CITA
“Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡Un rumor…! Mi amado llama: | «Ábreme».”
Ct 5, 2
« ¡Le verás, de veras, ya verás!»
S.Son
San Ignacio de Antioquía: Mi mayor bien es morir y ser llevado a Dios para que amanezca en él (Epístola a los Romanos,1,2).
Tertuliano, Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino, habríamos tenido que expresar esta petición, dirigiéndonos con premura a la meta de nuestras esperanzas. (Catecismo 2817 or. 5).
San Hipólito, ¿Qué es el advenimiento de Cristo? La liberación de la esclavitud, el principio de la libertad, el honor de la adopción filial, la fuente de la remisión de los pecados y la vida verdaderamente inmortal para todos (Hom. de Pascua).
San Cipriano, «Hemos de tener paciencia, y perseverar, hermanos queridos, para que, después de haber sido admitidos a la esperanza de la verdad y de la libertad, podamos alcanzar la verdad y la libertad mismas. (…) Que nadie, por impaciencia, decaiga en el bien obrar o, solicitado y vencido por la tentación, renuncie en medio de su brillante carrera echando así a perder el fruto de lo ganado, por dejar sin terminar lo que empezó» (De bono patientiae 13 y 15).
San Cirilo de Jerusalén, “Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino… En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz.
San Pacomio « Este año es como el año pasado y hoy es como ayer. Mientras seas negligente, no habrá ningún progreso para ti. Sé sobrio, eleva tu corazón. Deberás comparecer delante del tribunal de Dios y rendir cuentas de lo que has hecho en lo secreto y de lo que has hecho públicamente.
San Gregorio Nacianceno: “El pide cosas insignificantes; promete a cambio, a quienes le aman sinceramente, grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro”.
San Juan Crisóstomo ¡No desesperéis nunca! Os lo diré en todos mis discursos, en todas mis conversaciones; y si me hacéis caso, sanareis. (Hom. sobre la penitencia).
¿Por qué te fatigas por el mundo? ¿A qué echas agua a un tonel agujereado? Vanidad de los afanes humanos. Hom. 76 sobre Mateo, Obras de San Juan Crisóstomo, tomo II, B.A.C., Madrid, 1956, 512-528.
S. Agustín, Toda mi esperanza estriba sólo en tu gran misericordia (Confesiones, l0).
La esperanza es imposible si no hay algún amor (Sobre la fe, la esperanza y la caridad,117).
El que está libre de toda preocupación espera con seguridad la venida del Señor. (Sobre los Salmos (Salmo 95, n. 14).
Cada cual ha de ser juzgado en el estado en que salga de este mundo; y por esto ha de velar todo cristiano, para que la llegada del Señor no le encuentre desprevenido (en Catena Aurea vol. III, p. 202).
Si tienes miedo a la muerte, ama la vida. Tu vida es Dios, tu vida es Cristo, tu vida es el Espíritu Santo Le desagradas obrando mal. No habita El en templo ruinoso, no entra en templo sucio (Sermón 161).
San Gregorio Magno, Tened, por tanto, puesta vuestra atención, hermanos carísimos, en aquel día; enmendad la vida, cambiad las costumbres, venced las malas tentaciones resistiéndolas, y castigad con lágrimas los pecados cometidos, porque algún día veréis el advenimiento el eterno Juez tanto más seguros cuanto más prevenís con el temor su severidad. Sobre los Evangelios, Libro I, Homilía I, Ed. BAC, Madrid, 1968, pp. 537-541.
“Quiso el Señor que nos fuese desconocida la última hora para que, no pudiendo preverla estemos siempre preparándonos para ella”
Mirad que ya está cerca la vuelta del que se fue lejos, porque aunque parece haberse alejado mucho quien se marchó lejos de esta tierra en que nació, vuelve en seguida a pedir la cuenta [. . . ] (Hom. 9 sobre los Evang. ).
Isaac de Nínive, «Lo que vive en ti es aquello cuyo amor tiene sobre ti un poder más grande». (El don de la humildad)
San Bernardo: La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran misterio” Sermón sobre los seis aspectos del Adviento, 1.
¡Ojalá hagáis objeto de vuestras continuas meditaciones estas dos venidas, rumiando en vuestros corazones cuánto nos dio en la primera y cuánto nos ha prometido en la segunda!. Sermón 4 en el Adviento del Señor, 1, 3-4: Opera omnia, edit. cister. 4, 1966, 182-185.
Sí, es totalmente cierto que vendrá, pero vendrá de la misma manera que subió al cielo, no tal como bajó la primera vez. 2º sermón para la Ascensión.
¡Qué locura, hermanos míos, agotarse en el camino, no queriendo alcanzar el fin!… Homilías sobre el Evangelio, n° 1, 3.
San Antonio de Padua “La esperanza es la aceptación de los bienes futuros.”
Santo Tomás de Aquino, El que alguien nos ame hace que nosotros esperemos en él; pero el amor a él es causado por la esperanza que en el tenemos (Suma Teológica,1-2, q. 40, a. 7).
Todo hombre, con tal que sea amigo de Dios, debe tener gran confianza en ser librado por El de cualquier angustia [. . . ]. Y como Dios ayuda especialmente a sus siervos, muy tranquilo debe vivir quien sirve a Dios (Sobre el Credo,5, I. c. , p. 72).
Tomás de Kempis: Conviértete a Dios de todo corazón, y deja ese miserable mundo, y hallará tu alma reposo. Imitación de Cristo II, c. 1.
San Juan de Ávila: ¡Oh cuán amargas serán aquel día las riquezas superfluas, las risas, el perdimiento de tiempo! (Sermones del Tiempo. I Dom. De Adv., Ed. BAC, Madrid, 1970, pp. 15-19).
Santa Teresa de Jesús: Si tenéis confianza en El y ánimos animosos, que es muy amigo Su Majestad de esto, no hayáis miedo que os falte nada (Fundaciones,27,12).
San J.H. Newman Esperanza y miedo son opuestos; temían porque no esperaban: Esperar es no solo creer en Dios, sino creer y estar ciertos de que nos ama y desea nuestro bien; y por esto es una gran gracia cristiana. (Sermón para el Domingo IV después de Epifania; Cat. de S. Chaud 1848).
San Josemaría Escriva de Balaguer, ¿Estás triste? ¡Haz oración!
Crezcamos en esperanza [. . . ], que es suplicar al Señor que acreciente su caridad en nosotros, porque solo se confía de veras en lo que se ama con todas las fuerzas (Amigos de Dios,220).
Comenzar es de todos; perseverar, de santos. (Camino, 983).
Esto de aquí es un continuo acabarse: aún no empieza el placer y ya se termina. (Camino, 753).
Santa Teresa de Calcuta Yo tengo que hacer presente a Dios con mi vida y mi palabra. Soy Belén para los demás. Soy adviento para ellos ¿Cómo? Con oración, fe, amor, servicio.
Catecismo, El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel
673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad” (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Te 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén “retenidos” en las manos de Dios (cf. 2 Te 2, 3-12).
674 La Venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por “todo Israel” (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que “una parte está endurecida” (Rm 11, 25) en “la incredulidad” respecto a Jesús (Rm 11, 20). San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: “Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas” (Hch 3, 19-21). Y San Pablo le hace eco: “si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?” (Rm 11, 5). La entrada de “la plenitud de los judíos” (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de “la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al Pueblo de Dios “llegar a la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13) en la cual “Dios será todo en nosotros” (1 Co 15, 28).
La última prueba de la Iglesia
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “Misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, “intrínsecamente perverso” (cf. Pío XI, “Divini Redemptoris” que condena el “falso misticismo” de esta “falsificación de la redención de los humildes”; GS 20-21).
677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).
II Para juzgar a vivos y muertos
678 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Joel 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesús dirá en el último día: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).
679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado “todo juicio al Hijo” (Jn 5, 22;cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).
2612 En Jesús “el Reino de Dios está próximo”, llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a aquél que “es y que viene”, en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf Mc 13Lc 21,34-36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf Lc 22,40Lc 22,46).
¡Estad en vela, vigilantes!
2730: Mirado positivamente, el combate contra el yo posesivo y dominador consiste en la vigilancia. Cuando Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a Él, a su Venida, al último día y al «hoy». El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe: «Dice de ti mi corazón: busca su rostro» (Sal 27, 8).
2733: Otra tentación a la que abre la puerta la presunción es la acedía. Los Padres espirituales entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. «El espíritu está pronto pero la carne es débil» (Mt 26, 41). El desaliento, doloroso, es el reverso de la presunción. Quien es humilde no se extraña de su miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia.
San Juan Pablo II Si Dios se pone en movimiento para salir a nuestro encuentro, ¿podremos nosotros volverle la espalda? (29 de noviembre de 1998)
Benedicto XVI Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. Spe Salvi, 1.
Papa Francisco, Digo a los jóvenes que no se duerman, que no pierdan la capacidad de soñar despiertos ()
«El Adviento es el tiempo para preparar nuestros corazones a recibir al Salvador, es decir el único Justo y el único Juez que puede dar a cada uno la suerte que merece. La salvación que se espera de Dios tiene también el sabor del amor»
Pagola, Jesús fue un creador incansable de esperanza.
