús”, recoge por
orden de nuestro Señor los coloquios o diálogos interiores que tenía con Él, con la Virgen María y con Santa Teresita del Niño Jesús.
Estos diálogos, de una sencillez asombrosa y a veces desconcertante,
nos enseñan a abrir el corazón a Jesús, llenos de confianza, como lo
hacen los niños, revelándonos también el amor y la solicitud maternal de
María respecto a su pequeño hijo y la profunda relación filial que él tuvo con ella.
Desde niño, Marcelo Van tuvo que sufrir enormemente por el mal ejemplo y las conductas escandalosas de algunos sacerdotes. Tras años de sufrimiento entró en los redentoristas,
donde pudo ver cumplido su sueño desde niño de vivir consagrado al
Señor. Antes de iniciar su vida religiosa empieza a tener coloquios
interiores con Santa Teresita y más tarde con Jesús y con la Virgen. A
través de estos coloquios llegó a la cima del Amor. Murió a los 31 años
de edad, extenuado y enfermo, a causa de las penalidades que sufrió en
un campo de reeducación comunista en Vietnam. Está iniciada su causa de beatificación y el primer postulador de su causa de beatificación fue el cardenal Van Thuan.
En estos coloquios, la Virgen María habla tiernamente con él, y lo va
educando interiormente como una verdadera Madre. Él, por su parte,
responde a la delicada solicitud de la Virgen, llamándola “Madre”: «Ya
en el Cielo, siempre te llamaré con el nombre de Madre, como suele
llamarte mi hermana Teresita. Y si los santos cantan en tu honor algún
cántico en que te den el nombre de “Reina”, por mi parte, al llegar a
esta palabra “Reina”, la sustituiré por la palabra “Madre”. Sí, este
nombre de “Madre” es el único que me gusta darte. No me gusta llamarte
“Reina”, ni darte otro nombre. ¡Oh María!, tú eres Madre, sólo Madre, y
nada más. Para mí, eres Madre, la única que es verdaderamente mi Madre» (Coloquios, 250).
Sí, María es su Madre. En todos los años de sufrimiento lejos de su
madre terrena, ha experimentado la solicitud maternal de la Virgen. Por
eso, el niño sediento de ternura materna no encuentra ningún otro
modo de dirigirse a la María que como Madre. Todo lo que en la
sensibilidad de Van, o en la percepción más o menos implícita de la
piedad de su época, pudiera parecerse a una relación de autoridad,
aunque sólo fuera algo lejana, viene a ser inaceptable para él. “Su vida
mariana” se realiza en una profunda intimidad filial, llena de amor
hacia la Madre.
Las frustraciones que su corazón de niño experimentó ante la incomprensión de su madre, a la que admiraba extraordinariamente, hizo que su relación existencial con la Virgen se hiciera más firme y determinada.
Marcelo Van (1928-1959) tuvo una infancia muy dura en su permanente búsqueda de entrega a Dios.
Marcelo Van habla con la Virgen desde una verdadera y profunda actitud filial. Y la Virgen responde a su pequeño hijo con una verdadera y profunda actitud maternal,
llena de delicadeza, de amor y de comprensión. Este delicioso diálogo
entre ellos nos deja ver esa profunda relación entre ambos:
Marcelo le pregunta a la Virgen: «¡Oh, Madre! Más tarde en el Cielo, seguirás llamándome tu pequeño, ¿verdad?,
y yo te daré el nombre de Madre, excluyendo cualquier otro nombre. A
propósito, Madre, si no te llamo con el nombre de “Reina”, ¿estarás
contenta conmigo? ¿Habrá alguna falta en no llamarte “Reina”?» (Coloquios, 671).
Y la Virgen le contesta: «Hijo mío, ¿te puedo hacer yo también una
pregunta? Antes de que muriese, ¿te dijo Jesús que me llamases Reina, o
te dijo que me llamases Madre? ¿Dijo: “¿Aquí tienes a María, tu Reina”?
