Hace unos días habló el Papa del Evangelio de San Juan 15,9-17 centrándose en el cambio que existe entre ser siervo de Dios o amigo de Cristo, y dice el Papa “La amistad no es fruto del cálculo, ni de constricción: nace espontáneamente cuando reconocemos algo de nosotros mismos en la otra persona. Y, si es verdadera, la amistad es tan fuerte que no decae ni siquiera ante la traición.”. Recuerda el Papa que cuando Judas besa a Jesús en el monte de los olivos, para entregarle a la muerte, Jesús le llama amigo. Y esto, dice él, tiene una explicación.
Dice el Papa que Jesús “tiende la mano y ofrece su amor, su Gracia, su Palabra” ,“hasta el punto de hacerse frágil para nosotros, hasta ponerse en nuestras manos sin defensa ni pretensiones, porque nos ama” y “nos quiere, y como amigo quiere nuestro bien y quiere que participemos del suyo”. Para tener claro la profundidad de ese amor el Papa invita a preguntarse “¿qué rostro tiene el Señor para mí? ¿El rostro de un amigo o el de un extraño? ¿Me siento amado por Él como un ser querido? ¿Y cuál es el rostro de Jesús que testimonio a los demás, especialmente a los que cometen errores y necesitan perdón?” y nos recuerda que María, la Madre, nos ayuda a “crecer en la amistad con su Hijo y a difundirla a nuestro alrededor.”
También ha hablado el Papa de la Fe y de la esperanza. El Papa destaca que la Fe es la virtud que hace al cristiano “Porque ser cristiano no es ante todo aceptar una cultura, con los valores que la acompañan, sino que ser cristiano es acoger y custodiar un vínculo, un vínculo con Dios: Dios y yo; mi persona y el rostro amable de Jesús”. Ese vínculo se forja cuando los padres ante la pila bautismal piden para su hijo la fe, para que cuando ese hijo “ deje de tener un padre en esta tierra, seguirá teniendo a Dios Padre en el cielo, que nunca le abandonará”.
En cuanto a la virtud de la esperanza dice el Papa que “Si falta la esperanza, todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas” y añade el Papa “si crees en la resurrección de Cristo, entonces sabes con certeza que no hay derrota ni muerte para siempre. Pero si no crees en la resurrección de Cristo, entonces todo se vuelve vacío, incluso la predicación de los Apóstoles.”
En una actividad con niños, estos le preguntaron al Papa cómo se puede convertir en amigos. La respuesta del Papa fue “Primero de todo, pensar bien de los demás. Si uno piensa mal del otro ¿Podrá ser amigo?” En este mismo diálogo con niños, el Papa, recordó que ante Dios, debemos dejarnos estar como el niño en brazos de su madre, “duerme seguro, sin ansiedad, porque siente la seguridad”
En definitiva la esperanza y fe, y la confianza en el amigo que no falla, harán interesante y especial el camino de una vida recibida más allá de todo mérito y expectativa.
María Puy