Ch. Péguy: “Del mismo modo que los fieles en las procesiones se pasan de mano en mano el agua bendita, así debemos nosotros los fieles pasarnos de corazón a corazón la divina esperanza”.
«La pequeña esperanza…, la hermana más humilde, más alegre y más atrevida».
Bonhoeffer “Adviento es como estar sentado en la celda de la prisión. Uno no puede hacer nada. Sólo esperar y rezar porque la liberación tiene que venir de afuera”, escribe desde la cárcel.
La solución al problema de la muerte, no está en la resurrección, sino en la confianza en Dios.
Hans Urs Von Balthasar Lo que consideramos como un gran intervalo de tiempo entre Navidad y el juicio final no es más que el plazo que se nos da para la decisión. Luz de la palabra Comentarios a las lecturas dominicales a-b-c Ediciones encuentro.madrid-1994.pág. 2112 s.
Mahoma, según cuentan le preguntaron sus discípulos cuándo sería el fin del mundo, y él respondió: “Cuando se muera mi mujer, parecerá el fin del mundo, cuando me muera yo será de veras el fin del mundo —para mí por lo menos”.
Mussolini: “Todos se preguntan qué le pasará a Italia cuando muera Mussolini. A mí no me preocupa tanto qué le pasará a Italia cuando muera Mussolini, sino qué le pasará a Mussolini cuando muera Mussolini”.
ESPERANZA
Animados por el Espíritu comuniquemos la esperanza. Juan Pablo II
Antes perder la vida que la esperanza. Quintiliano
Aquellos que no tienen la esperanza de una vida después de la muerte, están muertos aun para esta vida. Johann Wolfgang von Goethe
Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los seres humanos. Rabindranath Tagore
Cuando tras fervorosas oraciones a Dios y a los santos no era escuchada, les daba las gracias, a pesar de todo, diciendo: “Creo que quieren ver hasta dónde voy a llevar mi esperanza”. Santa Teresa de Lisieux
El cristiano está siempre lleno de esperanza; nunca puede dejarse llevar por el desánimo. SS. Francisco
El que espera en la paciencia ya recibió la fuerza que necesitaba. Paul Tillich
Esperanza: goce anticipado del futuro. Cardenal Eduardo Piroño
Pongamos nuestra esperanza en el Dios vivo. 1 Tm 4, 10
CONTO
EL CENTINELA (popular)
Érase que se era un viejo pueblecito, presidido por un castillo aún más viejo, que estaban situados en la frontera de un país lejano, al lado de un gran desierto. Tanto el pueblo como el castillo eran muy aburridos, porque raramente pasaba alguien cerca de ellos.
Alguna vez se detenían a pernoctar extrañas caravanas, o caminantes solitarios, pero, en cuanto se alimentaban y descansaban, volvían a irse, dejando a los habitantes del pueblecito y del castillo con su diario aburrimiento.
Y así, hasta que un día llegó un mensaje del rey de la nación informando de que, en la corte, se habían recibido noticias de que Dios en persona iba a venir a su país, si bien aún no se sabía qué ciudades y zonas visitaría.
Pero era probable que pasara por el pueblecito. Por si acaso, debían prepararse para recibirle tal y como Dios se merecía. Eso entusiasmó a las autoridades que mandaron reparar las calles, limpiar las fachadas, construir arcos triunfales, llenar de colgaduras los balcones. Y, sobre todo, nombraron centinela al más noble habitante de la aldea. Este centinela tendría la obligación de irse a vivir a la torre más alta del castillo y, desde allí, avizorar constantemente el horizonte, para dar lo antes posible la noticia de la llegada de Dios. El centinela, feliz y orgulloso, se dispuso a permanecer firme en la torre con los ojos abiertos.
-¿Cómo será Dios? –se preguntaba. -¿Y cómo vendrá? ¿Tal vez con un gran ejército?
-¿Quizá con una corte de carros majestuosos?
En ese caso, se decía, será fácil adivinar su llegada cuando aún esté lejos.
Pasaron los días y durante las veinticuatro horas no pensaba en otra cosa y permanecía en pie y con los ojos bien abiertos.
Pero cuando hubo pasado así algunos días y noches, el sueño comenzó a rendirle y pensó que tampoco pasaría nada si daba unas cabezadas, ya que Dios vendría precedido por sones de trompetas que, en todo caso, le despertarían. Y pasaron no solo los días, sino también las semanas. La gente del pequeño pueblo regresó a su vida de cada día; y comenzó a olvidarse de la venida de Dios. Hasta el propio centinela dormía ya tranquilo. Pasaron meses e incluso años y ya nadie en el pueblo se acordaba.
Incluso la población se fue instalando en tierras más prósperas.
