
CITA
“No se vence resistiendo, porque cuanto más lo piensa uno, más se enciende; se vence huyendo, es decir,
evitando totalmente los pensamientos inmundos,
y todas las ocasiones”.
(Sto. Tomás de Aquino)
Ovidio, «Cada uno es atraído por el objeto del propio placer».
San Cirilo de Jerusalén, elDiablo, es “pésimo consejero” (Catequesis II 1-20.).
S. Ambrosio, «donde el diablo asedia, allí está presente Cristo»(Sermo 20).
En el retiro, es donde precisamente ha de contar uno con ser tentado y expuesto a muchas pruebas. Lo mismo os advierte el Sabio al afirmar que cuantos se alistan en el servicio de Dios deben prepararse para la tentación.
San Agustín: “Nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de enemigos y de tentaciones…”
¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en Él, y reconócete vencedor en Él. Podía haber evitado al diablo; pero, si no hubiese sido tentado, no te habría aleccionado para la victoria cuando tú fueras tentado. (Salmo 60, 2-3: CCL 39, 766)
Santo Tomás: «La tentación que viene del diablo se hace por modo de sugestión. Pero no sugiere algo del mismo modo a todos, sino que a cada uno le sugiere algo tomado de aquellas cosas a las cuales está afectado». Suma Teológica, III, q. 41…
San Juan Crisóstomo: «Mira cómo el Señor no se turbó, sino que disputa humildemente con el inicuo [el diablo] acerca de las Escrituras, para que te conformes con Cristo en lo que puedas. Conoce el diablo las armas con las que le venció Jesucristo; con la mansedumbre luchó, con la humildad le venció. Tú también cuando vieres a un hombre, hecho un diablo, venir contra ti, lo vencerás del mismo modo. Que tu alma aprenda a conformar sus palabras con las de Jesucristo; porque del mismo modo que el juez romano, sentado en su tribunal, no escucha la respuesta del que no sabe hablar como él, tampoco Jesucristo te escuchará ni asistirá si no hablas como Él».
San Gregorio Niceno: «El que pelea con valor, llega al término de sus combates, o porque el adversario cede espontáneamente al vencedor, o porque a la tercera derrota deponga las armas, según las leyes de la guerra. Por lo que sigue: “Concluidas las tentaciones, se retiró”».
san Jerónimo le es imposible a nuestra alma dejar de ser tentada mientras viva y que, si el mismo Jesucristo nuestro Salvador fue tentado, nadie puede ilusionarse con atravesar el mar tormentoso de la vida sin verse combatido por la tentación. […] Convenceos de que sería desgracia no pequeña carecer de tentaciones, por ser ello indicio de no vencerse en cosa alguna, y de sucumbir fácilmente en la lucha con las propias pasiones.»
Gregorio Magno El enemigo en el origen se enfrentó al primer hombre, nuestro antepasado, por tres tentaciones: lo intentó por la glotonería, la vanagloria y la avaricia. Homilías sobre el Evangelio, 16
Máximo de TurínAdán perdió en efecto el Paraíso por causa del alimento, Esaú perdió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas, y Judas renunció a su rango de apóstol por un bocado: pues en el momento que él cogió el bocado, dejó de ser un apóstol para ser un traidor… la comida que tenemos que tomar es aquella que abre el camino al Salvador, no al diablo, aquella que transforma al que la come en confesor de la fe y no en traidor. Sermón 16: PL 57, 561
Santa Teresa “Quien no hace oración, no necesita demonio que le tiente”.
San Juan de la Cruz, «El alma que hubiera de vencer su fortaleza no podrá sin oración, ni sus engaños podrá entender sin mortificación y sin humildad. Que por eso dice S. Pablo avisando a los fieles estas palabras: «Vestíos de las armas de Dios, para que podáis resistir contra las astucias del enemigo, porque esta lucha no es como contra la carne y sangre» entendiendo por sangre el mundo, y por las armas de Dios, la oración y cruz de Cristo, en que está la humildad y mortificación que habemos dicho» (Cántico Espiritual, 9).
Juan Bautista de la Salle quien pretende consagrarse a Dios ha de ser dejar el mundo, con el fin de disponerse a luchar contra el mundo mismo y contra los demás enemigos de nuestra salvación. Primer domingo de Cuaresma, n. 1-2
Padre Pio de Pietrelcina «Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio tanto más cerca del alma está Dios.» ()
Madre Teresa de Calcuta “Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo.” ()
Santa Faustina Kowalska. No te pongas a discutir con ninguna tentación, enciérrate en Mi Corazón y, a la primera oportunidad, cuéntasela a tu confesor. Mensaje de Misericordia de Jesucristo
Pablo VI «el mal que existe en el mundo es el resultado de la intervención en nosotros y en nuestra sociedad de un agente oscuro y enemigo, el Demonio. El mal no es ya sólo una deficiencia, sino un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor».
s. Juan Pablo II, La conversión es un don de Dios, que el hombre debe pedir con ferviente oración y que nos ha merecido Cristo, «nuevo Adán». (…) son tres los aspectos del mundo, del que debe mantenerse alejado el cristiano para ser fiel al mensaje de Jesús: los apetitos sensuales: el ansia excesiva de los bienes terrenos, sobre los cuales el hombre cree ilusoriamente poder construir toda su vida: y finalmente la autosuficiencia orgullosa en relación con Dios. Homilía (08-03-1981)
La conversión es fundamentalmente un alejarse del pecado, y un dirigirse, un retornar al Dios viviente, al Dios de la Alianza. “Venid y volvamos a Yavé; Él desgarró, Él nos curará; Él hirió, Él nos vendará” (Os. 6,1) Homilía en la parroquia de S. Juan Bautista de los Florentinos, en Roma (8-III-1981)
La Iglesia, experta maestra de humanidad y de santidad, nos indica instrumentos antiguos y siempre nuevos para el combate diario contra las sugestiones del mal: son la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno. Ángelus (17-02-2002)
Benedicto XVI El diablo intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de Él ().
Francisco, Acordémonos de esto: en el momento de la tentación, de nuestras tentaciones, nada de diálogo con Satanás, sino siempre defendidos por la Palabra de Dios. Y esto nos salvará. Ángelus (09-03-2014)
La Palabra de Dios: esa tiene la fuerza para derrotar a satanás. Por esto es necesario familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla. La Biblia contiene la Palabra de Dios, que es siempre actual y eficaz. Alguno ha dicho: ¿qué sucedería si usáramos la Biblia como tratamos nuestro móvil? ¿Si la llevásemos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo, qué sucedería?; si volviésemos atrás cuando la olvidamos: tú te olvidas el móvil —¡oh!—, no lo tengo, vuelvo atrás a buscarlo; si la abriéramos varias veces al día; si leyéramos los mensajes de Dios contenidos en la Biblia como leemos los mensajes del teléfono, ¿qué sucedería? Claramente la comparación es paradójica, pero hace reflexionar. Ángelus (05-03-2017)
Es fundamental también no acercarse a él, porque, como decía un Padre de la Iglesia, es como un perro “enfadado”, “rabioso”, encadenado, al que no se le puede hacer una caricia porque muerde. Si yo sé que espiritualmente, si me acerco a ese pensamiento, si me acerco a ese deseo, si voy a esa parte o a la otra, me estoy acercando al perro rabioso encadenado. Por favor, no lo hagan. -“Tengo una herida grande”. -“¿Quién te la hizo?” -“El perro” -“¿Pero estaba encadenado?” -“Sí, pero yo fui a darle una caricia” -“Pues te lo has buscado”. Es así: no acercarse nunca, porque está encadenado. Dejémosle allí encadenado
Heiddeger: «La renuncia no quita. La renuncia da».
Card. Shönborn, «En la vida de San Antonio hay un episodio que describe de manera muy impresionante este perseverar con paciencia hasta que «se disipe la niebla». Después de un prolongado tiempo de tentación, Antonio pregunta en tono de reproche: «Señor, ¿dónde estabas tú durante todo ese tiempo? ¿Por qué no te manifestaste enseguida para aliviar mis sufrimientos? Entonces escucha una voz: «¡Allí estaba, Antonio! ¡Aguardaba viendo tu lucha!». («Amar a la Iglesia», p. 162-163)
Raniero Cantalamessa, Con Cristo no tenemos nada que temer. Nada ni nadie puede hacernos daño si nosotros no lo queremos. Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia–, tras la venida de Cristo, es como un perro atado en la era; puede ladrar y abalanzarse cuanto le plazca; si no nos acercamos, no puede morder. ¡Jesús en el desierto se liberó de satanás para liberarnos de satanás! Es la gozosa noticia con la que iniciamos nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua
Eugene Boylan, «Nuestro pensamiento tiende a ocuparse con lo que nuestro corazón está ocupado. Un hombre que desea vivir en íntima unión con Dios no puede dejar que sus pensamientos y fantasías vuelen sin trabas. Aparte de la evitación de las preocupaciones pecaminosas, cabe un prudente control propio en esta materia».(«La piedad sacerdotal»)
Baudelaire, «la mayor astucia del demonio es hacer creer que no existe».
Franz Jalics, «Todo hombre lleva en su interior cosas buenas y malas, la luz y la sombra. No nos gusta reconocer el lado oscuro de nuestro interior. Reprimimos nuestros aspectos sombríos desplazándolos hacia el subconsciente y nos creamos una imagen propia, compuesta únicamente de cualidades positivas. Poco a apoco nos vamos convenciendo de que somos como desearíamos ser» Ejercicios de contemplación, 52
Juan Manuel de la Prada: «El hombre que se cree impecable no confía en la ayuda de sus semejantes y mucho menos reclama el auxilio divino, pues considera que Dios es una creación de débiles mentales. Y cuanto más encumbrado está, más hundido termina en el barro. Así hemos visto desmoronarse muchos falsos prestigios, muchas ambiciones desnortadas, muchos imperios triunfantes».
Jean Vanier hablando de nuestra fragilidad: «Lo único que necesito es reconocer quién soy yo y decirle a Jesús que lo necesito, a la comunidad. Porque descubrí mi violencia, mis celos, mi miedo. No tiene importancia. Dios es mucho más fuerte que nuestras miserias. La única cosa al descubrir la pobreza es no encerrarse en la culpabilidad, en la depresión, en la violencia. O bien me justifico o busco acusar. En vez de excusarme, en vez de aceptar, acuso. En vez de volverme hacia Jesús. Y decirle que le necesito. Hacia los hermanos y decirles que los necesito. Tengo dificultad de perdonar. Necesito tu ayuda, tu oración. Estamos todos en camino».
Shusaku Endo, «El hombre, aun en las peores circunstancias, nunca escapa por completo a la vanidad» Jaime Fernández, José Fernández, Silencio
CASTELLANI, L., «El diablo es la mona de Dios, puesto que querer ser como Dios fue su caída y es su constante manía». El Evangelio…, p. 166.
Hilario, el diablo no se hubiera atrevido a tentar a Cristo de no haber descubierto en él, mediante la flaqueza del hambre, la condición humana»
Tentación Cree que, tan cierto como que estás en los caminos de Dios, encontrarás tentaciones. John Bunyan Cuanto más tentado te veas, sábete que eres más amado. San Francisco de Asís Dios, por misericordia, quiere probarnos para instruirnos. San Agustín «El demonio sólo tiene una puerta para entrar en nuestro espíritu: la voluntad… Nada es pecado si no ha sido consentido por la voluntad». San Pío de Pieltrecina El ser tentado es signo de que el alma es muy grata a Dios. Padre Pío El simple hecho de sufrir la tentación de pensamientos impuros, no es pecado. Rechazándolos se practica la virtud. San Pío de Pieltrecina La mayor tentación es conformarse con demasiado poco. Thomas Merton La tentación más frecuente en las personas preocupadas por su progreso espiritual es que, bajo el pretexto de una influencia apostólica mas grande, el demonio les hace desear una ocupación distinta de la suya. San Francisco de Sales Las tentaciones, a diferencia de las oportunidades, siempre se nos presentan muchas veces. A. Battista Las tentaciones son muy provechosas a quien las soporta sin desajuste, pues, en tal caso, unen a Dios. San Doroteo «Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza.» (Eclesiástico 34,10) «Si supiésemos los méritos que obtenemos por las tentaciones sufridas con paciencia y vencidas, casi exclamaríamos: ¡Señor, envíanos tentaciones!». San Pío de Pieltrecina «Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito». (1 Cor 10,13) |
CONTO
LA LUCHA DE LA CUARESMA – Y DE TODA LA VIDA.
Se cuenta lo siguiente de un viejo ermitaño, es decir, uno de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado que hacer. La gente preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo. Les contestó: «Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león». «No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están todos estos animales?» Entonces el ermitaño dio una explicación que todos comprendieron. Porque estos animales los tienen todos los hombres, ustedes también.
«Los dos halcones son mis ojos. Se lanzan sobre todo lo que que se les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lancen sobre una presa buena. Los dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlos para que sólo se pongan al servicio y ayuden sin herir. Son mis dos manos. Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me guste. Son mis dos pies. Los más difícil es vigilar es la serpiente aunque se encuentre encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista para morder y envenenar a los que la rodean apenas se abra la jaula. Es mi lengua. Si no la vigilo de cerca hace daño. El burro es muy obstinado. No quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día. Es mi cuerpo. Finalmente necesito domar el león. Quiere ser rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso. Es mi corazón.
Tomado de MSC
ATANASIO Y JUAN.
En tiempos lejanos cerca de Jerusalem vivían dos hermanos bien avenidos, el mayor se llamaba Atanasio y el menor Juan. Vivían sobre una colina, no lejos de la ciudad, y se alimentaban de lo que les daba la gente. Todos los días los pasaban en el trabajo. No tenían su propio trabajo sino el de los pobres. Allí donde hubiera tareas dificultosas, donde hubiera enfermos, huérfanos y viudas, allí iban los hermanos y trabajaban sin paga. Así pasaban los hermanos separados toda la semana y solo los sábados por la tarde volvían a su morada. Únicamente los domingos permanecían en casa rezando y conversando. Y el ángel del Señor descendía a su morada y los bendecía. Los lunes se iban cada uno por su lado. Así vivieron los hermanos muchos años y cada semana el ángel del Señor descendía a su vivienda y los bendecía.
Un lunes, cuando los hermanos iban al trabajo y ya se habían separado en distintas direcciones, al hermano mayor, Atanasio, le dio pena separarse de su querido hermano y se detuvo y lo observó. Juan iba con la cabeza gacha por su camino y no miró atrás. Pero de repente Juan también se detuvo y como viendo algo, haciéndose sombra con la mano, se puso a mirar fijamente allí. Entonces se acercó a lo que miraba y después saltó de repente hacia un lado y, sin girarse, se puso a correr colina abajo y colina arriba, alejándose de ese sitio, como si una fiera lo persiguiera corriendo. Atanasio se sorprendió y volvió atrás a ese lugar, para saber, de qué se había asustado de esa manera a su hermano. Fue acercarse y ver que algo brillaba con el sol. Se acercó más y encontró que sobre la hierba, como derramado, había un montón de oro. Y aún se sorprendió más Atanasio por el oro y por los saltos de su hermano.
«¿De qué se ha asustado y de qué huye? – pensó Atanasio. En el oro no hay pecado, el pecado está en la persona. Con el oro se puede hacer el mal y se puede hacer el bien. ¡A cuántos huérfanos y viudas se puede alimentar, a cuántos desnudos vestir, a cuántos miserables y enfermos sanar con este oro! Ahora servimos a la gente, pero nuestro servicio es pequeño por nuestras pocas fuerzas, y con este oro podremos servir mejor a la gente». Pensó Atanasio y quiso contar todo esto al hermano; pero Juan se había ido tan lejos que no le podía oír y solo se le veía allí, como un escarabajo sobre la otra colina.
Y Atanasio se quitó la ropa recogiendo con ella tanto oro como pudo, lo cargó al hombro y lo llevó a la ciudad. Llegó a la posada, dejó en custodia el oro a la posadera y se fue a por el resto. Y cuando trajo todo el oro acudió al mercader, compró terreno en la ciudad, compró piedra, madera, contrató trabajadores y se puso a construir tres edificios: uno sería un refugio para las viudas y los huérfanos, otro un hospital para los enfermos y los desamparados, el tercero una residencia para los ancianos e indigentes. Y encontró Atanasio tres ancianos devotos y a uno lo puso al cargo del refugio, al otro del hospital, y al tercero del cuidado de los peregrinos. Y aún quedaban 3000 monedas de oro. Y Atanasio entregó a cada anciano 1000 monedas de oro para que las dieran a los pobres. Y los tres edificios comenzaron a llenarse de gente y la gente comenzó a alabar a Atanasio por todo lo que había hecho. Y Atanasio se alegró de esto de manera que no quería irse de la ciudad. Pero Atanasio amaba a su hermano y cuando se despidió de la gente no le quedaba ni una moneda, y con esas mismas ropas viejas con las que llegó se fue de vuelta hacia su morada.
Cuando Atanasio se acercaba a su colina pensaba: «Mi hermano no juzgó bien cuando se apartó de un salto y huyó corriendo del oro. ¿Acaso no es mejor lo que he hecho?».
En cuanto Atanasio pensó esto de repente vio que en su camino se interponía aquel ángel que los bendecía y que ahora lo miraba de forma severa. Y Atanasio estupefacto solo atinó a decir:
– ¿Por qué, señor?
Y el ángel abrió la boca y dijo:
– Vete de aquí. No mereces vivir con tu hermano. Un salto de tu hermano es más valioso que esos asuntos tuyos que has realizado con tu oro.
Y Atanasio se puso a explicar a cuantos pobres y desamparados alimentó, de cuantos huérfanos se había ocupado. Y el ángel le dijo:
– Ese Diablo que dejó ese oro para seducirte te ha enseñado esas palabras.
Y entonces Atanasio desentrañó su conciencia, y supo que no había obrado para Dios y lloró y se arrepintió.
Entonces el ángel dejó libre el camino en el que ya estaba Juan, esperando a su hermano. Y desde entonces Atanasio no cedió a la tentación del Diablo que derrama oro, y supo, que no es con oro, sino con esfuerzo, con lo que se puede servir a Dios y a las personas.
Y los hermanos pasaron a vivir como antes.
León Tolstoi Escrito en 1885 y publicado en 1886.
ANÉCDOTA
BOMBONES TENTADORES
Walter Mischel, sociólogo de la Universidad de Standford, realizó una prueba a unos niños y niñas de 4 años.
Los llevó a una habitación donde había un delicioso bombón de chocolate encima de la mesa, y dijo a cada uno: “puedes comerte el bombón ahora, pero si esperas para comértelo a que yo vuelva de un recado, te daré dos bombones”.
Resultado: uno de cada tres niños no pudo resistir la tentación y se comió inmediatamente el bombón. Otra tercera parte esperó un poco, pero cedió. El otro tercio dominó valientemente el impulso de comerse el dulce; supo esperar y recibió los dos bombones.
Catorce años más tarde, los que fueron niños impulsivos a los 4 años se habían convertido en jóvenes problemáticos. Los que habían sabido esperar estaban más capacitados para enfrentarse a las frustraciones, eran más resistentes a la presión, más autónomos, y seguían mostrándose capaces de diferir las recompensas en beneficio de sus objetivos.
(Del Calendario del Mensajero del Corazón de Jesús)
CERDOS BIEN CUIDADOS
En una viñeta de la revista The NewYorker se ve al dueño de unos cerdos que está llenando la gamella con abundante pienso. Uno de los cerdos mira a los otros y les dice: ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué es tan generoso nuestro dueño?
Tomado de P. Félix Jiménez
¿CÓMO VENCER LAS TENTACIONES DE IMPUREZA?
Ejemplo de algunos santos de cómo vencieron las tentaciones contra la fornicación.
Estaban una vez reunidos fray Gil, fray Simón de Asís, fray Rufino y fray Junípero. Hablaban de Dios y de la salvación del alma, y dijo fray Gil a los demás:
¿Cómo hacéis vosotros con las tentaciones de impureza?
Fray Simón respondió:
Yo considero la vileza y torpeza del pecado, y así concibo una grande abominación y me libro.
Yo me echo tendido por tierra -dijo fray Rufino- y estoy en oración para implorar la clemencia de Dios y de la Madre de Jesucristo, hasta que me siento del todo libre.
Cuando yo oigo venir -contestó a su vez fray Junípero- el ruido de la sugestión diabólica, acudo inmediatamente a cerrar la puerta de mi corazón, y pongo dentro, para seguridad de la fortaleza, mucha tropa de santos pensamientos y deseos, y cuando llega la sugestión carnal y llama a la puerta, respondo yo de dentro: «Afuera, que la casa está ya tomada y no cabe en ella más gente»; y así nunca dejo entrar el pensamiento impuro dentro de mi corazón, y viéndose vencido y derrotado, huye no sólo de mí, sino de toda la comarca.
Dijo entonces fray Gil:
Contigo estoy, fray Junípero; el enemigo carnal no se puede combatir de mejor manera que huyendo; porque tiene dentro al traidor apetito, y acomete además de fuera por los sentidos corporales, con tanta fuerza que sin huir no se puede vencer. El que de otra manera quiera combatir se fatigará en la batalla y pocas veces conseguirá victoria. Huir del vicio nos llevará a ser vencedores.
Tomado de anecdonet
CONDUCIDO POR EL ESPÍRITU
Se dice que Jesús fue conducido al desierto por «el Espíritu que lo acompañaba», no por «el espíritu malo». La teología rabínica otorgaba un gran valor al modo en que los elegidos por Dios fueron probados. Se nos ha transmitido una frase que resume esta concepción judía: «Rabbí Jonatán ha dicho: Cuando un batanero golpea el lino, no lo hace porque quiera descomponerlo o romperlo, sino porque si el lino es bueno, con ello se pone más hermoso. Por ello no tienta Dios a los impíos, porque no podrían resistir» (Strack-Billerbeck, Mt 4,1).
No se cita con exactitud en qué lugar del desierto permaneció Jesús. Se ha intentado localizar en un macizo montañoso del desierto de Judá de unos 500 mts de altura media, al oeste de Jericó. En sus cercanías la arqueología ha descubierto cuevas con restos de que fueron habitadas ocasionalmente por ermitaños.
Pepe Gómez, Tiempo Interior
CHISTE
LLEVAR PUESTO EL BAÑADOR
-Padre a su hijo: Hijo mío, no te bañes en el canal.
-De acuerdo, contesta el hijo. Pero aquella misma tarde volvió a casa con el bañador mojado.
-¿Dónde has estado? Le preguntó el padre.
-Bañándome en el canal, contestó el hijo. ¿No te dije que no te bañaras en el canal? Le preguntó el padre.
-Sí, es cierto.
-¿Por qué lo hiciste?
-Porque llevaba puesto el bañador y no pude resistir la tentación.
-¿Y por qué lo llevabas puesto?
-Para estar preparado para nadar en caso de ser tentado.
POEMA
LA MURALLA (Fragmento):
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor
abre la muralla.
Nicolás Guillén
MEDITACIÓN
EL DESIERTO DEL ALMA
Esos momentos donde todo parece oscuro y comienzan todas las dudas del futuro.
Esos momentos donde por dentro no se ve nada y sin embargo ansiamos la luz.
Esos momentos donde nos sentimos perdidos y no vemos si habrá salida al final.
Esos momentos en los que buscamos a Dios que está a nuestro lado, e incluso dentro de nosotros, pero al que no logramos ver.
Esos momentos donde el sufrimiento parece apagar todas nuestras esperanzas.
Y sin embargo, son momentos de purificación, momentos de fortalecimiento, momentos de maduración de nuestro ser interior.
DESIERTO DEL MATRIMONIO
Todo comenzó muy bien el día de la boda. Todo marchó muy bien en la luna de miel.
Y luego todo parece complicarse.
Comienza el desierto de la desilusión. No era lo que yo esperaba.
Comienza el desierto de entendernos y sentirnos extraños.
Comienza el desierto de los silencios en los que cada uno se esconde.
Comienza el desierto de las infidelidades secretas.
Comienza el desierto de la mentira y el engaño.
Comienza el desierto de las insatisfacciones.
Comienza el desierto de las mutuas acusaciones.
Comienza el desierto de de las discusiones inútiles que rompen la armonía.
Comienza el desierto de la soledad en compañía.
El matrimonio tiene muchos desiertos. Pero todos ellos son necesarios, porque son la manera de purificar y fortalecer y hacer crecer el amor de verdad, no aquel amor epidérmico del pasado. Son esos desiertos donde “encontrará descanso el amor”.
DESIERTO DE LA FE
También la fe necesita atravesar las dunas ardientes del desierto.
El desierto de las dudas.
El desierto de querer entender y no ver nada claro.
El desierto de querer creer y sentir que los pies se hunden en la arena de los defectos y pecados de la Iglesia.
El desierto de querer creer y ser testigos de tantas incoherencias entre la fe que anunciamos y la vida que vivimos.
El desierto de sentir que creer es remar contra corriente, en un mundo que quiere prescindir de Dios.
El desierto de tantas divisiones e intereses personales, incluso en las cumbres de la Iglesia.
El desierto de tantos escándalos precisamente por parte de aquellos que eran las columnas de nuestra fe.
Pero la fe necesita de estos desiertos. Necesita de estas luchas y batallas.
Porque es ahí “donde El nuevo Israel peregrino va siguiendo en pos de una cruz. La nube que alumbra el camino a través de un mundo sin luz. El cielo es el reino futuro, nueva tierra de promisión, que orienta los pasos seguros de este nuevo pueblo de Dios”.
Las oscuridades de la noche nos impiden ver las flores del jardín. Pero será el amanecer que les devolverá el color. El desierto de la cuaresma tendrá su tierra prometida en la Pascua.
Tomado de P. Juan Jáuregui Castelo
LA TENTACIÓN DE SER PROTAGONISTAS
Una de las grandes tentaciones que vivimos actualmente los jóvenes en la Iglesia, y también en otros ambientes, es el avasallador deseo de ser protagonistas. Penosamente, me ha tocado ser testigo de grupos juveniles que quedan heridos y desintegrados porque algunos de sus miembros pelean por el pedestal principal, ese ansiado lugar en donde todos los vean, les obedezcan y les rindan algún tipo de pleitesía. Me parece que esa misma tentación acecha también a las comunidades de religiosas, religiosos y a cualquier grupo humano. Todos estamos expuestos a la tentación de sentirnos indispensables, insustituibles y únicos; y es verdad, cada uno de nosotros es absoluto en sí mismo, imagen del buen Dios y también sujetos de su amor que sobrepasa todas las cosas, pero ninguno de nosotros somos los protagonistas ni de nuestra propia vida.
A muchos jóvenes nos parece que el mundo ha nacido con nosotros y parece que ignoramos que antes de nosotros ha habido muchas personas que han labrado, con su esfuerzo y su sudor, esta bendita tierra que ahora habitamos. La historia no nació con nosotros y el mundo no terminará después de nosotros. ¡Qué liberador resalta ser el darse cuenta de que no somos el centro del mundo y que el universo no gira alrededor nuestro! ¡Qué liberador es percatarse de que las cosas se hacen conmigo, sin mí y, a veces, a pesar de mí! ¡Qué liberador, también, es ser consciente de que soy uno más en la fila de la vida…Uno más y nada más!
El mejor ejemplo siempre lo encontramos en Jesús de Nazaret, que «no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mt 20, 28). Ese mismo Jesús, que sabiamente aconsejaba a sus discípulos, también nos aconseja a nosotros «el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor» (Mt 20, 26). No somos más que servidores en la viña del Señor y nuestro aporte, por más valioso y necesario que sea, no es indispensable. El complejo mesiánico hace mucho daño a nuestras comunidades. Si el Señor nos ha regalado un don o un carisma particular, no es para sentirnos especiales, sino para ponerlo al servicio gratuito y desinteresado de los demás.
Cuidemos nuestro corazón de los vanos deseos de ser protagonistas, pues esos deseos nos pierden y nos convierten en los antagónicos de la historia de nuestras comunidades. Cuidemos nuestro corazón de la hambrienta búsqueda de los reflectores y de los aplausos que tan fugazmente se desvanecen y nos dejan en la nada. Contemplemos cómo la fecundidad de una semilla siempre brota en lo profundo y secreto de las entrañas de la tierra, sin aspavientos, sin escándalos y muy lejos de toda ambición de grandeza.
Del deseo de ser aplaudidos y del temor de ser olvidados: ¡líbranos, Señor!
Genaro Ávila-Valencia, sj
ORACIÓN
Señor, ¡crea en nosotros un corazón nuevo! Renuévanos en tu amor. Obtennos tú, Virgen María, un corazón nuevo y un espíritu firme. Así llegaremos a celebrar la Pascua, renovados y reconciliados con Dios y con los hermanos.
Juan Pablo II, Homilía (17-02-2002)
¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Sales a mi encuentro, tiempo de gracia y de cuaresma,
para hacerme comprender que, mi vida sin Dios,
es paja que lleva el viento.
Venís a mi encuentro, días de gracia y de perdón,
para hacerme sentir que, no estoy sólo,
que Dios me acompaña en mí caminar
que, cuando vuelvo los ojos hacia El,
no hay reproche alguno sino indulgencia plena.
¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Que no desperdicie tantos dones que me traes
Que, si hay para mí, también los pretenda para los demás
Que, donde estén presentes mis gestos y mis detalles
mi servicio y me delicadeza,
que, entonces Señor, sienta que no te estoy perdiendo.
¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Porque son muchos los lodos que intentan engullirte
Porque, a veces, la ceniza deja más rastro en nosotros
que la misma luminosidad de la Santa Pascua
Porque, a veces Señor, decimos tenerte y no te conocemos
Decimos quererte, y nos resistimos acompañarte con tu cruz
Decimos ser de los tuyos, y volvemos la cara.
¡QUE NO TE PIERDA, SEÑOR!
Para que, cuando llegue junto contigo
al final del Gólgota,
sepa valorar el esfuerzo de mi CONVERSION
El alimento de mi ORACIÓN
El rédito del silencio de la CARIDAD
La hermandad del PERDON dado y recibido
¡QUE NO PIERDA, DE VISTA TU PASCUA, SEÑOR!
Tomado de P. Javier Leoz
CANTO
«No nos dejes caer», Ixcís
Kairy Marquez – Mi Todo
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela