La Iglesia necesita testigos de Cristo vivo, con vida coherente y coraje del Espíritu, dice el Papa

Los santos de la vida ordinaria y los mártires de hoy son los que llevan adelante la Iglesia al ser coherentes y valientes testigos de Jesús resucitado. Así lo ha asegurado el Santo Padre en la homilía de la misa celebrada en la mañana del jueves en Santa Marta.

La primera lectura del día, de los Hechos de los Apóstoles, habla de la valentía de Pedro que, después de la sanación del lisiado, anuncia la Resurrección de Jesús delante de los jefes del Sanedrín. Y estos, enfadados quieren condenarlo a muerte.

Le habían prohibido predicar en nombre de Jesús, pero él continúa proclamando el Evangelio porque “necesita obedecer a Dios en vez de a los hombres”, subrayó el Papa.

Este Pedro “valiente” no tiene nada que ver con el “Pedro cobarde” de la noche de Jueves Santo, “cuando lleno de miedo niega al Señor tres veces”, recordó Francisco.

Ahora Pedro se hace fuerte en el testimonio. “El testimonio cristiano sigue el mismo camino que Jesús: dar la vida”. De una forma u otra, el cristiano “se juega la vida cuando da testimonio de la verdad”, explicó el Papa en la homilía.

Asimismo, indicó que “la coherencia entre la vida y lo que hemos visto y acogido es precisamente el inicio del testimonio. Pero el testimonio cristiano tiene otra cosa, no es solo del que la da: el testimonio cristiano, siempre, está en dos. ‘Y de estos hechos somos testigos nosotros y el Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano. Porque el testimonio cristiano, la vida cristiana es una gracia, es una gracia que el Señor nos da con el Espíritu Santo”.

De este modo, el Papa subrayó que “sin el Espíritu no logramos ser testigos”. Porque el testigo es “coherente con lo que dice, con lo que hace y lo que ha recibido, es decir el Espíritu Santo”. Esta es la valentía cristiana, este es el testimonio.

De este modo, el papa Francisco aseguró que “este es el testimonio de nuestros mártires hoy, muchos, expulsados de su tierra, desplazados, asesinados, perseguidos: tienen la valentía de confesar a Jesús precisamente hasta el momento de la muerte; es el testimonio de esos cristianos que viven su vida seriamente y dicen: ‘Yo no puedo hacer esto, yo no puedo hacer mal a otro; yo debo dar mi testimonio’. Y el testimonio es decir lo que en la fe ha visto y oído, es decir, Jesús Resucitado, con el Espíritu Santo que ha recibido como don”.

En los momentos difíciles de la historia –concluyó el Papa– se escucha que la patria necesita héroes. Y esto “es verdad, esto es justo”.

Pero, preguntó el Santo Padre, ¿qué necesita hoy la Iglesia? Francisco aseguró que de testigos, mártires. “Son precisamente los testigos, es decir, los santos, los santos de todos los días, los de la vida ordinaria, pero con la coherencia, y también los testigos hasta el final, hasta la muerte”, precisó el Obispo de Roma.

Así, concluyó su homilía recordando que estos son “la sangre viva de la Iglesia; estos son los que llevan la Iglesia adelante, los testigos; quienes dan fe de que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo. Y lo hacen con la coherencia de su vida y con el Espíritu Santo que han recibido como don”.

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