Se quedó solo el centinela, aún subido en su torre, esperando, aunque ya con una muy débil esperanza.
Y el centinela comenzó a pensar:
– “¿Para qué va a venir Dios? Si este pueblo nunca tuvo interés alguno y ahora, vacío, mucho menos.
Y si viniera al país, ¿Por qué iba a detenerse precisamente en este castillo tan insignificante?”.
Pero como a él le habían dado esa orden y como esa orden le había levantado la esperanza, su decisión de permanecer, era más fuerte que sus dudas. Hasta que un día se dio cuenta de que, con el paso de los años…, se había vuelto viejo y sus piernas se resistían a subir las escaleras de la torre, que ya apenas veía y que la muerte estaba acercándose.
-“Me he pasado toda la vida esperando la visita de Dios y me voy a morir sin verle”, gritó el centinela.
De pronto, oyó una voz a sus espaldas que decía:
-“¿Pero es que no me conoces?”
Entonces el centinela, aunque no veía a nadie, estalló de alegría y dijo:
-“¡Oh, ya estás aquí! ¿Por qué me has hecho esperar tanto? Y ¿por dónde has venido que yo no te visto? La voz respondió: “Siempre he estado cerca de ti, a tu lado; más aún: dentro de ti. Has necesitado muchos años para darte cuenta. Pero ahora ya lo sabes. Éste es mi secreto: yo estoy siempre con los que me esperan y solo los que me esperan pueden verme”. Y entonces el alma del centinela se llenó de alegría.
Y viejo, casi muerto como estaba, volvió a abrir los ojos y se quedó mirando amorosamente al horizonte.
Tomado de Cuentos a través de una ventana
“EN AQUELLOS DÍAS YO TE LLEVABA EN MIS BRAZOS”
Tuve un sueño. Me parecía caminar sobre la arena de una playa al lado del Señor Jesús. Nuestros pasos dejaban en la arena una doble serie de huellas: las mías y las de Jesús. Pensé que cada uno de mis pasos representaba un día de mi vida. Entonces, siempre en sueño, me di vuelta para volver a ver todas aquellas huellas en la arena, y me fijé que a veces en lugar de dos series de huellas, aparecía solamente una. Rehíce todo el camino de mi vida y con asombro me di cuenta que los trechos de mi existencia, en que aparecía una sola serie de huellas, correspondían a los días más tristes de mi existencia. Días de angustia y de tristeza, de rabia y mal humor, días de pruebas y de sufrimientos.
Entonces le dije a mi Señor Jesús: “Tú nos has prometido quedarte con nosotros todos los días de nuestra vida. ¿Por qué no cumpliste con tu promesa y me dejaste solo precisamente en los días más difíciles de mi vida, cuando más yo necesitaba tu presencia?
Y el Señor me contestó sonriendo. “Hijo mío, yo no he dejado de amarte ni un solo instante de tu vida. Las huellas que tu ves en los días más difíciles de tu vida y que aparecen solas, son las mías. En aquellos días yo te llevaba en mis brazos.
Para comprender mejor la relación entre la providencia de Dios y nuestra libertad, puede ser útil pensar que comúnmente, somos como un niño pequeño que Dios toma de la mano y lo sostiene cuando amenaza de caer. Si un niño de pocos años se encuentra en medio del tráfico tumultuoso de una ciudad, tiene miedo y se desespera. Pero si camina a lado de su padre o su madre que lo tiene bien estrecho en su grande mano, ya no llora ni se desespera; se siente seguro y camina sorteando piedras y charcos.
Pero a veces Dios nos levanta y toma en sus brazos llevándonos a salvación. Lo único que Dios nos pide es que tengamos confianza en él y no nos dejemos arrastrar por el miedo y la angustia como si estuviéramos solos sin su paterna presencia. Dios Padre nunca duerme, siempre vigila para nuestro bien aunque normalmente nos deja aparentemente solos para que podamos desarrollar todas nuestras capacidades..
Tomado de P. Chinaglia
UN CONSEJO
El eremita, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio. ¿Qué deseas?, le preguntó el eremita.
El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios y en su iglesia resonaba el armonioso canto de sus monjes. Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la iglesia se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones.
Lo que el abad quería saber era lo siguiente: “¿Habían cometido algún pecado para que el monasterio se viera en esta situación?” “Sí” – respondió el eremita -, “un pecado de ignorancia”.
“¿Y qué pecado puede ser ése?”
“Uno de ustedes es el Mesías disfrazado, y el resto no lo sabe”. Y dicho esto, el eremita cerró los ojos y volvió a su meditación.
Durante el penoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo se desbocaba su corazón al pensar que el Mesías, el ¡mismísimo Mesías!, ya había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente en su monasterio.
¿Cómo no había sido capaz de reconocerlo? ¿Y quién podría ser? ¿Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El hermano administrador? ¿O sería él, el hermano prior? ¡No, él no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos…
Pero resulta que el eremita había hablado de un Mesías “disfrazado”. ¿No serían aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos los monjes del monasterio tenían defectos… ¡Y uno de ellos tenía que ser el Mesías!
Cuando llegó, reunió a los monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros: ¿El Mesías, aquí? ¡Increíble! Claro que si estaba disfrazado, entonces, tal vez… ¿Podría ser Fulano? ¿O Mengano? ¿O…?
Una cosa era cierta: si el Mesías estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. “Nunca se sabe”, pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, “tal vez es éste”.
El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante. Pronto volvieron a acudir docenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la iglesia volvió a escucharse el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu del amor.
Tomado de MSC
LA ESPOSA DEL ASTRONAUTA Y LA IGLESIA
Un día la NASA decidió una misión espacial fuera de los límites de nuestro sistema solar. Una empresa arriesgada y larga que encomendaron al comandante más experimentado que poseía. Cuando se despidió de su mujer y sus hijos, la familia pasó horas ante el televisor viendo como la nave se alejaba de la tierra.
Los niños, pequeños todos ellos, preguntaban continuamente: “¿Cuándo vuelve papá?” Y la madre les respondía: “Vuelve pronto, no os preocupéis”.
Al cabo de unos meses, cansada de escuchar siempre la misma pregunta, decidió organizar una fiesta para celebrar la vuelta de papá. Fue la fiesta más grande que los niños recordaban. Tanto que la repitieron con frecuencia. La llamaban “la fiesta de la vuelta de papá”. Pero la inconsciencia de los niños creaba una sensación de angustia en la madre.
¿Cuándo volvería su marido? ¿El mes próximo? ¿Dentro de un año? “La fiesta de papá”, que podía celebrarse en cualquier día del mes y en cualquier mes del año, se le convirtió en una tortura.
Hasta que se le ocurrió una idea: “En vez de celebrar la vuelta de papá ‒dijo a los niños‒ vamos a celebrar su cumpleaños. Sabéis qué día nació, así que no me preguntéis más cuándo vamos a celebrar su fiesta.
A la iglesia le ocurrió algo parecido. Al principio hablaba de la pronta vuelta de Jesús, la que menciona el evangelio de este domingo. Pero esa esperanza no se cumplía, y la iglesia pasó de celebrar su última venida a celebrar la primera, el nacimiento. Sin embargo, no ha querido olvidar la estrecha relación entre ambas venidas, y así se explica que encontremos textos tan distintos.
Tomado de José Luis Sicre
ANÉCDOTA
LA PALABRA «ADVIENTO»
Significa «llegada» o «presencia». En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que envuelve por entero el cosmos y la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Cristo.
Benedicto XVI, Ángelus, 2 de diciembre de 2012
CREDO:
De nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.
Dicen que la Biblia , yo no las he contado, menciona y anuncia 1.642 veces la venida del Señor.
Tomado de P. Félix Jiménez
Recuerdo haber visto de niño, en una película o en un tebeo de aventuras, una escena que se me quedó fijada para siempre. Es por la noche y se ha caído un puente del ferrocarril; un tren, ignorante, llega a toda velocidad; el guardavías se pone entre éstas gritando: «¡Detente! ¡Detente!», agitando una linterna para señalar el peligro; pero el maquinista está distraído y no lo ve, y avanza arrastrando el tren al río… No querría cargar las tintas, pero me parece una imagen de nuestra sociedad, que avanza frenéticamente al ritmo de rock ‘n roll, desatendiendo todas las señales de alarma que provienen no sólo de la Iglesia, sino de muchas personas que sienten la responsabilidad del futuro…
Tomado de Raniero Cantalamessa
ESPERANDO A GODOT
Esperando a Godot (en francés: En attendant Godot), a veces subtitulada Tragicomedia en dos actos, es una obra perteneciente al teatro del absurdo, escrita a finales de los años 1940 por Samuel Beckett y publicada en 1952 por Éditions de Minuit. Beckett escribió la obra originalmente en francés, su segunda lengua. La traducción al inglés fue realizada por el mismo Beckett y publicada en 1955.1
Lucky y Pozzo
La obra se divide en dos actos, y en ambos aparecen dos vagabundos llamados Vladimir y Estragon que esperan en vano junto a un camino a un tal Godot, con quien (quizás) tienen alguna cita. El público nunca llega a saber quién es Godot, o qué tipo de asunto han de tratar con él. En cada acto, aparecen el cruel Pozzo y su esclavo Lucky (en inglés, «afortunado»), seguidos de un muchacho que hace llegar el mensaje a Vladimir y Estragon de que Godot no vendrá hoy, “pero mañana seguro que sí”.
Esta trama, que intencionalmente no tiene ningún hecho relevante y es altamente repetitiva, simboliza el tedio y la carencia de significado de la vida humana, tema recurrente del existencialismo. Una interpretación extendida del misteriosamente ausente Godot es que representa a Dios (en inglés: God), aunque Beckett siempre negó esto.2 Beckett afirmó que derivaba de godillot, que en jerga francesa significa bota. El título podría entonces sugerir que los personajes están esperando «a la bota». Como nombre propio, Godot también puede ser un derivado de diferentes verbos franceses.
Tomado de Wikipedia
LA OBSESIÓN APOCALÍPTICA
En todas las épocas se ha creído ver signos apocalípticos del fin del mundo. Las primeras generaciones cristianas esperaban inminente la Parusía del Señor. “El fin de todas las cosas está cercano” (1P/04/07); afirmaba San Pedro. Incluso había que “esperar y acelerar la venida del Día de Dios”, (2P/03/12). Por eso, que “venga la gracia y pase este mundo… Maranathá. Amén” (Did. 10,6), rezaban todos.
Cuando el imperio romano se derrumbaba en el siglo V, muchos, incluso santos y padres de la Iglesia, pensaron que ya era el principio del fin. El imperio romano sería el cuarto y último reino visto por Daniel. S. Martín de Tours opinaba que el Anticristo estaba preparando ya sus armas de combate. S. Jerónimo llora sobre sus pergaminos y se le quitan las ganas de escribir. “El navío se hunde”, decía. Algunos ya vaticinaban el fin para el año 500.
¿Y qué decir de los terrores del año 1.000? Muchas novelas los han exagerado: ojos alucinados en expectación de un fenómeno celeste, espanto ante la aparición de un cometa, un par de herejes con rasgos de Anticristo. Pero no faltaron angustias y obsesiones. El mismo Odón de Cluny calculaba para el año 1.000 la catástrofe final. Más tarde Joaquín de Fiore calculaba la plenitud de los tiempos para el año 1.260 según el cómputo de las generaciones señaladas en Mt. 1,17 (=42 generaciones desde Abrahán a Cristo y otras tantas desde Cristo a la plenitud). En su tiempo -muere en 1.202- piensa que ya ha nacido el Anticristo. Los “espirituales” franciscanos se embebieron en estas ideas.
Un siglo más tarde, en el 1,350, la peste negra y la subsiguiente peste roja de los fragelantes- dieron origen a los más excitantes delirios apocalípticos. Savoranola, finalizado el siglo XV, anunciaba como próximo “el tiempo de las venganzas divinas”. Y así sucesivamente. Nunca han faltado los profetas de las catástrofes.
Tomado de Pastor de tu hermano
Adviento y navidad 1985.Pág. 19-23
Tomado de Mercaba
JEREMÍAS
Nos encontramos en el año décimo del reinado de Sedecías (587 antes de Cristo). El ejército babilónico de Nabucodonosor cerca Jerusalén y Jeremías está detenido en la cárcel del palacio real, acusado de derrotismo y de traición (cf. Jr 32,1). Parece el principio del fin, la caída de todas las esperanzas y seguridades del Pueblo. Es en este contexto en el que el profeta, en nombre de Yahvé, va a proclamar la llegada de un tiempo nuevo, en el cual Dios va a “curar las heridas” de su pueblo, va a proporcionar a Judá “abundancia de paz y de seguridad” (Jer 33,6). El mensaje es tanto más sugerente cuanto el futuro inmediato parece menos posible; y el propio Jeremías es acusado de profetizar la inutilidad de resistir a los ejércitos caldeos, la destrucción de Jerusalén y el exilio de Sedecías (cf. Jr 32,3-5).
En ese momento límite en el que todo parece perdido, Jeremías anuncia la fidelidad de Yahvé a las promesas hechas a David (cf. 2 Sm 7): en el futuro, Dios hará surgir un descendiente de David (“zemah zaddîq” – “vástago justo”), que asegurará la paz y la salvación a todo el pueblo. La palabra “zemah” (“vástago”) evoca la fecundidad y la vida en abundancia (cf. Is 4,2; Ez 16,7). Es el nombre con el que el profeta Zacarías designa al “mesías” (cfr. Zac 3,8; 6,12).
Tomado de Dehonianos
ROZANDO EL FIN
En el siglo XIII San Vicente Ferrer pronunció que el fin del mundo estaba cerca y hasta resucitó un muerto para comprobar al Arzobispo de París que era verdad lo que él decía. Y no sucedió. Y esto produjo mucha dificultad luego cuando se quería canonizar a San Vicente Ferrer, hasta que uno de los teólogos que se ocupaban de este proceso dijo —No se equivocó, porque el fin del mundo estaba cerca, realmente. Lo que pasa es que surgieron una cantidad tan grande de Santos en Europa (algunos por la misma predicación de San Vicente Ferrer) que Dios prorrogó el tiempo de su ira. Entonces canonizaron a San Vicente y después el Cardenal Newman hizo una teoría de que la humanidad va al fin del mundo en forma de una línea quebrada por la cual está siempre rozándolo, pero cuando los hombres empiezan a portarse bien, cuando no hay la gran apostasía que dice San Pablo todavía, aunque muchas veces empezó y ahora parece que ha empezado, entonces cuando no hay eso, Dios espera porque no quiere que nadie se pierda sino que todos lleguen a penitencia.
Tomado de (P. Leonardo Castellani, Catecismo Para Adultos, Ed. del grupo Patria Grande, Mendoza, 1979, p. 153-164)
LA CIENCIA PONE FECHA AL FIN DEL MUNDO
La fecha del 13 de noviembre de 2026 es la señalada, basada en un estudio científico. Este estudio, dirigido por el físico Heinz von Foerster
Tomado de Onda Cero https://www.ondacero.es › Noticias › CyT
EJEMPLOS PREDICABLES
“ESTÉN SIEMPRE DESPIERTOS”
San Enrique, hijo del duque de Baviera, había sido educado por San Wolfgango, obispo de Ratisbona. Después de su muerte el obispo le apareció en una visión y le hizo notar unas letras junto a su sepulcro: “Post sex”, rezaba en latín, lo que quiere decir: “Después de seis”. Creyó el príncipe que dentro de seis días moriría y se dispuso para la muerte. Transcurrieron los seis días, y creyó que el plazo sería de seis meses y continuó preparándose con el ejercicio de las virtudes. Pasados los seis meses, vio que se le alargaba la vida y le ocurrió pensar en un plazo de seis años y no cesó de ejercitarse en la caridad y en la piedad. Al cabo de seis años no le vino la muerte, como pensaba, sino la corona imperial siendo elegido como sucesor del emperador Otón.
El fin del mundo puede suceder en cualquier instante y cuando tengamos que enfrentarlo no será algo terrible sino una corona que nos la tiene preparada Dios. Seis horas, seis días, seis meses, seis años, no importa. Por lo menos no debería importarme. ¿Por qué los primeros cristianos habrán siempre rezado: Mara natha – ven pronto, Señor?
Tomado de MSC
SAN DOMINGO SAVIO
Un grupo de amigos estaba reunido mirando como dosde ellos estaban jugando ajedrez. Uno de los jugadores era san Domingo Savio. Comenzaron a conversar acerca de lo que haría cada uno si supiera que dentro de una hora moriría. Uno dijo:”Me iría a la Iglesia para confesarme”. 0tro dijo:”Yo me pondría a rezar”. Otro dijo:”Iría rápidamente a mi casa para pedir perdón por mi comportamiento de ayer”. Preguntaron a Domingo Savio:”¿Y qué harías tú?” Contestó él:”Seguiría jugando ajedrez.”
Tomado de MSC
YEHUDI MENUHIN
UN gran violinista que tocaba maravillosamente. El mismo cuenta: “Si dejo de ensayar un día, yo mismo me doy cuenta que algo falta cuando toco en un concierto. Si dejo de ensayar dos días, se da cuenta mi mujer. Si dejo de ensayar tres días el público se da cuenta”.
Tomado de MSC
CHISTE
LLEGANDO TARDE
– ¿Por qué el sacerdote llega tarde en cuaresma y adviento?
– Porque esta de-morado.
NO HAY ESPERANZA
El piloto a los pasajeros a mitad del vuelo: “Lamento informarles que estamos en graves dificultades. Ahora sólo Dios puede salvarnos”.
Un pasajero se volvió hacia un sacerdote que viajaba a su lado y le preguntó qué era lo que había dicho el piloto. Y el sacerdote le respondió: “Dice que no hay esperanza”.
POEMA
CREDO
No creo en ti, Señor, y no me alegro.
No creo en ti, por mucho que he rezado,
pidiéndote, Señor, que me redimas
y me perdones este gran pecado.
No creo en ti, lo siento con el alma,
pero quiero que sepas una cosa:
cumpliré el evangelio punto a punto,
cumpliré el evangelio coma a coma.
Te estoy hablando a ti, ¿a quién, Dios mío?
¿A quién le estoy hablando si no creo?
Pero ¿qué más daría si no existieses,
para hacer lo que dice el Evangelio?
No creo en ti, Señor, pero descuida,
que voy a recibir al forastero,
que voy a visitar a los reclusos,
y a darle de comer a los hambrientos.
No te preocupes, Dios, que yo no busco
un cielo donde ir, no es mi objetivo.
Lo haré, no por librarme del infierno,
lo haré sin pretender un paraíso.
Lo haré porque me nace, simplemente.
Lo haré porque me duele en mis adentros
que esté la tierra llena de criaturas
pasando pejigueras y tormentos.
No creo en ti, Señor, mas no te apures,
nunca te ofenderé, líbrame de ello.
Y cargaré tu Cruz hasta el Calvario
sin ningún interés de ningún cielo.
Y me tendrás, Señor, en cualquier calle,
donde haya una persona padeciendo.
Me tendrás en la cárcel, en el fango,
en cada pozo, en cada basurero.
En todas las criaturas de este mundo
que yo me encuentre con la soga al cuello.
No me guardes sillones, no lo hago
por alcanzar tu Reino.
Deseo que descanse mi ceniza
eternamente, cuando me haya muerto.
Que nadie me despierte, no me importa,
que mi gloria será seguir durmiendo.
Porque estoy agotada de la brega,
porque no puedo a veces con mi cuerpo.
No creo en ti, Señor, da mi parcela,
a quienes no han tenido nunca un techo,
a quienes no han tenido nunca nada,
a quienes viven siempre en el infierno.
Yo cedo mi sillón, que estoy cansada
de bregar y bregar a cada instante.
Porque no soy creyente, Señor mío,
soy, desgraciadamente, practicante.
Magdalena Sánchez Blesa
(Se define una “no creyente practicante”)
Tomado de Gabriel Mª Otalora
ORACIÓN
¡VAMOS, LEVANTAOS, SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN!
Hay signos a vuestro alrededor.
¿No los veis en el barrio, en la fábrica,
en la comunidad, en vuestra propia casa
y en vosotros mismos sin ir más lejos?
Restregaos los ojos,
mirad con esperanza el horizonte,
escuchad las buenas nuevas,
dejaos despertar por la brisa.
¡Dios está cerca!
¡Venga, levantaos, alzad la cabeza!
La gente se angustia por todo
y anda sin aliento, dando tumbos
de acá para allá, viviendo sin vivir,
echando a perder tu vida.
Se desviven en fuegos fatuos,
en espejismos de desierto
en vagas añoranzas.
recobrad el aliento.
¡Dios está cerca!
¡Ánimo, levantaos y permaneced despiertos!
No se os embote la mente o desboque el corazón
con tanta preocupación sobreañadida:
qué os pasará, qué haréis,
cuánto ganaréis, gastaréis,
cuándo sucederá y por qué,
cómo escaparéis de la red de la moda
o de la fiebre de las rebajas.
Nadad contra corriente.
¡Dios está cerca!
¡Hala, levantaos, y poneos en marcha con ilusión renovada!
Otead el horizonte.
Vivid atentos a los susurros,
a los lloros, gritos y risas
de la humanidad entera.
Dios está cerca.
Brotad a la vida.
Dejad lo vano y lo estéril.
Pedid fuerza para la espera.
¡Dios está cerca
Florentino Ullibarri
Tomado de ACG
MEDITACIÓN
VIVIR DESPIERTOS
«Vivir despiertos» significa no caer en el escepticismo y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro corazón se endurezca. No quedarnos solo en quejas, críticas y condenas. Despertar activamente la esperanza.
«Vivir despiertos» significa vivir de manera más lúcida, sin dejarnos arrastrar por la insensatez que a veces parece invadirlo todo. Atrevernos a ser diferentes. No dejar que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.
«Vivir despiertos» significa vivir con pasión la pequeña aventura de cada día. No desentendernos de quien nos necesita. Seguir haciendo esos «pequeños gestos» que aparentemente no sirven para nada, pero que sostienen la esperanza de las personas y hacen la vida un poco más amable.
«Vivir despiertos» significa despertar nuestra fe. Buscar a Dios en la vida y desde la vida. Intuirlo muy cerca de cada persona. Descubrirlo atrayéndonos a todos hacia la felicidad. Vivir no solo de nuestros pequeños proyectos, sino atentos al proyecto de Dios.
José Antonio Pagola
CANTO
Sube al autobús Unai Quirós
Poneos en Pie Ain Karem
Hakuna Group. Canción – meditación por todos los que están sufriendo tanto en estos días, por la desgracia que están pasando.
VIDEO
Espera/Esperanza QUIERO VER
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela