¡Entra en mi vida!

«Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de
lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida
eterna, y yo lo resucitaré en el último día».


Jesús, ¿me estoy dejando salvar por ti o me empeño en perderme?
Porque si pongo por delante el pecado a vivir en Ti y por Ti… me empeño
en perderme. Danos hoy un poquito más de tu Gracia, Señor, para que nos
abramos a la vida santa que nos quieres regalar ya, aquí y ahora, y que
se prolongará por toda la eternidad. Que se cumpla en nosotros la
voluntad del Padre que has venido a cumplir. Que no echemos en saco roto
tu Gracia, Señor.


Salomé ArricibitaEntra en mi vida  https://youtu.be/Y_3Mhg-hf-4


Elena Fernández Andrés · https://twitter.com/poverellacm



«Ya hemos superado la cuarentena de confinamiento y vamos hacia la cincuentena -escribe Chus-. Yo
lo considero muy serio. Me gusta el lenguaje que oigo, que llaman
positivo, de ayuda, de poner nuestro granito de arena, de trabajar por
los demás. Parece que esta epidemia está sacando de muchos lo mejor que
tienen de modo que olvidándose de sí mismos sientan a los demás como
algo cercano y a tener en cuenta. De alguna forma nos estamos
transformando todos -incluida la Iglesia- en una ONG al servicio de
todos los males que aquejan a nuestra sociedad. Todos estos sentimientos
son buenos y muy humanos. Están aflorando en todos los países del
mundo. Somos como suele decirse una aldea global.


A mí, sin embargo, me gusta y lucho para que no se olvide la parte
trascendente y sobrenatural aunque muchos lo llamen lenguaje negativo y
digan que no suma y no construye. Yo tengo claro que un hombre sin fe o,
al menos, en búsqueda, no encuentra el sentido y se debate en gran
soledad. Yo creo a Santo Tomás cuando dice que el hombre desgajado de su
creador en parte no existe. La vida de un ser humano que no aspira a un
fin último más allá de la materia que nos rodea es una contradicción la
cual somatizada hace mucho daño aunque uno no piensa nunca en estas
cosas.

Por eso, hablando para gente que tenga fe les digo que me encanta
escribir sobre los primeros pasos que dio el cristianismo después de la
resurrección de Cristo. Es lo que nos propone la Iglesia en su liturgia
para estos días. Pero, además, sentir en tu vida  carnal, psíquica y
espiritual el anhelo de la resurrección es entrar en una plenitud que nada ni nadie te podrán dar. Cuando un cristiano gritaba que Cristo está vivo y ha resucitado, lo que proclamaba era que él también va a resucitar, que todo tiene sentido, que el mundo tiene dueño,
que la historia se desarrolla desde un plan benéfico y amoroso. Yo
llevo ochenta y cinco años viviendo esto y es mi gozo más hondo. Respeto
a un hombre que no tenga fe, pero creo que es un déficit enorme que yo
no quiero para nadie.

Me gusta que la Iglesia trabaje codo a codo con el resto de la sociedad
para paliar toda la problemática humana que exista o pueda surgir de
esta pandemia. No obstante, creo que su principal timbre de gloria no
está en ninguna obra sino en el encargo de anunciar a Cristo resucitado y
ofrecerle a la gente este alimento espiritual. Es muy necesario marcar
la diferencia, subrayar el hecho diferencial, para que el pueblo vea
nuestra fe y que a través de ella el Espíritu Consolador pueda llegar a
la gente sobre todo a los que más sufren. Si la Iglesia no tiene hecho
diferencial es una ONG; pero tiene algo distinto de todos y es que su
trabajo se basa en la fe de la resurrección manifestada en Cristo
Jesús.»


Montse de Javier · Comunidade Caná

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