No, nunca dijo eso. Al darme a ti para ser tu Madre, al darte a mí para
par que seas mi hijo, dijo sencilla y llanamente: “He aquí a tu Madre,
aquí tienes a tu hijo”. Por lo tanto, no tiene ninguna importancia el
hecho de no llamarme Reina. No soy Reina, sólo tengo el poder de una
reina. Respecto a mis hijos, los hombres, sólo soy y siempre seré vuestra verdadera Madre.
Jamás me atrevo a tratar con vosotros como una reina con sus súbditos,
por temor a hacer mentir la palabra de Jesús expresándome su última
voluntad. Jamás me estableció la Trinidad como Reina, sólo me estableció
como Madre. Por consiguiente, en el Cielo, no oirás nunca la palabra
Reina, sino sólo la palabra “Madre”» (Coloquios, 672).
Habiendo sufrido terriblemente el abuso de poder desde niño, Marcelo
Van se dirige a ella para explicarle la razón de su modo exclusivo de
tratarla como Madre: «Si se dijera a los pecadores que eres su verdadera
Madre, seguramente que se sentirían algo consolados y acudirían a ti.
¿No sería esto muy hermoso? Pero, si por lo contrario se te sigue
llamando reina, ¿quién no te tendrá miedo? En su trato con su madre, los
niños son muy espontáneos, pero no sucede lo mismo a los súbditos con
su reina. Aunque a mí me ofrecieran un montón de piedras preciosas, no
me atrevería a acercarme a ella» (Coloquios, 673).
Una inspiración para tiempos de sufrimiento
La Asociación Amigos de Van
ha sido la responsable de editar en español estos
extraordinarios Coloquios de Marcelo Van con sus interlocutores
divinos. La asociación hermana en Francia, Amis de Van, encargada de la causa de beatificación, ha sido quien ha hecho la publicación. La traducción de las Obras Completas de Marcelo Van está siendo realizada por Cordelia de Castellane y por el padre Álvaro Cárdenas.
Cordelia de Castellane y Álvaro Cárdenas, en una presentación de las obras de Marcelo Van.
En los Coloquios,
Marcelo Van va recibiendo el amor incondicional de Dios por él, en
medio de su fragilidad humana y su debilidad. Además es iluminado
respecto al misterio del sufrimiento, encontrando maravillosamente el modo de transformarlo en alegría.
Estos extraordinarios Coloquios son
una guía sencilla, segura y adaptada a nuestros tiempos para todos
aquellos que anhelamos, desde la experiencia de nuestra fragilidad y
debilidad humana, una relación íntima y profunda con Dios. Todo aquel
que se aventura a su lectura queda maravillado por la simplicidad, profundidad y delicadeza con que el cielo trata a su pequeño interlocutor y por el modo en que él responde.
Resulta imposible no ver la mano de la Providencia en el hecho de que
su vida y su mensaje salgan a la luz precisamente en esta hora de dolor y de extraordinario sufrimiento
para el mundo. Podemos preguntarnos por qué ha estado oculto todo este
tiempo y por qué el Cielo ha querido que salga a la luz precisamente en
este Tercer Milenio marcado por el sufrimiento y por tanta amenazas
extraordinarias, tanto para la Iglesia como para el mundo, y en nuestro
mundo hispano, en medio de esta terrible y dolorosa pandemia que está llenando el mundo de dolor, angustia y sufrimiento.
Marcelo Van quiere hacerse presente en esta hora de dolor y sufrimiento
de nuestra historia para realizar la misión que Jesús le prometió que
realizaría desde el Cielo: «En el cielo te daré como tarea… ayudar a
tu hermana mayor [Teresa] a derramar en el mundo la confianza en mi
amor. […] Más tarde, en el Cielo, como Teresita, no tendrás más que una
sola ocupación: hacer caer una lluvia de rosas sobre tu país y sobre el mundo entero…» (Coloquios, 108).
La aparición de Marcelo Van en esta hora de dolor, de perplejidad y de sufrimiento, está aportando al mundo un profético mensaje lleno de luz y de esperanza.
Pincha aquí para visitar el portal de la asociación Amigos de Van.
Artículo publicado originalmente en Cari Filii.
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