El Papa, en la Jornada Mundial de las Familias: «Dios no sobreprotege a los hijos, confía en ellos»

Un Papa Francisco con una mayor movilidad física que en las últimas celebraciones que ha presidido cerró esta tarde el X Encuentro Mundial de las Familias en la Plaza de San Pedro. Ante miles de fieles congregados para la ocasión, el Pontífice recordó en su homilía que la Iglesia nació de una familia, la de Nazaret, y está formada principalmente por familias.

Aunque la Eucaristía estuvo presidida por el cardenal Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, fue Francisco el que leyó la homilía. “Id adelante, con valentía, hasta en los momentos duros, siempre… Con el amor que han sentido por primera vez, redescubran el amor, esto les ayudará en los momentos de crisis”, animó el Papa a las familias presentes en la plaza. En una celebración que tuvo que ser retrasada para que los presentes no pasaran demasiado calor. 

Papeles insustituibles

En una predicación dedicada especialmente a las familias, Francisco resaltó el papel fundamental que cumple cada miembro dentro de ellas. “Sois papás, mamás, hijos, abuelos, tíos; sois adultos, niños, jóvenes, ancianos; cada uno con una experiencia diferente de familia, pero todos con la misma esperanza hecha oración. Que Dios bendiga y proteja a vuestras familias y a todas las familias del mundo”, apuntó el Papa.

El Pontífice también fijó la atención en el valor de libertad, sobre todo, de una libertad interior. “La libertad es uno de los bienes más valorados y buscados por el hombre moderno y contemporáneo. Todos desean ser libres, no tener condicionamientos, no estar limitados, y por eso aspiran a liberarse de todo tipo de ‘prisión’: cultural, social, económica. Sin embargo, cuántas personas carecen de la libertad más grande, la interior“, destacó el Santo Padre.

En este sentido señaló que la auténtica libertad es un don y no se logra con esfuerzo. “La libertad nos ha sido dada. Todos nosotros nacemos con muchos condicionamientos, interiores y exteriores, y sobre todo con la tendencia al egoísmo, es decir, a ponernos nosotros mismos en el centro y a buscar nuestros propios intereses. Pero Cristo nos ha liberado de esta esclavitud“, explicó Francisco.

El Papa recordó que la libertad siempre debe ser para servir a los demás. “En vez de vivir como ‘islas’, os habéis puesto al servicio los unos de los otros. De este modo se vive la libertad en familia. No hay ‘planetas’ o ‘satélites’ que viajan cada uno en su propia órbita. La familia es el lugar del encuentro, del compartir, del salir de sí mismos para acoger a los otros y estar cerca de ellos. Es el primer lugar donde se aprende a amar”, comentó el Pontífice.

En la línea de la defensa de los más vulnerables, Francisco apuntó que es necesario proteger a la familia más que nunca. “No dejemos que se contamine con los venenos del egoísmo, del individualismo, de la cultura de la indiferencia y del descarte, y pierda así su ADN, que es la acogida y el espíritu de servicio”, reclamó el Papa. Francisco advirtió del miedo de los padres ha dejar el testigo a sus hijos: “el miedo hace a algunos padres ansiosos, a otros sobreprotectores, y a veces termina incluso por impedir el deseo de traer nuevas vidas al mundo”.

La familia como un viaje

En este sentido, el Papa señaló que Dios deja libres a sus hijos, aunque puedan padecer sufrimiento. “Dios ama a los jóvenes, pero no por eso los preserva de todos los peligros, desafíos y sufrimientos. No es ansioso ni sobreprotector; al contrario, confía en ellos y llama a cada uno al alto sentido de la vida y de la misión”, dijo Francisco. El Papa amplió esta visión para los propios maestros. “Para un educador, el mejor modo de ayudar a otro a seguir su vocación es el de abrazar la propia vocación con amor fiel“, comentó el Pontífice

Para concluir, Francisco señaló que la familia es un ponerse en camino. “La familia es un viaje del que no podíais conocer anticipadamente todas las etapas, y que os mantiene en constante movimiento, con situaciones siempre nuevas, acontecimientos inesperados, sorpresas”, explicó. Y terminó, animando a todas las familias presentes: “estáis invitadas a no echar de menos la vida de antes, la libertad de antes, con sus ilusiones engañosas, cuando no se acoge la novedad de la llamada de Dios la vida se fosiliza, añorando el pasado”.

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