CITA
«Hoy,
¿ESCUCHAS?,
voy hablar a tu Corazón
y le diré una PALABRA de Consuelo:
en medio de tu largo caminar por el desierto,
camino de mil años que se te hacía eterno,
la Buena Noticia que os trae Dios,
a sus Amigos y a su Pueblo:
– Ahora sí, al Fin,
pronto vengo,
Yo Soy Fiel,
y era cierto.
Benditos por no dormir
y esperar despiertos».
SanSon
Orígenes, Independientemente del tiempo de su Venida, Jesús ha sido precedido, en aquella Venida, por Juan Bautista (Homilía sobre Lucas, IV, 6).
Agustín de Hipona Si Juan es la voz, Cristo la Palabra. Cristo existió antes que Juan, pero junto a Dios, y después de él, pero entre nosotros. Sermón 288, 2-4
Eusebio de Cesarea ¿Cuál es esta Sión sino aquella misma que antes se llamaba Jerusalén? Y ella misma era aquel monte al que la Escritura se refiere cuando dice: El monte Sión donde pusiste tu morada; y el Apóstol: Os habéis acercado al monte Sión. Sobre el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto Cap. 40: PG 24, 366-367
Máximo de Turín También a nosotros nos dice hoy: Preparad el camino del Señor, allanad los senderos de nuestro Dios. Así, pues, la Escritura divina no cesa de gritar y hablar.Sermón 88, 1-3: CCL 23, 359-360
S. Gregorio Magno, «Todo el que predica la fe recta y las buenas obras ¿qué hace, sino preparar el camino del Señor para que venga al corazón de los oyentes, penetrándolos con la fuerza de la gracia, ilustrándolos con la luz de la verdad, para que, enderezadas así las sendas que han de conducir a Dios, se engendren en el alma santos pensamientos?» (Homilía 20 sobre el Evangelio).
“Los caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de los malos, torcido por la injusticia, se dirige según la regla de la justicia, y los caminos ásperos se convierten en llanos, cuando las almas duras e iracundas vuelven a la suavidad de la mansedumbre, por la infusión de la divina gracia” Homiliae in Evangelia, hom. 20
San Vicente de Paul, «Desde que Dios empieza a dar sus gracias a una criatura, no deja de continuar sus beneficios sobre ella hasta el final, a no ser que se haga indigna» (SVdeP III, 18).
San Josemaría Escrivá «El Señor nos quiere entregados, fieles, delicados, amorosos. Nos quiere santos, muy suyos. (…) Has sido llamado a una vida de fe, de esperanza y de caridad. No puedes bajar el tiro y quedarte en un mediocre aislamiento. Pídelo conmigo a Nuestra Señora, imaginando cómo pasaría ella esos meses, en espera del Hijo que había de nacer. Y Nuestra Señora, Santa María, hará que seas alter Christus, ipse Christus, otro Cristo, ¡el mismo Cristo!» Es Cristo que pasa, n. 11.
Concilio Vaticano II “La espera de una nueva tierra no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar una vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios” (Gaudium et spes, 39).
«La Iglesia, que encierra en su seno pecadores, siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación» (Lumen Gentium 8).
“La plenitud de los tiempos ha llegado hasta nosotros y la renovación del mundo está irrevocablemente decretada y empieza a realizarse en cierto modo en el siglo presente, ya que la Iglesia aún en la tierra se reviste de una verdadera si bien imperfecta santidad”. Lumen gentium” (n. 48)
San Juan XXIII Viendo en mí tantas negligencias en el servicio de Dios, lleno de confusión ante Él, sólo sé decir estas dos palabras: ¡Jesús mío, misericordia! (Ángel José Roncalli Diario 23.VIII.1898)
San Juan Pablo II, La segunda lectura de la liturgia de hoy, en la que nos habla el Apóstol Pedro, es decir, uno que fue testigo de la primera venida. Su tema de adviento está orientado, sobre todo, hacia los últimos tiempos, hacia “el día del Señor”; los que han experimentado la primera venida, justamente viven en espera de la segunda, conforme a la promesa del Señor. (06-12-1981): Adviento es venida y encuentro
Escuchemos la Palabra de Dios con la convicción de que ella, cuando es escuchada por el hombre, tiene la potencia del “Adviento” y por lo tanto, la capacidad de transformar y renovar. 06-12-1981
Benedicto XVI, La misión de Juan, fue un llamamiento extraordinario a la conversión: su bautismo «está vinculado a un llamamiento ardiente a una nueva forma de pensar y actuar, está vinculado sobre todo al anuncio del juicio de Dios» (Jesús de Nazaret, I, Madrid 2007, p. 36)
«La llamada de Juan va, por tanto, más allá y más en profundidad respecto a la sobriedad del estilo de vida: invita a un cambio interior, a partir del reconocimiento y de la confesión del propio pecado. Mientras nos preparamos a la Navidad, es importante que entremos en nosotros mismos y hagamos un examen sincero de nuestra vida» 4-XII-2011.
Francisco, Muchas situaciones requieren nuestro testimonio de consolación. Ser personas gozosas, que consuelan. Pienso en quienes están oprimidos por sufrimientos, injusticias y abusos; en quienes son esclavos del dinero, del poder, del éxito, de la mundanidad. ¡Pobrecillos! (07-12-2014)
Este segundo domingo de Adviento, es un bálsamo sobre nuestras heridas y un estímulo para preparar con compromiso el camino del Señor. Ibid
Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo a la consolación, de ser consolados. Es más, nos sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Sabéis por qué? Porque en la tristeza nos sentimos casi protagonistas. En cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista. Es Él quien nos consuela, es Él quien nos da la valentía de salir de nosotros mismos. Es Él quien nos conduce a la fuente de toda consolación auténtica, es decir, al Padre. Y esto es la conversión. Por favor, dejaos consolar por el Señor. ¡Dejaos consolar por el Señor! Ibid
«La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son — ¿cuáles son los desiertos de hoy?— las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio. Hoy, como entonces, nos advierte con las palabras del profeta Isaías: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos» (v. 4). Es una apremiante invitación a abrir el corazón y acoger la salvación que Dios nos ofrece incesantemente, casi con terquedad, porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado» 6 de diciembre de 2015.
Beato Rafael Arnaiz «saber esperar»
Heráclito Nadie puede volverse por el camino que ha recorrido ()
J. M. Rovira nos ha recordado que Dios se acerca a nosotros buscando la rendija que el hombre mantiene abierta a lo verdadero, a lo bueno, a lo bello, a lo humano.
Pagola, Muchos se irán encontrando con Dios si saben pasar de una actitud defensiva ante él a una postura de acogida; del tono arrogante a la oración humilde; del miedo al amor; de la autocondena a la acogida de su perdón. Y todos haremos más sitio a Dios en nuestra vida si lo buscamos con corazón sencillo.
Javier Echevarría, El Adviento: tiempo de espera gozosa de la Navidad, cuando Jesús vendrá con una gracia nueva a nuestras almas; tiempo de purificación interior, para arrancar de nuestros corazones todo lo que -de un modo u otro- pueda dificultar esa llegada del Señor; tiempo, en fin, que nos incita a estar siempre dispuestos, bien dispuestos, para recibir -cuando Dios quiera, como Dios quiera- la llamada definitiva que el Señor nos hará un día (Carta XII.1994).
Santos Benetti El mensaje de Juan es claro: quitarnos la careta y tener el coraje de decir: «Esto soy yo.» Nadie puede curarse si antes no se reconoce enfermo, y de la misma enfermedad de la que adolece. El pecado comienza a perdonarse cuando lo reconocemos como pecado y como nuestro. El Proyecto Cristiano. Ciclo B
Teilhard de Chardin “El Señor Jesús no vendrá rápidamente más que si lo esperamos mucho. Lo que hará estallar la Parusía será una acumulación de deseos”, (El medio divino, epílogo).
CONTO
JUGANDO AL ESCONDITE
Érase una vez un cursillista que estaba orando y leyendo la Biblia en su habitación. De repente entró en la habitación su hijo llorando. El niño había estado jugando con un amigo al escondite y se había escondido tan bien que el amigo se cansó de buscarlo y al no encontrarlo se marchó a su casa.
Papá, no es justo, le dijo su hijo, debería haber seguido buscándome.
No está bien, le dijo el padre, pero ahora ya sabes cómo se siente Dios. Dios también se escondió muy bien y los hombres han dejado de buscarle. Y Dios también está triste. Y no es justo.
Tomado de P, Félix Jiménez
EL MESÍAS DISFRAZADO
Había una vez un monasterio en el que la piedad había decaído. No es que los monjes fueran malos, pero sí que en la casa había una especie de gran aburrimiento, que los monjes no parecían felices; nadie quería ni estimaba a nadie y eso se notaba en la vida diaria como una capa espesa de mediocridad.
Tanto, que un día el Padre prior fue a visitar a un famoso sabio con fama de santo, quien, después de oírle y reflexionar, le dijo: “La causa, hermano, es muy clara. En vuestro monasterio habéis cometido todos un gran pecado: Resulta que entre vosotros vive el Mesías camuflado, disfrazado, y ninguno de vosotros se ha dado cuenta.”
El buen prior regresó preocupadísimo a su monasterio porque, por un lado, no podía dudar de la sabiduría de aquel santo, pero, por otro, no lograba imaginarse quién de entre sus compañeros podría ser ese Mesías disfrazado.
¿Acaso el maestro de coro? Imposible. Era un hombre bueno, pero era vanidoso, creído. ¿Sería el maestro de los novicios? No, no. Era también un buen monje, pero era duro, irascible. Imposible que fuera el Mesías. ¿Y el hermano portero? ¿Y el cocinero? Repasó, uno por uno, la lista de sus monjes y a todos les encontraba llenos de defectos. Claro que -se dijo a sí mismo – si el Mesías estaba disfrazado, podía estar disfrazado detrás de algunos defectos aparentes, pero ser, por dentro, el Mesías.
Al llegar a su convento, comunicó a sus monjes el diagnóstico del santo y todos sus compañeros se pusieron a pensar quién de ellos podía ser Mesías disfrazado y todos, más o menos, llegaron a las mismas conclusiones que su prior. Pero, por si acaso, comenzaron a tratar todos mejor a sus compañeros, a todos, no sea que fueran a ofender al Mesías. Y comenzaron a ver que tenían más virtudes de las que ellos sospechaban.
Y, poco a poco, el convento fue llenándose de amor, porque cada uno trataba a su vecino como si su vecino fuese Dios mismo. Y todos empezaron a ser verdaderamente felices amando y sintiéndose amados.
Web católico de Javier
ANÉCDOTA
JUAN BAUTISTA
Los estudiosos de la Biblia deducen que Juan Bautista, hijo de Isabel y Zacarías, pertenecía a la familia sacerdotal de Abías; linaje que tuvo un papel importante por su oposición a los gobernantes griegos que querían destruir la religión judía.
Los antepasados de Juan Bautista rechazaron las influencias que amenazaban con perseverar la fe de Israel. Desde aquel momento perdieron relevancia y vivían en la montaña de Judá, cerca de la ciudad de Jerusalén, pero apartados del poder y la ascendencia política.
Juan Bautista debió ingresar, a la edad de los cinco o seis años, en alguna comunidad de eremitas del desierto para prepararse a ser «nazir» (Lc 1,15). Este califi cativo quiere decir que no se cortaría nunca el pelo, que no probaría ninguna bebida alcohólica, que viviría en castidad y que se dedicaría a la oración en el desierto, como un eremita… (Actualmente se muestran a los turistas las cuevas en las que habitaron estos eremitas del desierto de Judá, al sur de Israel, cerca de Jericó).
Cuando Juan se hizo mayor anunció el Reino de Dios con palabras y expresiones fuertes. Y tuvo un grupo importante de seguidores, entre los cuales hay que contar a Jesús de Nazaret. Se puede afirmar que Jesús de Nazaret se formó siguiendo a Juan Bautista. De sus manos recibió el signo del Bautismo; gesto de sumisión que indica que Jesús aceptó la doctrina de este profeta del desierto de Judea.
Juan el Bautista se atrevió a echar en cara la mala conducta del rey Herodes Antipas. (Herodes Antipas: uno de los hijos de aquel Herodes el Grande bajo cuyo reinado nació Jesús de Nazaret)
El evangelio nos dice que Jesús y Juan eran primos. Pero del análisis de los textos y las expresiones del evangelio sólo podemos deducir que Jesús fue discípulo de Juan, el profeta que anunciaba la llegada inminente del Reino de Dios y enseñaba a sus discípulos una forma nueva y libre de vivir.
Emparentar a Juan Bautista con Jesús significa que los primeros cristianos reconocían las raíces judías de su fe, aunque con profundas novedades
Tomado de Tiempo Interior
ERMITAÑOS JUDÍOS EN CUEVAS PENITENCIALES
Cerca de la ciudad de Jericó se alza un imponente promontorio rocoso que la tradición cristiana ha denominado como «Monte de la Cuarentena». Se cita de esta forma porque se supone que Jesús estuvo ayunando durante 40 días en este rincón del desierto. Lo cierto es que este lugar estuvo habitado, siglos antes que naciera Jesús de Nazaret, por ermitaños judíos. En este ambiente de gran austeridad, purificaban su cuerpo con ayunos, oración y soledad. Los ayunos duraban toda la semana excepto el sábado y su víspera.
Actuaban de esta forma porque consideraban que el buen israelita no puede ayunar el «shabat», día de fiesta y alegría porque en él Yahvé «completó» la creación.
Tomado de Tiempo Interior
DESATAR LAS SANDALIAS
“Era costumbre entre los antiguos que si alguno no quería recibir por esposa a la que le correspondiera por derecho de parentesco, ella desatase su calzado al que debía ser su esposo. Por esta razón anuncia (san Juan) que él es indigno de la correa de sus sandalias, como diciendo abiertamente: “Yo no soy digno de descalzar al Redentor, porque no usurpo el nombre de esposo, que no merezco” (San Gregorio, Homilía 7 sobre el Evangelio).
Subyace al texto la ley del levirato. Cuando un israelita moría sin descendencia, era obligación de su pariente más cercano tomar a la viuda por esposa para dar descendencia al marido muerto. Si algún pariente no cumplía con su obligación, la viuda le quitaba la sandalia y le golpeaba en la cara. San Jerónimo, y muchos otros, relacionan el gesto de Juan el Bautista con este rito, y parafrasean la frase de Juan: “Él (Jesús) tiene por esposa a la Iglesia, yo soy simplemente el amigo del esposo: no puedo, siguiendo la ley, desatar la correa de su sandalia, porque él no ha rechazado a la Iglesia por esposa” (Manuel Pérez Tendero).
Tomado de Buenafuente
LA CORONA DE ADVIENTO
Nos acercamos a la Navidad, estamos en el tiempo del Adviento, tiempo en el que nos preparamos para la venida del Señor, que viene a nuestras vidas para transformar la humanidad en una realidad nueva.
Durante este tiempo, como durante el resto de tiempos litúrgicos, la Iglesia se sirve de diversos símbolos para indicarnos lo que estamos celebrando. Uno de ellos es la corona de Adviento.
Originaria del misticismo alemán, su forma de corona de ramas es un símbolo anterior al Cristianismo. De hecho, en el norte de Europa era muy usual colocar una corona hecha de ramas verdes con velas para simbolizar la esperanza en el cambio de estación y el fin del duro invierno. Este símbolo fue asimilado por la tradición cristiana (sobre todo a partir del siglo XVI en Alemania), cobrando un nuevo significado: la esperanza en un nuevo ciclo con la venida del Salvador a la Historia.
Para la tradición cristiana, simboliza el tiempo que va pasando, con su aparente monotonía, que se rompe con la venida esperada del Señor de la Historia, Jesucristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre, dando paso al tiempo de Navidad.
Se dispone en forma circular, figura geométrica perfecta, como símbolo de que Dios no tiene principio ni fin, así como su amor a la humanidad. Las ramas verdes simbolizan, por su color, la esperanza que debemos tener en la venida del Señor.
Las cuatro velas simbolizan la luz de la fe, que se llena de alegría con la llegada del Señor.
Tres velas moradas y una de color rosa, como son los colores litúrgicos de este tiempo. El rosa lo reservamos para el tercer domingo de Adviento, conocido como el domingo “gaudete”, domingo del gozo y la alegría. del Señor.
Los adornos rojos de la corona nos recuerdan el amor de Dios, que se va a manifestar especialmente en este tiempo de gracia en el que vamos a celebrar el nacimiento del Señor.
Las bolas nos recuerdan los frutos del árbol del conocimiento del bien y de mal, hechos ya frutos maduros, frutos de redención.
Tomado de ACG
Cuando al Cardenal Bernardin de Chicago le dijeron los médicos: Eminencia, tiene cáncer, le quedan seis meses de vida. Él dijo:” Me pongo en las manos de Dios. La muerte no es mi enemiga, es mi amiga. Ahora hay que soltar personas y cosas para encontrar a mi amor, a mi Dios, al que he servido y esperado durante toda mi vida. “.
Tomado de P, Félix Jiménez
DESIERTO
Es una palabra inquietante en nuestros días. Casi el 33% de la superficie terrestre está ocupada por desierto. Y la proporción va en pavoroso aumento a causa del fenómeno de la desertificación. Cada año cientos de miles de hectáreas de terreno cultivable se convierten en desierto. Cerca de 135 millones de personas se han visto alejadas de su sede natural, en los últimos años, por el desierto que avanza.
Pero existe otro desierto: no fuera, sino dentro de nosotros; no en los márgenes de nuestras ciudades, sino dentro de ellas. Es el agostamiento de las relaciones humanas, la soledad, la indiferencia, el anonimato. El desierto es el lugar donde si gritas nadie te oye, si yaces en tierra acabado nadie se te acerca, si una feroz bestia te asalta nadie te defiende, si experimentas un gran gozo o una gran pena no tienes a nadie con quien compartirla. ¿Y no es esto lo que ocurre a muchos en nuestras ciudades? Nuestro agitarnos y gritar, ¿no es también un gritar en el desierto?
Pero desierto aún más peligroso es el que cada uno de nosotros se lleva dentro. Justamente el corazón puede transformarse en un desierto: árido, apagado, sin afectos, sin esperanza, lleno de arena. ¿Por qué muchos no logran despegarse del trabajo, apagar el móvil, la radio, el compact disc…? Tienen miedo de hallarse en el desierto. La naturaleza, se dice, tiene horror del vacío (horror vacui), pero también el hombre rehuye el vacío. Si nos examinamos honestamente, veremos cuántas cosas hace cada uno de nosotros para no encontrarse solo, cara a cara consigo mismo y con la realidad.
Tomado de Rainiero Cantalamessa
SEGUNDA CARTA DE PEDRO
El autor dirige su “testamento” a los hermanos de su comunidad cristiana y les invita a mantenerse fieles a las enseñanzas recibidas, evitando dejarse confundir por las doctrinas de algunos falsos maestros. Los creyentes deben esforzarse, según este “testamento”, por preparar adecuadamente la segunda venida de Jesucristo, sin dejarse manipular por doctrinas contrarias al Evangelio y a la enseñaza recibida de la tradición apostólica. El autor se presenta a sí mismo como Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo (cf. 2 Pe 1,1), testigo de la transfiguración (cf. 2 Pe 1,16); sin embargo, está particularmente consensuado entre los estudiosos de la Biblia que este escrito es posterior al apóstol Pedro. Todo indica que el autor de esta carta no perteneció a la primera generación cristiana, aunque es un judeo-cristiano con sólida formación helénica y que conoce bien la vida y la catequesis del apóstol Pedro. Algunos autores sitúan la redacción de esta carta alrededor del año 125.
Tomado de Dehonianos
ENTRADA TRIUNFAL
El término adviento era empleado por los historiadores antiguos para describir la llegada a la urbe de los emperadores, después de importantes campañas militares. Toda la ciudad se preparaba para el evento y la entrada triunfal. La Iglesia se prepara también para un adviento, una llegada mucho más importante: la de Hijo de Dios en Navidad, y muy diferente de las que celebraban los poderosos, porque se acerca en la humildad de un niño recostado en un pesebre.
Tomado de Opus Dei
CHISTE
LLEGANDO TARDE
– ¿Por qué el sacerdote llega tarde en cuaresma y adviento?
– Porque esta de-morado.
POEMA
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:
Recibimos tus llamadas
a “preparar el camino”.
Esperamos celebrar
un “Gran Encuentro Contigo”.
Tú, Señor, caminarás
gran parte del recorrido,
pero quieres que nosotros
andemos “cuatro pasitos”.
Primero: Que nos fijemos
en tu “ternura de Niño”,
que veamos en tu rostro
la imagen de un Dios Amigo.
Segundo: Que te dejemos
“enderezar lo torcido”,
que puedas sembrar amor
donde crece el egoísmo.
Tercero: Que renovemos
las “promesas del Bautismo”,
que te elijamos a Ti,
olvidando a nuestros ídolos.
Señor, con fe te rezamos:
Somos pobres, Tú eres rico.
¡Ven a nacer en nosotros
y llena nuestro vacío!
Y cuarto: Que renunciemos
a un frustrante “consumismo”:
Llena el corazón de “cosas”
y a Ti no te deja sitio
(José Pérez Benedí)
YA NO ESPERO
Ya no espero la engañosa ilusión de una vida sin males,
unos cielos y una tierra que destilen leche y miel,
una promesa baldía que colmate tantos cenagales,
una lucha eterna contra la infamia, el puño y la hiel.
Ya no espero que alumbre el día con un rojo amanecer,
una invitación a soñar el futuro con vanas apariencias
o con la luz eterna que desaparece cada día al atardecer,
para terminar tumbado bajo la ebriedad de la inconsciencia.
Solo espero en la mano que esparce vislumbres de estrellas,
que siembra lealtades y despierta con su ternura la luz de la sonrisa, que abre puertas al viento, a lo nuevo que ahonda en las huellas.
Tomado de https://eclesalia.net/2022/11/14/ya-no-espero/
ORACIÓN
Te damos gracias, Señor, porque el clamor del adviento por el cielo y la tierra nuevos, en que habite la justicia, se expresa con joven esperanza y liberador optimismo por labios del profeta: ¡Consolad, consolad a mi pueblo! Una voz grita: Preparad en el desierto un camino al Señor, porque se revelará su gloria y todos los hombres la verán. Haz, Señor, que la levadura de tu reino nos convierta en hombres y mujeres nuevos a la medida de Cristo Jesús, para que seamos fermento capaz de transformar desde dentro las estructuras familiares, laborales, políticas y económicas posibilitando el nacimiento del hombre y mundo nuevos. Amén
Tomado de Dehonianos
MEDITACIÓN
DECÁLOGO PARA APRENDICES DE PROFETA
En el mundo de la comunicación hoy hacen falta profetas. Siempre han sido necesarios. Pero hoy hay mucho griterío, mucha indignación impostada, y mucho falso profetismo. Recordando el destino de Juan Bautista, se me ocurre proponer este decálogo, que nace de la observación, de la experiencia, y de la esperanza. Aquí van diez deseos para quien quiera ser profeta en las redes:
- Respeta las palabras. No las traiciones, ni las utilices alegremente. Que cuando hables de justicia –o de injusticia–, lo sea. Que cuando hables de amor, sea Amor y no cualquier otra frivolidad. Que cuando hables de Iglesia, lo sea, y no solo tus juicios sumarísimos.
- Respeta a las víctimas de nuestro mundo. Cuando todo es drama, nada lo es. Por tanto, no des altavoz a reivindicaciones estúpidas, porque estarás quitando a las verdaderas víctimas su voz, que a veces es lo único que tienen.
- Elige bien qué batallas merece la pena luchar. Muchas veces no es el momento, no merece la pena, no cabe verdadero anuncio, o no eres tú la persona indicada para determinadas cuestiones. El que quiere estar siempre pendiente y respondiendo al hashtag del momento será una veleta, pero no alguien con una causa con la que se comprometa (cito aquí a Bruckner cuando decía que «el compromiso con todas las causas es la mayor forma de descompromiso»).
- No confundas fe con ideología. El profeta sirve al Reino de Dios. No a las polémicas del día.
- Profetiza a cara descubierta. ¿Te imaginas a Elías, Isaías, Oseas o Jeremías llamándose Manolo el del Carro, Chapulín de la Esperanza, el vano enamorado o El chico de los Lamentos?
- Ya sabes cuál es la suerte de los profetas. Así que, en ocasiones tendrás que estar dispuesto a llevarte algunos palos. Si te persiguen, si te atacan, si te critican o te quieren cancelar, y es por anunciar el Reino de Dios, sabe que antes persiguieron a otros profetas.
- Sé crítico, no criticón.
- La raíz de la crítica no puede ser el odio a la realidad, sino el amor. Por eso a veces te dolerá ese mundo –y esa Iglesia– que tienes que denunciar.
- El profeta no es un portador de amarguras, eternamente enfadado. Critica lo que no funciona, pero no te olvides de buscar destellos de esperanza y proponer caminos y soluciones.
- El profeta habla en nombre de Dios. Y es un nombre que no ha de tomar en vano. Para tener algo que decir, te hará falta orar, informarte, reflexionar, mucha escucha y mucho silencio.
José María Rodríguez Olaizola, sj
CANTO
Consuela a Mi Pueblo HERMANA GLENDA
Consolad a mi pueblo Marco Frisina
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela